Una semana después Camille caminaba nerviosa hacia la consulta del médico. Ese día le confirmarían si había funcionado el tratamiento posterior. Después de más de dos meses de postoperatorio, que incluyó sesiones de radiación, fisioterapia y revisiones, la resonancia magnética que le realizaron mostrarían si estaba libre del tumor o había vuelto a salir. —El resultado será positivo a nuestro favor, ese resultado será negativo —Jason le dio ánimo, mientras caminaba a su lado. —Sé que así será, pero no puedo evitar sentir miedo —había pasado tanto con su hijo por culpa de esa enfermedad, pero era inevitable sentir aprensión por el resultado. Cuando llegaron a la oficina del galeno, los nervios aumentaron. El corazón comenzó a latir apresurado y llegando a sentir taquicardia. Las manos le sudaban al momento de sentarse frente al escritorio. —Doctor, necesito que sé franco, no se vaya por las ramas, no saber la verdad, me hará más bien que mal —pidió Camille viendo que el hombre se m
Meses después Mientras Camille acomodaba la ropa de bebé en la habitación destinada para su hija en la casa que Jason construyó para ellos, rompió la fuente. Cuando sintió el líquido correr por sus piernas, se asustó pensando que era sangre por un aborto. Suspiró aliviada cuando se dio cuenta de que era líquido amniótico. Con mucha calma, como le enseñaron en las clases del curso prenatal, se dirigió al baño, se dio una ducha caliente, buscó el bolso con las ropas de bebé y cuando tenía listo todo, llamó a Jason. Él, sin embargo, olvidó todas las clases, hacía las cosas apresuradas, como si la bebé se fuera a salir de solo mirar a Camille. En su nerviosismo tomó la moto para llevarla al hospital, se dio cuenta de la locura cuando ella comenzó a reír. Cuando subieron al vehículo correcto, las mejillas De Jason estaban sonrojadas. Sentía un poco de vergüenza, él no era ni siquiera una persona torpe. —Toma las cosas con calma, no hace mucho comenzaron las contracciones —le dijo ella
Después del nacimiento de su hija, Jason cambió. Dejó de ser el mafioso despreocupado a quien solo le importaba dirigir a Las Cobras y, a partir de ese momento, fue el hombre que luchaba por mantener unida a su familia. Pero no fue suficiente, alguien del pasado regresa dispuesto a arrebatarle el poder y, para lograrlo, le roba lo más preciado que tiene: a su hija.Cuando secuestran a su hija, Camille toma una decisión arriesgada: entregarse a cambio de su pequeña. Pero, ¿será suficiente para aplacar a ese hombre que busca venganza?Hola, corazones. Espero que hayan disfrutado de este libro y que le haya gustado tanto como a mí. Esta sinopsis es un extra, no será corto, pero tampoco tendrá tantos capítulos como la historia principal. En esta historia, Camille tendrá más contacto con el abuelo y el resto de la familia de Jason. Será la primera vez que se involucre directamente con un problema del Sindicato. En este extra veremos la lucha de Jason y Camille por mantener a su familia uni
Camille observaba a Jason con preocupación. Dos años había transcurrido desde el nacimiento de su hija Kylee y él se negaba a dejarla salir de la casa si no iba con él. Ni siquiera le permitía ir a la casa de sus padres sin llevar como escolta un mínimo de veinte hombres. Las familias de ambos y ella creían que era una exageración. Desde la muerte de los Thrasher y por la forma que murieron, nadie se atrevía a meterse con el líder de Las Cobras.Frunció el ceño, muy enojada. Él ni siquiera la había dejado decirle a dónde quería ir con los niños, había descartado el plan de inmediato. Ella había ido hasta su oficina entusiasmada, feliz por contarle la tarde que su madre y ella planearon para divertirse. Se sentía agobiada, encerrada en su casa. Jason pasaba la mayoría de los días en la oficina, rodeado de papeles y dirigiendo el Sindicato desde su silla. Sin embargo, llevaba meses que no disfrutaba de sus hijos.Ella sonreía, mostrándose radiante y engañando a todos, diciendo que estab
Camille escuchaba al médico en silencio, le picaban los ojos por el deseo de llorar. Con cada palabra aumentaba la sensación de que su mundo se hundía. El roce de la mano de su madre en su brazo evitaba que cayera en la desesperación, su hijo podía morir, y ella no tenía los recursos para curarlo. —¿Qué podemos hacer, doctor?, ¿cómo podemos ayudar a mi nieto? —Escuchó que su madre preguntaba. —Hay que llevarlo al quirófano, pero no podemos tardar mucho, su pronóstico de vida no es alentador si no se realiza la operación antes de que su enfermedad siga avanzando —respondió el galeno. —¿Qué tiempo tenemos?, ¿cuál es el costo de esa operación? —preguntó Camille, con esperanza. La esperanza murió un poco cuando escuchó el valor que tenía aquella intervención quirúrgica, el dinero que ella ganaba en su trabajo no alcanzaba para cubrirlo, el dinero del seguro tampoco alcanzaba. No obstante, esperaba poder encontrar un segundo trabajo que la ayudara a ahorrar, en los seis meses que p
—¿La seguiste hasta la casa como te pedí? —preguntó Marcia por teléfono a uno de sus empleados, obteniendo una respuesta segundos después—, muy bien. Mantén vigilancia sobre ella, quiero saber qué hace en cada momento. La puerta de la habitación se abrió cuando dijo la última oración y mostró a una rubia que la miró con el ceño fruncido. —Quiero información diaria, a esta misma hora estaré esperando que me llames —dijo antes de colgar. —¿Sobre quién mantienes vigilancia? —preguntó Amber Thrasher. —A tu remplazo —respondió Marcia y no agregó más información. Amber se quedó en blanco, no sabía de qué hablaba su madre. A la mujer mayor no le tomó ni media hora contarle todo el plan que había elaborado desde la mañana que estuvo en el hospital. —¿Crees que acepte? —preguntó la joven. —Por supuesto que lo hará, necesita el dinero. Escuché muy bien cuando el médico le dijo que su hijo podía morir sin esa operación —respondió Marcia sin ninguna duda. —¡Qué bien!, no me veo de esposa
Camille entró a la cafetería del hospital por una taza de café, había salido muy temprano de casa y no le había dado tiempo de prepararse uno. Tenía que cargar las energías de su cuerpo, las necesitaba durante ese día, quería verse jovial para un trabajo por el que había aplicado. Al sacar el monedero para pagar, se cayó al piso una tarjeta que su madre le dio cuando se encontraron. Ella la tomó rápido y la echó al bolso, no quería usarla, pero algo le impidió deshacerse de la pequeña cartulina. Sin verla, ni tocarla, sintió como si la estuviese quemando. Se tomó rápido el brebaje caliente y salió apresurada para tomar el autobús que la llevaría a la cita. Sin embargo, después de esperar casi una hora para ser atendida como el resto de candidatos, le comunicaron que no le darían el trabajo. Ese empleo era casi su última esperanza. Decepcionada, caminó por la calle hasta llegar a un parque, donde se sentó a pensar que haría a continuación. —Piensa, Cami, piensa —se dijo en voz baja.
Un mes y medio después Camille esperaba nerviosa a que la fueran a buscar a la habitación. La habían dejado sola la mayoría del tiempo, solo había tenido la compañía de las estilistas y una camarera que no la dejó morir de hambre. Le hubiese gustado tener allí a su familia para que le dieran ánimos. La ceremonia se iba a realizar en un lugar muy elegante. Marcia le había dicho más temprano, que sería algo sencillo, con pocos invitados. —Todo está listo, comenzaremos en unos minutos —avisó Marcia desde la puerta. Detrás de la mujer mayor, había un hombre unos años más viejo. Según le había dicho Marcia, era su esposo. Sería él quien la llevaría del brazo hasta el novio. La joven madre se sacudió el nerviosismo del cuerpo y cuadrando los hombros, siguió a la pareja. Se sorprendió, cuando vio frente a sí a su futuro esposo, era el mismo hombre maleducado, que la hizo caer al piso mientras llovía. Ella esperaba que no la recordara, durante la corta ceremonia estuvo rezando que no le