El sonido del agua corriendo en la cocina fue lo primero que escuché esa mañana. Me estiré en la cama, dejando que el suave aroma del café recién hecho me invadiera. Vivir con Chasse era una mezcla de caos y calma. Había momentos en los que nuestras personalidades chocaban como tormentas eléctricas, pero otros, como este, en los que todo parecía encajar perfectamente.Me levanté lentamente y me puse la bata. Al llegar al umbral de la cocina, me apoyé contra el marco de la puerta, observándolo. Chasse estaba de espaldas, vistiendo una camiseta gris ajustada que delineaba sus hombros fuertes. Movía la espátula con destreza, preparando algo que parecía un omelette.—¿Desde cuándo te volviste chef? —pregunté con una sonrisa. Chasse giró la cabeza, lanzándome una mirada rápida antes de volver su atención a la sartén.—Desde que descubrí que mi prometida no es fan de los desayunos en cama —respondió con tono burlón. Rodé los ojos, entrando a la cocina.—Los desayunos en cama son un desastre
Desperté antes que Chasse aquella mañana. Los primeros rayos del sol atravesaban las cortinas de la sala, iluminando nuestros cuerpos enredados sobre el sofá. Me quedé observándolo dormir, con su respiración pausada y la expresión relajada que rara vez mostraba cuando estaba despierto. Había algo tan pacífico en él en ese momento que casi podía olvidar todo lo que habíamos atravesado para llegar hasta aquí.Me moví con cuidado para no despertarlo, pero en cuanto intenté levantarme, su brazo me rodeó con más fuerza.—¿A dónde crees que vas? —murmuró, su voz ronca por el sueño.—Voy a preparar café. ¿Quieres uno? —sonreí, acariciando su cabello.—Solo si lo haces con amor. —Abrió un ojo y me miró con esa mezcla de ternura y picardía que hacía que mi corazón se acelerara.—No sé si mi amor incluye moler granos de café a las seis de la mañana. —Reí suavemente y logré escapar de su abrazo.Cuando regresé con las tazas, Chasse ya estaba completamente despierto, revisando algo en su teléfono
El sonido de la lluvia golpeando las ventanas me despertó antes de lo habitual. Al principio, no pude identificar qué me había sacado del sueño; solo sabía que había una sensación extraña en el ambiente, como si algo estuviera fuera de lugar. Giré la cabeza hacia Chasse, quien dormía profundamente a mi lado. Su rostro relajado contrastaba con la inquietud que me oprimía el pecho.Me levanté con cuidado para no despertarlo y me dirigí a la sala. Los rayos del amanecer aún no habían aparecido, y la casa estaba sumida en un silencio que me parecía demasiado ensordecedor. Me serví una taza de café y me senté junto a la ventana, observando cómo las gotas resbalaban por el cristal.Mis pensamientos comenzaron a divagar hacia todo lo que habíamos construido juntos. Desde ese momento incómodo en la oficina, cuando su propuesta de matrimonio por contrato había salido de la nada, hasta la conexión real que ahora compartíamos. Pero incluso con todo lo que habíamos avanzado, había días como este,
La mañana había comenzado tranquila, casi demasiado perfecta para ser verdad. El sol entraba a raudales por las ventanas del apartamento, bañando todo con una luz cálida que contrastaba con el frío aire de enero. Estaba en la cocina preparando el desayuno mientras Chasse hojeaba algunos documentos en la mesa del comedor. Desde que habíamos comenzado a vivir juntos, las rutinas cotidianas habían adquirido un nuevo significado. Todo parecía más estable, más sólido, aunque mi mente aún albergaba miedos que no me atrevía a verbalizar.—¿Café o té? —pregunté, girándome hacia él.—Café. Siempre café. —Sonrió, sin levantar la vista del documento que tenía en las manos.Le serví una taza y me senté frente a él con mi propio té. Lo observé en silencio por un momento. Estaba concentrado, con el ceño ligeramente fruncido y los labios apretados, como si aquello que leía lo incomodara.—¿Todo bien? —pregunté, rompiendo el silencio. Chasse levantó la mirada hacia mí y, por un instante, pareció deb
La tensión en el apartamento era palpable. Desde nuestra conversación de la noche anterior, Chasse y yo habíamos caído en un incómodo silencio. Aunque me había prometido que manejaría la situación, no podía dejar de pensar que me estaba ocultando algo importante. Ese mismo pensamiento me había robado el sueño, y mientras me levantaba esa mañana, sentí la carga de las dudas acumulándose como un peso en el pecho.Chasse no estaba. Había salido temprano a la oficina, según decía la nota que dejó en la encimera. La caligrafía apurada parecía reflejar su prisa. "Tengo que arreglar unas cosas en la empresa. Nos vemos en la cena. Cuídate, mi amor." Intenté que la dulzura de sus palabras calmara mi ansiedad, pero no lo lograron.Decidí salir a caminar para despejar mi mente. Las calles de la ciudad estaban llenas de vida: el bullicio del tráfico, el murmullo de las conversaciones, los olores de los puestos de café y comida rápida. Pero para mí, todo pasaba como un borrón. Mi mente seguía ancl
Desperté temprano aquella mañana con la sensación de que el día traería consigo respuestas, aunque no estaba segura de si serían las que deseaba escuchar. El recuerdo de la conversación con Chasse la noche anterior seguía fresco en mi mente. Habíamos decidido enfrentar juntos las sombras de su pasado, pero la incertidumbre aún pesaba sobre mi pecho.Él todavía dormía, su respiración profunda y pausada, como si el sueño fuera su única tregua de los problemas que nos rodeaban. Me quedé mirándolo un momento, tratando de reconciliar al hombre que ahora compartía mi vida con el desconocido que se revelaba en esas fotos y documentos. ¿Hasta qué punto había cambiado realmente?Decidí preparar café mientras ordenaba mis pensamientos. La cafetera silbó suavemente, llenando la cocina con un aroma cálido que contrastaba con la frialdad de mis dudas. Estaba sirviendo dos tazas cuando escuché sus pasos detrás de mí.—¿Dormiste bien? —preguntó con voz rasposa, apoyándose contra el marco de la puert
La mañana amaneció con una extraña tranquilidad, como si el mundo estuviera tomándose un respiro antes de enfrentarse al caos. Desde que Chasse me confesó toda la verdad sobre su pasado, había una sensación diferente en casa, algo que no podía definir del todo. Quizás era el peso de la incertidumbre o la inquietud de saber que alguien nos observaba desde las sombras, esperando el momento para atacar.Me desperté antes que él, como había comenzado a ser costumbre en los últimos días. Permanecí un rato en la cama, observándolo dormir. Había una paz en su rostro que contrastaba con las tensiones de los últimos días. Sabía que todo lo que había hecho, bueno o malo, lo había traído hasta este punto, a ser el hombre con el que había decidido compartir mi vida. Pero no podía ignorar que su pasado seguía siendo una amenaza constante, algo que ambos necesitábamos resolver.Bajé a la cocina y preparé café, dejándome envolver por el aroma familiar mientras intentaba ordenar mis pensamientos. Ape
A pesar de que el sol brillaba, su luz parecía más dura de lo habitual, como si incluso el mundo exterior reflejara la agitación que sentía. Chasse no había dormido mucho después de la reunión con ese hombre, y yo tampoco. Ambos sabíamos que estábamos entrando en un terreno peligroso, uno donde cualquier paso en falso podría tener consecuencias irreparables.Me levanté temprano y bajé a preparar el desayuno. Intenté enfocarme en las pequeñas tareas: batir los huevos, tostar el pan, llenar las tazas de café. Sin embargo, mi mente no dejaba de divagar, recorriendo todas las posibilidades de lo que podría suceder.Mientras colocaba los platos en la mesa, escuché los pasos de Chasse bajando las escaleras. Parecía agotado, pero su porte seguía siendo el de un hombre acostumbrado a llevar el peso del mundo sobre sus hombros. Su camisa estaba ligeramente arrugada, y su cabello, usualmente perfecto, tenía un desorden encantador que delataba su falta de sueño.—Buenos días —dijo con voz ronca