Camille escuchaba al médico en silencio, le picaban los ojos por el deseo de llorar. Con cada palabra aumentaba la sensación de que su mundo se hundía. El roce de la mano de su madre en su brazo evitaba que cayera en la desesperación, su hijo podía morir, y ella no tenía los recursos para curarlo. —¿Qué podemos hacer, doctor?, ¿cómo podemos ayudar a mi nieto? —Escuchó que su madre preguntaba. —Hay que llevarlo al quirófano, pero no podemos tardar mucho, su pronóstico de vida no es alentador si no se realiza la operación antes de que su enfermedad siga avanzando —respondió el galeno. —¿Qué tiempo tenemos?, ¿cuál es el costo de esa operación? —preguntó Camille, con esperanza. La esperanza murió un poco cuando escuchó el valor que tenía aquella intervención quirúrgica, el dinero que ella ganaba en su trabajo no alcanzaba para cubrirlo, el dinero del seguro tampoco alcanzaba. No obstante, esperaba poder encontrar un segundo trabajo que la ayudara a ahorrar, en los seis meses que p
—¿La seguiste hasta la casa como te pedí? —preguntó Marcia por teléfono a uno de sus empleados, obteniendo una respuesta segundos después—, muy bien. Mantén vigilancia sobre ella, quiero saber qué hace en cada momento. La puerta de la habitación se abrió cuando dijo la última oración y mostró a una rubia que la miró con el ceño fruncido. —Quiero información diaria, a esta misma hora estaré esperando que me llames —dijo antes de colgar. —¿Sobre quién mantienes vigilancia? —preguntó Amber Thrasher. —A tu remplazo —respondió Marcia y no agregó más información. Amber se quedó en blanco, no sabía de qué hablaba su madre. A la mujer mayor no le tomó ni media hora contarle todo el plan que había elaborado desde la mañana que estuvo en el hospital. —¿Crees que acepte? —preguntó la joven. —Por supuesto que lo hará, necesita el dinero. Escuché muy bien cuando el médico le dijo que su hijo podía morir sin esa operación —respondió Marcia sin ninguna duda. —¡Qué bien!, no me veo de esposa
Camille entró a la cafetería del hospital por una taza de café, había salido muy temprano de casa y no le había dado tiempo de prepararse uno. Tenía que cargar las energías de su cuerpo, las necesitaba durante ese día, quería verse jovial para un trabajo por el que había aplicado. Al sacar el monedero para pagar, se cayó al piso una tarjeta que su madre le dio cuando se encontraron. Ella la tomó rápido y la echó al bolso, no quería usarla, pero algo le impidió deshacerse de la pequeña cartulina. Sin verla, ni tocarla, sintió como si la estuviese quemando. Se tomó rápido el brebaje caliente y salió apresurada para tomar el autobús que la llevaría a la cita. Sin embargo, después de esperar casi una hora para ser atendida como el resto de candidatos, le comunicaron que no le darían el trabajo. Ese empleo era casi su última esperanza. Decepcionada, caminó por la calle hasta llegar a un parque, donde se sentó a pensar que haría a continuación. —Piensa, Cami, piensa —se dijo en voz baja.
Un mes y medio después Camille esperaba nerviosa a que la fueran a buscar a la habitación. La habían dejado sola la mayoría del tiempo, solo había tenido la compañía de las estilistas y una camarera que no la dejó morir de hambre. Le hubiese gustado tener allí a su familia para que le dieran ánimos. La ceremonia se iba a realizar en un lugar muy elegante. Marcia le había dicho más temprano, que sería algo sencillo, con pocos invitados. —Todo está listo, comenzaremos en unos minutos —avisó Marcia desde la puerta. Detrás de la mujer mayor, había un hombre unos años más viejo. Según le había dicho Marcia, era su esposo. Sería él quien la llevaría del brazo hasta el novio. La joven madre se sacudió el nerviosismo del cuerpo y cuadrando los hombros, siguió a la pareja. Se sorprendió, cuando vio frente a sí a su futuro esposo, era el mismo hombre maleducado, que la hizo caer al piso mientras llovía. Ella esperaba que no la recordara, durante la corta ceremonia estuvo rezando que no le
A la mañana siguiente, cuando Camille despertó, decidió que iría a hablar con Marcia. Quería que cumpliera su promesa de pagar los gastos médicos de su hijo, cuanto antes, mejor. Se sentía maniatada sin poder hacer nada, era una mujer independiente que de un día para el otro se había quedado sin poder proveer a su hijo y a ella misma. Luego de vestirse de forma adecuada, bajó las escaleras casi en punta de pies, intentando que no se dieran cuenta de su presencia. Todo el tiempo estuvo alerta, mirando a todas partes, esperando encontrarse a Jason en cualquier momento. Suspiró aliviada cuando no lo vio. Ni siquiera estaba en la casa, o eso le informó una de las empleadas que salió en ese momento de la cocina. Después de pensarlo unos segundos, tomó el desayuno que la misma mujer le ofreció, no sabía qué tiempo estaría hablando con Marcia y no quería comer nada allí, de las manos de esa mujer no tomaría ni agua. Un tiempo después, tomó un taxi para llegar a la casa de la familia Thrash
—Pues ya no lo tenemos. No pagaré ni un peso por algo que no lo vale. —Él tono irónico no abandonaba las palabras de Marcia. Un sabor metálico llenó la cavidad bucal de Camille. La ira la hizo ver todo rojo. Cuando hizo el intento de acercarse a Marcia, dos hombres armados entraron a la habitación. —Será tu fin si te acercas más —dijo Marcia, la burla contra Camille seguía —, si no estás, el mocoso ese que tanto defiendes no tendrá tu protección. No estarás a su lado si muere. —Si me haces daño a mí o a mi familia, le diré a Jason lo que me pediste que hiciera —Camille esperaba que la amenaza funcionara. Pero no fue así, Marcia le hizo saber que tenía la sartén cogida por el mango. —Si causas problemas, no saldrás ilesa, será peor para ti. —dijo Marcia—, si Jason se entera de que su mujer tiene un hijo... bueno, no lo tomará bien. Y créeme, no será tan indulgente como yo, nadie podrá salvar a ese hijo tuyo. La garganta de Camille se atoró con las lágrimas, tenía tantos deseo
Al día siguiente, se quedó todo el día cuidando a su hijo. Evaline llevaba muchos días seguidos en el hospital y necesitaba descanso.—No me importa hacerlo, estaré aquí hasta que sea necesario —había dicho su madre.—Pero a mí sí, ¿qué haremos si te enfermas?, te necesito fuerte para todo lo que viene —le había dicho ella para convencerla.—Tú estás bajo mucho estrés, casada con ese joven y también preocupada por Darrin, lo que yo hago no es nada. Además, tu padre y tus hermanos se han quedado uno que otro día cuando no tienen trabajo. —dijo Evaline. Luego, poniendo una mano sobre la de ella, aseguró que, en cuanto regresara Marcia Thrasher y diera el dinero para la operación, estarían todos en casa. Ella sonrió, pero sintió a su corazón agrietarse al escuchar como su madre hablaba con tanta esperanza.Evaline observó a su hija, no se veía feliz a pesar de que faltaba poco para la operación. ¿Qué pasaba con ella?, ¿qué no le estaba contando su hija?—Si tuvieras problemas me lo dirí
Jason entró al bar que frecuentaba dos o tres veces al mes. A veces se reunía allí con algunos de sus socios, no era el mejor bar al que había ido, pero no estaba mal para el propósito que su gente lo usaba.—Estaba pensando que podemos trabajar con… —comenzó a decir uno de los hombres que trabajaba para él.—No —dijo Jason de forma tajante. Sabía por dónde iba y no tenía ningún interés—Pero señor…La mirada que le dio, hizo callar al hombre insistente. Lo que decía Jason, era una ley que no se atrevían a incumplir.—Si no tienes interés en trabajar con ellos, ¿con quién lo hará?—Con alguien adecuado, por supuesto. Alguien que sepa lo que está haciendo y no nos lleve directo a la policía —respondió él.—¿Y esa persona quién es?Jason tenía a alguien en mente, sin embargo, todavía estaba planeando cómo llegar a él, convencerlo de asociarse y trabajar juntos.De pronto, le pareció ver a su recién adquirida esposa. Sonrió burlándose de él mismo, eso no era posible, ella no podía estar