2.

¿Por qué a Anastasia se le hacía tan difícil caminar?

De momento estaba recargada de la pared, el mundo le daba vueltas y un bochornoso calor la llevó a desabotonarse parte de la camisa con el sudor corriendo por su frente. Cayó de rodillas al salir del ascensor, gateando con la poca fuerza que le quedaba en el cuerpo. Sentía como si iba a morir en cualquier minuto, su capacidad de raciocinio se nubló completamente y por un par de segundos quiso vomitar.

Sorpresivamente cuando encontró la habitación ya la puerta estaba abierta.

— llegas tarde. — Por alguna razón escuchó la voz de Félix a sus espaldas, su amado prometido, un poco más grave y pesada de lo que normalmente era, cerró la puerta tras de sí tal y como le habían ordenado.

Era una suite de lujo, cualquiera podría darse cuenta con solo verla aunque estuviese a oscuras, como era la situación. Anastasia se fue desprendiendo de sus ropas una por una hasta acercarse a la cama de su pareja, quien le estaba dando la espalda.

— ¿Qué haces aquí, Félix?

Ella hace una mueca de completo disgusto al escuchar la voz de su ex novio, solo escuchar aquella patética voz era suficiente para hacerla rabiar dentro de su mal humor. Ella nota que él se acerca y tiene una cara borrosa, Anastasia frunce el entrecejo, completa y absolutamente mareada. Ella termina de quitarse todo lo que le incomodaba de ropa.

— Yo soy quien debería preguntar qué estás haciendo tú aquí, ¿Por qué te desnudas en mi habitación? ¿Quién te dijo dónde estaba? — Él empezó a acosarla a preguntas, pero se mantuvo lejos en todo momento.

Anastasia siente el tono de voz de Félix mucho más frío y siniestro, al punto en que le dio escalofríos y por un momento vaciló, cubriéndose con la sábana.

— Yo soy la que debería preguntar qué haces en esta habitación. — Murmura ella. — ¿Acaso me estás persuiguiendo como un puto acosador? ¿No te bastó lo que me hiciste ya?

Él se quedó en silencio.

Anastasia solo siente los pasos pesados y furiosos que caminan hacia su dirección, Félix se sube en la cama y la sujeta del mentón, le dice un par de cosas pero ella no recuerda nada de lo que él le dijo, solo sabía que le estaba preguntando algo.

No sabe qué le respondió tampoco, ni cómo fue que él empezó a mirarla como si la fuese a arrojar por la ventana.

Mucho menos recuerda la forma en que esa mirada tan intensa terminó convirtiéndose en un fuego que se cernió sobre ella hasta abrasarla en las llamas.

''¿Qué es lo que haces aquí, Félix?'' Le preguntó una vez más.

Sus memorias llegan hasta ahí, así que jamás pudo escuchar la respuesta a su pregunta.

Lo único que recordaba fue el calor que abrazó su cuerpo durante toda la noche y la pocas gentileza que recibió como moneda de cambio.

A la mañana siguiente, justo en el momento cuando abrió los ojos buscó a Félix echando una mirada por encima, pero junto a ella no había nadie sobre la cama de inmenso tamaño, lo que causó que se levantara de sobresalto, teniendo cuidado con el dolor de cabeza y el mareo repentino por hacer semejante gracia. Miró la iluminada habitación con desdén, su propio cuerpo estaba cubierto de moretones y mordidas sobre destendidas sábanas. — ¿F-Félix?

Vaciló al llamarlo una vez más, nadie contestó.

— Oh, vaya. Veo que ya despertaste. — Anastasia entró en pánico cuando aquel hombre salió de la ducha, apenas envuelto de la cadera por una toalla. — ¿Dormiste bien?

Por instinto Anastasia retrocedió con miedo.

— ¿Q-quién es usted? ¿Qué hace en mi habitación? ¿Dónde está mi novio? ¿Por qué estás desnudo?

Él alzó una ceja cuando las preguntas llegan una por una hacia él, su gesto expresa diversión, como siquiera comenzar a reírse.

— Vaya, esas son demasiadas preguntas, creí que todo había quedado en claro anoche pero al parecer estabas tan desesperada que ni siquiera prestaste atención a lo que te dije, ¿No es así? — Él la mira directo a los ojos, mismos ojos que parecen ver a través de ella. — ¿Quieres que te repita todas y cada una de las cosas sobre las que conversamos anoche?

— ¿Qué? ¡No! — Anastasia frunce el entrecejo y le da una mala mirada. — ¡Usted es un completo grosero! ¡Es un aprovechado!

Ella se había percatado de la desnudez que tenía bajo las sábanas, rápido ella corre hacia el espejo y deja la manta atrás, se había caído en el suelo.

— ¡¿Qué diablos me hiciste?! — Exclamó ella. — ¡Mi cuerpo está cubierto de chupetones y mordidas!

Por un momento ella empieza a hiperventilarse, un sinfin de escenarios empiezan a montarse dentro de su cabeza y ella solo puede imaginar que había ocurrido lo peor.

— Tranquilízate, ¿De acuerdo? — Él se frunció el entrecejo.

— ¡¿Por qué me voy a tranquilizar cuando un extraño aparece de la nada?!

— Ok, admito que ambos estábamos bajo los efectos del alcohol, ¿Pero por qué vienes a echarme toda la culpa si ninguno de los dos estábamos sobrios? Todavía te di tres minutos para salir de la habitación y no quisiste.

— ¡¿Tres minutos?! — Anastasia se quedó boquiabierta. — ¡¿Por qué iba a salir de mi propia habitación?! ¡Tú eres el intruso que se metió aquí así que eras tú el que tenía que irse al final!

Pero ese hombre la miró como si estuviera completamente loca.

— ¿De qué hablas? Fuiste tú la que se coló a mi habitación anoche y te empezaste a desnudar sobre mi cama. — Explicó. — ¿Ya vas a explicarme quién eres?

Anastasia no creía en eso, no quería creerlo, mejor dicho. Pero luego se fija en una verdad innegable: Él también estaba desnudo, con marcas sobre la piel y la única cosa que lo cubría era una toalla.

— No puede ser..., ¿Una equivocación? — Anastasia tembló en el lugar, si él estaba desnudo y ella también eso quería decir una sola cosa: — ¿Qué número de habitación es esta? Seguro te has equivocado tú, esta es la habitación 216.

Aquel desconocido siguió mirando hacia ella como si estuviese viendo a una loca desubicada frente a sus ojos, cualquier rastro de simpatía que pudo haber tenido desapareció completamente y una fría mirada apareció en sus ojos.

— ¿De qué hablas? Estamos en la suite imperial 236, la habitación 216 es en el piso de abajo.

Anastasia se quedó helada.

¿Cómo había terminado subiendo un piso demás?

Pero ese no era el único detalle, se vio en la obligación de detenerse al percatarse de otro detalle:

— Anoche... Anoche T-tú y yo no... ¡No! ¿Verdad?

— ¿Hablas de tener sexo? — Su rostro no mostró impresión, dice las cosas directamente, sin tapujos ni rodeos. — Sí, creo que ya había quedado bastante claro pero al parecer no fue así. 

Anastasia sintió que sus piernas se debilitaron completamente.

— Es demasiada coincidencia que una persona tan simple como tú haya podido ingresar a esta habitación. — Se mostró sorprendido de repente, ella jamás se esperó que con su gran mano la tomara del cuello. — ¿Acaso te mandó mi padre? ¡¿Es eso?! ¡¿Fue él quien te hizo venir hasta aquí y te inventaste todo el teatro de anoche para engañarme?!

El quejido de Anastasia se vio ahogado al igual que su súplica porque la dejase respirar, trató de soltar la mano sobre su cuello pero la fuerza de aquel hombre era increíble. — Ugh... ¡Nno.! — Tosió cuando él la soltó, arrojándola a la cama de manera brusca.

— ¿Entonces cómo lograste colarte a esta habitación? — Su rostro mostró una expresión furiosa, como si estuviese a punto de golpearla, y nada le garantizaba que no lo iba a hacer. — Recoge tu ropa y piérdete de mi vista. ¡Ahora!!

Por alguna razón Anastasia sintió escalofríos al escuchar aquello. Él la soltó de golpe y desde el piso ella recuperó el aliento, tosiendo una y otra vez. No hiso falta que le diera la misma orden dos veces, aun cuando todo su cuerpo estaba temblando continuó vistiéndose conforme se dirigía hacia la salida igual que un cordero asustado. Todavía podía sentir la presión de aquellos enormes dedos en la garganta, bloqueando su respiración.

Y su mundo estaba a punto de desmoronarse cuando confirmó lo que más temía en cuanto vio el letrero en la puerta al salir:

236 escrito en la puerta.

Quien se había equivocado de habitación realmente fue ella.

Esa vez precisamente se permitió llorar en el rincón del ascensor por tan aterradora experiencia, y rogaba internamente no tener que volver a ver a aquel hombre terrorífico jamás.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo