A pesar de que el sol brillaba, su luz parecía más dura de lo habitual, como si incluso el mundo exterior reflejara la agitación que sentía. Chasse no había dormido mucho después de la reunión con ese hombre, y yo tampoco. Ambos sabíamos que estábamos entrando en un terreno peligroso, uno donde cualquier paso en falso podría tener consecuencias irreparables.Me levanté temprano y bajé a preparar el desayuno. Intenté enfocarme en las pequeñas tareas: batir los huevos, tostar el pan, llenar las tazas de café. Sin embargo, mi mente no dejaba de divagar, recorriendo todas las posibilidades de lo que podría suceder.Mientras colocaba los platos en la mesa, escuché los pasos de Chasse bajando las escaleras. Parecía agotado, pero su porte seguía siendo el de un hombre acostumbrado a llevar el peso del mundo sobre sus hombros. Su camisa estaba ligeramente arrugada, y su cabello, usualmente perfecto, tenía un desorden encantador que delataba su falta de sueño.—Buenos días —dijo con voz ronca
Las semanas previas a la audiencia habían sido un torbellino de emociones. Las reuniones con David, los documentos, las declaraciones y las noches en vela empezaban a desgastarnos. Pero a pesar de todo, Chasse y yo habíamos encontrado un extraño refugio en nuestra relación. Aunque la tormenta arreciaba, había algo reconfortante en saber que estábamos juntos en esto, enfrentándolo codo a codo.Esa mañana me desperté con la sensación de que algo estaba a punto de cambiar. Era el último día antes del juicio, y la tensión en el aire era palpable. Chasse dormía profundamente, su respiración tranquila contrastando con la tormenta que debía de estar en su mente. Me giré para verlo profundamente dormido a mi lado. Su expresión era serena, pero la tensión en sus hombros no había desaparecido ni siquiera en su sueño. Lo observé por un momento, preguntándome cómo alguien podía ser tan fuerte y a la vez tan vulnerable, recordando cuántas veces había dudado de nosotros. Y, sin embargo, ahí estábam
La mañana del juicio llegó con un aire pesado que parecía llenar cada rincón de la casa. Abrí los ojos antes de que sonara la alarma, sintiendo la presión de un día que podía cambiarlo todo para Chasse y para mí. Él ya no estaba en la cama, pero escuché ruido en la cocina, un indicio de que estaba intentando calmarse con la rutina.Me levanté, tomé una ducha rápida y me vestí con un conjunto sobrio, apropiado para el día. Cuando llegué a la cocina, lo vi de pie junto a la cafetera, sosteniendo una taza con ambas manos. Su mirada estaba perdida, fija en algún punto imaginario.—Buenos días —dije en un tono suave, no queriendo romper su concentración.—Buenos días —respondió, girándose hacia mí con una pequeña sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. Me acerqué y tomé su mano. Estaba fría, a pesar de la taza caliente.—Va a salir bien, Chasse. Estamos listos. —Él asintió lentamente, pero no respondió. Sabía que las palabras no serían suficientes para calmarlo, así que simplemente me quedé
El día del veredicto llegó más rápido de lo que imaginaba. La sensación en el aire era pesada, casi densa. El sol apenas comenzaba a aparecer en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos, pero todo lo que yo sentía era frío. A pesar de que Chasse y yo habíamos estado juntos durante toda esta pesadilla, la incertidumbre de lo que iba a pasar aún me tenía atrapada. Sabía que el juicio había terminado, que todo estaba en manos del juez, pero la idea de esperar una respuesta tan importante era como una carga de hierro sobre mi pecho.Me desperté antes de lo habitual, la oscuridad de la habitación apenas rota por los primeros destellos de luz. Al girarme en la cama, vi a Chasse dormido a mi lado, con el rostro relajado y la respiración tranquila. Pero a pesar de su calma exterior, podía sentir su inquietud. Sabía lo mucho que le había afectado todo esto, y aunque él intentaba ser fuerte para los dos, yo veía la verdad en sus ojos cada vez que se miraba al espejo.Me levanté con cuid
Las primeras luces de la mañana se colaron por las cortinas de la habitación, proyectando sombras tenues sobre las paredes. Abrí los ojos lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de Chasse a mi lado. Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi cintura, su respiración profunda y rítmica me indicaba que seguía dormido. Por un instante, me permití disfrutar de la tranquilidad del momento, algo que, después de todo lo que habíamos vivido, sentía como un lujo.Estábamos en un punto de nuestra relación en el que todo parecía tomar forma nuevamente. La tormenta había pasado, y aunque las cicatrices aún eran visibles, estábamos aprendiendo a sanarlas juntos. Había días buenos y otros no tanto, pero la certeza de que nos teníamos el uno al otro hacía que todo valiera la pena.Con cuidado, me deslicé fuera de la cama, intentando no despertarlo. Tenía la sensación de que necesitaba ese descanso tanto como yo necesitaba unos minutos para pensar. Me puse una bata ligera y caminé hacia la cocina.
El aire olía a sal y a promesas de tranquilidad. Podía escuchar el sonido rítmico de las olas rompiendo en la orilla incluso desde nuestra suite. Estábamos en una pequeña isla tropical que apenas aparecía en los mapas, lejos del caos y las preocupaciones que habíamos dejado atrás.Chasse había cumplido su promesa: unas vacaciones, solo él y yo. Un lugar donde nada ni nadie pudiera interrumpirnos. Habíamos aterrizado temprano en la mañana, y tras un breve trayecto en bote, habíamos llegado al resort. La vista era como de postal: arena blanca, aguas cristalinas y una cabaña privada que se asomaba directamente al océano.Mientras deshacía las maletas, no podía evitar sentirme ligera. Era como si esta isla no solo estuviera aislada del mundo, sino también de los problemas que habíamos enfrentado. Ese viaje era más que una escapada, era un reinicio, una oportunidad para redescubrirnos.—¿Listas tus cosas? —preguntó Chasse desde la puerta, con una sonrisa relajada que hacía mucho no veía en
El sol brillaba intensamente sobre la isla, y las olas rompían con una cadencia que parecía marcar el ritmo de un día perfecto. Sin embargo, dentro de mí, una tormenta comenzaba a formarse. Aunque Chasse había prometido no dejar que los problemas de su oficina interfirieran en nuestras vacaciones, algo en su actitud me decía que las preocupaciones aún lo seguían.Habíamos pasado la mañana en la playa, nadando y jugando en la arena como si fuéramos niños. Sin embargo, cada vez que lo miraba, lo encontraba distraído, con el ceño fruncido y una mirada que parecía viajar kilómetros lejos de aquí. Sabía que debía preguntarle, pero también temía que hacerlo pudiera arruinar este frágil oasis que habíamos creado.Cuando volvimos a la cabaña para almorzar, Chasse se disculpó para atender una llamada. Traté de no darle importancia, pero mientras lo escuchaba hablar desde la terraza, algo en su tono me hizo sentir que estaba ocultándome algo. Decidí enfrentar mis dudas. Cuando terminó, lo encon
Desperté con la sensación de que algo estaba fuera de lugar. A mi lado, Chasse todavía dormía, su rostro se mantenía relajado a pesar de todo lo que estaba sucediendo. Habíamos pasado la noche hablando sobre posibles estrategias para enfrentar la situación, pero la incertidumbre seguía acechando como una sombra.Me levanté con cuidado para no despertarlo y me dirigí a la terraza. El aire fresco de la mañana me ayudó a aclarar un poco la mente. Miré al horizonte, donde el sol comenzaba a alzarse sobre el océano, y me prometí que no permitiría que esto nos derrotara. Habíamos superado tantas cosas juntos; no íbamos a caer ahora.Mientras contemplaba las olas, escuché el sonido de la puerta corredera detrás de mí. Chasse salió con una taza de café en la mano, su cabello desordenado y su mirada todavía somnolienta. Aun así, se veía tan perfecto que mi corazón dio un vuelco.—¿No puedes dormir? —preguntó con voz ronca, acercándose a mí.—Demasiadas cosas en mi mente —admití, aceptando la t