Capítulo Cuatro
Claudia descaradamente deslizó una mano entre sus cuerpos y le agarró el miembro, que estaba atrapado a un lado en sus pantalones. Él se sacudió y Cerro los ojos un instante. —¿Impaciente? —susurró ella, mientras disfrutaba del tacto de su enorme miembro. Ella pasó la palma de la mano a lo largo y, descifrando su tamaño, su sonrisa se desvaneció. El volvió a besarla y Claudia gimió y le mordió el labio inferior. Él se retiró suavemente, interrumpiendo el beso lentamente. —Hazlo con calma. Él volvió a besarla y pasó los labios suavemente sobre su boca, y Claudia sucumbió a su deseo siguiendo el ritmo lento de su beso. —Eso es —susurró él en su boca—. En serio quiero disfrutar de esto. Ella Automáticamente, movió la mano despacio sobre su miembro mientras la otra mano descansaba sin fuerza sobre su brazo. Así estaban con un beso apasionado. Bruce se estaba volviéndose loco. El Había estado con diferentes mujeres Pero ninguna conectaban con él. Pero ella… ella estaba ahí, la había encontrado en una reunión de trabajo. El no quería pasar el límite ma allá de lo laboral. Pero con ella había sido inevitable. Incluso antes de que supiera que ella se relacionaría con su empresa en un contexto profesional, la había visto y se había sentido atraído por ella. Le habían cautivado su dulce cara, sus ojos tan diferentes, porque a pesar de tener lentillas se veian exóticos. Él sabía instintivamente que ella había visto y hecho cosas que habían afectado su forma de ser, y él estaba decidido a quitar esas capas, a descubrir lo que la movía y quién era. Estaba entusiasmado por saber que esa conexión se había traducido en una urgencia tímida pero voraz cuando ella estaba necesitada, y él no podía esperar más para probarlo. Él no quería contenerse, pero era necesario que lo hiciera. Con sus entrañas gritándole que siguiera besándola, se retiró y le agarró los brazos. —Deberíamos parar, ¿verdad? —No. —Ella le mordió los labios otra vez. —Claudia—susurró él mientras ella seguía besándolo, y su boca respondió automáticamente antes de que interrumpiera de nuevo el beso con dificultad — Claudia, deberíamos parar antes de que… —No —gruñó molesta. Que no. Ella no quería para ¿Porque? Bruce la miro aturdido, su cara estaba ruborizada y suslabios hinchados. Tomando la decisión por ambos, él la agarró de la cintura y la arrastró hasta subir unas escaleras que había cerca del lugar. . . . A Claudia le resultaba difícil seguirle, aunque tenía una sensación distante de que estaba llevando un paso lento para que ella pudiera seguirle. En realidad No estaba segura de lo que ella misma quería. Estaba demasiado absorta como para pensar con claridad. Él la llevó hasta el cubículo de cristal de la zona VIP donde se habían sentado antes, y Claudia entrecerró los ojos cuando él la llevó fuera de la discoteca por el lugar por donde habían entrado. En silencio, dejó que el la guiara. Estaba claro que él sabía lo que estaba haciendo. No parecía estar perturbado por la decisión. O la iba a llevar de vuelta al hotel o la iba a llevar a otro lugar. Quizá a un lugar con más privacidad. En cuanto ella entró al carro , él se sentó a su lado. Claudia estaba jadeando por el increíble beso. Bruce la miró y golpeó la mano con furia contra el panel de botones que había a su izquierda. Ella levantó las cejas en duda y, al ver que él no decía nada, estuvo a punto de preguntar adónde iban cuando el sonido de la mampara se detuvo. Se había cerrado completamente. Estaban tan solos como podían estarlo en un coche con conductor. Bruce la agarrón por las mejillas atrayéndola más cerca y atrapándole la boca con la suya. Claudia disfrutó del beso y, cuando él deslizó las manos por la parte delantera de su cuerpo, ella gimió en su boca. Él le rozó los pezones con los nudillos sobre el tejido del vestido. Cuando le cubrió el pecho con la mano y apretó, ella gimió en su boca y deslizó la mano por su muslo. En cuanto ella empezó a tocarle el miembro por la parte delantera de los pantalones, Bruce la puso sobre su regazo. Ella gimió al intentar mantener el equilibrio mientras se agarraba con las manos a sus amplios hombros. Interrumpiendo el beso, ella se retiró cuando él le levantó el vestido por los muslos, por las caderas y hasta la cintura. Sin aliento, Claudia se agarró de los hombros de él. Ella arqueó su cuerpo cuando el le apretó las nalgas y cuando las subió para bajarle lacremallera del vestido, Claudia deslizó los dedos por el cuello de su camisa para aflojarle la corbata. Bruce le bajó el el vestido apresuradamente mientras Claudia besaba su cuello. Ella jadeaba mientras él deslizaba los dedos por su pecho, por los montículos que sujetaba su sostén de encaje. Bruce pasó los nudillos por sus pezones, que se podían sentir a través de la tela, Con la mano que le quedaba libre, le bajó el vestido hasta que quedó rodeándole la cintura, con las caderas y los pechos desnudos. —Eres increíblemente hermosa. Cuando él le metió los dedos en las bragas Claudia gimió y le cubrió la boca con la suya. Los jugos de su cuerpo se derramaban para él, y él tenía los dedos empapados en ese líquido espeso mientras le acariciaba la entrepierna, apartando los labios que escondían el clítoris, que ansiaba y esperaba que lo tocara. Ella se sacudió cuando él tocó su clítoris, y deslizó las manos bruscamente por su cuerpo hasta el cinturón, desabrochándolo y abriendo la bragueta. —Quítatelo —gimió ella en su boca al no poder hacerlo, y él liberó su miembro de los confines de sus calzoncillos. —¡Oh, Demonios! —Él hacía círculos en su clítoris, apretándolo y volviéndola loca hasta el orgasmo, y ella empezó montarle la mano, bajando la mirada hacia el miembro que apuntaba hacia ella. Ella estaba a punto. Se iba a correr. —Así no te quiero dentro de mí. Esas palabras acabaron con su control. Sacó la mano de sus bragas y las cogió por la goma, rompiéndola entre sus dedos. Ella tenía el culo desnudo y él le estaba agarrando el pecho, y eso era todo lo que su cerebro era capaz de procesar en ese momento. Inclinándose hacia atrás, él sacó un pequeño paquete de aluminio del bolsillo de sus pantalones y deslizó un condón sobre su miembro. Entonces él levantó la mirada hacia ella lleno de placer. —Hazme tuyo. Ella levantó las caderas y se movió sobre su miembro mientras lo colocaba sobre la abertura, guiando la punta por sus pliegues resbaladizos. —Cla.claudia… Ella estaba completamente fuera de si, no quería pensar en nada que no fuera el placer que estaba sintiendo, no quería pensar siquiera en el hecho de que estaba con un hombre que lo conoció hace poco menos de veinticuatro horas. Él se puso las manos alrededor del cuello y después le agarró la cintura y apretó sus caderas hacia abajo. Claudia gritó por la invasión mientras su miembro la invadía. —Estoy muy dentro de ti —susurró con furia al tiempo que ella comenzaba a moverse ligeramente, levantando las caderas y bajando de nuevo. —al fin — se movió un poco más llevándolo más adentro cada vez que se movía pero sintió una punzada de dolor cuando él llegó demasiado adentro. Pero le gustaba ese dolor De sentirlo tan adentro. —Oh, Dios —susurró ella en su boca cuando él se hizo con el control. Agarrándola de las caderas, la movía de arriba abajo en embestidas fuertes, intensas y salvajes. —Voy a… Bruce… ah... —Sí, nena, déjate llevar. Quiero escucharte. Ella gritó, agarrándole los hombros, mientras los pechos botaban arriba y abajo. Sentía que explotaba con las llamas del orgasmo. Temblando, gimiendo suavemente, puso los brazos alrededor de su cuello y se balanceó sobre él, estremeciéndose. Él no dejó de hundirse dentro de ella. Retirándose, ella lo miró a los ojos todavía con temblores del orgasmo. La cara de él se había transformado, los rasgos duros de su cara eran claramente visibles. En su cuello se marcaban las venas y, cuando se estremeció, ella sintió el cálido torrente de su alivio. ¿Qué había hecho? Bruce no parecía sorprendido cuando ella se liberó bruscamente y se apartó de su regazo. En un movimientos, ella se levantó el vestido para cubrirse los pechos, manteniendo la mirada desviada. Las bragas estaban rotas y eran inservibles, así que simplemente se estiró el vestido para taparse las caderas. Abrochándose los pantalones, Bruce la miraba atentamente pareciendo ver a través de ella la vergüenza que le invadía la mente. —Hey… —dijo él con calma y, como ella no levantaba la mirada, él se acercó y le agarró de la barbilla suavemente, levantándola—. ¿Qué ha tienes? — Yo… eh… Nada, de verdad. —Mírame. Esa orden la rompió, dándole escalofríos de algo cálido, sensible y sentimental. Por alguna razón, estaba llena de emociones y no tenía sentido. Quería que desapareciera esa sensación. Odiaba sentirse tan vulnerable. Lo odiaba y mucho. —¿Crees que lo que ha pasado ha estado mal? —Ha estado mal —dijo ella. Él negó con la cabeza. —¿Has sentido que estaba mal mientras hacíamos el amor?4.1¿Hacer el amor?. A ella se le cortó la respiración. —No estaba pensando en ello mientras estábamos… ya sabes…—Solo te sientes culpable ahora porque apenas nos conocemos.Ella suspiró.—Me alegro de que al menos estés de acuerdo en eso.—Le pondremos remedio.Ella juntó las cejas mientras él se apartaba y presionaba un botón del panel, hablando en un italiano al conductor.—¿Qué haces?—Te llevare a mi casa hablaremos y nos conoceremos mejor.Ella lo miraba boquiabierta, pasmada. Los hombres ricos y exitosos, no les prestaban mucha atención a las mujeres después de hacerlo con ellas. Pero Bruce lo estaba haciendo.Entonces, se dio cuenta de algo y de buen grado abandonó esa cadena de pensamientos deprimentes.—¿No vives en Nueva York? —Sí.—¿Y cómo es que tienes casa aquí?—Tengo residencias en los países a los que viajo a menudo. Y este uno de esos.Claudia asumió esa información mientras el carro frenaba y aceleraba de nuevo, girando en una curva antes de detenerse.El ch
Capítulo CincoPor alguna extraña razón estaba emocionado con ella no se parecía a ninguna mujer que hubiera conocido jamás. —ahora si voy a tenerte en una cama mientras disfruto de tu cuerpo.Un jadeo salió de ella, es que a ver, no coordinaba, el la tenía totalmente ida, de una buena manera claro.Pero él ya se había contenido bastante sin verla totalmente desnuda, sin tener sus pezones en la boca. Le cogió el tobillo y la arrastró más cerca, y ella se deslizó por la cama antes de que él tirara de ella para que se sentara.—Levanta las manos. —La dulzura de la orden ocultó por completo latormenta de lujuria que se había apoderado de él.Claudia le obedeció y él le quitó el vestido. Sus ojos ardían al ver su piel desnuda y perfecta, y pasó las manos por detrás de su espalda para quitar el sujetador.—Joder.El la dejo en la cama para luego acariciarle el torso para luego masajear suavemente sus pechos —¡Ah! —gimió Claudia cuando Bruce metió a su boca uno de sus pezones.Ella meti
5.15.1Ella no era así de hecho Tenía dificultad para confiar en los hombres Pero con Bruce... Simplemente no sabía que rayos le había pasado.Ella lo vio dormir a su lado muy plácido. la puso en trance. Nunca. En su vida. Había tenido alguna relación, e incluso cuando había creído que estaba completamente loca poresos hombres, se había contenido. No había sentido comodidad en susabrazos, nada como el refugio de calidez que había encontrado en los brazos de Bruce. Y eso la sorprendía. Ella se volvió acostar para ver la cara de Bruce.Él estaba acostado con la cabeza girada hacia ella era un hombre con los músculos bien trabajados. Ella se mordió el labio e intentó evitar una sonrisa. Un poder desatado lo rodeaba incluso cuando estaba totalmente desnudo bajo las sábanas, incluso cuando estaba dormido y las duras líneas de su cara se habían suavizado hasta hacerle parecer un estudiante en su primer año de universidad.Claudia iba a disfrutar del momento tanto como le fuera posib
Capitulo 6A la hora acordada, Claudia ya estaba lista, aunque desde mucho antes estaba dando vueltas como loca de los nervios que tenía. Es que Él nunca llegaba tarde, y tenía la sensación de que no iba a aparecer. Realmente estaba nerviosa ¿Y si no aparecía? Pues se lo tenía merecido, por fácil -se repetía ella una y otra vez- No quería llamarle. No lo conocía, no de verdad. De echo ella solo Sabía lo que el resto sabía.Bruce Black era un magnate en los negocios, el CEO más aclamado por el género femenino, pero realmente no lo conocían. Se sentía estúpida, es que fue muy facil, una estúpida sonrisa encantadora y ya le estaba abriendo las estúpidas piernas ¿En serio Claudia, en serio?Triste y se dejó caer en su cama.Era obvio que no iba a ir. Se sentía estúpida realmente.Cómo la profesiónal que era en reprimir sus sentimientos eso hizo, toda su vids vivio reprimiendo sus sentimientos.Volvió a suspirar sintiendo un peso en el pecho, odiaba eso.Resoplo al escuchar el timbre,
Capítulo SieteBruce estaba impaciente. Dos semanas. Dos largas semanas desde que había salido con Claudia, dos largas semanas habían pasado desde el ultimo beso que le habia dado al dejarla en su casa.Pero lamentablemente él no pudo quedarse y había tenido la sensación de que ella no tenía ni la más mínima idea de lo especial que era y necesitaba que se lo demostrara. Así que no había dormido con ella. Ahora... Ahora estamos endemoniadamente arrepentido de eso, rayos como la extrañaba, sus labios, su cuerpo, sus hermosos ojos bicolor.Había pasado demasiado tiempo fuera de su país y ahora quería desaparecer de ahí en cuestión de segundos, quería verla. Ni bien termino la reunión Bruce corrió a tomar su teléfono y se sentó en su silla frente al ventanal de la oficina mientras contemplaba la ciudad una ciudad de la que siempre le había gustado Pero ahora la detestaba y no sabía realmente porque. Ella contestó unos tonos después .—¿Si?Él cerró los ojos. Y suspiró.—no sabes cómo ex
Capítulo OchoClaudia vio la hora en su reloj impaciente, faltaban pocos minutos para reunirse con los altos ejecutivos. Aunque ella conocía a Bruce de forma intima... bueno tan íntima como parahaberse acostado con el después de esa primera reunión en el esterior y también se habían acostado luego de haber llegado a su país nuevamente, y tambié. Habían salido varias veces, así que se conocían muy íntimamente. Pero aún así no se permitía hablar de trabajo con el cuando estaban juntos. Por tanto, el protocolo para programar la reunión sería el habitual, y estaballevando mucho tiempo porque Bruce no sabía personalmente que suempresa quería tener la reunión.Y el mayor problema era que él la había llamado una hora antes, denuevo, para decirle que se iba por una reunión urgente. Con la cantidad de viajes que requería el trabajo de ese hombre, ella dudaba que lo viera más de cinco veces al año.Pero en ese momento Claudia no estaba tan preocupada por eso como por que no volviera a te
Capítulo NueveClaudia estaba sentada en el comedor de su casa pensando en... No sabía realmente en qué estaba pensando, es que su mente estaba tan dispersa que no podía pensar nada concreto Hasta que su mente le recordó lo le estaba sucediendo, y no podía creerlo, en serio que no, ella siempre estuvo sola, aprendió a salir adelante sola a pesar de todo sin alguien que se preocupara realmente por ella.Y ahora... Ahora no solo tenía que qur velar por ella sino por la criatura que estaba creciendo en su vientre.—Esto No me puede estar pasando a mi— murmuro frotándose la cara con ambas manos. —¿En serio crees que no puedo estar sola? — miro al techo como si estuviera hablando con Dios, no era como que le iba a responder pero la hacía sentir bien hacer eso de vez en cuando.Había una persona dentro de ella no era para menos que estuviera aterrada, siempre había hecho y conseguido todo sola.Se le callejón los hombros y lloró, lloro desconsoladamente, hasta que se calmo.Justo cuando es
9.1. Los sollozos de Claudia se fueron calmando toda la preocupación y el estrés de los últimos días se fue como por arte de magia.Ella se acurrucó a él mientras él la mecía y gritaba su espalda.Dejó que lo sacara todo hasta que dejara de sentir la frustración y la preocupación que la habían paralizado durante los últimos días. Estar junto a su pecho era reconfortante, relajante.Al sentir que ella se había calmado, Bruce intentó retirarse, pero ella apretó las manos sobre su camisa y se aferró a él con la cara enterrada sobre su pecho, no quería que la soltará.—no, por favor Quédate así.—¿Claudia? —pregunti preocupado pero también con ganas de saber que era lo que le estaba sucediendo.Ella se apretó más a él y él la sujetó, trata do de darle el mayor consuelo posible. Con él ella se sentía segura, a salvo, sentía que si la soltaba dejaría de sentir esa enorme paz que sentía a su lado y eso la aterraba. Pero estaba desesperada y se aferró a la fugaz sensación de bienestar y