Liana ClintonEran las tres de la tarde cuando llamaron a mi puerta. Adri estaba en su habitación mientras que mamá y yo estábamos en la sala tejiendo para que ella se entretuviera. Así que fui yo quien se levantó y fue a la puerta para ver quien era.Al abrirla me encontré con Michael, el chofer y tenía en sus manos muchas bolsas de alguna tienda de marca que no reconocía y una nota entre sus dedos. Me hice a un lado sin saber que más hacer y lo vi pasar para dejar las bolsas en la sala antes de volver a acercarse de nuevo a mí.—Buenas tardes, señorita. Lamento venir sin avisar, pero el señor solo me pidió recoger estas cosas hace un momento y traérselas, también le envió esta nota.Pasaré por ti en la noche, iremos a un club. Sé puntual. Sabía que no la había escrito él, pero las palabras sabía que provenían de él, pues era exactamente lo que él diría si tuviera que escribirla por sí mismo.Michael entró un par de veces más terminando de descargar las bolsas y Adri ya se encontrab
Eran las ocho con treinta cuando Liam pasó por mí. El auto que se detuvo frente a mi asa no era el que lo había visto usar para ir a la compañía. Este parecía ser un modelo más lujoso y sofisticado en color gris.Cuando se detuvo frente a mi puerta y tocó, ya mamá y Adri estaban frente a ella mientras yo retocaba el labial tras haberme cepillado los dientes.Adri había cumplido cada una de sus palabras y ahora mi piel brillaba no solo por la hidratación, sino también por el brillo que había colocado en mi piel junto con la crema corporal. Mi cabello estaba perfectamente lacio y mis ojos maquillados suavemente, mientras mis pies estaban sobre unos tacones no muy altos con tiras delgadas que se enredaban en toda mi pantorrilla y para rematar el asesino vestido que no me permitió colocarme ropa interior ya que se vería.No me sentía incómoda, lejos de eso me sentía demasiado bonita y sofisticada. Algo que realmente nunca había sentido.Al detenerme detrás de mamá y mi hermana las escuché
Liam FlesherLiana se veía increíblemente atractiva esta noche. Ella siempre fue bonita a mis ojos, pero era simplemente ese tipo de belleza que admirabas y preferías no mancillar.Ahora, ahora parecía la diosa de la sensualidad encarnada bailando en medio de la pista de baile moviendo sus caderas de un lado a otro de forma lenta acoplándose a la música que sonaba a través de los altavoces.Christian estaba junto a mí desde hacía veinte minutos, el mismo tiempo que Liana llevaba en la pista de baile tras haberse bebido tanto mi Whiskey como el de ella.Desde el cristal en el suelo la mantenía vigilada, no solo por como bailaba, sino también para evitar que cualquier imbécil se molestara en asediarla cuando ella claramente estaba feliz bailando sola.—¿Aun quieres casarte con ella? —cuestionó el idiota junto a mí viendo embelesado a Liana que parecía reír para sí misma mientras cantaba la canción de turno.—Ya le pagué medio millón de dólares.—¿Te los devuelvo? Podría casarme con ella
Liana ClintonLiam me dejó en casa a las dos de la madrugada. Estaba cansada, con los pies gritándome que me quitara las zapatillas y mi piel estaba pegajosa por todas las veces en las que sudé y volvió a secarse sobre mi piel.Había bebido mucho, pero Liam encontró para mi botellas de agua que me ayudaron a mantenerme cuerda durante toda la noche. Y aunque moría de hambre el sueño era más grande, así que terminé dormida sobre mi cama completamente desnuda prometiendo que cambiaría las sábanas al día siguiente con tal de no tener que bañarme a tan tardes horas de la noche cuando lo único que quería hacer era morirme en la cama durante horas.Al día siguiente desperté con los gritos de mi hermana, peor agradecí que se despertara tarde los domingos al igual que mamá, pues me permitió dormir muchas horas antes de entrometerse en mi habitación con su tableta en mano mientras sus gritos se intensificaban.—Liana, Liana, debes ver esto.Refunfuñando me coloqué la almohada sobre la cabeza co
Ver a Liam a la mañana siguiente vestida con el clásico traje de oficina negro se sintió de alguna forma visceral.Habíamos cruzado una línea la noche del sábado de la que ya no tendríamos retorno. Él no podría volver a ver en mí la simple secretaria a la que estaba acostumbrado, estaba segura de que su mente lo llevaba a imaginarme con el revelador vestido una y otra vez. Y lo confirmé cuando sus ojos se detuvieron en mí más de lo normal cada vez que ingresaba en su oficina.Al medio día tendríamos un almuerzo con algunos de sus socios activos. Era solo una mera cordialidad para mantener los lazos estrechos, pero igual siempre debía ir preparada por si algo surgía concerniente a sus inversiones actuales.Por eso iba ataviada con una carpeta, mi tableta de trabajo que usaba como agenda y mi bolso.Liam me observó atento mientras subía al auto y suspiraba recostándome del asiento.No habíamos hablado mucho, muy poco a decir verdad y lamentablemente seguía irritándome con solo ordenarme
—¿Saben? Así fue como conocí a mi Dania.Tanto yo como Liam miramos al hombre mayor en la mesa. Él era el señor Mitz, dueño de una multinacional que en ese mismo instante no podía recordar de qué era. Pero era uno de los mayores socios de la compañía, lo que lo dejaba en un puesto muy alto en la toma de decisiones. Aunque nunca más alto que el de Liam.Habíamos mantenido la conversación fuera de nuestra unión mientras la comida llegaba, pero el hombre se había mantenido en silencio hasta ahora.—¿Su Dania? —cuestioné suavemente.—Así es. Cuando estaba joven e iniciando en este mundo era costumbre casarse por acuerdos, recuerdo que me había casado con mi antigua esposa para forjar alianzas y fortalecer nuestras empresas volviéndolas una. Pero no funcionó por mucho tiempo, nuestra relación era a penas llevadera y en cuanto su padre murió se desligó de mí llevándose todo con ella. Ahí fue dónde me permití enamorar de mi Dania. Era mi asistente y aunque esos tiempos eran aún más difíciles
Liana ClintonEran las nueve de la mañana cuando lo vi llegar. Llevaba un traje como de costumbre y su cabello estaba levemente despeinado como si hubiera jalado las hebras antes de salir del auto.Llevaba esa suave colonia masculina que me hacía suspirar alrededor, pero mantuve mi obsesión por los olores masculinos a raya y me acerqué a él mientras él miraba su alrededor.Había llegado muy temprano al hospital porque era el día en el que operaban a mi madre para extirparle el riñón irremediablemente dañado y permitirle vivir con su otro riñón que seguía sano.Mamá había estado nerviosa, pero Adri y yo la calmamos lo más que pudimos, pues aunque toda cirugía tenía su riesgo, esta no era una que fuera tan riesgosa como otras y esperábamos que mamá saliera bien.Según las explicaciones del doctor mamá estaría aquí hasta el lunes de la siguiente semana en la sala de recuperación y luego podríamos seguir cuidándola en casa.Y aunque aparentamos estar tranquilas mientras estábamos frente a
Liana ClintonMamá había estado solo cuatro días en observación en el hospital para monitorear sus constantes vitales y la respuesta de su cuerpo a la falta de un órgano vital. Todo había ido según lo esperado y ya para el fin de semana estábamos en casa continuando su recuperación en casa.Liam me había dado el resto de la semana libre y lo agradecí. Porque de todas maneras tendría que pedir una excusa por tres días ya que no permitiría que Adri cargara con esto sola.Suficiente tendría durante las siguientes semanas que se quedaría en casa con mamá ayudándola en todo.Por mi parte yo dejaría las comidas listas en la noche para hacerle más fácil a ella el calentarlas al siguiente día. Pero debía estar pendiente a las clases que tomaría en casa hasta finalizar el año, también debía estar pendiente de las medicaciones de mamá durante el día. Y eran suficientes pastillas como para tener que desconcentrarse de sus tareas cada dos horas.Pero al menos éramos dos, y Adriana había aceptado