Capitulo 5

CAPÍTULO 5

Antes de que Luz pudiera abrir la puerta, varios hombres vestidos de negro y con armas en sus manos forzaron la entrada y la inmovilizaron en el suelo.

Mark se levantó de golpe, dando vuelta la mesa ratona de luz con las tazas y las galletas sin querer. Luz, agotada y saturada por la situación, lloró en el suelo, temiendo por su vida.

El líder de la banda, Timothy va directo hacia Mark a socorrerlo. Por lo que ve Luz, el hombre es un tipo alto, musculoso de cabello canoso muy corto y tiene tatuajes en todo el rostro para cubrir lo que parecen arrugas y cicatrices. Tiene la piel bronceada.

—Suéltenla. Ella no hizo nada—le ordena Mark, dirigiéndose hacia donde está Luz pero Timothy le pone una mano en el pecho, negándoselo.

—Muchacho ¿estás bien? Hace horas te llevo buscando—le confiesa él, procurando que esté bien, observando cada herida.

—¡¡Dios, suéltenme!! —grita luz, mientras uno de los hombres de Timothy tiene clavada su rodilla en la espalda de ella y sus muñecas unidas

—¿Por qué m****a llegaron tan tarde? —grita Mark, llevándose las manos a la cabeza—. Eran más de diez sujetos contra yo solo y casi la matan a ella—apunta con el dedo a Luz de forma fugaz.

—Es mejor que mantengas la calma, porque se vendrán peores cosas, Mark—le advierte el lider—¿Ella está contigo?

Luz lo mira, con los ojos llorosos, dándole una mirada despreciable. El rostro de la chica está rojo por el llanto.

—Sí. Ella vendrá con nosotros—les informa Mark, lamentándose así mismo por la decisión ella tomó.

El rostro de Luz se volvió pálido.

—¿Qué?¡No, no por favor no me lleven con ustedes!¡Tengo una familia, dios por favor no me lleven con ustedes! —suplica a los gritos deseando que alguien la escuche—¡Por favor mi gato no puede quedarse sin comer, dios por favor no me hagan esto! —grita aún más fuerte mientras los ojos de ella están siendo vendados para que no pueda ver absolutamente nada.

Mark prefiere no verlo. Va a odiarlo de por vida.

La mano de Timothy va directo al hombro de Mark, en signo de aprobación.

—Muchacho, hiciste un buen trabajo. Ahora estás a salvo.

***

Cuando le quitan la venda de los ojos, oye como alguien cierra la puerta de lo que parece una celda. Está todo a oscuras, no puede oír nada. Ni siquiera el sonido de una mosca. Incluso hay eco.

—No, no me pueden hacer esto—Luz reacciona del shock, corriendo hacia la celda y aferrando a sus manos a los fríos barrotes, suplicándole a uno de los hombres que la han encerrado—. Yo sólo curé a ese sujeto, ni siquiera sé su nombre. Soy doctora, por eso lo he curado. No estoy involucrada con él—la chica se arrodilla, abatida al ver que este simplemente la observa con una sonrisa en el rostro, burlándose de ella—¡Hijos de puta!¡¡Los odio!!¡Por favor quiero irme!

Luz se ha desgarrado la garganta gritando y sus ojos ya están hinchados de tanto llorar. La joven doctora pega la mejilla en uno de los barrotes fríos, sollozante.

La noche parece una pesadilla, una sin fin y parece que todo seguirá así. Piensa que ni siquiera se han tomado la molestia de cerrar su casa, que cada ventana y puerta han quedado abiertas. Que su gato seguro se ha escapado y ya no regresara.

Que nadie va enterarse dónde está porque ni siquiera ella lo sabe. Luz está tan aterrada que cierra los ojos y se abraza las rodillas, rogándole a todos los dioses que puedan verla misericordia. Ella no ha hecho nada malo en esa vida ¿por qué la castigan de esa manera?

Solo tiene veinticinco años, no tiene familia (les mintió a ellos para ver si con eso podían llegar a soltarla) y sólo tiene algunas amigas que apenas puede ver por la cantidad de trabajo que tiene.

Quizás en algún momento alguien va a empezar a buscarla, pero cuando logren encontrarla (si es que lo hacen) será demasiado tarde.

Su cabello café, largo y ondulado, se le pegaba a las mejillas, hacia frio, todo estaba a oscuras. Había olor a humedad y el piso se sentía pegajoso. Lo supo porque su pantalón se pegoteaba contra él.

Le confiscaron su celular y otras herramientas de comunicación antes de meterla en una celda. Ella maldijo a Mark y deseó de todo corazón que sus heridas empeoraran.

Y eso iba en contra de todas sus creencias como doctora.

Pero Mark no era humano, era un inmundo animal de porquería que debía ser sacrificado.

Si ella quedaba con vida…iba a vengarse de él.

**

Mark está sentado en una de las sillas de la oficina, ha sido vendado por sus hombres y le han traido algo de comida. Se ha quedado en una de las habitaciones del edificio. Hay televisor, luz y un cuarto de baño.

No puede dejar de pensar en ella y lo unico que desea es que ninguno de los hombres le hagan daño. De todas formas, a amenazado a todos para que la mantengan a salvo hasta que todo termine.

Mira sus heridas y ve que ella ha hecho un trabajo excelente curandolo. Le duele la cabeza. Está agotado. Cree ver el amanecer en una de las ventanas, pero sólo es la luz de la calle. Ha empezado a llover de forma torrencial.

Lo peor de todo es que ahora le toca dar las malas noticias.

Mark desea que las cosas fueran diferentes, odia tener que comprometerla en todo este mundo maldito en el que él está metido. Si tan sólo hubiera una manera de mantenerla a salvo.

Y la hay, pero a la doctora Luz Martin no va a gustarle.

Supone que a partir de ahora ellos dos estaran juntos en todo esto y que ella debera estar preparada para lo que se aproxima.

Sólo quiere ella no salga herida y él hara cualquier cosa por protegerla.

Y él, nunca ha protegido a nadie.

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