Capítulo 2

Ella no supo cómo explicar aquella situación, pero se sintió tan atraída por sus ojos que no respondió.

Color negro, como un jodido parque de diversiones a mitad de la noche, él tenía aquella chispa difícil de describir.

El impacto del choque fue duro, principalmente porque medía cerca de los dos metros, hombros anchos y su pecho marcado, o al menos eso pudo averiguar con la abertura de su camisa ajustada.

El hombre tenía una barba perfecta, y por el movimiento del accidente, algunos mechones largos bajaban hacia su rostro.

—¡Daft! —dice la mujer de recepción.

—Perdóname, ¿Te hice daño?

—Lo siento, tengo que irme —responde ella, comenzando a alejarse.

Samara tragó saliva y comenzó a caminar hacia la recepcionista.

Se había detenido en ese hombre mucho más de lo que debería, agradecía el hecho de que Zyan no la acompañara en este momento.

—Buenos días —responde la mujer después de aclarar su garganta—. Tengo una cita con el doctor Jauregui.

—Lo lamento, el señor Jauregui ha tenido un accidente ayer por la noche. Le hemos asignado un nuevo doctor, debido a que el tratamiento no puede ser interrumpido. Acompáñeme, por favor —Samara frunce el ceño ante sus palabras—. No tiene que preocuparse, el doctor ha dejado todas las indicaciones.

—¿Qué le ocurrió? ¿Está bien?

—Se encuentra internado, pero está estable. Un hombre ebrio lo chocó al salir de la clínica. Es afortunado de decir que no tiene más que una pierna quebrada.

—Oh, por dios. Espero que se recupere pronto.

—Buenos días, señorita. Soy el doctor Hemerson —le sonríe el hombre mientras tiende su mano—. Pase, por favor. Vuelvo en un momento, puede ponerse cómoda.

El hecho de estar con un nuevo doctor en un momento como este no la hacía sentir mejor.

Jauregui había sido el hombre que la atendió desde el principio, tenía cierta confianza con el doctor, la cual se había esfumado.

Sin embargo, sabía que tenía que continuar a pesar de todo, porque no iba a echar a perder un tratamiento que ya le costó lo suficiente.

—¿Tu esposo no ha venido? —pregunta el doctor con curiosidad.

—No, he venido sola —suspira— ¿Podríamos comenzar?

Cuando Samara salió de la clínica creyó que lo peor había pasado, pero estaba equivocada.

El mes comenzó a pasar sin mayores preocupaciones. Aún su vientre no había crecido, todavía podía pasar desapercibida con el asunto del embarazo, si no fuera porque Zyan se encargó de contárselo a todo el mundo.

Zyan se comportaba extraño, porque, aunque haya mencionado la estúpida idea de que le daba impresión tocar su abdomen ahora que sabía que estaba embarazada, por otro lado, la complacía con lo que deseaba. Todo el mundo estaba a su disposición.

A pesar de su miedo por ser madre, Samara terminó aceptándolo. Había pensado en un hijo antes, pero pensaba que era precipitado, aunque creyó que nunca se termina de estar preparado para tener esa responsabilidad.

Por supuesto que lo quería, pero la vida que llevaba actualmente no la hacía sentir lo suficientemente segura, pero tenía que afrontarlo.

Todo comenzó a convertirse en un infierno cuando aquella llamada entró en su teléfono.

—¿Quién es a esta hora? —se queja Zyan mientras se gira en la cama.

—Es de la clínica —la mujer frunce el ceño.

—¿De la clínica? ¿No es que el tratamiento terminó ya? —el hombre se sienta y la mira—. Atiende.

—Buenos días —dice Samara con el celular en su oído mientras frunce el ceño.

—Señorita Daft, soy el doctor Hemerson. Llamó desde la clínica Inno Hope —el hombre suspira—. Primero que nada, quiero pedirle disculpas, esto no ha ocurrido jamás y ni siquiera sé cómo explicárselo.

—¿De qué está hablando? ¿Puedo explicarme?

—La recepcionista cometió un error gravísimo, la clínica está dispuesta a remediarlo. Ella fue despedida y le reembolsaremos el dinero —Samara traga saliva.

—¿En qué se equivocó? Creo que se equivoca, porque fui a un control de rutina y realmente estoy embarazada. ¿Por qué cree eso?

—Es que, si está embarazada, señorita Daft. Pero la señora James se equivocó con la información. Ella mezcló las fichas de las inseminaciones y de los donantes.

—¿Qué? —la mujer comienza a tartamudear— ¿Entonces mi esposo...

—Lo lamento mucho. Las muestras son de otro paciente, el cual había pagado por el alquiler de un vientre.

—No me joda —las lágrimas de Samara comienzan a salir— ¿Cómo se supone que va a arreglar eso? —le grita— ¿Con dinero? ¿Con unas disculpas?

—Sé que no se puede remediar lo que ocurrió...

—¡Cómo va a remediarse cuando me dice que estoy embarazada de un maldito desconocido!

—¿Qué m****a dices? —Zayn la mira con el ceño fruncido.

—Quiero que estén listos para la demanda, porque el dinero a mí no me sirve de nada —le dice Samara con furia—. Par de imbéciles.

—Señorita, puedo ayudarla a contactarse con el padre. Estoy intentando tener contacto con él, podemos llegar a un acuerdo y hacernos cargo de lo que quieran hacer a continuación.

—¿Qué m****a dice? No hay nadie con quien deba comunicarse, ¿Está enloqueciendo?

—Lo lamento, pero el señor Brirdwhistle tiene el derecho de saber...

—¿Qué m****a es lo que has hecho, imbécil? —Zyan le quita el teléfono de las manos y gruñe contra—. ¿Cómo que mi esposa está embarazada de alguien más?

—Señor, por favor. Debe tranquilizarse, como le expliqué a la señorita Daft, la recepcionista confundió las fichas. Podemos tener una reunión y arreglarlo, estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo —Zyan se ríe de manera sarcástica

—Ni siquiera tienes idea con quién m****a te has metido. No vamos a ir a una m*****a reunión porque en menos de lo que te imaginas vas a tener un tiro en la frente. Tu y la m*****a de la recepcionista. Yo mismo me voy a encargar de que paguen por lo que hicieron.

—Señor, voy a llamar a la policía. Debe detenerse con sus amenazas.

—Zyan, deberías dejar de... —el hombre la mira con furia y corta la llamada, mientras siente su rostro arder.

—¡Muévete, que voy a arreglar esto de una jodida vez!

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