Lucca entraba a la oficina de su hermana mientras se desabrochaba el traje. Estaba increíblemente nervioso, no tenía idea de lo que iba a ocurrir en unas horas. La única solución que les dio el dueño de la clínica fue que podían reunirse para acordar lo que querían hacer con todo ello, aunque estaba claro que no se salvarían de la demanda que la familia Birdwhistle le iba a poner.
—¿Tienes el contrato listo? —Lucca se sienta frente a ella mientras la mujer se quita los anteojos.
—Lo tengo listo, pero quiero que sepas que esto es una locura —el hombre hace una mueca—. Esa mujer no aceptará lo que quieres pedirle.
—¿Es una locura que quiera tener a mi hijo? —frunce el ceño.
—No. La locura es que quieras quitarle cualquier derecho, Lucca. ¿No te has puesto a pensar que quizás ella no quería tener?
—Lo quería tener con alguien más o quizás es una mujer que también iba a alquilar su vientre. Estoy seguro de que tanto ella como yo, no planeó que nos emparejáramos en primer lugar.
—Ese bebé tendrá sus genes.
—Y los míos. Así como los iba a tener la mujer gestante también, no me jodas. ¿Por qué ahora no estás de acuerdo conmigo?
—Porque esto no me gusta. Pero como siempre, las cosas se harán como quieres —la mujer pone los ojos en blanco—. Solo espero que no seas tan brusco para decirle.
—No te preocupes. Estoy seguro de que lo aceptará, es una buena oferta.
—Esto no me gusta para nada.
Estaba claro que Lucca se rehusaba a compartir a ese bebé, pero no todo sería tan sencillo. Samara tenía sus derechos, y si quería, podía negarse a aquella locura.
La mujer se había quedado la noche en el hotel, aunque tenía claro que tendría que buscar un nuevo lugar seguro. Zyan no se tardaría en buscarla y lo cierto es que con su familia no podía regresar, ahora estaba sola y embarazada.
Mientras limpia sus lágrimas, termina de cambiar el chip de su celular. No quería que la volvieran a contactar, desde ahora tenía que empezar desde cero y lo único que podía hacer era mantenerse lejos de Zyan para poder avanzar.
La cita no era en la clínica, ella lo negó cuando pensó en su ex prometido. Mientras más podía evitar todo aquello, más a salvo iba a estar. Le dieron una dirección en el centro de la ciudad, ella no tenía idea de dónde era el lugar hasta que llegó allí.
Un enorme edificio con el nombre "JBK TECHNOLOGY" era el sitio en el que la citaron. Tomó una larga bocanada de aire y entró al lugar. En ese momento agradeció el hecho de haberse llevado algo de ropa que tenía en la finca, estaba acorde al sitio con aquel vestido negro corto hasta la mitad del muslo a juego con los zapatos.
Ella sea cerca hasta la recepcionista, intentando recordar el nombre de la abogada que le había nombrado Joseph, el dueño de la clínica.
—Buenos días. Tengo una cita con Jane Birdwhistle —la mujer levanta la mirada hacia ella y la observa.
—¿Tu nombre?
—Samara Daft.
—Dame un segundo —la mujer comienza a teclear en su computadora y luego vuelve a mirarla—. Enséñenme su identificación, por favor —la mujer se la entrega y entonces ella asiente—. Suba al piso 16, la anunciaré.
—Muchas gracias.
No entendía por qué recibía las miradas de todos los presentes, solo esperaba que no la hayan reconocido. Mientras caminaba hacia el elevador recordaba qué tan jodida estaba para asistir a una reunión con unos completos desconocidos para saber lo que iba a ocurrir con su bebé. No es que negociara aquello, pero al menos quería saber si ese hombre también estaba dispuesto a demandar a la clínica.
Cuando las puertas del elevador se abren, aparece una mujer caminando hacia allí. Primero le sonríe y luego la observa, Samara tiene que tragar saliva y juntar fuerza de voluntad para seguir.
La mujer de largo cabello negro, prolijamente peinado hacia atrás y vestida en traje azul la mira y asiente con su cabeza, dándole a entender que sabe de quién se trata.
—¿Samara Daft? —pregunta con gentileza.
—Si. ¿Usted es Jane?
—Jane Birdwhistle, un placer. Por favor, sígame.
Los tacones suenan contra el mármol mientras ambas caminan por el largo pasillo. Las miradas están de nuevo sobre ellas, Samara se siente como si estuviera pasando por la corte, donde estaban a punto de juzgarla. No era el mejor momento para afrontar a las personas, pero esperaba que el drama familiar la golpeara más tarde.
—Adelante, por favor.
En el momento que Jane abre la puerta y ella levanta la mirada, se encuentra con la persona que menos imaginó. Si, aquel hombre con el que había tenido el pequeño accidente entrando a la clínica estaba sentado en el escritorio. Lucca también se sorprendió de verla a ella, porque entre miles de mujeres que pudieron haber sido, justo ella tenía que ser.
—Parece que nos vemos de nuevo, señorita —Lucca sonríe de costado y se endereza—. Veo que se sorprende también. Tome asiento.
—Esto parece una clase de broma, de verdad —la mujer se ríe con nerviosismo y se queda en su lugar, recibiendo una mirada del hombre sobre ella.
Lucca la había mirado aquel día, y claro que quedó en sus pensamientos por el resto del día. Esa mujer le había parecido hermosa, pero realmente no imaginó que pudiera ser ella. Como siempre, intentaba tomarse las tragedias con un poco de humor, pero la situación ahora mismo no era la ideal.
—Bueno, es mejor que comencemos —interrumpe Jane cuando nota que ambos no apartan la mirada del otro.
—Si, mejor. Señorita Daft —Lucca le señala el asiento para que se pusiera cómoda.
—Entiendo el motivo por el que estamos aquí, pero nadie supo decirme nada cuando pregunté. ¿Podría saber por qué me han citado? ¿Y con una abogada? —cuestiona Samara.
—Como sabe, señorita Daft. La clínica ha cometido un error espantoso, lo que queremos es llegar a un acuerdo para poder demandarlos. Los daños están hechos, pero no puede volver a suceder algo como esto —habla Lucca.
—Estoy de acuerdo con eso, pero ¿Qué podríamos hacer? —ella aclara su garganta—. Era mejor enviarles una demanda y listo. No entiendo por qué la citación para hablar, en realidad.
—Tenemos un asunto en común, señorita Daft —Lucca la mira mientras gira su silla—. Usted ahora tiene a mi bebé —Samara levanta una ceja.
—¿Su bebé?
—Esta despreciable clínica ha cambiado las fichas, por lo que a usted la inseminaron con mi muestra. Había pagado una gran cantidad de dinero para encontrar a una gestante, ellos se equivocaron.
—Si, ellos lo hicieron. Eso no quiere decir que sea su bebé, señor Birdwhistle. A esa clínica asistí con la idea de que en realidad tuviera un hijo con mi prometido. No lo diga como si lo he engañado yo, aún no logro asimilarlo.
—¿Su prometido? ¿Y dónde está él?
—¿Podría importarle eso? —Lucca levanta una ceja.
—Tiene razón, me importa poco. En realidad, lo que quería hablar con usted es sobre los puntos de este acuerdo. Si quiere, puede leerlo con tranquilidad.
Jane mira a su hermano de mala manera cuando Samara aparta la mirada para concentrarse en el papel. Ella no entendía por qué le estaba hablando de aquella manera, pero no le gustaba para nada el hecho de que haya comenzado tan mal con aquella mujer.
Samara pone los papeles sobre la mesa mucho más fuerte de lo que debería, pero es que la furia se estaba apoderando de ella. Cuando lo mira a Lucca ni siquiera se dimensionaba a cuando le molestaron sus palabras. Ahora directamente lo fulminaba, como si quisiera realmente golpearlo.
—¿Esto es cierto? —le dice con los dientes apretados— ¿Pretende que le dé a mi bebé?
—Ceda los derechos y estará bien. Señorita Daft, puede considerarlo por una buena suma de dinero. Le aseguro que será lo mejor para todos, tanto para su esposo y usted, como para mí.
—¿Qué m****a es lo que les ocurre a los hombres? —gruñe— ¿Piensas que tienes derecho sobre el bebé solo porque pusieron tu semen en mí? —la mujer aprieta los dientes mientras se pone de pie y lo mira—. Puede meterse el dinero en el trasero, se lo aseguro. No voy a resignar a mi hijo por su estúpido dinero.
—Señorita Daft, escúcheme, por favor —intenta interceder Jane.
—¡No! ¿Qué parte no entendió? —la mujer la mira con el ceño fruncido—. Es mi bebé, y por si no lo sabía, no han sido los únicos estafados. Tendrá que vivir con eso.
La puerta es abierta en ese momento y Ismael Bridwhistle entra, mirando a la mujer por un momento. Vuelve a mirar a sus hijos y entonces se percata de la pequeña panza de aquella hermosa mujer, por lo que se cuestiona por un momento si en realidad ella es la novia de su hijo.
—No me digas que ella es tu novia —le dice el hombre con una sonrisa—. Oh, querida. No tenía idea de que estarías aquí.
Lucca y Jane se miran mutuamente cuando el hombre abraza a la mujer furiosa frente a él. No entendía como no podía darse cuenta de la tensión del ambiente y tampoco cuando diablos se dignará a tocar la puerta antes de entrar.
—Disculpe, señor. No me siento bien.
Samara siente ganas de vomitar en este momento, todo estaba siendo demasiado. Parecían lunáticos, nadie estaba enterado de nada y ella no quería ser partícipe de eso. Cuando salió de la oficina y Lucca se puso de pie para seguirla, Ismael miró a su hija con el ceño fruncido.
—Ella está con muchas náuseas, por el embarazo. No creo que sea un buen día para conocerla —la mujer deja salir un largo suspiro.
Si las personas del edificio ya la estaban mirando incluso antes de que el hijo del dueño estuviera persiguiéndola hacia el elevador, ahora todo era en aumento. Ella estaba furiosa, su rostro rojo de la ira, los puños apretados y las ganas de salir corriendo de allí asustaba a unos cuántos.
—Samara, espera —Lucca llega hacia ella en el momento que el elevador está cerrando sus puertas.
—Puedes irte al infierno. Imbécil.
Quizás no habían sido las mejores palabras de despedida, pero ahora mismo no tenía nada mejor. Lo único que aquella mujer esperaba era que todo se terminara pronto, que ninguno de aquellos hombres la buscara y que pudiera comenzar de nuevo.
Ella iba a ser madre soltera, y le aterraba como la m****a. Sin embargo, bajo ningún punto de vista, estaba dispuesta a aguantar a ningún idiota.
Tres meses habían pasado desde aquella reunión tan desafortunada. Samara entendió que lo mejor que podía hacer era valerse por su cuenta, sin importarle Zyan ni mucho menos aquel hombre que quería reclamar a su bebé como si se tratara de un bolso costoso. Ella pudo conseguir un departamento pequeño donde quizás le alcanzaría por unos meses para pagar la renta mientras intentaba pensar en un plan.No podía buscar trabajo, la mayoría de las personas no buscaban a una embarazada para luego tener que hacerse cargo, ni tampoco se sentía demasiado bien para estar todo el día fuera. Por un momento Samara pensó en buscar a su padre, pero al recordar que él no quería tener noticias de ella desde hace tiempo, desistió a la idea.—Buenos días, señorita —saluda el hombre con una sonrisa— ¿Qué está buscando?—Buenos días —ella aclara su garganta y lo mira—. Necesito ver computadoras. ¿Podría orientarme en los precios?—Por supuesto que sí, sígame. ¿La necesita para algo en específico?—Soy diseñad
El pánico se apoderó de ella y Samara ni siquiera sabía cómo explicarle la situación. Lo único que tenía claro es que tenía que largarse de allí, Zyan no la podía encontrar.—¿Quiénes son esos hombres? ¿Qué es lo que ocurre? —Lucca frunce el ceño ante su nerviosismo—Tenemos que irnos, no puede verme —la mujer toma su computadora y la maleta que tiene sobre la cama, metiendo todo lo que podía dentro—¿Puedes decirme lo que está ocurriendo?—Es mi ex prometido. Si no quieres terminar con un tiro en la cabeza, entonces vete de aquí.—¿Qué mierda?Lucca vuelve a fijarse por la ventana y nota que el hombre comienza a caminar hacia la entrada. No entendía por qué tanta agresividad, ni porqué el susto de Samara al verlo, pero tenía que hacerle caso en un momento como este y sacarla. Después podía pensar en lo que vendría.—No puedes llevarla. Solo va a atrasarte y créeme que no hay mucho tiempo —le dice él mientras le quita la maleta de sus manos—Tengo toda mi ropa, está todo allí —insiste
Samara se encontraba en un estado de negación. No por el hecho del matrimonio, sino porque sabía que por más dinero que Lucca tuviera, no podía protegerla de alguien sin escrúpulos.Cuando Zyan se entere de que ahora ella en teoría se había casado con alguien más, lo asociaría a que era una relación de mucho antes. Lo tomaría como un engaño, y sin dudas, cuestionaría el asunto de la clínica de fertilización con respecto al bebé. Ese hombre no se tomaba las traiciones de buena manera, no es como que lo olvidara y ya.—¿Tienes claro quién es él? —ella frunce el ceño—. Nunca sucederá. No hay manera de que puedas poner dinero para protección.—En todo caso, sin casamiento o no, estás en peligro. Tienes a mi bebé en tu vientre, tengo que encontrar la manera de protegerte. Sin embargo, con el matrimonio, serás alguien público, todos sabrán que eres mi esposa, puedo darte otra clase de protección. Sabes que esto no es lo mejor para ninguno de los dos, pero quizás sea nuestra única opción.—¿
Sabía que su hermana tenía razón, pero Lucca no podía permitirse que se descubriera la farsa de su matrimonio. Tenía que renunciar a las mujeres por el momento, y ciertamente, era lo que más le estaba costando dejar. Más allá de eso, ni siquiera se había cuestionado por qué diablos tenía aquel instinto protector por aquella mujer que apenas conocía. Se preguntaba si el hecho de ver la manera en la que su ex prometido había ido a buscarla le había removido algo en su interior, pero no tenía respuesta alguna. Otro punto en cuestión era mantenerse lejos de ella. La mujer era condenadamente caliente, le había atraído desde el momento en que la vio en la empresa y no sabía si sería capaz de mantener sus manos lejos. Le iba a ser fiel por más de siete meses a una mujer que ni siquiera quería mirarlo, eso era hasta gracioso. —Por favor, Jena. No sumes más problemas a mi cabeza ahora mismo —le responde mientras frota su rostro—. Puedo lidiar con ello. Solo necesito saber si has podido sacar
Pov Samara Ciertamente, el viaje estaba siendo un fastidio. La hermana de Lucca nos había recogido unas horas más tarde, por lo que tuvimos que ir hasta el aeropuerto privado para tomar un vuelo. Allí es cuando conocí a su esposo, Vinicius. Él era un hombre agradable, parecía divertido con la situación de enviarme a la jaula de los lobos. No conocía a su familia, pero suponía que eran los típicos ricos inconformistas, que evaluarían hasta el jabón que uso para ducharme. Lo que odié toda mi vida. —Solo intenta no dar tantos detalles de nuestra relación —me dice Lucca —No pasará mucho tiempo para que tu madre piense que me embaracé por tu fortuna —hago una mueca y lo miro —No tienes que preocuparte por lo que piense el resto. No va a ser la primera ni la última persona que lo piense, se supone que nuestra relación fue rápida. —¿Realmente crees que esto funcionará? —Si, solo intenta tener otra clase de conversación. Mi padre preguntará, pero solo decimos lo que ensayamos —él da un
Pov Lucca Mis padres se habían casado en Hawái, en un romántico encuentro junto a la playa. Esa era la razón por la que cada año íbamos al mismo lugar, querían festejar su amor y mi padre le compró un complejo en la isla para que todo sea mucho más privado. Mi madre odiaba la prensa. En realidad, no tenía temor de la opinión de mis padres sobre mi repentino matrimonio y el bebé en camino, pero me incomodaba por ella. Apenas estábamos saliendo de una situación complicada para que mi madre esté cuestionando cada paso que hemos dado. Y no solo eran ellos, toda la familia estaba allí. Tíos, primos y abuelos, la familia completa. Mi hermana me sugirió que lo mejor sería llegar tomados de la mano, que Samara esté caminando a diez pasos de mí no era muy bien visto, y se lo comuniqué cuando bajamos de la camioneta. Tuvimos el efecto esperado, y cuando mi madre vino a saludarme, se quedó mirando a mi esposa con el ceño fruncido. —¿Quién es ella? —Mamá... —¡No puedo creerlo! —mi padre g
Pov SamaraLa madre de Lucca no me daba buena espina. No porque fuera mala, porque en realidad ni siquiera la conozco, pero sé que me dará más de un dolor de cabeza por la forma en la que me miró apenas llegué.Su padre era una persona cálida, tomó bien el hecho de que estábamos casados y también sobre los bebés. Eso era algo que me daba tranquilidad, tenía un problema menos con el que lidiar, pero su madre no parecía feliz y yo apenas le había dirigido la palabra.Comencé a pensar que lo mejor sería relajarme un poco, han sido días de mucho estrés por todo lo ocurrido, desde aquel llamado de la clínica todo se había vuelto al revés.El lugar era un jodido hotel de lujo, tenía muchas habitaciones y un salón principal. Supuse que también había una cocina, pero la verdad es que no lo recorrí lo suficiente. Llegué a la conclusión de que su familia estaba bañada en dinero, y era algo lógico, después de ver la mansión en donde vivía Lucca.—¿Cómo van tus primeros minutos en Hawái?Apenas s
Pov LuccaLa charla con mi madre fue inevitable. El día había sido agradable, lo cierto es que no había pasado tiempo con mi familia desde hace mucho. Solo los veía para el aniversario de mis padres y quizás a algunos en algunas ocasiones extrañas, estaba muy metido en el trabajo.Su actitud con respecto a Samara no me gustaba para nada, y en cuanto ella se disculpó diciendo que iría a buscar algo de su maleta, la seguí.—¿Puedo saber qué te sucede, mamá? —le pregunto en cuanto estamos solos—¿De qué estás hablando? —ella evita mi mirada y entra a la habitación—Hablo de cómo estás evitando a Samara desde que llegamos. ¿Qué problema tienes?—¿Qué problema? —ella me sonríe con ironía sin mirarme aún—. Te apareces de un día para el otro, con una mujer desconocida que ahora dice ser tu esposa y encima está embarazada. ¿Qué es lo que ocurre contigo? —frunce el ceño mientras me observa—. ¿Qué es lo que sucedió realmente?—¿De qué hablas? —Estoy hablando de un matrimonio exprés por presión