—¿La seguiste hasta la casa como te pedí? —preguntó Marcia por teléfono a uno de sus empleados, obteniendo una respuesta segundos después—, muy bien. Mantén vigilancia sobre ella, quiero saber qué hace en cada momento.
La puerta de la habitación se abrió cuando dijo la última oración y mostró a una rubia que la miró con el ceño fruncido. —Quiero información diaria, a esta misma hora estaré esperando que me llames —dijo antes de colgar. —¿Sobre quién mantienes vigilancia? —preguntó Amber Thrasher. —A tu remplazo —respondió Marcia y no agregó más información. Amber se quedó en blanco, no sabía de qué hablaba su madre. A la mujer mayor no le tomó ni media hora contarle todo el plan que había elaborado desde la mañana que estuvo en el hospital. —¿Crees que acepte? —preguntó la joven. —Por supuesto que lo hará, necesita el dinero. Escuché muy bien cuando el médico le dijo que su hijo podía morir sin esa operación —respondió Marcia sin ninguna duda. —¡Qué bien!, no me veo de esposa de ese delincuente sin futuro —celebró la mujer más joven—, no entiendo por qué al abuelo se le ocurrió semejante estupidez. —Tu abuelo no pensó en ti, puso por delante su amistad. Pero no te preocupes, tesoro, ya me encargo que vaya esa… joven, por ti, al altar. Ese matrimonio arreglado, no era, ni de cerca, del agrado de Marcia. No casaría a su hija con alguien que no le daría reputación a su familia, lo único que podía hacer era quitársela. —Estaré recibiendo información a diario de la joven. En cuanto vea que es el momento adecuado, la usaré para que venga a mí, espero que no sea tanto tiempo, la boda se está acercando. Y Marcia tuvo suerte, no tuvo que esperar mucho, dos días después, recibió lo que quería de Camille. Concretamente, información del lugar donde trabajaba. —¿Quiero saber quién es el jefe de ella?, qué puedo usar en su contra para un pequeño chantaje —ordenó con malicia. Tres días después, tuvo la información necesaria. El jefe de Camille le era infiel a su esposa con prostitutas. Marcia le mostró fotos comprometedoras, y el hombre se vio acorralado. Camille era una buena empleada, pero casi ni la conocía y preferiría mantener su estatus, su puesto dependía del padre de su mujer. —Gracias, fue un placer hacer tratos con usted —dijo Marcia con ironía. Él la miró con odio, pero no le dijo nada de lo que estaba pensando, lo tenía contra la pared y ambos lo sabían. —¿Hay más fotos? —preguntó, sin molestarse en perder el tiempo con la ironía. —Las hay, pero te las daré en algún momento que yo decida —respondió ella con una sonrisa malévola. •*´¨`*~ஜ◦•◦✿◦•◦ೋஜ~*´¨`*•.¸¸.•* Camille no entendía por qué había sido despedida. Era muy buena empleada, solo faltando cuando tenía que llevar a su hijo al hospital, pero no tenía descuidado su trabajo. Desde que lo dejó ingresado, su madre se ocupaba de él, dándole a ella el tiempo para buscar un segundo trabajo y atender el que ya tenía. —¿Hice algo mal? —le preguntó a la mujer de recursos humanos que le dio la carta de despido. —No, pero hay reducción de personal y el tuyo es uno de los que van a rescindir —le respondió la mujer. —Necesito este trabajo. La otra mujer la miró con lástima, sabía por lo que estaba pasando, pero no podía hacer nada, la orden había venido de las oficinas de los superiores. Camille tomó la carta de recomendación y salió de allí, tenía que buscar con urgencia un trabajo, no podía quedarse lamentándose y lamiendo las heridas. Sin embargo, le fue más difícil que la primera vez que buscó empleo. En algunos le decían tajante que no cumplía lo que pedían, en otros lugares ni siquiera le daban una respuesta. Lo que ella no sabía, era que detrás de cada rechazo, estaba la mano de Marcia, ella mantenía la vigilancia sobre Camille y ordenaba que dificultarán que encontrara un trabajo. Comenzó a llover cuando salió de la última entrevista, pensó que le dirían que sí, se veían entusiasmados cuando hizo la primera entrevista con ellos, prometieron llamarla, y cuando lo hicieron, fue para darle una negativa. Ella no sabía para qué la citaron en las oficinas, con una llamada de teléfono hubiese bastado. Salió del lugar y caminó bajo la lluvia, esperando que confundieran las gotas de agua con las lágrimas que rodaban por sus mejillas. De pronto, un hombre en una moto pasó a su lado y casi la choca, ella para evitar el accidente se tiró a un lado. —¡Imbécil! —le gritó desde el piso. Fue escuchada por el motorista, que se detuvo y regresó hasta donde estaba ella. —¿Imbécil yo?, estabas en el medio de la calle como una loca —le dijo él cuando se quitó el casco. —Eso no te da derecho a chocarme, idiota —exclamó Camille. —Sigue en la calle y serás atropellada por alguien más. Si quieres morir, hazlo sola, no involucren a nadie más —gruñó él y preparó el casco para ponérselo—, me debes una disculpa, casi me caigo de la moto por tu culpa. Ella sabía que tenía algo de razón, pero eso no le daba derecho a tratarla mal. No se disculparía. Él movió la cabeza con desaprobación, se puso el casco y salió a toda velocidad. —Idiota, te vas a morir por ir tan rápido, no por chocar conmigo —murmuró ella viéndolo alejarse. Luego se olvidó de él y continuó pensando en el gran problema que tenía.Camille entró a la cafetería del hospital por una taza de café, había salido muy temprano de casa y no le había dado tiempo de prepararse uno. Tenía que cargar las energías de su cuerpo, las necesitaba durante ese día, quería verse jovial para un trabajo por el que había aplicado. Al sacar el monedero para pagar, se cayó al piso una tarjeta que su madre le dio cuando se encontraron. Ella la tomó rápido y la echó al bolso, no quería usarla, pero algo le impidió deshacerse de la pequeña cartulina. Sin verla, ni tocarla, sintió como si la estuviese quemando. Se tomó rápido el brebaje caliente y salió apresurada para tomar el autobús que la llevaría a la cita. Sin embargo, después de esperar casi una hora para ser atendida como el resto de candidatos, le comunicaron que no le darían el trabajo. Ese empleo era casi su última esperanza. Decepcionada, caminó por la calle hasta llegar a un parque, donde se sentó a pensar que haría a continuación. —Piensa, Cami, piensa —se dijo en voz baja.
Un mes y medio después Camille esperaba nerviosa a que la fueran a buscar a la habitación. La habían dejado sola la mayoría del tiempo, solo había tenido la compañía de las estilistas y una camarera que no la dejó morir de hambre. Le hubiese gustado tener allí a su familia para que le dieran ánimos. La ceremonia se iba a realizar en un lugar muy elegante. Marcia le había dicho más temprano, que sería algo sencillo, con pocos invitados. —Todo está listo, comenzaremos en unos minutos —avisó Marcia desde la puerta. Detrás de la mujer mayor, había un hombre unos años más viejo. Según le había dicho Marcia, era su esposo. Sería él quien la llevaría del brazo hasta el novio. La joven madre se sacudió el nerviosismo del cuerpo y cuadrando los hombros, siguió a la pareja. Se sorprendió, cuando vio frente a sí a su futuro esposo, era el mismo hombre maleducado, que la hizo caer al piso mientras llovía. Ella esperaba que no la recordara, durante la corta ceremonia estuvo rezando que no le
A la mañana siguiente, cuando Camille despertó, decidió que iría a hablar con Marcia. Quería que cumpliera su promesa de pagar los gastos médicos de su hijo, cuanto antes, mejor. Se sentía maniatada sin poder hacer nada, era una mujer independiente que de un día para el otro se había quedado sin poder proveer a su hijo y a ella misma. Luego de vestirse de forma adecuada, bajó las escaleras casi en punta de pies, intentando que no se dieran cuenta de su presencia. Todo el tiempo estuvo alerta, mirando a todas partes, esperando encontrarse a Jason en cualquier momento. Suspiró aliviada cuando no lo vio. Ni siquiera estaba en la casa, o eso le informó una de las empleadas que salió en ese momento de la cocina. Después de pensarlo unos segundos, tomó el desayuno que la misma mujer le ofreció, no sabía qué tiempo estaría hablando con Marcia y no quería comer nada allí, de las manos de esa mujer no tomaría ni agua. Un tiempo después, tomó un taxi para llegar a la casa de la familia Thrash
—Pues ya no lo tenemos. No pagaré ni un peso por algo que no lo vale. —Él tono irónico no abandonaba las palabras de Marcia. Un sabor metálico llenó la cavidad bucal de Camille. La ira la hizo ver todo rojo. Cuando hizo el intento de acercarse a Marcia, dos hombres armados entraron a la habitación. —Será tu fin si te acercas más —dijo Marcia, la burla contra Camille seguía —, si no estás, el mocoso ese que tanto defiendes no tendrá tu protección. No estarás a su lado si muere. —Si me haces daño a mí o a mi familia, le diré a Jason lo que me pediste que hiciera —Camille esperaba que la amenaza funcionara. Pero no fue así, Marcia le hizo saber que tenía la sartén cogida por el mango. —Si causas problemas, no saldrás ilesa, será peor para ti. —dijo Marcia—, si Jason se entera de que su mujer tiene un hijo... bueno, no lo tomará bien. Y créeme, no será tan indulgente como yo, nadie podrá salvar a ese hijo tuyo. La garganta de Camille se atoró con las lágrimas, tenía tantos deseo
Al día siguiente, se quedó todo el día cuidando a su hijo. Evaline llevaba muchos días seguidos en el hospital y necesitaba descanso.—No me importa hacerlo, estaré aquí hasta que sea necesario —había dicho su madre.—Pero a mí sí, ¿qué haremos si te enfermas?, te necesito fuerte para todo lo que viene —le había dicho ella para convencerla.—Tú estás bajo mucho estrés, casada con ese joven y también preocupada por Darrin, lo que yo hago no es nada. Además, tu padre y tus hermanos se han quedado uno que otro día cuando no tienen trabajo. —dijo Evaline. Luego, poniendo una mano sobre la de ella, aseguró que, en cuanto regresara Marcia Thrasher y diera el dinero para la operación, estarían todos en casa. Ella sonrió, pero sintió a su corazón agrietarse al escuchar como su madre hablaba con tanta esperanza.Evaline observó a su hija, no se veía feliz a pesar de que faltaba poco para la operación. ¿Qué pasaba con ella?, ¿qué no le estaba contando su hija?—Si tuvieras problemas me lo dirí
Jason entró al bar que frecuentaba dos o tres veces al mes. A veces se reunía allí con algunos de sus socios, no era el mejor bar al que había ido, pero no estaba mal para el propósito que su gente lo usaba.—Estaba pensando que podemos trabajar con… —comenzó a decir uno de los hombres que trabajaba para él.—No —dijo Jason de forma tajante. Sabía por dónde iba y no tenía ningún interés—Pero señor…La mirada que le dio, hizo callar al hombre insistente. Lo que decía Jason, era una ley que no se atrevían a incumplir.—Si no tienes interés en trabajar con ellos, ¿con quién lo hará?—Con alguien adecuado, por supuesto. Alguien que sepa lo que está haciendo y no nos lleve directo a la policía —respondió él.—¿Y esa persona quién es?Jason tenía a alguien en mente, sin embargo, todavía estaba planeando cómo llegar a él, convencerlo de asociarse y trabajar juntos.De pronto, le pareció ver a su recién adquirida esposa. Sonrió burlándose de él mismo, eso no era posible, ella no podía estar
Jason entró a la casa con largas zancadas sin mirar atrás, seguro que ella lo seguiría, estaba furioso con su esposa. Cuando llegó al salón comenzó a caminar de una parte a la otra de la habitación. Se pasó una mano por la barbilla de arriba abajo antes de enfrentarla. No le gustó verla en aquel lugar, había sido atacada, si sus enemigos se enteraban, podían tener la idea equivocada que era débil, y eso era algo que no podía permitir.Ella lo vio caminar, estaba ansiosa por lo que le diría, pero no iniciaría la conversación. No era tan tonta, esperaría a que él dijera las primeras palabras. Si decía algo equivocado, podía afectarla a ella y a su familia. No sabía que tan peligroso podía ser. Aunque si se llevaba por lo sucedido frente al baño del bar, era capaz de muchas cosas.Él apretó la mandíbula y se detuvo frente a ella.—¿Por qué fuiste a trabajar a ese bar? —él exigió una respuesta.—Acordamos no meternos en la vida del otro, ¿recuerda?, este matrimonio es una farsa —Ella esta
Jason comenzó a reír al ver la reacción de ella. Camille levantó la nariz y siguió subiendo sin darle una respuesta. Pero no hizo falta, la reacción que tuvo fue más que una respuesta verbal.En la habitación, Camille guardó el papel en un bolso, ahí se dio cuenta de que el que llevó al bar no le dio tiempo de tomarlo. Con un suspiro, decidió recogerlo antes o después de ir a la entrevista de trabajo. Se desnudó y entró al baño, quería darse una ducha rápida para dormir. Sin embargo, cuando estuvo debajo del agua caliente, se vio los golpes que tenía en el cuerpo, las marcas de manos de esos horribles hombres. Sus hombros cayeron y las lágrimas rodaron por sus mejillas, mientras agradecía la llegada de Jason, sin él, quizás ya estuviera muerta.La ducha duró más de lo esperado, pero ella sabía que eso pasaría y nada más acostarse en la cama, sus ojos se cerraron.A la mañana siguiente, Camille salió temprano de la casa, fue hasta la empresa que su falso esposo le recomendó, esperaba q