Estaba empezando a marearse.Demasiadas personas conversando al mismo tiempo, la larga hilera de mesas que formaron para que todo el personal que asistió pudiera entrar y una pantalla de karaoke al fondo con dos de sus compañeros completamente borrachos cantando algo que ni siquiera entendía le resultaba incómodo de presenciar.— Definitivamente debí haberme negado. — Anastasia se removió en su asiento, no encajaba en ningún lugar, era la única que estaba bebiendo jugo gracias a su nula capacidad para beber, el alcohol tenía un sabor desagradable para ella.La hisotoria de cómo había terminado allí era bastante graciosa e insólita (Generalmente nunca era invitada a esa clase de fiestas por parte de la compañía para la que trabaja) Lo normal para ella es hacerle favores a personas egoístas que ni siquiera son capaces de darle las gracias, pero estaba bien, podía soportarlo mientras durara su tiempo de prueba.De alguna manera estaba condenada a vivir como la mascota servicial del equip
¿Por qué a Anastasia se le hacía tan difícil caminar?De momento estaba recargada de la pared, el mundo le daba vueltas y un bochornoso calor la llevó a desabotonarse parte de la camisa con el sudor corriendo por su frente. Cayó de rodillas al salir del ascensor, gateando con la poca fuerza que le quedaba en el cuerpo. Sentía como si iba a morir en cualquier minuto, su capacidad de raciocinio se nubló completamente y por un par de segundos quiso vomitar.Sorpresivamente cuando encontró la habitación ya la puerta estaba abierta.— llegas tarde. — Por alguna razón escuchó la voz de Félix a sus espaldas, su amado prometido, un poco más grave y pesada de lo que normalmente era, cerró la puerta tras de sí tal y como le habían ordenado.Era una suite de lujo, cualquiera podría darse cuenta con solo verla aunque estuviese a oscuras, como era la situación. Anastasia se fue desprendiendo de sus ropas una por una hasta acercarse a la cama de su pareja, quien le estaba dando la espalda.— ¿Qué h
Ella miró la maldita puerta 216.Anastasia tuvo una combinación de sentimientos cruzados entre sí, siente rabia, impotencia, tristeza y también está de muy mal humor por todas las cosas malas que le habían ocurrido en una misma noche.Esta vez sí abrió la puerta correcta, se cercioró que realmente fuera la habitación 216 al menos treinta veces, mientras sus vecinos de habitación la miraban como si fuera una loca, y ella no dudaba aparentar ser una dada su andrajosa y descuidada apariencia, pero finalmente entra en la habitación, que no era tan lujosa como la anterior, por supuesto.Ve algunas pertenencias allí, asume que son algunas de las cosas que Rebecca dejó anteriormente, todo su cuerpo está completamente cansado, como si un avión le hubiese caído encima, su caminar es pesado, la cabeza le está matando y cuando se mira frente al espejo ve unas completamente desagradables ojeras muy pronunciadas.Y ella todavía no había mencionado que su cabello parecía un nido de alguna clase de
Rígido en su silla de madera, sin hablar. Si Erick era un hombre terrible su padre multiplicaba por cinco su mal carácter. — Entonces ¿Para qué has venido a perturbar mi tranquilidad? — Dejó de lado su trabajo, carraspeando la garganta antes de pedirle a su asistente que le hiciera llegar un vaso de agua, una excusa para sacarla de ahí y poder conversar a solas con su primogénito. Y cuando estuvieron a solas, Erick se permitió reír en sus narices. —Créeme, no es para preguntar por tu salud. — Podré esperar muchas cosas de ti, pero eso jamás. Sé que todos los días te levantas rogando que se acorte el tiempo para que me veas dentro de una urna, pero tu odio solo me hace más fuerte. Erick se encogió de hombros, no le dio la razón, pero tampoco negó lo que dijo. — Lo que he venido a pedirte es que dejes de enviarme mujeres a donde sea que estoy, es molesto. — Si eligieras a una señorita para establecer tu familia no sería tan molesto como piensas. — Dio un trago a su taza de té, ne
''Erick... Sé un poco más gentil. ''Definitivamente Anastasia había visto algo que no debía.En medio de sus piernas se podía distinguir una figura femenina, con un llamativo vestido ceñido al cuerpo y tacones altos. Gracias a Dios la censura del escritorio no le permitió ver la desfachatez que estaba haciendo en la oficina del presidente, la manera en que empuñaba las manos mostraba que sufría por la manera tan rústica en que Erick empujaba su cabeza sin cambiar ni siquiera un poco esa expresión fría y distante de siempre, como si estuviera aburrido.— Eres terrible, llevas aquí diez minutos y ni siquiera eres capaz de causarme una erección ¿A eso le llamas atender mis necesidades sexuales? Apestas, lárgate. — Dijo él con firmeza, tomando un pañuelo para limpiarse las manos que antes sujetaban el cabello de esa mujer sin piedad.Anastasia se paralizó, comprendiendo que no podía quedarse viendo o sería ella quien terminaría en una situación penosa, rápidamente tomó la agenda de su es
Si las miradas mataran Erick ya estaría metiendo su cadáver en la cajuela de aquel lujoso automóvil, podía verlo tenso, incluso había dejado de beber de su taza de café.— ¿Disculpa? — Preguntó, como si hubiese escuchado mal.— Dije que no, no voy a casarme con usted. — Respondió Anastasia, encogiéndose en su silla y con miedo de seguir hablando. — Usted es mi jefe, además yo ya tengo a alguien a quien amo y con quien espero casarme en un futuro.— Piénsalo bien, yo puedo darte todo lo que quieras. Viajes al extranjero, automóviles del año, joyas, todo lo que me pidas te lo daré, solo necesito esto de ti. — Sonaba casi como una súplica, pero su rostro mostraba descontento. — ¿Qué es lo que pides a cambio de casarte conmigo? Lo pagaré.La propuesta de Erick era sencilla: Necesitaba de una mujer a quien no amara y de quien estaba seguro que no lo amaría para realizar un matrimonio contractual y heredar la compañía de su anciano padre, quien se rehusaba a entregársela mientras estuviera
¿Por qué de nuevo?Todo su mundo parecía dar vueltas, de nuevo unas sábanas que no conocía de nada se deslizaron por su cuerpo en el momento en que se sentó, cuando miró a los alrededores pudo percatarse de que no estaba en su casa, tampoco en la casa de un conocido cercano, probablemente ni siquiera estaba cerca de su vecindario siquiera.Al arrastrar su paso hasta la sala se percató de que estaba haciendo un muy mal tercio entre Erick y una mujer que no conocía para nada, ellos dos se lanzaban miradas de perros rabiosos luego de que osadamente ella alzara su mano y la estampara contra la mejilla de él quien ni se inmutó, tampoco reflejó dolor. Anastasia pudo imaginar el ardor que debió sentir con el simple hecho de escuchar el sonido que hizo el golpe.Pero, antes de continuar con la dramática escena será mejor contar lo que ocurrió desde el principio.* * *La mañana siguiente su trabajo comenzó como siempre, ella llegando temprano, revisando la agenda y cuidándose de no convertirs
Mirar a Félix marchándose con aquella mujer fue una de las escenas más impactantes y difíciles de soportar para Anastasia, no podía describir el tipo de impotencia que estaba sintiendo para cuando salió del supermercado y simplemente los vio alejándose, fue un golpe directo al corazón.— ¡Maldito desgraciado!Justo cuando él se le había confesado en un acto de amor eterno, se sintió completamente estúpida por haber creído ciegamente en aquellas palabras.— Puedes llorar si quieres, aquí no juzgamos a las personas lloronas.Se sobresaltó al escuchar al dueño de aquellas palabras. — ¿Qué hace usted aquí, señor Erick? Parece un acosador. — Anastasia trató de seguir su camino y pretender que no lo vio.Pero él se movió primero, deteniendo su paso justo frente a ella y rodeándola con los brazos para ocultarla.— Dije que podías llorar, deja de hacerte la fuerte. — Lo había visto todo, entendiendo el sentimiento dio consuelo a Anastasia, quien en seguida rompió en llanto contra su pecho.*