Liana Clinton
Me habían rechazado todos los prestamos alegando que no tenía crédito suficiente para solicitar algo de esa magnitud. Y que, aunque pagara mis impuestos y mis servicios a tiempo, no era suficiente para aceptar darme un prestamos de aquella cifra.
¿Lo peor? Los bancos llamaron simultáneamente pidiéndome que considerara la cantidad y que aceptara un prestamos de más bajo nivel. Pero uno de más bajo nivel solo me endeudaría sin sentido y no me serviría para completar el dinero que yo requería.
Y aunque la solución estaba en mi mano, estaba demasiado renuente a aceptarlo.
Siempre creí que cuando me casara lo haría por amor, siempre creí que lloraría por el hombre con el que me encontraría en el altar teniendo que utilizar maquillaje a prueba de lágrimas desbordantes.
Pero ahora la primera vez que me casa sería por dinero y con un contrato de por medio para mantener la fachada de esposa perfecta y tener mis quejas en silencio.
¿Tendría que soportar ver al señor Flesher liarse con otras mujeres mientras estábamos casados? No era que me importaba, realmente no lo hacía.
Lo que importaba era mi imagen, como el mundo me vería si me metía con un hombre como Fisher que se la pasaba follando tanto en el trabajo como fuera de él. Y eso todo el jodido mundo lo sabía.
¿Cómo lidiaríamos con la señorita de recursos humanos cuando ella sabía perfectamente que estaba consciente de que follaban sobre su escritorio?
Yo era una montaña rusa de emociones dispersas y claramente necesitaba un respiro, un respiro que no obtendría hasta muy entrada la noche a causa de mis compromisos con el señor Flesher.
No quería tener que ir a esa cena, pero era algo estipulado hacía semanas y dejarlo ahora solo provocaría cortocircuitos en su cabeza.
Por alguna razón si llegabas a cambiar algo en su estructurada lista prefería no hacerlo, porque no tendría el tiempo suficiente para mentalizarse los cambios y organizar varios planes en su cabeza por si algo salía mal.
Y no estaba dispuesta a aplazar esta reunión una vez más.
En cuanto llegamos al gimnasio descendí del vehículo tratando de lucir lo más relajada posible, pero era casi imposible, por lo que recibí un ceño fruncido de parte del señor Fisher antes de dirigirse hacia los vestidos hacia donde lo seguí para dejar su bolsa dentro y devolverme.
Ciertamente iba muy desaliñada con el traje de falda azul marino que llevaba y aunque había aire acondicionado en el lugar, podía sentir que sudaba innecesariamente mientras veía a tantos hombres fuertes haciendo ejercicio.
Y debía admitir que era una buena distracción cuando mi mente había estado divagando por caminos oscuros durante las últimas horas.
Cuando escuché la puerta ser abierta me moví fuera del área de los vestidores y me senté en uno de los asientos cerca de las máquinas que le tocaban al señor Flesher hoy. Si mal no recordaba era día de cardio, lo que lo dejaría más sudado que de costumbre.
Una vez salió lo vi estirarse y luego subirse a la máquina de correr.
Llevaba pantalones de chándal grises y una camiseta blanca que no hacía nada para ocultar sus pezones y músculos fuertes y marcados. Y aunque quise ignorarlo mi mirada se dirigía a él constantemente.
Mi ceño se frunció cuando lo noté mirándome y no hizo nada para ocultar su mirada, por lo que tuve que mirar hacia otro lado escapando de la intensidad de ella.
Me removí incómoda varios minutos hasta que dejé de sentir su mirada y pude relajarme en mi lugar hasta que terminé recostada y con los ojos entrecerrados por el cansancio.
Había estado llorando durante una hora en el área de la impresora cuando recibí la llamada, y a esa le siguieron otras más y dos correos hasta dejarme fuera de juego.
Rogué porque el señor Flesher no llamara, pero aparentemente el haber estado llorando tanto tiempo me dejó más agotada de lo que había pensado.
Así que terminé con los ojos cerrados y tomando una pequeña siesta de cuarenta y cinco minutos mientras él terminaba lo que sea que estuviese haciendo.
Cuando volví a abrir mis ojos fue por el susto que me causó cuando algo cayó sobre mí. Mi sobresalto fue en vano, pues solo era una camiseta sudada, pero cuando levanté la mirada me encontré con el rostro del señor Flesher demasiado cerca del mío y sin camiseta.
Estaba sudado, pero no goteaba por su frente como de costumbre, lo que probablemente se debía a la camiseta húmeda en mi regazo.
Se había secado con ella y me la había lanzado.
—Despierta, avecilla, tenemos que irnos.
Pestañeé lánguidamente cuestionándome si aún seguía soñando o realmente tenía a Liam tan cerca de mi rostro que podía sentir su aliento abanicando sobre mi piel.
—Si me diera más espacio —susurré algo desconcertada y con la voz más ronca de lo que creí.
—Bien, iré a ducharme mientras tu tratas de ser una persona nuevamente —mi ceño se frunció ante su insinuación, pero antes de poder decir algo, él se inclinó y dejó un beso sobre mis labios, para después incorporarse y dirigirse hacia el pasillo que conducía a las duchas.
Mi corazón latía desenfrenadamente mientras trataba de analizar que Liam me había besado. Solo había sido un pico casi inocente de no ser porque él nunca me había siquiera tocado.
Tal vez en alguna de esas ocasiones en dónde casi me como el piso a tropezar y me sostuvo de mi brazo, pero nada más.
Y por ello todo encajó cuando miré hacia mi izquierda en dónde una chica continuaba con su teléfono levantado en mi dirección. Al notar que la miraba lo bajó casi de inmediato y se dio la vuelta para correr lejos de mi campo de visión.
Si bien, este lugar era de élite no quería decir que personas no conocidas no vinieran aquí. Muchos solo eran personas con suficiente dinero para pagar la suscripción y aprovechar todos los beneficios dados.
Por eso no era de extrañar que algún famoso fuera captado aquí, no estaba prohibido grabar o fotografías.
Gruñí algo enfadada y me levanté para ir hacia el casillero del señor Flesher y tomar uno de los dos trajes que aún quedaban dentro, luego, con paso decidido y el rostro desencajado abrí la puerta de las duchas de hombre valiendo madres todo y conseguí su m*****a ducha.
Por suerte solo dos estaban encendidas y estaban del otro lado de dónde me encontraba.
—Es muy ruin de tu parte comprometerme de esa forma.
Le dije al hombre que se duchaba de espaldas a mí.
Las duchas solo tenían una pequeña puerta de cristal desde medio cuerpo hacia abajo, que evitaba que el agua salpicara cuando cayera al suelo, por eso podía ver la parte superior de él.
Una ceja se enarcó mientras me miraba sobre su hombro y pronto la sonrisa maliciosa apareció. Odiaba esa m*****a sonrisa y más cuando se empeñaba en dirigirla hacia mí.
—No te he comprometido con nada, tu solita lo haces metiéndote al baño de hombres detrás de mí.
Mis mejillas se tornaron rojas, pero no reduje mi rabia ni por un solo segundo.
—No he aceptado nada de esto, así que no tienes derecho a ponerme en evidencia frente a cualquier cámara.
—¿Qué cámara? —cuestionó inocentemente y tuve que respirar profundamente para no meterme en la m*****a ducha y golpear su cabeza con los azulejos.
—Espero que cuando nos casemos no seas así de imbécil —las palabras salieron producto de mi rabia y todo lo que había estado conteniendo durante el día y él aprovechó cada cosa que soltaba para moldearla a su antojo.
—¿Entonces si te casarás conmigo, Avecilla?
—No me digas así —él se dio la vuelta por completo dejándome ver sus perfectos abdominales cubiertos de agua y aparentemente se duchaba con agua fría, porque no había ni una sola nube de vapor que evitara que mirara su cuerpo completamente.
Agradecí que la parte de abajo estuviera cubierta, porque entonces moriría de vergüenza.
—Te queda el nombre, más de lo que crees. Y aunque quisiera tener esta conversación en otro momento o darte más tiempo para procesar todo esto, no puedo, Liana. Necesito que me des una respuesta para saber si puedo contar contigo o tengo que buscar a otra mujer para que me de lo que tú no puedes darme.
Y sabía cuál sería la respuesta, lo había estado pensando desde que rechazaron mis prestamos, pero lo que salió en respuesta ciertamente lo solté en medio de la nube de desesperación molesta en la que él me había metido.
—Acepto, pero solo si subes la oferta a un millón de dólares y me das la mitad por adelantado.
Y no pareció inmutarse por mi petición, ni siquiera le importó que le estuviera pidiendo el doble de su oferta, solo contestó.
—Hecho.
Y no supe si fue por la obscena cantidad de dinero o por que estuviera completamente desnudo frente a mí mientras me miraba intensamente. Pero mi corazón y mi centro palpitaron a la par provocando que me sonrojara y tuviera que salir de las benditas duchas luciendo más desaliñada que cuando entré.
Liana ClintonCuando estuvo listo el señor Flesher, se detuvo junto a mí y sonrió pausadamente al ver que me había arreglado el cabello amarrándolo en un moño suelto en la base de mi nuca, ya que peinarlo no era una opción en estos momentos.—Estás más presentable —atinó a decir y la verdad es que prefería cuando a penas se fijaba en mí.Ahora se siente incómodo estar en su punto de mira a cada nada.—Tiene una reunión en media hora, será mejor que se apure.Sin esperar su respuesta comencé a caminar hacia la puerta con su traje sucio en una bolsa, su mochila de deporte en la otra y mi bolsa colgando de mi hombro mientras malabareaba para no caerme. Él sin embargo iba con su teléfono móvil en mano, probablemente revisando los puntos a tratar en la cena de esta noche.Y no me quejaba, ciertamente este era mi trabajo. Hacerle la vida más fácil para que él pudiera enfocarse en las cosas importantes.Pero eso no quería decir que estaba contenta de recibir su lado grosero a cada nada.Una
Cuando el autobús se detuvo en la parada más ceca de casa tuve que caminar solo un par de cuadras hasta que la fachada de la bonita casa rosa estuvo a la vista. Mamá siempre soñó con tener una de esas casas de vecindario con valla blanca, jardín de flores delantero, un solo piso y colores pasteles decorando las paredes. Y papá se lo regaló, mucho antes de morir y aunque murió demasiado rápido, al menos disfrutaron este lugar durante muchos años. Recordar aquellas cosas hacían que mi pecho se apretujara, pero estaba agradecida con el tiempo que lo había tenido, no pude hacer más para salvarlo. Pero con mamá ahora era diferente. Ahora podía hacer mucho más para resolverlo. Esta vez podría hacer algo más que afrontar lo inevitable. Al entrar en casa Adri salió de su habitación en el pasillo y me sonrió levemente. Sus ojos estaban algo enrojecidos y sabía que debió haber estado llorando. Le di una suave sonrisa antes de caminar hacia la cocina en dónde escuchaba a mamá probablemente l
Liana ClintonDespertarme fue un martirio cuando fue difícil conciliar el sueño durante toda la noche.Fue poco lo que logré dormir y así como llegó la hora de dormir, así de rápido pasó.Fue difícil levantarme de cama y tomar una larga ducha para poder despertarme. Lo siguiente fue buscar la ropa adecuada para el día y termine eligiendo un traje de color crema oscuro y zapatos cerrados negros sin tacón.Peiné mi cabello suelto con sus ondas naturales bien pronunciadas y solo tuve que ponerme labial y moverme hacia la cocina con mi bolso ya en mano.Al entrar noté que mamá estaba despierta y Adri estaba junto a ella, ambas con pijamas mirando por la ventana.—¿Qué hacen despiertas tan temprano? —cuestioné sobresaltándolas a ambas.—Hay un auto afuera —explicó Adri —el chofer está afuera como si esperara a alguien de aquí.Con curiosidad me moví entre ambas encontrándome con el chofer de señor Flesher fuera de mi casa.—Es el chofer de mi jefe —expliqué llanamente mientras dejaba besos
Liam FlesherA penas habían pasado dos días desde que Liana firmó el contrato. Todo seguía casi igual entre nosotros, si ignorábamos que habíamos salido a cenar juntos sin ningún socio posible en la ecuación, lo que era claro que lo hacíamos por ocio y no por compromiso.No nos habíamos vuelto a besar, pero en internet vagaban las imágenes que se habían capturado en el video que se tomó en el gimnasio.Por supuesto sabía que estaban grabando, pero me importó muy poco hacerlo sabiendo que recorrerían toda la ciudad y el país en cuestión de días.Y aunque ningún reportero había llamado a mi puerta considerando que eso había sido un beso de amigos, sabía que después de esta noche todo el mundo estaría enterado de que Liana estaba conmigo.No me desagradaba la idea en lo absoluto, pero según lo que había visto la mujer solo tenía cuatro conjuntos laborales y nunca la había visto en ropa que fuera de trabajo. Por eso me estaba tomando la molestia de elegir varios vestuarios en una tienda e
Liana ClintonEran las tres de la tarde cuando llamaron a mi puerta. Adri estaba en su habitación mientras que mamá y yo estábamos en la sala tejiendo para que ella se entretuviera. Así que fui yo quien se levantó y fue a la puerta para ver quien era.Al abrirla me encontré con Michael, el chofer y tenía en sus manos muchas bolsas de alguna tienda de marca que no reconocía y una nota entre sus dedos. Me hice a un lado sin saber que más hacer y lo vi pasar para dejar las bolsas en la sala antes de volver a acercarse de nuevo a mí.—Buenas tardes, señorita. Lamento venir sin avisar, pero el señor solo me pidió recoger estas cosas hace un momento y traérselas, también le envió esta nota.Pasaré por ti en la noche, iremos a un club. Sé puntual. Sabía que no la había escrito él, pero las palabras sabía que provenían de él, pues era exactamente lo que él diría si tuviera que escribirla por sí mismo.Michael entró un par de veces más terminando de descargar las bolsas y Adri ya se encontrab
Eran las ocho con treinta cuando Liam pasó por mí. El auto que se detuvo frente a mi asa no era el que lo había visto usar para ir a la compañía. Este parecía ser un modelo más lujoso y sofisticado en color gris.Cuando se detuvo frente a mi puerta y tocó, ya mamá y Adri estaban frente a ella mientras yo retocaba el labial tras haberme cepillado los dientes.Adri había cumplido cada una de sus palabras y ahora mi piel brillaba no solo por la hidratación, sino también por el brillo que había colocado en mi piel junto con la crema corporal. Mi cabello estaba perfectamente lacio y mis ojos maquillados suavemente, mientras mis pies estaban sobre unos tacones no muy altos con tiras delgadas que se enredaban en toda mi pantorrilla y para rematar el asesino vestido que no me permitió colocarme ropa interior ya que se vería.No me sentía incómoda, lejos de eso me sentía demasiado bonita y sofisticada. Algo que realmente nunca había sentido.Al detenerme detrás de mamá y mi hermana las escuché
Liam FlesherLiana se veía increíblemente atractiva esta noche. Ella siempre fue bonita a mis ojos, pero era simplemente ese tipo de belleza que admirabas y preferías no mancillar.Ahora, ahora parecía la diosa de la sensualidad encarnada bailando en medio de la pista de baile moviendo sus caderas de un lado a otro de forma lenta acoplándose a la música que sonaba a través de los altavoces.Christian estaba junto a mí desde hacía veinte minutos, el mismo tiempo que Liana llevaba en la pista de baile tras haberse bebido tanto mi Whiskey como el de ella.Desde el cristal en el suelo la mantenía vigilada, no solo por como bailaba, sino también para evitar que cualquier imbécil se molestara en asediarla cuando ella claramente estaba feliz bailando sola.—¿Aun quieres casarte con ella? —cuestionó el idiota junto a mí viendo embelesado a Liana que parecía reír para sí misma mientras cantaba la canción de turno.—Ya le pagué medio millón de dólares.—¿Te los devuelvo? Podría casarme con ella
Liana ClintonLiam me dejó en casa a las dos de la madrugada. Estaba cansada, con los pies gritándome que me quitara las zapatillas y mi piel estaba pegajosa por todas las veces en las que sudé y volvió a secarse sobre mi piel.Había bebido mucho, pero Liam encontró para mi botellas de agua que me ayudaron a mantenerme cuerda durante toda la noche. Y aunque moría de hambre el sueño era más grande, así que terminé dormida sobre mi cama completamente desnuda prometiendo que cambiaría las sábanas al día siguiente con tal de no tener que bañarme a tan tardes horas de la noche cuando lo único que quería hacer era morirme en la cama durante horas.Al día siguiente desperté con los gritos de mi hermana, peor agradecí que se despertara tarde los domingos al igual que mamá, pues me permitió dormir muchas horas antes de entrometerse en mi habitación con su tableta en mano mientras sus gritos se intensificaban.—Liana, Liana, debes ver esto.Refunfuñando me coloqué la almohada sobre la cabeza co