Liam FlesherNo había tenido la intención de correr tras ella en la ducha. No había tenido intención de desnudarla ni de empujarla hacia sus límites mientras me deleitaba con el sabor a sal y sol de su piel mientras recorría su cuerpo.Ni siquiera había tenido la intención de desnudarme tras ella para sentirla contra mí completamente desnuda.Lo único que había pensado era entrar, limpiar la sal y arena de mi cuerpo y dejarla dentro mientras me ponía ropa seca para ir a hacer el almuerzo y que no muriéramos de hambre después de tanto tiempo en el mar sin comer nada más que nuestro desayuno.Pero todo se salió de control y ahora tenía a Liana debajo de mí, mirándome con ojos suplicantes mientras su cuerpo desnudo me pedía que lo tocara, que lo conociera, que lo asimilara.Había admitido que ella era hermosa, hermosa a su manera había dicho. Pero también era hermosa a mí manera. Esa forma tan cruda en la que sientes que no puedes tener más de lo que vez, esa forma en la que necesitas mi
Liam me había hecho suya. No solo por su anillo en mi dedo o por el apellido que iba tras mi nombre ahora, sino por como me había tomado después de haber salido de la ducha.Él se adueñó de mi cuerpo, conoció mis puntos más erógenos y me demostró que realmente nadie me había tocado como merecía, porque nunca había ardido de la forma en la que lo había hecho con él.Y aunque solo había pasado una hora de nuestro encuentro, quería más. Estaba ansiosa por tenerlo sobre mí nuevamente o tal vez debajo de mí esta vez. Y por la forma en la que me miraba no dudé de que sabía a dónde iban mis pensamientos, pero se concentró en cocinar para ambos. Y considerando que habíamos estado toda la mañana en la playa y parte de la tarde conociéndonos uno al otro, ambos estábamos hambrientos.Las habilidades culinarias de Liam eran bastas, aunque muy sofisticadas considerando que estaba cocinando algo demasiado elaborado, pero que él lo hacía parecer sencillo. Lo entendía, él estaba acostumbrado a come
La isla en todo su esplendor era única y hermosa. Habíamos explorado sus terrenos lo más que pudimos tanto caminando como en los todo terrenos o en las motos de agua para también apreciar el mar y las playas que la rodeaban. Todo era único en aquel lugar y los lazos entre él y yo se estrecharon cada vez más. Pero pronto tendríamos que regresar a la ciudad que habíamos dejado atrás y aunque estaba ansiosa por ver a mi hermana y a mamá, también estaba alto nerviosa por todo lo que tendría que enfrentar. Tenía miedo, si, pero cada vez que lo miraba a los ojos me convencía a mi misma de que aunque todo esto podría salir muy mal, él estaría ahí para ayudarme a superarlo.
El doctor nos observaba a Adriana y a mí con una expresión pétrea, pero con ojos levemente brillosos.No tenía idea de qué estaba sucediendo realmente. Mi mamá había estado enferma últimamente y en esa noche en particular terminó colapsando totalmente y tanto Adri como yo nos vimos en la necesidad de traerla al hospital.Sabía que había roto un par de leyes mientras pisaba el acelerador de mi auto a fondo, pero nada de eso importaba cuando mi mamá había estado diaforética e inconsciente tras haberse caído en la cocina.Por suerte, nada se rompió cuando cayó al suelo, al menos no a nivel externo y esperaba que nada a nivel interno, pero al ver la expresión del doctor, sabía que algo había sucedido.—La señora tiene un problema renal, uno de sus riñones no está funcionando correctamente y ha estado contaminando su sistema, solo uno de ellos funciona bien y el dañado parece estar contaminándolo.Adri suspiró aparatosamente y se aferró a mí como si su vida dependiera de ello. Siempre habí
Liana Clinton De verdad no podía absolutamente creerlo. A penas eran las benditas diez de la mañana y ya estaba cabreada. No podía creer que simplemente tenía que tratar con la máquina del infierno por segunda vez en el día solo porque mi querido jefe (y espero que se note el jodido sarcasmo) había vertido su taza de café a medio llenar sobre los documentos que había impreso para que pudiera firmarlos y así yo escanearlos más tarde.Esto solo había pasado porque él era un jefe de mierda. Había dicho que el café estaba frío, cuando claramente estaba tibio y al empujarlo a un lado de su escritorio se volcó sobre los dichosos documentos.Pero claro, que él fuera un desconsiderado no era totalmente el problema, había tratado con su actitud egocéntrica, narcisista y abusiva durante largos nueve meses. Nadie había soportado tanto tiempo siendo su secretaria, pero al punto, el problema era que tenía que tratar con la impresora traga papeles que no quería soltar el jodido papel tintado que l
Liam Flesher—No —determiné claramente ya irritado con Christian, mi abogado y un amigo que estaba siendo demasiado cercano para mi gusto.—No es una respuesta viable —respondió simplemente mientras se sentaba en una de las sillas frente a mí mientras miraba todo por encima de su hombro como si todo estuviera por debajo de él.Ciertamente era una actitud que me molestaba.—Si la es y ya te la dije.Christian suspiró pesadamente y cruzó una de sus piernas por encima de la otra mientras me leía, otra jodida cosa que odiaba que hiciera, por eso me mantuve rígido en mi asiento y lo miré directo a los ojos dejando de lado cualquier lenguaje corporal que él pudiera observar para torcerlo en mi contra, siempre lo hacía.—A ver, no vamos a dejar ir medio billón de dólares solo porque tú estes empeñado en no cumplir la cláusula, solo te quedan siete meses o todo ese dinero pasará a manos de tu primo el desmantelador y estoy seguro de que te restregará en tu cara que consiguió lo que tú no.—¿P
Liana ClintonHabían pasado seis días de haber pedido el contrato y los bancos simplemente no llamaban para confirmar o negarme el préstamo y eso solo me estaba poniendo muy nerviosa.Cada día que pasaba era un día más en el que mi madre corría riesgo de volver a desmayarse en algún lado de la casa. Y aunque estaba tomando medicamentos para mejorar, eso solo estaba retrasando lo inevitable.No quería que mi madre llegara a los extremos de necesitar un trasplante y si ni siquiera podía pagar esta cirugía un trasplante sería impensable. No quería perderla, no podía permitir que mi pequeña hermana se quedara sin madre, así como se había quedado sin padre.Y aunque claramente estaba muy distraída con todo lo concerniente a mi madre y el dinero que necesitaba pero que no tenía, era inevitable que no me fijara en los cambios que estaban dando a lugar en mis narices.Hacía unos dos días Christian Cleiman, el abogado y mejor amigo del señor Flesher, había estado en su oficina. Al salir me dij
Liana ClintonAun no podía asimilarlo del todo.Mi cabeza continuaba dándole vueltas a sus palabras mientras él me miraba atentamente, tal vez dándome tiempo a que mi cerebro procesara su petición, sus palabras, su oferta.—Entiendo que es algo complicado de asimilar —hizo una pausa al ver que mis labios se entreabrían, pero no salió nada de ellos —pero necesito alguien en quien confíe para esto y tú eres probablemente la persona en la que más confío después de Christian. Has sido mi secretaria durante nueve meses demostrando que eres de fiar y si aceptas esto realmente te beneficiará a ti.Continué en silencio mientras mi cabeza recreaba la cantidad de dinero una y otra vez. Medio millón de dólares era una suma increíblemente grande. Podría hacer tantas cosas con ese dinero y una de ellas era sacar a mamá de su miseria, devolverle la vida de alguna forma.—¿Qué conllevaría el casarnos? —pregunté al fin.Había costado recuperar mis palabras, pero agradecí que mi mente formulara una pr