31. Redención

Desperté temprano aquella mañana con la sensación de que el día traería consigo respuestas, aunque no estaba segura de si serían las que deseaba escuchar. El recuerdo de la conversación con Chasse la noche anterior seguía fresco en mi mente. Habíamos decidido enfrentar juntos las sombras de su pasado, pero la incertidumbre aún pesaba sobre mi pecho.

Él todavía dormía, su respiración profunda y pausada, como si el sueño fuera su única tregua de los problemas que nos rodeaban. Me quedé mirándolo un momento, tratando de reconciliar al hombre que ahora compartía mi vida con el desconocido que se revelaba en esas fotos y documentos. ¿Hasta qué punto había cambiado realmente?

Decidí preparar café mientras ordenaba mis pensamientos. La cafetera silbó suavemente, llenando la cocina con un aroma cálido que contrastaba con la frialdad de mis dudas. Estaba sirviendo dos tazas cuando escuché sus pasos detrás de mí.

—¿Dormiste bien? —preguntó con voz rasposa, apoyándose contra el marco de la puert
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