En el momento que Samara sale de su trance interno, ve como Zyan está revisando si hay balas en su arma.
Estaba claro que el hombre estaba furioso por la manera en la que se dio la situación, pero como siempre, creía que no era para llegar a ese extremo.
—¿Qué m****a estás haciendo, Zyan? —la mujer se desespera y se pie, llegando hacia él.
—No voy a permitir que me hagan esto. ¿Quién carajo se creen que son? —él quita la mano de su hombre y comienza a ajustarse los pantalones.
—No puedes hacer así las cosas, carajo. ¿Vas a dispararle a alguien por un error? —frunce el ceño—. Esto es una completa m****a, pero no puedes matarlos por eso. La policía va a estar ahí, me vas a involucrar en esto.
—¡Acaban de arruinar la única oportunidad que tenía! ¡Deja de darme clases de moral, Samara! —gruñe—. Ya se fue todo al infierno, esto no es nada.
—Zyan, por favor....
—¡No me jodas! —le grita mientras la tira contra la cama—. Te quedas aquí y te callas. Que a esto lo resuelvo yo —la mira con el ceño fruncido—. Y tú te vas preparando para solucionar esto.
—¿De qué m****a estás hablando?
—Vamos a ir a otra clínica para que solucionen esto.
El hombre toma una de las camisas y sale de la habitación tan rápido como puede. Samara se había quedado tendida en la cama, sin saber qué hacer ni qué decir, estaba siendo demasiado.
Estaba claro que sentía mucha bronca e impotencia por todo, pero ir a reclamar a punta de balazos lo que había sucedido y encima querer que "lo resuelva".
Zyan estaba que se lo llevaba el diablo. No recordaba la última vez que había estado tan furioso con una situación como ahora, ni siquiera cuando le incautaron una de las entregas hace una semana.
—¡Samuel! —grita con furia mientras camina hacia afuera de la casa— ¿Dónde diablos estás?
—Jefe, aquí estoy. ¿Qué necesita?
—Prepara una m*****a camioneta y armas, tenemos que salir. Solo nosotros dos, carajo.
Karla miraba la situación con el ceño fruncido, no entendía lo que estaba ocurriendo.
Apenas eran las nueve de la mañana cuando todo se volvió un maldito infierno dentro de la finca, porque antes de irse, Zyan se encargó de maltratar a todo el mundo con su malhumor.
Cuando escuchó la camioneta alejarse, Karla se apresuró a ir hacia las habitaciones, por más de que lo tuviera prohibido.
Tocó la puerta algunas veces y la abrió, tras escuchar el llanto de Samara.
—Por dios, señorita. ¿Qué ocurrió?
—Todo se fue al diablo —solloza la mujer—. Zyan lo arruinará todo.
El ambiente desastroso no solo estaba dentro de la finca, sino que en el edificio de High JBK technology.
Lucca también había recibido la llamada de disculpas, justo en el momento que creyó que la mujer gestante estaba teniendo un embarazo exitoso.
—¿Tiene noción del juicio que se va a comer? —le dice el hombre con el ceño fruncido—. Es inaceptable lo que han hecho. Tengan por seguro que van a recibir noticias de mi abogada.
—Señor... —la llamada es finalizada y Lucca siente que todo se desmorona a su alrededo.r
Era una jodida pesadilla.
Había hecho el tratamiento con el fin de no tener que deberle nada a la persona que gestaba a su hijo, se supone que alquilaría el vientre y no tendría que compartir a un bebé que apenas estaba naciendo en la panza de una mujer desconocida.
Todos sus planes se fueron al tacho y ahora tenía que resolver lo que se había ocasionado. Nunca, en ningún maldito momento pensó que tendría que lidiar con algo así.
—¿Me llamaste?
Jena era la abogada de la familia y también de la empresa.
La hermana de Lucca se había sorprendido cuando él le envió un mensaje de que necesitaba verla urgente, y pensó en todas las posibilidades menos en esto.
—¿Están a punto de meterte a prisión por algo? —cuestiona por diversión— ¿Por qué tienes esa cara?
—Jena, algo salió muy mal —el hombre se agarra de la cabeza y deja salir un largo suspiro—. ¿Recuerdas que quería ir a esa clínica de fertilización?
—Si, lo recuerdo. ¿Entonces qué?
—Se supone que tendría a la mujer gestante para su hijo, pero se confundieron e inseminaron a otra —la mujer lo mira con sorpresa—. Ahora se supone que una desconocida está llevando a mi bebé y ni siquiera sé cómo ocurrió. No tengo idea de quién es la mujer y estoy seguro de que si estuvo allí es porque quería ser madre. ¿Cómo m****a hago para decirle que no quiero una jodida madre para mi hijo?
—Oh, m****a. Tienes que demandar a la clínica, Lucca. No puede ser que hayan hecho eso, esto es grave.
—Es lo único que me faltaba —se queja—. No me han querido dar los datos de esta mujer.
—No te preocupes, puedo conseguirlo. Mientras tanto, ¿Puedes decirme cómo es que se te ocurrió ir allí? ¿No se supone que querías esperar un año más?
—Eso no importa ahora, Jena —el hombre pone los ojos en blanco
—Sí papá estaba totalmente negado a la idea de que tuvieras un hijo de esa manera, ¿Qué diablos vas a decirle ahora?
—Papá puede pensar lo que quiera. Eso no me importa ahora, tengo que solucionar este problema. ¿Por dónde se supone que tengo que empezar?
—Por buscarla a ella. Si logramos que firme el acuerdo para demandar a la clínica, entonces todo está hecho. Y, por otra parte, ¿Que se supone que hagas con ella? ¡Está embarazada y seguro querrá... —la puerta de su oficina se abre y de repente ambos quedan en silencio
—¿Quién está embarazada? —Ismael frunce el ceño y mira a ambos— ¿Cuándo ibas a darme la noticia?
—Papá, no es momento —comienza a decir Lucca. —No puedo creer que finalmente hayas encontrado a alguien —el hombre sonríe—. Ay, hijo. Te felicito. ¿Cómo es que no me lo dijiste? —Es que no es así, yo... —Papá, creo que mejor dejamos las preguntas para después —dice Jena con tranquilidad— ¿Crees que puedas dejarnos? —¿Qué es más importante que saber que tendré un nieto? —Ismael sonríe—. No es momento de trabajar, ¿Por qué no me dices cuándo puedo conocerla? —Podemos organizar una cena la próxima semana —Jena suspira—. Necesitamos irnos a resolver un asunto importante. ¿Nos vemos luego? Jena mira a su hermano de manera seria para que realmente lo siguiera. Ismael no entendía lo que estaba ocurriendo, pero en muchas oportunidades no lograba entender a sus hijos. —¿Por qué m****a le dijiste a papá que nos reuniríamos? —le pregunta con enojo mientras se sube a su auto. —Lucca, ¿Realmente tienes ganas de tener otro dolor de cabeza ahora mismo? Sabes lo que pasaría si papá se entera
Lucca entraba a la oficina de su hermana mientras se desabrochaba el traje. Estaba increíblemente nervioso, no tenía idea de lo que iba a ocurrir en unas horas. La única solución que les dio el dueño de la clínica fue que podían reunirse para acordar lo que querían hacer con todo ello, aunque estaba claro que no se salvarían de la demanda que la familia Birdwhistle le iba a poner.—¿Tienes el contrato listo? —Lucca se sienta frente a ella mientras la mujer se quita los anteojos.—Lo tengo listo, pero quiero que sepas que esto es una locura —el hombre hace una mueca—. Esa mujer no aceptará lo que quieres pedirle.—¿Es una locura que quiera tener a mi hijo? —frunce el ceño.—No. La locura es que quieras quitarle cualquier derecho, Lucca. ¿No te has puesto a pensar que quizás ella no quería tener?—Lo quería tener con alguien más o quizás es una mujer que también iba a alquilar su vientre. Estoy seguro de que tanto ella como yo, no planeó que nos emparejáramos en primer lugar.—Ese bebé
Tres meses habían pasado desde aquella reunión tan desafortunada. Samara entendió que lo mejor que podía hacer era valerse por su cuenta, sin importarle Zyan ni mucho menos aquel hombre que quería reclamar a su bebé como si se tratara de un bolso costoso. Ella pudo conseguir un departamento pequeño donde quizás le alcanzaría por unos meses para pagar la renta mientras intentaba pensar en un plan.No podía buscar trabajo, la mayoría de las personas no buscaban a una embarazada para luego tener que hacerse cargo, ni tampoco se sentía demasiado bien para estar todo el día fuera. Por un momento Samara pensó en buscar a su padre, pero al recordar que él no quería tener noticias de ella desde hace tiempo, desistió a la idea.—Buenos días, señorita —saluda el hombre con una sonrisa— ¿Qué está buscando?—Buenos días —ella aclara su garganta y lo mira—. Necesito ver computadoras. ¿Podría orientarme en los precios?—Por supuesto que sí, sígame. ¿La necesita para algo en específico?—Soy diseñad
El pánico se apoderó de ella y Samara ni siquiera sabía cómo explicarle la situación. Lo único que tenía claro es que tenía que largarse de allí, Zyan no la podía encontrar.—¿Quiénes son esos hombres? ¿Qué es lo que ocurre? —Lucca frunce el ceño ante su nerviosismo—Tenemos que irnos, no puede verme —la mujer toma su computadora y la maleta que tiene sobre la cama, metiendo todo lo que podía dentro—¿Puedes decirme lo que está ocurriendo?—Es mi ex prometido. Si no quieres terminar con un tiro en la cabeza, entonces vete de aquí.—¿Qué mierda?Lucca vuelve a fijarse por la ventana y nota que el hombre comienza a caminar hacia la entrada. No entendía por qué tanta agresividad, ni porqué el susto de Samara al verlo, pero tenía que hacerle caso en un momento como este y sacarla. Después podía pensar en lo que vendría.—No puedes llevarla. Solo va a atrasarte y créeme que no hay mucho tiempo —le dice él mientras le quita la maleta de sus manos—Tengo toda mi ropa, está todo allí —insiste
Samara se encontraba en un estado de negación. No por el hecho del matrimonio, sino porque sabía que por más dinero que Lucca tuviera, no podía protegerla de alguien sin escrúpulos.Cuando Zyan se entere de que ahora ella en teoría se había casado con alguien más, lo asociaría a que era una relación de mucho antes. Lo tomaría como un engaño, y sin dudas, cuestionaría el asunto de la clínica de fertilización con respecto al bebé. Ese hombre no se tomaba las traiciones de buena manera, no es como que lo olvidara y ya.—¿Tienes claro quién es él? —ella frunce el ceño—. Nunca sucederá. No hay manera de que puedas poner dinero para protección.—En todo caso, sin casamiento o no, estás en peligro. Tienes a mi bebé en tu vientre, tengo que encontrar la manera de protegerte. Sin embargo, con el matrimonio, serás alguien público, todos sabrán que eres mi esposa, puedo darte otra clase de protección. Sabes que esto no es lo mejor para ninguno de los dos, pero quizás sea nuestra única opción.—¿
Sabía que su hermana tenía razón, pero Lucca no podía permitirse que se descubriera la farsa de su matrimonio. Tenía que renunciar a las mujeres por el momento, y ciertamente, era lo que más le estaba costando dejar. Más allá de eso, ni siquiera se había cuestionado por qué diablos tenía aquel instinto protector por aquella mujer que apenas conocía. Se preguntaba si el hecho de ver la manera en la que su ex prometido había ido a buscarla le había removido algo en su interior, pero no tenía respuesta alguna. Otro punto en cuestión era mantenerse lejos de ella. La mujer era condenadamente caliente, le había atraído desde el momento en que la vio en la empresa y no sabía si sería capaz de mantener sus manos lejos. Le iba a ser fiel por más de siete meses a una mujer que ni siquiera quería mirarlo, eso era hasta gracioso. —Por favor, Jena. No sumes más problemas a mi cabeza ahora mismo —le responde mientras frota su rostro—. Puedo lidiar con ello. Solo necesito saber si has podido sacar
Pov Samara Ciertamente, el viaje estaba siendo un fastidio. La hermana de Lucca nos había recogido unas horas más tarde, por lo que tuvimos que ir hasta el aeropuerto privado para tomar un vuelo. Allí es cuando conocí a su esposo, Vinicius. Él era un hombre agradable, parecía divertido con la situación de enviarme a la jaula de los lobos. No conocía a su familia, pero suponía que eran los típicos ricos inconformistas, que evaluarían hasta el jabón que uso para ducharme. Lo que odié toda mi vida. —Solo intenta no dar tantos detalles de nuestra relación —me dice Lucca —No pasará mucho tiempo para que tu madre piense que me embaracé por tu fortuna —hago una mueca y lo miro —No tienes que preocuparte por lo que piense el resto. No va a ser la primera ni la última persona que lo piense, se supone que nuestra relación fue rápida. —¿Realmente crees que esto funcionará? —Si, solo intenta tener otra clase de conversación. Mi padre preguntará, pero solo decimos lo que ensayamos —él da un
Pov Lucca Mis padres se habían casado en Hawái, en un romántico encuentro junto a la playa. Esa era la razón por la que cada año íbamos al mismo lugar, querían festejar su amor y mi padre le compró un complejo en la isla para que todo sea mucho más privado. Mi madre odiaba la prensa. En realidad, no tenía temor de la opinión de mis padres sobre mi repentino matrimonio y el bebé en camino, pero me incomodaba por ella. Apenas estábamos saliendo de una situación complicada para que mi madre esté cuestionando cada paso que hemos dado. Y no solo eran ellos, toda la familia estaba allí. Tíos, primos y abuelos, la familia completa. Mi hermana me sugirió que lo mejor sería llegar tomados de la mano, que Samara esté caminando a diez pasos de mí no era muy bien visto, y se lo comuniqué cuando bajamos de la camioneta. Tuvimos el efecto esperado, y cuando mi madre vino a saludarme, se quedó mirando a mi esposa con el ceño fruncido. —¿Quién es ella? —Mamá... —¡No puedo creerlo! —mi padre g