Capítulo 3

En el momento que Samara sale de su trance interno, ve como Zyan está revisando si hay balas en su arma.

Estaba claro que el hombre estaba furioso por la manera en la que se dio la situación, pero como siempre, creía que no era para llegar a ese extremo.

—¿Qué m****a estás haciendo, Zyan? —la mujer se desespera y se pie, llegando hacia él.

—No voy a permitir que me hagan esto. ¿Quién carajo se creen que son? —él quita la mano de su hombre y comienza a ajustarse los pantalones.

—No puedes hacer así las cosas, carajo. ¿Vas a dispararle a alguien por un error? —frunce el ceño—. Esto es una completa m****a, pero no puedes matarlos por eso. La policía va a estar ahí, me vas a involucrar en esto.

—¡Acaban de arruinar la única oportunidad que tenía! ¡Deja de darme clases de moral, Samara! —gruñe—. Ya se fue todo al infierno, esto no es nada.

—Zyan, por favor....

—¡No me jodas! —le grita mientras la tira contra la cama—. Te quedas aquí y te callas. Que a esto lo resuelvo yo —la mira con el ceño fruncido—. Y tú te vas preparando para solucionar esto.

—¿De qué m****a estás hablando?

—Vamos a ir a otra clínica para que solucionen esto.

El hombre toma una de las camisas y sale de la habitación tan rápido como puede. Samara se había quedado tendida en la cama, sin saber qué hacer ni qué decir, estaba siendo demasiado.

Estaba claro que sentía mucha bronca e impotencia por todo, pero ir a reclamar a punta de balazos lo que había sucedido y encima querer que "lo resuelva".

Zyan estaba que se lo llevaba el diablo. No recordaba la última vez que había estado tan furioso con una situación como ahora, ni siquiera cuando le incautaron una de las entregas hace una semana.

—¡Samuel! —grita con furia mientras camina hacia afuera de la casa— ¿Dónde diablos estás?

—Jefe, aquí estoy. ¿Qué necesita?

—Prepara una m*****a camioneta y armas, tenemos que salir. Solo nosotros dos, carajo.

Karla miraba la situación con el ceño fruncido, no entendía lo que estaba ocurriendo.

Apenas eran las nueve de la mañana cuando todo se volvió un maldito infierno dentro de la finca, porque antes de irse, Zyan se encargó de maltratar a todo el mundo con su malhumor.

Cuando escuchó la camioneta alejarse, Karla se apresuró a ir hacia las habitaciones, por más de que lo tuviera prohibido.

Tocó la puerta algunas veces y la abrió, tras escuchar el llanto de Samara.

—Por dios, señorita. ¿Qué ocurrió?

—Todo se fue al diablo —solloza la mujer—. Zyan lo arruinará todo.

El ambiente desastroso no solo estaba dentro de la finca, sino que en el edificio de High JBK technology.

Lucca también había recibido la llamada de disculpas, justo en el momento que creyó que la mujer gestante estaba teniendo un embarazo exitoso.

—¿Tiene noción del juicio que se va a comer? —le dice el hombre con el ceño fruncido—. Es inaceptable lo que han hecho. Tengan por seguro que van a recibir noticias de mi abogada.

—Señor... —la llamada es finalizada y Lucca siente que todo se desmorona a su alrededo.r

Era una jodida pesadilla.

Había hecho el tratamiento con el fin de no tener que deberle nada a la persona que gestaba a su hijo, se supone que alquilaría el vientre y no tendría que compartir a un bebé que apenas estaba naciendo en la panza de una mujer desconocida.

Todos sus planes se fueron al tacho y ahora tenía que resolver lo que se había ocasionado. Nunca, en ningún maldito momento pensó que tendría que lidiar con algo así.

—¿Me llamaste?

Jena era la abogada de la familia y también de la empresa.

La hermana de Lucca se había sorprendido cuando él le envió un mensaje de que necesitaba verla urgente, y pensó en todas las posibilidades menos en esto.

—¿Están a punto de meterte a prisión por algo? —cuestiona por diversión— ¿Por qué tienes esa cara?

—Jena, algo salió muy mal —el hombre se agarra de la cabeza y deja salir un largo suspiro—. ¿Recuerdas que quería ir a esa clínica de fertilización?

—Si, lo recuerdo. ¿Entonces qué?

—Se supone que tendría a la mujer gestante para su hijo, pero se confundieron e inseminaron a otra —la mujer lo mira con sorpresa—. Ahora se supone que una desconocida está llevando a mi bebé y ni siquiera sé cómo ocurrió. No tengo idea de quién es la mujer y estoy seguro de que si estuvo allí es porque quería ser madre. ¿Cómo m****a hago para decirle que no quiero una jodida madre para mi hijo?

—Oh, m****a. Tienes que demandar a la clínica, Lucca. No puede ser que hayan hecho eso, esto es grave.

—Es lo único que me faltaba —se queja—. No me han querido dar los datos de esta mujer.

—No te preocupes, puedo conseguirlo. Mientras tanto, ¿Puedes decirme cómo es que se te ocurrió ir allí? ¿No se supone que querías esperar un año más?

—Eso no importa ahora, Jena —el hombre pone los ojos en blanco

—Sí papá estaba totalmente negado a la idea de que tuvieras un hijo de esa manera, ¿Qué diablos vas a decirle ahora?

—Papá puede pensar lo que quiera. Eso no me importa ahora, tengo que solucionar este problema. ¿Por dónde se supone que tengo que empezar?

—Por buscarla a ella. Si logramos que firme el acuerdo para demandar a la clínica, entonces todo está hecho. Y, por otra parte, ¿Que se supone que hagas con ella? ¡Está embarazada y seguro querrá... —la puerta de su oficina se abre y de repente ambos quedan en silencio

—¿Quién está embarazada? —Ismael frunce el ceño y mira a ambos— ¿Cuándo ibas a darme la noticia?

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