Las primeras flores de primavera: Segunda parte.
Para Lucía, los días venideros, especialmente aquellos de la primavera, fueron los mejores de su vida. Fausto le enseñó de forma muy cuidadosa y detallada cómo guiarse por el bosque, entendiendo que a veces podía ser traicionero. Los árboles se llenaban de hojas verdes, y el canto de los pájaros resonaba en el aire fresco. Los rayos del sol se filtraban a través del follaje, creando un mosaico de luces y sombras en el suelo del bosque.

—Mira, Lucía, estas marcas en los árboles te indican la dirección hacia el norte —dijo Fausto, señalando unas pequeñas incisiones en la corteza—. Siempre presta atención a estos detalles. El bosque puede ser engañoso, pero con práctica aprenderás a leerlo.

—Es increíble cómo todo parece tener un propósito aquí —respondió Lucía, maravillada por la sabiduría oculta en la naturaleza.

También visitaron algunos pueblos no tan lejanos, ya que ella no estaba preparada para un viaje largo, pero así podía conocer un poco y aprender a guiarse. Los pueblos tenía
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