CAPÍTULO 3
Después del incidente, Mark se volvió más precavido con la Luz.
—Eso estuvo demasiado cerca—el protagonista echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos.
—Por favor, déjame ir—entonces Luz le suplica sin sentirse acongojada—. Ya te he demostrado que puedes confiar en mí y que no voy a delatarte. En cuanto te sientas bien simplemente vete, pero déjame que me marche al menos.
Mark abre los ojos y la observa como si hubiese soltado un comentario estúpido.
—¿Qué? —se ríe, sarcástico—. Tú no te vas a ir de aquí. No voy a correr el riesgo de que llames a la policía.
—He estado en el hospital alrededor de veinticuatro horas y no he alimentado a mi gato—se excusa ella, comenzando a sentirse desesperada—. Por favor, prometo no llamar a la policía.
Mark la examina de arriba abajo, pensando si hacerlo o no. Sin embargo, cuando Luz cree que él dará un brazo a torcer, Mark vuelve a echarse a reír, provocándole un nudo en el estómago.
Luz había encontrado lo que le parecía una excusa perfecta para que la dejara ir, pero Mark estaba demasiado preocupado pensando que ella lo delataría con la policía, así que aquella amenaza siguió en pie y ahora estaba literalmente secuestrada.
La protagonista toma su bolso colgándolo en su hombro, dispuesta a irse mientras Mark sigue apuntándola con el arma.
—¿Qué? ¿A dónde vas? —Mark está por bajarse de la cama hasta que ve que ella no va a irse sin antes de explicarle.
—Voy a llevarte a un sitio del hospital mucho más privado que este, estarás seguro allí y yo no perdere mi trabajo por tu culpa—Luz lo ayuda a levantarse y este la aparta.
—Puedo solo, maldición—gruñe él, adolorido.
Como pueden, ambos aprovechan la soledad de la noche en el hospital, siendo doctora y paciente. Luz lo lleva en una silla de ruedas con rapidez por todo el pasillo y agradece que en ese sector no hay cámaras.
—Estoy dándote la confianza suficiente como para que me lleves a un sitio seguro, en caso de que decidas traicionarme, sé donde vives, doctora Martin—le asegura él.
A Luz le recorre un escalofrío por la espalda tras sentir aún el olor de su sudor mezclado con sangre. La doctora sube la silla de ruedas al ascensor y gracias a Dios no hay nadie en él para dar una explicación a algún colega que se le cruce.
Una vez que llegan al piso que ella desea, las puertas del ascensor se abren y la oscuridad de un pasillo completamente distinto al de paredes blancas que han visto hace minutos, ya no existen.
—¿A dónde m****a estamos? Este sitio es de una película de terror—Mark saca el arma recordándole quién manda.
La doctora arrastra la silla de ruedas por el sitio desolado y abandona hasta llegar a una puerta al fondo de este.
Tras abrir la puerta y encender la luz de la habitación, Mark observa una habitación completamente distinta a la que creyó que lo llevaría.
—Bueno, esto claramente no me lo esperaba—comenta Mark, asombrado.
Es una habitación acogedora sin ventanas. Hay un televisor de alta definición colgado frente a una cama enorme. El piso parece estar recién colocado y las paredes son de un color crema con guardas en el medio de madera oscura. También hay una mesa grande en un rincón con dos sillas. En el aire hay algo de polvo y un olor sutil a humedad.
Luz y Mark ingresan. La joven cierra la puerta con llave.
—Si el director del hospital se entera que hice este sitio para mí, me asesina—le cuenta Luz, ayudando a Mark a levantarse de la silla para poder acostarlo en la cama común.
—¿Tú amueblaste esta habitación?
—Sí, antes de tener un hogar, yo vivía aquí el año pasado. Apenas pude costear la carrera de medicina y con el poco dinero que ganaba en mi residencia, encontré este sitio abajo del hospital y lo hice mío hasta que logré mudarme—le cuenta ella—. Tiene lo justo y necesario como para que te quedes aquí el tiempo que desees.
La chica se dirige a la pequeña nevera y la abre. Hay tres botellas pequeñas de agua.
—Cuando estoy demasiado agotada para manejar, vengo a dormir aquí—agrega Luz, mostrándole la nevera para que vea lo que hay dentro—. Hay agua, y si quieres algo de comida te lo debo. A menos que quieras que vaya a buscarla.
—Ni de coña—responde él.
Luz le enciende el televisor en un intento de empatizar con él. Nota que esta vez si se ha colocado una almohada por detrás de la cabeza.
La chequea el suero y procura que siga goteando. Luz bosteza.
—Oye, hay sitio en la cama. No me importaría compartir la cama contigo—el hombre enarca una ceja, dando unas cuantas palmadas al lado vacío de la cama.
—Antes muerta que compartir cama con un asesino como tú—le responde ella con frialdad.
—Auch—se ríe Mark.
A Luz no le hace gracia, por lo que la risa de Mark aumenta hasta que se pone serio de golpe por el dolor de las heridas.
Luz apaga la luz y se acuesta arriba de la mesa después de crear una almohada con su bolso y tomar una manta que estaba dentro de un pequeño mueble. Como pudo se acomodó y observó a Mark, quien la estaba mirando con el reflejo del televisor encendido pegándole en la cara.
—¿Qué? —le suelta la chica de mala manera.
—Nada—él se encoje de hombros y vuelve la mirada hacia el televisor.
Se produce de nuevo aquel silencio pesado. Ninguno rompe el contacto visual.
—Tú no sabes el trauma que vas a dejarme después de esto—le susurra Luz, haciéndose una bolita encima de la mesa.
A Mark se le mueve algo por dentro tras escucharla.
—Hare que esto no sea una pesadilla del todo para ti—le responde Mark.
Luz siente miedo, pero a la vez, no lo ve del todo como una amenaza. Sabe que detrás de esa coraza hay un hombre aterrado porque lo encuentren. Está asustado, lastimado y le tiene tanto terror a la policía…
Sabe que no va a hacerle daño si le hace caso, tampoco intentó propasarse con ella. Exceptuando aquel comentario de invitarla a dormir con él. Sin embargo, reconoció aquel chiste estúpido que aún la cabrea.
Luz va cerrando los ojos, poco a poco. Mark no quiere perderse aquel momento en que se duerme y su respiración se visualiza un poco más calma.
«Prometo no hacerte daño y protegerte mientras estés a mi lado. Voy a agradecerte toda la vida de que me hayas curado y protegido» piensa Mark con tristeza.
Pero luego recuerda que ella solo lo hace porque está bajo amenaza y todo rastro de sensibilidad se esfuma.
Toda paz y sueño se marchita en cuanto se oyen disparos. Los dos se despiertan de golpe, sobresaltados.
Entonces Mark lo sabe, no hace falta ni siquiera deducirlo: fue descubierto y las fuerzas hostiles enviaron gente para asesinarlo.
Lo han encontrado.
CAPÍTULO 4Alrededor de diez hombres se metieron de imprevisto en el pasillo del subsuelo del hospital. Luz supuso que pudieron ingresar sin ser vistos por la cantidad de puntos ciegos que posee el edificio. Sólo en pasillos específicos hay cámaras y siempre se preguntó por qué no añadieron más.Con el dolor que tenía y la agonía de su piel afiebrada, Mark se levantó de la cama con uno de sus dedos en los labios en señal de que ella haga silencio. Luz temblaba observando la puerta, preparándose mentalmente para la matanza que se aproximaba.Si venían a asesinarla junto con él, podría despedirse de todo lo que había hecho bien hasta el momento. No se aferraba a la vida como años anteriores, no estaba bien anímicamente y lo único que deseaba en aquel momento es que si, la asesinaban, que no doliera en lo más mínimo.Entonces la fuerte patada en la puerta fue lo que sobresaltó a ambos y la habitación se iluminó por la cantidad de linternas que la alumbraban. Luz no supo contar en total c
CAPÍTULO 5Antes de que Luz pudiera abrir la puerta, varios hombres vestidos de negro y con armas en sus manos forzaron la entrada y la inmovilizaron en el suelo.Mark se levantó de golpe, dando vuelta la mesa ratona de luz con las tazas y las galletas sin querer. Luz, agotada y saturada por la situación, lloró en el suelo, temiendo por su vida.El líder de la banda, Timothy va directo hacia Mark a socorrerlo. Por lo que ve Luz, el hombre es un tipo alto, musculoso de cabello canoso muy corto y tiene tatuajes en todo el rostro para cubrir lo que parecen arrugas y cicatrices. Tiene la piel bronceada.—Suéltenla. Ella no hizo nada—le ordena Mark, dirigiéndose hacia donde está Luz pero Timothy le pone una mano en el pecho, negándoselo.—Muchacho ¿estás bien? Hace horas te llevo buscando—le confiesa él, procurando que esté bien, observando cada herida.—¡¡Dios, suéltenme!! —grita luz, mientras uno de los hombres de Timothy tiene clavada su rodilla en la espalda de ella y sus muñecas unida
CAPÍTULO 6La protagonista femenina escuchó el sonido de pasos y la puerta abriéndose.Luz lo único que hizo fue ponerse de pie, alertada, con sus manos aferrándose a los barrotes de aquella asquerosa y oscura celda. Cuando la puerta se abre, deja entrar una intensa luz que ilumina parte del sitio. Se ve deslumbrada.Pensando que era aquel mafioso, le recriminó por ser un desagradecido y tratar a sus salvadores de forma tan grosera.—Eres un hijo de la mierda misma, deberías pudrirte en un pozo y que tu cuerpo se lo coman los gusanos—le dice Luz, con la poca fuerza que tiene.—Wow, cuanto rencor guardas en tu pequeño cuerpo.Hasta que el tío Mark no habló, ella se dio cuenta de que había recriminado a la persona equivocada. Se sintió algo avergonzada, pero aquel sentimiento le duró muy poco porque todos eran igual de peligrosos que aquel mafioso de mierda.El tio de Mark se acercó poco a poco pero sólo a una distancia determinada. Observó a Luz, con cierta curiosidad. No era la gran c
CAPÍTULO 7Luz supo que aquella seria su única salida.Mark lamentó no dejarla ir si no llevaban a cabo ese trato.Ambos no deseaban aquel destino, pero la vida de ella había dado un giro tan inesperado que ahora estaba en manos de un hombre desconocido, oscuro que le daba miedo.—Intenté ayudarte—susurró Luz, dejándose caer sentada al suelo y observando sus manos con tristeza—. Hice todo lo que estuvo a mi alcance para que estuvieras seguro y así me pagas.—No tuve opción—se lamentó él.—Nadie la tiene, cuando en realidad sí lo hay.—En este caso no la hubo, doctora Martin.Luz le dijo que necesitaba tiempo para pensarlo. Le pidió a Mark que le devolviera el celular, y él pidió a alguien que lo hiciera inmediatamente. Uno de sus hombres apareció y le dio el celular tras recibir esa orden.—Necesito que te vayas; es una llamada personal—le pidió ella.Mark se le rio en la cara.—No voy a arriesgarme a que llames a la policía.—¿Cómo demonios esperas a que llame si ni siquiera sé dónde
Capítulo 8Luz sale de la celda con las manos esposadas como si fuese un criminal. Las llaves de esta cuelgan en el morral de la cintura de Mark, quien la lleva sujetándola del brazo a una de las oficinas que hay en el último piso del edificio.Le han vendado los ojos, por lo que no puede ver con claridad a dónde va. Sólo puede visualizar sus zapatos que pisan baldosas blancas inmaculadas que reflejan la luz del techo.No oye nada, ni siquiera murmullos. El sitio está en silencio.Todavía no puede creer que va a casarse con él. Con el mafioso que la secuestró. Dios, esto deberá hablarlo con algún psicólogo porque claramente va a dejarle secuelas.A menos que termine muerta.Luz temía por su vida. Y no porque ahora le tuviera miedo a la muerte, sino que, iba a estar junto a ese hombre sabe Dios hasta cuándo.Mark, mientras tanto, caminaba con cuidado para que ella no se lastimara al caminar. Esos zapatos eran tan altos ¿cómo las mujeres lograban andar por la vida con ellos? Se prometió
CAPÍTULO 9Luz observa como todo sucede lo que está pasando. No tardó en soltar a Nick luego de aquel abrazo que Mark se había abalanzado sobre él para retenerlo en el suelo con ambas manos contra su espalda. Gracias a Dios era otra entrada en el hospital en la que no había nadie como para llamar la atención.—¡Mark, suéltalo! —gritó Luz—¡Es mi compañero de trabajo!—¡Agg, Dios! ¡¿Qué te sucede?! —le grita Nick, tratando de levantar la cabeza y así poder mirarlo, pero Mark tiene una rodilla en la espalda de él y está sujetándole las manos con fuerza.—¿Compañero?—¡Sí, suéltalo, Dios! —grita Luz, intentando quitárselo de encima empujándolo.Mark duda un instante y tras confiar en su palabra, se levanta él primero y ayuda a levantar al cirujano después. Todo el uniforme de él se ve sucio por el suelo del exterior.—Lo siento, fue puro protocolo—se disculpó Mark con el compañero de ella, seriamente.Nick no le dijo nada, sólo se lo quedó viendo con mala cara. Nick volvió toda la atenció
CAPÍTULO 10Fue tan grande el golpe anímico que sufrió Luz en menos de veinticuatro horas, que Mark la llevó a una de las habitaciones vacías del hospital y la obligó a que se acostara para que pudiera dormir un poco. La joven no pudo evitarlo y el sueño le ganó y no tardó en quedarse dormida.Luz estaba destrozada por perder aquel paciente. Era tan solo un pequeño de nueve años que tenia toda una vida por delante. Luchó hasta el final. Nick se ocupó de notificar a la familia.Mientras Luz dormía, Mark veló aquel sueño cerrando las cortinas y cerrando la puerta con cerrojo para que nadie los molestara. Arropó a Luz con aquellas sabanas blancas pesadas y una pequeña manta color pastel que tenia las iniciales del nombre del hospital.Sabia que no era lo correcto hacerlo, pero Mark se acostó a su lado, en el pequeño espacio que ella había dejado y la miró mientras dormía. Se sintió extraño ver lo parecida que era a su madre de joven. Creyó estar volviéndose loco, pero no podía dejar de c
CAPÍTULO 11.—Deja que esta vez voy a conducir yo. Tú estás demasiado irritante—le dijo Luz, subiendo a la camioneta de Mark.Mark no dejaba de mirarla por el simple hecho de que se estaba comportando como se debía y no había visto ningún indicio de que iba a escapar.—Vas a manejar directo al edificio—le dice él.Una vez dentro, Luz enciende el auto.—¿O qué?—O tendré que matarte—escupe Mark, sin una pizca de gracia.Sabia que hablaba en serio, por lo que Luz no le quedó otra que obedecer. Quizás Mark podría tener el atractivo que, a todas hacia suspirar, pero para ella, él era un sociópata de mierda.La joven empezó a conducir siguiendo las indicaciones de él.En el camino, Mark le preguntó a Luz sobre su familia. Aunque había investigado y lo tenía claro, seguía queriendo escuchar a que ella se lo dijera.—No creo que deba contarte eso—se negó ella mientras conducía.—Deberías.—¿Vas a sacarme información con tu arma? —ella suspira, sabiendo que él le diría que sí—. Soy huérfana,