Liana ClintonDespertarme fue un martirio cuando fue difícil conciliar el sueño durante toda la noche.Fue poco lo que logré dormir y así como llegó la hora de dormir, así de rápido pasó.Fue difícil levantarme de cama y tomar una larga ducha para poder despertarme. Lo siguiente fue buscar la ropa adecuada para el día y termine eligiendo un traje de color crema oscuro y zapatos cerrados negros sin tacón.Peiné mi cabello suelto con sus ondas naturales bien pronunciadas y solo tuve que ponerme labial y moverme hacia la cocina con mi bolso ya en mano.Al entrar noté que mamá estaba despierta y Adri estaba junto a ella, ambas con pijamas mirando por la ventana.—¿Qué hacen despiertas tan temprano? —cuestioné sobresaltándolas a ambas.—Hay un auto afuera —explicó Adri —el chofer está afuera como si esperara a alguien de aquí.Con curiosidad me moví entre ambas encontrándome con el chofer de señor Flesher fuera de mi casa.—Es el chofer de mi jefe —expliqué llanamente mientras dejaba besos
Liam FlesherA penas habían pasado dos días desde que Liana firmó el contrato. Todo seguía casi igual entre nosotros, si ignorábamos que habíamos salido a cenar juntos sin ningún socio posible en la ecuación, lo que era claro que lo hacíamos por ocio y no por compromiso.No nos habíamos vuelto a besar, pero en internet vagaban las imágenes que se habían capturado en el video que se tomó en el gimnasio.Por supuesto sabía que estaban grabando, pero me importó muy poco hacerlo sabiendo que recorrerían toda la ciudad y el país en cuestión de días.Y aunque ningún reportero había llamado a mi puerta considerando que eso había sido un beso de amigos, sabía que después de esta noche todo el mundo estaría enterado de que Liana estaba conmigo.No me desagradaba la idea en lo absoluto, pero según lo que había visto la mujer solo tenía cuatro conjuntos laborales y nunca la había visto en ropa que fuera de trabajo. Por eso me estaba tomando la molestia de elegir varios vestuarios en una tienda e
Liana ClintonEran las tres de la tarde cuando llamaron a mi puerta. Adri estaba en su habitación mientras que mamá y yo estábamos en la sala tejiendo para que ella se entretuviera. Así que fui yo quien se levantó y fue a la puerta para ver quien era.Al abrirla me encontré con Michael, el chofer y tenía en sus manos muchas bolsas de alguna tienda de marca que no reconocía y una nota entre sus dedos. Me hice a un lado sin saber que más hacer y lo vi pasar para dejar las bolsas en la sala antes de volver a acercarse de nuevo a mí.—Buenas tardes, señorita. Lamento venir sin avisar, pero el señor solo me pidió recoger estas cosas hace un momento y traérselas, también le envió esta nota.Pasaré por ti en la noche, iremos a un club. Sé puntual. Sabía que no la había escrito él, pero las palabras sabía que provenían de él, pues era exactamente lo que él diría si tuviera que escribirla por sí mismo.Michael entró un par de veces más terminando de descargar las bolsas y Adri ya se encontrab
Eran las ocho con treinta cuando Liam pasó por mí. El auto que se detuvo frente a mi asa no era el que lo había visto usar para ir a la compañía. Este parecía ser un modelo más lujoso y sofisticado en color gris.Cuando se detuvo frente a mi puerta y tocó, ya mamá y Adri estaban frente a ella mientras yo retocaba el labial tras haberme cepillado los dientes.Adri había cumplido cada una de sus palabras y ahora mi piel brillaba no solo por la hidratación, sino también por el brillo que había colocado en mi piel junto con la crema corporal. Mi cabello estaba perfectamente lacio y mis ojos maquillados suavemente, mientras mis pies estaban sobre unos tacones no muy altos con tiras delgadas que se enredaban en toda mi pantorrilla y para rematar el asesino vestido que no me permitió colocarme ropa interior ya que se vería.No me sentía incómoda, lejos de eso me sentía demasiado bonita y sofisticada. Algo que realmente nunca había sentido.Al detenerme detrás de mamá y mi hermana las escuché
Liam FlesherLiana se veía increíblemente atractiva esta noche. Ella siempre fue bonita a mis ojos, pero era simplemente ese tipo de belleza que admirabas y preferías no mancillar.Ahora, ahora parecía la diosa de la sensualidad encarnada bailando en medio de la pista de baile moviendo sus caderas de un lado a otro de forma lenta acoplándose a la música que sonaba a través de los altavoces.Christian estaba junto a mí desde hacía veinte minutos, el mismo tiempo que Liana llevaba en la pista de baile tras haberse bebido tanto mi Whiskey como el de ella.Desde el cristal en el suelo la mantenía vigilada, no solo por como bailaba, sino también para evitar que cualquier imbécil se molestara en asediarla cuando ella claramente estaba feliz bailando sola.—¿Aun quieres casarte con ella? —cuestionó el idiota junto a mí viendo embelesado a Liana que parecía reír para sí misma mientras cantaba la canción de turno.—Ya le pagué medio millón de dólares.—¿Te los devuelvo? Podría casarme con ella
Liana ClintonLiam me dejó en casa a las dos de la madrugada. Estaba cansada, con los pies gritándome que me quitara las zapatillas y mi piel estaba pegajosa por todas las veces en las que sudé y volvió a secarse sobre mi piel.Había bebido mucho, pero Liam encontró para mi botellas de agua que me ayudaron a mantenerme cuerda durante toda la noche. Y aunque moría de hambre el sueño era más grande, así que terminé dormida sobre mi cama completamente desnuda prometiendo que cambiaría las sábanas al día siguiente con tal de no tener que bañarme a tan tardes horas de la noche cuando lo único que quería hacer era morirme en la cama durante horas.Al día siguiente desperté con los gritos de mi hermana, peor agradecí que se despertara tarde los domingos al igual que mamá, pues me permitió dormir muchas horas antes de entrometerse en mi habitación con su tableta en mano mientras sus gritos se intensificaban.—Liana, Liana, debes ver esto.Refunfuñando me coloqué la almohada sobre la cabeza co
Ver a Liam a la mañana siguiente vestida con el clásico traje de oficina negro se sintió de alguna forma visceral.Habíamos cruzado una línea la noche del sábado de la que ya no tendríamos retorno. Él no podría volver a ver en mí la simple secretaria a la que estaba acostumbrado, estaba segura de que su mente lo llevaba a imaginarme con el revelador vestido una y otra vez. Y lo confirmé cuando sus ojos se detuvieron en mí más de lo normal cada vez que ingresaba en su oficina.Al medio día tendríamos un almuerzo con algunos de sus socios activos. Era solo una mera cordialidad para mantener los lazos estrechos, pero igual siempre debía ir preparada por si algo surgía concerniente a sus inversiones actuales.Por eso iba ataviada con una carpeta, mi tableta de trabajo que usaba como agenda y mi bolso.Liam me observó atento mientras subía al auto y suspiraba recostándome del asiento.No habíamos hablado mucho, muy poco a decir verdad y lamentablemente seguía irritándome con solo ordenarme
—¿Saben? Así fue como conocí a mi Dania.Tanto yo como Liam miramos al hombre mayor en la mesa. Él era el señor Mitz, dueño de una multinacional que en ese mismo instante no podía recordar de qué era. Pero era uno de los mayores socios de la compañía, lo que lo dejaba en un puesto muy alto en la toma de decisiones. Aunque nunca más alto que el de Liam.Habíamos mantenido la conversación fuera de nuestra unión mientras la comida llegaba, pero el hombre se había mantenido en silencio hasta ahora.—¿Su Dania? —cuestioné suavemente.—Así es. Cuando estaba joven e iniciando en este mundo era costumbre casarse por acuerdos, recuerdo que me había casado con mi antigua esposa para forjar alianzas y fortalecer nuestras empresas volviéndolas una. Pero no funcionó por mucho tiempo, nuestra relación era a penas llevadera y en cuanto su padre murió se desligó de mí llevándose todo con ella. Ahí fue dónde me permití enamorar de mi Dania. Era mi asistente y aunque esos tiempos eran aún más difíciles