La mañana había comenzado tranquila, casi demasiado perfecta para ser verdad. El sol entraba a raudales por las ventanas del apartamento, bañando todo con una luz cálida que contrastaba con el frío aire de enero. Estaba en la cocina preparando el desayuno mientras Chasse hojeaba algunos documentos en la mesa del comedor. Desde que habíamos comenzado a vivir juntos, las rutinas cotidianas habían adquirido un nuevo significado. Todo parecía más estable, más sólido, aunque mi mente aún albergaba miedos que no me atrevía a verbalizar.—¿Café o té? —pregunté, girándome hacia él.—Café. Siempre café. —Sonrió, sin levantar la vista del documento que tenía en las manos.Le serví una taza y me senté frente a él con mi propio té. Lo observé en silencio por un momento. Estaba concentrado, con el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados, como si aquello que leía lo incomodara.—¿Todo bien? —pregunté, rompiendo el silencio. Chasse levantó la mirada hacia mí y, por un instante, pareció deb
La tensión en el apartamento era palpable. Desde nuestra conversación de la noche anterior, Chasse y yo habíamos caído en un incómodo silencio. Aunque me había prometido que manejaría la situación, no podía dejar de pensar que me estaba ocultando algo importante. Ese mismo pensamiento me había robado el sueño, y mientras me levantaba esa mañana, sentí la carga de las dudas acumulándose como un peso en el pecho.Chasse no estaba. Había salido temprano a la oficina, según decía la nota que dejó en la encimera. La caligrafía apurada parecía reflejar su prisa. "Tengo que arreglar unas cosas en la empresa. Nos vemos en la cena. Cuídate, mi amor." Intenté que la dulzura de sus palabras calmara mi ansiedad, pero no lo lograron.Decidí salir a caminar para despejar mi mente. Las calles de la ciudad estaban llenas de vida: el bullicio del tráfico, el murmullo de las conversaciones, los olores de los puestos de café y comida rápida. Pero para mí, todo pasaba como un borrón. Mi mente seguía ancl
Desperté temprano aquella mañana con la sensación de que el día traería consigo respuestas, aunque no estaba segura de si serían las que deseaba escuchar. El recuerdo de la conversación con Chasse la noche anterior seguía fresco en mi mente. Habíamos decidido enfrentar juntos las sombras de su pasado, pero la incertidumbre aún pesaba sobre mi pecho.Él todavía dormía, su respiración profunda y pausada, como si el sueño fuera su única tregua de los problemas que nos rodeaban. Me quedé mirándolo un momento, tratando de reconciliar al hombre que ahora compartía mi vida con el desconocido que se revelaba en esas fotos y documentos. ¿Hasta qué punto había cambiado realmente?Decidí preparar café mientras ordenaba mis pensamientos. La cafetera silbó suavemente, llenando la cocina con un aroma cálido que contrastaba con la frialdad de mis dudas. Estaba sirviendo dos tazas cuando escuché sus pasos detrás de mí.—¿Dormiste bien? —preguntó con voz rasposa, apoyándose contra el marco de la puert
La mañana amaneció con una extraña tranquilidad, como si el mundo estuviera tomándose un respiro antes de enfrentarse al caos. Desde que Chasse me confesó toda la verdad sobre su pasado, había una sensación diferente en casa, algo que no podía definir del todo. Quizás era el peso de la incertidumbre o la inquietud de saber que alguien nos observaba desde las sombras, esperando el momento para atacar.Me desperté antes que él, como había comenzado a ser costumbre en los últimos días. Permanecí un rato en la cama, observándolo dormir. Había una paz en su rostro que contrastaba con las tensiones de los últimos días. Sabía que todo lo que había hecho, bueno o malo, lo había traído hasta este punto, a ser el hombre con el que había decidido compartir mi vida. Pero no podía ignorar que su pasado seguía siendo una amenaza constante, algo que ambos necesitábamos resolver.Bajé a la cocina y preparé café, dejándome envolver por el aroma familiar mientras intentaba ordenar mis pensamientos. Ape
A pesar de que el sol brillaba, su luz parecía más dura de lo habitual, como si incluso el mundo exterior reflejara la agitación que sentía. Chasse no había dormido mucho después de la reunión con ese hombre, y yo tampoco. Ambos sabíamos que estábamos entrando en un terreno peligroso, uno donde cualquier paso en falso podría tener consecuencias irreparables.Me levanté temprano y bajé a preparar el desayuno. Intenté enfocarme en las pequeñas tareas: batir los huevos, tostar el pan, llenar las tazas de café. Sin embargo, mi mente no dejaba de divagar, recorriendo todas las posibilidades de lo que podría suceder.Mientras colocaba los platos en la mesa, escuché los pasos de Chasse bajando las escaleras. Parecía agotado, pero su porte seguía siendo el de un hombre acostumbrado a llevar el peso del mundo sobre sus hombros. Su camisa estaba ligeramente arrugada, y su cabello, usualmente perfecto, tenía un desorden encantador que delataba su falta de sueño.—Buenos días —dijo con voz ronca
Las semanas previas a la audiencia habían sido un torbellino de emociones. Las reuniones con David, los documentos, las declaraciones y las noches en vela empezaban a desgastarnos. Pero a pesar de todo, Chasse y yo habíamos encontrado un extraño refugio en nuestra relación. Aunque la tormenta arreciaba, había algo reconfortante en saber que estábamos juntos en esto, enfrentándolo codo a codo.Esa mañana me desperté con la sensación de que algo estaba a punto de cambiar. Era el último día antes del juicio, y la tensión en el aire era palpable. Chasse dormía profundamente, su respiración tranquila contrastando con la tormenta que debía de estar en su mente. Me giré para verlo profundamente dormido a mi lado. Su expresión era serena, pero la tensión en sus hombros no había desaparecido ni siquiera en su sueño. Lo observé por un momento, preguntándome cómo alguien podía ser tan fuerte y a la vez tan vulnerable, recordando cuántas veces había dudado de nosotros. Y, sin embargo, ahí estábam
La mañana del juicio llegó con un aire pesado que parecía llenar cada rincón de la casa. Abrí los ojos antes de que sonara la alarma, sintiendo la presión de un día que podía cambiarlo todo para Chasse y para mí. Él ya no estaba en la cama, pero escuché ruido en la cocina, un indicio de que estaba intentando calmarse con la rutina.Me levanté, tomé una ducha rápida y me vestí con un conjunto sobrio, apropiado para el día. Cuando llegué a la cocina, lo vi de pie junto a la cafetera, sosteniendo una taza con ambas manos. Su mirada estaba perdida, fija en algún punto imaginario.—Buenos días —dije en un tono suave, no queriendo romper su concentración.—Buenos días —respondió, girándose hacia mí con una pequeña sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. Me acerqué y tomé su mano. Estaba fría, a pesar de la taza caliente.—Va a salir bien, Chasse. Estamos listos. —Él asintió lentamente, pero no respondió. Sabía que las palabras no serían suficientes para calmarlo, así que simplemente me quedé
El día del veredicto llegó más rápido de lo que imaginaba. La sensación en el aire era pesada, casi densa. El sol apenas comenzaba a aparecer en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos cálidos, pero todo lo que yo sentía era frío. A pesar de que Chasse y yo habíamos estado juntos durante toda esta pesadilla, la incertidumbre de lo que iba a pasar aún me tenía atrapada. Sabía que el juicio había terminado, que todo estaba en manos del juez, pero la idea de esperar una respuesta tan importante era como una carga de hierro sobre mi pecho.Me desperté antes de lo habitual, la oscuridad de la habitación apenas rota por los primeros destellos de luz. Al girarme en la cama, vi a Chasse dormido a mi lado, con el rostro relajado y la respiración tranquila. Pero a pesar de su calma exterior, podía sentir su inquietud. Sabía lo mucho que le había afectado todo esto, y aunque él intentaba ser fuerte para los dos, yo veía la verdad en sus ojos cada vez que se miraba al espejo.Me levanté con cuid