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Capítulo Tres

—Por favor, ¿vas a dejar de hablar de esto?

Miranda  resopló.

—¿Por qué? Solo necesito saber un poco más, ustedes estuvieron hablando durante un buen rato y…

—Y yo no quiero hablar de eso —regaño Claudia, estaba de mal humor—.

¿Okay?

—¿Y sabes  a dónde te va a llevar esta noche?

Claudia suspiró. 

Miranda era simplememte un caso perdido. Siempre era muy habladora e indescriptiblemente intrusiva.

—No lo sé, Miranda. No le he preguntado adónde me va a llevar ni lo que usará

—¿Pero estás segura de que es una cita de negocios?

—¡Sí! —mintió lo mejor que pudo Claudia , deseando que su cara no la delatara.

—Pues vale. Me voy a mi habitación a aburrirme  mientras tú sales  con ese cliente tan guapo.

Claudia  se alegro de que Miranda se marchara. 

Estaba demasiado nerviosa para tener que lidiar con su amiga. 

Agarró su bolso y se miró al espejo. 

Mirándose al espejo, retoco un poco su maquillaje casi imperceptible y salió de la habitación del hotel hacia el recibidor.

Llegaba diez minutos pronto y miró alrededor del recibidor en busca de un lugar cómodo donde sentarse a esperarlo, pero entonces vio a Bruce levantarse de una zona cómoda del sofá con una sonrisa en la cara. 

El corazón le latió con fuerza con la mirada que le dirigió. Esperaba estar tranquila y compuesta cuando lo viera, pero no lo estaba. Para nada que lonestaba. Él la había besado en la mejilla antes. La verdad Ya nada era profesional. La estaba llevando quién sabía adónde. Era una cita muy, muy poco profesional.

—Hola —dijo Claudia con nervios—. Llegas pronto.

—No quería hacer esperar a mi mujer.

Pero que encantador… ¿Que? No. No.no. Intentaba estar enfadada, pero no lo conseguía. Ya era demasiado bueno controlándola. Y a ella le aterrorizaba que fuera perfectamente capaz de manipularla como quisiera, ella no era su mujer. ¿Estaba loco o que?

Él la guio fuera del hotel hasta una hermosa Hummer, Pero no cualquiera Hummer era una limusina.

¿En serio una Hummer? Pensaba ella.

El conductor mantenía la puerta abierta al tiempo que él le tocaba lentamente la espalda para guiarla dentro.

 Claudia se deslizó dentro  y respiró hondo mientras él se unía. Cuando él le dio instrucciones al conductor en italiano, ella por poco y se ahoga con su propia saliva por  el delicioso sonido de su acento. 

Él se giró hacia ella.

—¿Y qué has estado haciendo todo el día? Por cierto tienes unos ojos preciosos. — y no era mentira sus ojos le parecían algo único uno era marrón y el otro gris. La hacían ver una mujer de mirada exótica. 

—Estuve en la conferencia otra vez, solo un par de horas. Tenía que ver a

otro cliente. Y gracias, supongo. 

—Oh… —Bruce la miró con cautela—. ¿Ha ido bien?

Ella se encogió de hombros.

—Mañana tendremos otra reunión para hablarlo de nuevo.

Bruce parecía curiosamente… celoso.

—¿Te va a llevar a cenar?

Claudia se rió en bajo 

—¿Puedes al menos intentar ser un poco más sutil?

—Lo siento. Soy muy directo con las cosas; el engaño no es mi punto fuerte.

—Me alegro de oír eso —dijo ella con suavidad.

—¿Entonces qué es? ¿Una cita para cenar?

—¡No! —Ella se rio—. Tenemos una reunión programada mañana por la

mañana en su oficina.

—Vale, suena bien. Avísame si necesitas ayuda.

Ella asintió.

—soy perfectamente capaz de tomar  un taxi hasta su oficina y

después volveré  al hotel.

Él sonrió.

—Vale 

Hablaron sobre cosas triviales relacionadas con la conferencia hasta que la Hummer se detuvo y Bruce la ayudo a salir. 

Una larga cola fuera de una discoteca hizo que ella entrecerrara los ojos.

—¿En serio? —preguntó ella.

Él asintió, cogiéndole la mano como si tuviera el derecho para hacerlo. 

Se estaba tomando muchas atribuciones el hombre.

—¡Wow! Esto es… increíble— dijo ella una vez entraron 

—si que Lo es —admitió él.

—¡Sí! —Ella giró la cara hacia él, hablando más alto y acercándose para

que pudiera oírla con la estridente música—. Creía que me iría sin echar un vistazo a la vida nocturna.

Él la sujeto por su cintura y Claudia  disfrutó de se tacto sin ponerse nerviosa ni preocuparse.

A la m****a eso era una cita ¿Para que negándolo?

.

.

.

Estaban en la zona VIP donde había varios grupos de gente sentada y charlando.

—¿Habías estado aquí antes?

—Sí. —Él extendió las manos sobre su abrigo y lo deslizó por sus brazos

con una respiración entrecortada. El escote del vestido era… simplemente veía espectacular—Dios, estás preciosa —dijo él sin vergüenza alguna.

—Gracias. Tú… tampoco estás mal.

—¿Por qué no habías venido antes?

—Bueno, es que tenía tantas reuniones que no tenía tiempo y no tenía buena compañía. Miranda, mi amiga no es una buena compañía para  salir a beber en un país extranjero. 

— Y ¿Quién es Miranda?

—Mi amiga ya te lo dije  También es mi compañera de trabajo. Estaba en el discurso, ¿te acuerdas? ¿Una castaña de camisa blanca ?

El negó con la cabeza 

—No, en realidad, para ser sincero, no vi a nadie más que a ti.

Claudia sonrió, y dijo —Deja de hacer eso.

—Continúa. ¿Por qué no puedes salir con ella?

—es que a ella  le encanta beber. Mucho A mí también, pero ella se pasa y pues… a veces tengo que pedir ayuda a alguien porque después no puede ni con su alma. 

—caray 

—Aja. Así que no estoy preparada para tener esa responsabilidad en mis manos. —El camarero le dio una copa de champán y ella se rio de forma nerviosa—. ¿Qué estamos celebrando?

Él se acercó.

—Celebramos… que tu agencia ha asegurado el contrato con la mía.

Ella se quedó de piedra. 

—¿Es en serio?

—Aja.

Ella estaba… no sabía cómo estar siquiera.

—Has… No tenías que darle el contrato a mi agencia solo porque querías volver a verme.

Él sacudió la cabeza.

—Claudia, no haría eso ni en un millón de años.

—No, pero… no puede ser… —Ella se agarró la cara después de dejar la copa—. Por esta razón quería que todo quedara de forma profesional.— ella apretó sus puños después de dejar la copa a un lado

—Hey—Él le cogió las mano y las acarició un poco, cosa que hizo se calmara un poco, solo un poco.

— Okey te dire algo.

—¿Qué?

Él suspiró.

—estaba tan concentrado en contemplarte que no tengo la más mínima idea de lo que dijiste en tu presentación.

Ella negó con la cabeza.

—¿No te das cuenta? Esto… esto es una mala idea. Yo… debería irme de aquí.

—¿Que? No, escúchame. He pasado buena parte de la mañana estudiando la presentación que enviaste por correo, hablé con mi gente y todos piensan que es increíble. Por eso se hará el contrato.

Ella respiro aliviada, a decir verdad no sabía que había dejado de respirar.

—¿No está mintiendo?

—ni un poco

—Okay

—Okay —Él le pasó la copa otra vez y las chocaron—. Por nosotros.

—Por nosotros.

Mientras la veía beber de su copa sus ganas por ella crecían aún más 

—¿Bailamos?— ella asintió y él la guió por las escaleras hasta el centro de la

pista de baile. 

Bailaban sin apartar la mirada, él le retiró suavemente el pelo de la cata  haciendo que una corriente de excitación  se le alojará en cierta parte del cuerpo. Él iba a tomarse su tiempo, a disfrutar del contacto, contemplando sus hermosos ojos bicolor. No tenía prisa. Se quería tomar las cosas con calma.

El acaricio su labio inferior y eso le gustó a ella, tanto que un gemido salió de sus labios.

A pesar de la alta música fue imposible para el no escuchar su gemido, eso. Lo prendió aún más. Moría por besarla. 

Su respiración era un verdadero desastre, con la voz contenida por el deseo le susurro al oído con voz fuerte para que pudiera escucharlo —tu cuerpo responde al mío a la perfección  

Se abrazaron mientras el recorría su espalda con sus manos, detallando sus curvas.

 La tensión sexual era realmente palpable entre ellos. A ella se le escapó un fuerte jadeo cuando él le mordió el hombro.

Esto no podía seguir así, tenían que salir de ahí o él se olvidaría de él mundo y haría cosas indecorosas en la pista de baile.

—claudia — le dijo cerca de su rostro una vez que se alejaron de la pista—no tienes idea de cómo me pones.

Ella quería hablar, decir algo pero él la beso,  un beso ansioso que les dejó sin aliento. Ella gemía contra su boca haciendo que ese exquisito sonido lo prendiera más.

Él le mordió el labio inferior suavemente,

Besarla era simplemente delirante, tanto que le dolía el cuerpo por contenerse, sentía que su miembro iba a explotar de lo hinchado que lo sentía.

Claudia deslizó las manos por su cuerpo mientras él le devoraba la boca.

 Sus bocas estaban hechas la una para la otra, se movían de forma perfecta  y cuando él puso la lengua sobre su labio superior, ella perdió el control y él gruñó en suboca, apretando su miembro contra ella para mostrarle el efecto que tenía sobre él.

A Bruce le recorrió una tremenda  satisfacción. 

La avidez de ella era igual a la de él. No era el único que se  estaba  volviéndo loco con la extrema química sexual que había entre ellos. 

Todo lo que ella hacía era intenso. Sus pequeñas y delicadas manos sobre sus caderas lo acercaban mientras enredaba con atrevimiento su lengua con la de él.

Él interrumpió el beso un momento y ella se  quejo. ¿Porque mierdas se detenía?

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