Liana Clinton
Habían pasado seis días de haber pedido el contrato y los bancos simplemente no llamaban para confirmar o negarme el préstamo y eso solo me estaba poniendo muy nerviosa.
Cada día que pasaba era un día más en el que mi madre corría riesgo de volver a desmayarse en algún lado de la casa. Y aunque estaba tomando medicamentos para mejorar, eso solo estaba retrasando lo inevitable.
No quería que mi madre llegara a los extremos de necesitar un trasplante y si ni siquiera podía pagar esta cirugía un trasplante sería impensable. No quería perderla, no podía permitir que mi pequeña hermana se quedara sin madre, así como se había quedado sin padre.
Y aunque claramente estaba muy distraída con todo lo concerniente a mi madre y el dinero que necesitaba pero que no tenía, era inevitable que no me fijara en los cambios que estaban dando a lugar en mis narices.
Hacía unos dos días Christian Cleiman, el abogado y mejor amigo del señor Flesher, había estado en su oficina. Al salir me dijo que tenía grandes planes para mí y luego se marchó sin permitirme cuestionarle nada.
Después de ese día el señor Flesher había estado dándome miradas furtivas.
No había ningún interés de por medio, de hecho, nunca me dirigió la palabra más que para ordenar rabiosamente como siempre, pero esta vez sus ojos me asimilaban más de lo necesario y mientras se encontraba en el gimnasio sus ojos me buscaban a través del espejo para mantener su mirada clavada en mí.
Sabía que algo había cambiado, no era difícil de deducirlo, pero ciertamente me ponía nerviosa investigar que lo había hecho.
Mientras terminaba de revisar unos cuantos documentos para entregárselos al señor Flesher, escuché como el ascensor se abrió y levanté mi mirada para ver a la mujer de recursos humanos caminar con paso decidido hacia la oficina.
Ni siquiera me molesté en decirle que le avisaría a mi jefe de su presencia, ya estaba acostumbrada a estas visitar furtivas de la señorita rubia por lo menos dos veces a la semana.
Sabía que ella estaba muy muy interesada en el señor Flesher, pero él solo buscaba sexo en ella. Los había escuchado discutir varias veces desde mi lugar, bueno, la escuchaba a ella gritar, más que nada, ya que el señor Flesher permanecía impasible, pero eso no la detenía de seguir con sus berrinches pidiéndole algo más que encuentros furtivos en su oficina en dónde la follaba sobre su escritorio o en su sofá.
Por eso siempre me aseguraba de no tocar ninguna superficie en su oficina, no quería imaginar tocar algo en dónde el culo de la señorita había estado.
Cuando pasó junto a mí me dio una mirada por encima de su hombro y continuó hacia la oficina para cerrar la puerta detrás de ella.
No pasó mucho tiempo cuando comencé a escuchar gemidos amortiguados y suspiré profundamente antes de levantarme de mi lugar para tomar mi botella de agua y caminar hacia el lugar dónde se encontraba la fotocopiadora.
La encendí para imprimir algo y escuchar cómo se tragaba el papel mientras me dejaba caer en el suelo y bebía de mi botella de agua mientras miraba a la nada.
La preocupación me envolvía como un manto y las lágrimas se amontonaron en mis ojos, pero las parpadeé.
¿Cómo conseguiría tanto dinero si el banco no me daba el préstamo? Tendría que hipotecar la casa y mamá probablemente se moriría de un infarto si le decía tal cosa. La casa era todo lo que nos quedaba de papá y aun si la lograba hipotecar tendría que buscar más dinero para la recuperación.
Podría pedir un préstamo a la compañía para eso, solían darlos si había buenas razones de por medio.
El problema estaba en que eso reduciría mi salario y yo debía mantener la casa con todos los gastos, sin mencionar la universidad de mi hermana y entonces el pago de la hipoteca.
Todo se estaba yendo a la m****a y yo con ella.
Pero yo nunca me rendía, eso era lo que me caracterizaba después de todo.
Con un suspiro pesado me levanté de mi lugar una media hora después al escuchar como la puerta de la oficina se abría.
Sabía que ella estaba haciendo su pasarla de la victoria hacia el ascensor, por lo que me quedé de pie hasta que escuché que el ascensor cerraba.
Al regresar a mi puesto un poco desgarbada me encontré con el señor Flesher recostado del marco de la puerta de su oficina.
Mis pasos se detuvieron abruptamente y mi mirada lo repasó mientras fruncía el ceño severamente.
Tenía el cabello despeinado, su camisa tenía algunos botones sueltos que me dejaban ver la piel bronceada y tersa de su pecho, la corbata había desaparecido y la camisa estaba por fuera de sus pantalones.
Se notaba de lejos que había sido follado y prefería no acercarme por si el olor a sexo persistía.
Pero indudablemente lo prefería durante las horas posteriores a sus orgasmos, porque él no eran tan mordaz ni tan arrogante, parecía ciertamente relajado después de ello.
—Tiene una reunión en una hora, será mejor que se arregle, además, en unos minutos le llevaré unos documentos que debe leer y si puede riegue el aromatizante, el olor a sexo en lugares cerrados no le hace bien a mi nariz.
Mi tono de voz fue suave y calmado y sin esperar su respuesta me acerqué a mi escritorio y me senté en el para comenzar a teclear en el teclado del computador para anotar el día y la hora en la que entró y salió la señorita de recursos humanos.
Minutos después aun podía seguir sintiendo la mirada de mi jefe sobre mí y esa fue otra de las cosas que sabía que había cambiado.
Él nunca reparaba en mí más de dos segundos, entonces las palabras de Christian regresaron a mi mente. Algo estaba pasando, algo que no sabía y que no me dirían hasta que no fuera necesario.
Minutos más tarde la puerta se cerró y suspiré aliviada.
Continué con mi trabajo y una media hora llevé los documentos para que los revisara y los firmara, pero él solo colocó su firma dónde correspondía confiando en mí y en lo que le daba para firmar.
No era extraño, él desde que cumplí cuatro meses en el trabajo dejó de fijarse en lo que yo le daba para firmar sin mencionar que ni siquiera me pedía que tocara la puerta al entrar.
Él confiaba en mí, realmente lo hacía.
Y en cuanto me dio los documentos tenté con irme, pro su voz me detuvo.
—Necesito hablar contigo, Liana.
Mi ceño se frunció ante la forma en la que me llamó. Él nunca me llamaba por mi nombre, sí, creo que algunas veces me tuteaba, pero casi nunca y el que me llamara por mi nombre erizó todos los vellos de mi piel.
Esto no se sentía bien, no se sentía correcto y el temor me envolvió como una manta venenosa.
¿Me despediría? No, no podía ser eso, demasiado improbable, después de todo he sido la que más ha durado en este empleo, cumplía con mi trabajo a la perfección y nunca protestaba.
Sí habíamos tenido varios encontronazos, pero él nunca los tomaba enserio, solo me miraba largos minutos y luego se iba y no me llamaba hasta que pasaban varias horas y se calmaban mis ánimos.
—¿Qué necesita? —cuestioné cautelosamente.
—¿Puedes sentarte? —yo miré la silla a mi lado y fruncí el ceño considerablemente.
—No me la follé en la silla, Jesús, ni siquiera la tocó.
Mi mirada se dirigió hacia él y me senté en la silla mientras entrecerraba los ojos en su dirección.
—Se supone que sería Christian quien te diría esto, pero prefiero hacerlo directamente yo, ciertamente es algo que nos concierne solo a nosotros dos.
Nerviosamente me removí en mi lugar y ladeé mi cabeza para analizarlo en otor ángulo. No había necesidad, ya que tenía sus rasgos memorizados, pero Jesús, siempre era un placer apreciarlo, aun cuando estaba claramente nerviosa. Pero al diablo, eso me distraía considerablemente.
—¿Solo a nosotros? —cuestioné en medio de su pausa y él asintió.
—Iré directamente al punto. En siete meses se vence el tiempo para reclamar la herencia que me dejó mi abuelo, pero el testamento tiene una cláusula que no me permite cobrar la herencia sin antes cumplirla.
Él guardó silencio varios segundos, pero yo no hablé, solo esperé a que continuara.
—Debo casarme en menos de un mes y durante seis meses para poder cumplir con la cláusula, sin mencionar que tengo que hacer que parezca real, verdadero, pues hay testigos en el testamento que deben certificar que mi amor por mi esposa es real.
—Ajá —dije sin entender en qué me involucraba esto.
Pero bueno, si lo sabía, solo que no quería asimilarlo.
—La cuestión, Liana, es que Christian te ha elegido para que seas mi esposa, tendríamos que firmar un contrato ambos, pero te pagaría medio millón de dólares si aceptas.
Pestañeé lenta y aletargadamente durante unos instantes. Mi boca se abrió con sorpresa mientras trataba de buscar aire, pero, bueno, el shock seguía profundamente arraigado en mí y aunque intentaba sus palabras aún no se procesaban.
—¿Qué? —solté como una estúpida.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y eso también me dejó fuera de juego. Este arrogante hombre nunca, absolutamente nunca sonreía.
—Que quiero que seas mi esposa por contrato, Liana, Quiero que me ayudes a cumplir la cláusula que permitirá reclamar medio billón de dólares y tu obtendrás medio millón de dólares si aceptas, incluso podría darte un millón de dólares completo si consideras que necesitas un mayor incentivo para aceptar.
—¿Por qué yo? —cuestioné aun sin poder entenderlo del todo.
—Porque tú eres la única mujer que me ha soportado por nueve meses, has estado cerca y tampoco te has enamorado de mí. No quiero una mujer que se obsesione conmigo en un instante o una que tenga la necesidad de mostrar nuestra unión por todas las esquinas y tú eres la mujer perfecta para esto.
Liana ClintonAun no podía asimilarlo del todo.Mi cabeza continuaba dándole vueltas a sus palabras mientras él me miraba atentamente, tal vez dándome tiempo a que mi cerebro procesara su petición, sus palabras, su oferta.—Entiendo que es algo complicado de asimilar —hizo una pausa al ver que mis labios se entreabrían, pero no salió nada de ellos —pero necesito alguien en quien confíe para esto y tú eres probablemente la persona en la que más confío después de Christian. Has sido mi secretaria durante nueve meses demostrando que eres de fiar y si aceptas esto realmente te beneficiará a ti.Continué en silencio mientras mi cabeza recreaba la cantidad de dinero una y otra vez. Medio millón de dólares era una suma increíblemente grande. Podría hacer tantas cosas con ese dinero y una de ellas era sacar a mamá de su miseria, devolverle la vida de alguna forma.—¿Qué conllevaría el casarnos? —pregunté al fin.Había costado recuperar mis palabras, pero agradecí que mi mente formulara una pr
Liam FlesherLa llamada de Christina me sacó de mi estado de concentración mientras analizaba mis próximos movimientos en una de mis empresas.Con el ceño fruncido tomé el teléfono y lo coloqué en altavoz para seguir repasando ciertas cosas mientras lo escuchaba hablar de cualquier cosa que necesitaba.—Resulta que le aprobaron uno de los préstamos a tu pequeña avecilla —casi por inercia mis movimientos se detuvieron y me concentración se enfocó en la voz de Christian y lo que estaba diciendo —eso nos deja en desventaja, ya que no te necesita para saldar sus deudas y por lo renuente que parece a contestarte supongo que esto es lo que esperaba, que otra puerta se abriera para no tener que elegirte.—Entonces no la voy a forzar a elegirme, Christian —contesté simplemente. Aunque aquella respuesta me dio un mal sabor de boca. Ya me había imaginado como sería vivir con la avecilla bajo un mismo techo.Me pregunté si su temperamento saldría a relucir o seguiría apagando el fuego que veía e
Liana ClintonMe habían rechazado todos los prestamos alegando que no tenía crédito suficiente para solicitar algo de esa magnitud. Y que, aunque pagara mis impuestos y mis servicios a tiempo, no era suficiente para aceptar darme un prestamos de aquella cifra.¿Lo peor? Los bancos llamaron simultáneamente pidiéndome que considerara la cantidad y que aceptara un prestamos de más bajo nivel. Pero uno de más bajo nivel solo me endeudaría sin sentido y no me serviría para completar el dinero que yo requería.Y aunque la solución estaba en mi mano, estaba demasiado renuente a aceptarlo.Siempre creí que cuando me casara lo haría por amor, siempre creí que lloraría por el hombre con el que me encontraría en el altar teniendo que utilizar maquillaje a prueba de lágrimas desbordantes.Pero ahora la primera vez que me casa sería por dinero y con un contrato de por medio para mantener la fachada de esposa perfecta y tener mis quejas en silencio.¿Tendría que soportar ver al señor Flesher liarse
Liana ClintonCuando estuvo listo el señor Flesher, se detuvo junto a mí y sonrió pausadamente al ver que me había arreglado el cabello amarrándolo en un moño suelto en la base de mi nuca, ya que peinarlo no era una opción en estos momentos.—Estás más presentable —atinó a decir y la verdad es que prefería cuando a penas se fijaba en mí.Ahora se siente incómodo estar en su punto de mira a cada nada.—Tiene una reunión en media hora, será mejor que se apure.Sin esperar su respuesta comencé a caminar hacia la puerta con su traje sucio en una bolsa, su mochila de deporte en la otra y mi bolsa colgando de mi hombro mientras malabareaba para no caerme. Él sin embargo iba con su teléfono móvil en mano, probablemente revisando los puntos a tratar en la cena de esta noche.Y no me quejaba, ciertamente este era mi trabajo. Hacerle la vida más fácil para que él pudiera enfocarse en las cosas importantes.Pero eso no quería decir que estaba contenta de recibir su lado grosero a cada nada.Una
Cuando el autobús se detuvo en la parada más ceca de casa tuve que caminar solo un par de cuadras hasta que la fachada de la bonita casa rosa estuvo a la vista. Mamá siempre soñó con tener una de esas casas de vecindario con valla blanca, jardín de flores delantero, un solo piso y colores pasteles decorando las paredes. Y papá se lo regaló, mucho antes de morir y aunque murió demasiado rápido, al menos disfrutaron este lugar durante muchos años. Recordar aquellas cosas hacían que mi pecho se apretujara, pero estaba agradecida con el tiempo que lo había tenido, no pude hacer más para salvarlo. Pero con mamá ahora era diferente. Ahora podía hacer mucho más para resolverlo. Esta vez podría hacer algo más que afrontar lo inevitable. Al entrar en casa Adri salió de su habitación en el pasillo y me sonrió levemente. Sus ojos estaban algo enrojecidos y sabía que debió haber estado llorando. Le di una suave sonrisa antes de caminar hacia la cocina en dónde escuchaba a mamá probablemente l
Liana ClintonDespertarme fue un martirio cuando fue difícil conciliar el sueño durante toda la noche.Fue poco lo que logré dormir y así como llegó la hora de dormir, así de rápido pasó.Fue difícil levantarme de cama y tomar una larga ducha para poder despertarme. Lo siguiente fue buscar la ropa adecuada para el día y termine eligiendo un traje de color crema oscuro y zapatos cerrados negros sin tacón.Peiné mi cabello suelto con sus ondas naturales bien pronunciadas y solo tuve que ponerme labial y moverme hacia la cocina con mi bolso ya en mano.Al entrar noté que mamá estaba despierta y Adri estaba junto a ella, ambas con pijamas mirando por la ventana.—¿Qué hacen despiertas tan temprano? —cuestioné sobresaltándolas a ambas.—Hay un auto afuera —explicó Adri —el chofer está afuera como si esperara a alguien de aquí.Con curiosidad me moví entre ambas encontrándome con el chofer de señor Flesher fuera de mi casa.—Es el chofer de mi jefe —expliqué llanamente mientras dejaba besos
Liam FlesherA penas habían pasado dos días desde que Liana firmó el contrato. Todo seguía casi igual entre nosotros, si ignorábamos que habíamos salido a cenar juntos sin ningún socio posible en la ecuación, lo que era claro que lo hacíamos por ocio y no por compromiso.No nos habíamos vuelto a besar, pero en internet vagaban las imágenes que se habían capturado en el video que se tomó en el gimnasio.Por supuesto sabía que estaban grabando, pero me importó muy poco hacerlo sabiendo que recorrerían toda la ciudad y el país en cuestión de días.Y aunque ningún reportero había llamado a mi puerta considerando que eso había sido un beso de amigos, sabía que después de esta noche todo el mundo estaría enterado de que Liana estaba conmigo.No me desagradaba la idea en lo absoluto, pero según lo que había visto la mujer solo tenía cuatro conjuntos laborales y nunca la había visto en ropa que fuera de trabajo. Por eso me estaba tomando la molestia de elegir varios vestuarios en una tienda e
Liana ClintonEran las tres de la tarde cuando llamaron a mi puerta. Adri estaba en su habitación mientras que mamá y yo estábamos en la sala tejiendo para que ella se entretuviera. Así que fui yo quien se levantó y fue a la puerta para ver quien era.Al abrirla me encontré con Michael, el chofer y tenía en sus manos muchas bolsas de alguna tienda de marca que no reconocía y una nota entre sus dedos. Me hice a un lado sin saber que más hacer y lo vi pasar para dejar las bolsas en la sala antes de volver a acercarse de nuevo a mí.—Buenas tardes, señorita. Lamento venir sin avisar, pero el señor solo me pidió recoger estas cosas hace un momento y traérselas, también le envió esta nota.Pasaré por ti en la noche, iremos a un club. Sé puntual. Sabía que no la había escrito él, pero las palabras sabía que provenían de él, pues era exactamente lo que él diría si tuviera que escribirla por sí mismo.Michael entró un par de veces más terminando de descargar las bolsas y Adri ya se encontrab