Ella miró la m*****a puerta 216.
Anastasia tuvo una combinación de sentimientos cruzados entre sí, siente rabia, impotencia, tristeza y también está de muy mal humor por todas las cosas malas que le habían ocurrido en una misma noche.
Esta vez sí abrió la puerta correcta, se cercioró que realmente fuera la habitación 216 al menos treinta veces, mientras sus vecinos de habitación la miraban como si fuera una loca, y ella no dudaba aparentar ser una dada su andrajosa y descuidada apariencia, pero finalmente entra en la habitación, que no era tan lujosa como la anterior, por supuesto.
Ve algunas pertenencias allí, asume que son algunas de las cosas que Rebecca dejó anteriormente, todo su cuerpo está completamente cansado, como si un avión le hubiese caído encima, su caminar es pesado, la cabeza le está matando y cuando se mira frente al espejo ve unas completamente desagradables ojeras muy pronunciadas.
Y ella todavía no había mencionado que su cabello parecía un nido de alguna clase de pájaros.
— ¿Qué es lo que está mal conmigo? — Ella se frota las sienes con los dedos, trata de no caer en la desesperación pero le es imposible no exhaltarse, ahora que está sobria recuerda no solo lo que hizo con el hombre desconocido, sino todo el ridículo que hizo frente a sus compañeros de trabajo por estar borracha.
''¿Cómo se supone que me presente a trabajar de esta manera?'' Anastasia quiere que la tierra abra un gran agujero solo para tragársela a ella y que así pudiera ocultar su verguenza.
Pero no podía evitarlo, ya no había nada que pudiera hacer además de soportar las cosas y resignarse ante las consecuencias de sus malas decisiones.
— Bien, primero necesito arreglarme un poco... — Murmura frente al espejo del baño, pero las ganas de vomitar la envían corriendo al inodoro varias veces. — O tal vez necesito un doctor...
Con dificultad se arrastra ella misma hacia la ducha, el agua fría impactando en su piel consigue despertarla un poco más, al menos lo suficiente como para no parpadear como si sus párpados pesaran tres kilos cada uno, se queda en toalla un momento mientras su ropa da vueltas en la lavadora y después en la pequeña secadora que iba incluída en la habitación de aquel lujoso hotel.
Ella suspira mientras ve la ropa dar vueltas una y otra vez, pero sigue pensando en lo que le pasó y en las marcas que aquel hombre le dejó en el cuello, siente escalofríos.
''Me pregunto quién será... No cualquier clase de persona puede pagar una suite imperial'' Se pregunta ella silenciosamente. ''Era bastante guapo... Pero también fue muy aterrador''
Por un momento ella se tensó de solo recordarlo, no quiere seguir pensando en él. Afortunadamente estaba segura de que sus caminos no volverían a cruzarse de esa manera, y era suficiente con eso.
Pero, para una persona tan simple como ella, no era tan fácil dejar de pensar.
''Mis compañeras de trabajo dicen que el sexo es maravilloso... Pero no lo recuerdo tan bueno'' Ella se queda concentrada en otras cosas mientras saca su ropa de la secadora.
Sin embargo, una escena muy explícita empezó a reproducirse en la mente de Anastasia justo después de haber pensado aquello, sus mejillas se sonrojan y ella mira hacia otro lado.
''Supongo que tenían razón después de todo'' Medita ella, silenciosamente.
También recordó una cosa: aquella noche muchas de las memorias sobre su pasado volvieron a ella mientras dormía.
No estaba segura de por qué extactamente, pero vio a su madre sufriendo, ella, quien había caído a sus pies en un trágico amor a primera vista, dejó todo lo que tenía para permanecer a su lado, sin importarle las humillaciones que recibía ni tampoco los malos tratos por parte de la familia de su amado. A veces pensaba en lo tonta que fue ¿Por qué no huyó de las garras de ese hombre para ser libre? ¿Para qué aguantar tanto odio y rencor solo por su pasado?
Por supuesto, ella lo hizo para darle una vida mejor a Anastasia, quien ni siquiera es hija legítima de aquel hombre.
Aunque siempre tenía la misma pregunta rondando en la cabeza: ¿Era realmente necesario?
Pero no importaba cuánto se hiciera la misma pregunta, nunca recibiría una respuesta.
Esa vez regresó a casa temprano por la mañana, su cuerpo estaba tan cansado que, al darse cuenta que todavía le quedaba algo de tiempo para dormir ya que generalmente nadie notaba su ausencia así que no importaba si llegaba un poco tarde, decidió descansar un rato más con la esperanza de estar completamente sobria al abrir los ojos.
(...)
Con pesar abre los ojos, deseando poder dormir un poco más, la cabeza la estaba matando y no tenía ganas de enfrentarse a la realidad que la golpearía apenas abriera la puerta de su habitación. Pero necesitaba el dinero de su trabajo, solo así podría reunir y largarse de ese maldito lugar para siempre.
Se puso su uniforme luego de tomar un baño y lavarse los dientes, usó algo de maquillaje para cubrirse las ojeras y también las marcas del cuello, pero seguía luciendo bastante agotada física y mentalmente, pero no había nada más que ella pudiera hacer para solucionarlo.
Debido a ciertas circunstancias fuera de su control no desayunaba en casa, naturalmente tomaba un café en la oficina y empezaba el día como la chica de los recados -La mascota de la oficina-, ya llevaba casi medio año en la misma rutina.
— ¿Dónde estabas anoche? — Esa era la única diferencia a su rutina habitual, naturalmente Alexis, su medio hermano(Aunque realmente no tenían relación consanguínea alguna), jamás esperaba a que saliera de su habitación para preguntarle, Anastasia trató de seguirlede largo pero él la detuvo al sujetarle el brazo. — ¿Por qué no llegasta a dormir anoche?
Anastasia se soltó
— ¿Desde cuándo debo responder sus preguntas? Estaba en una reunión del trabajo.
Con solo mirarlo bastaba para saber que no le creía.
—¿Es esa la manera en que deberías contestarme? mi padre ha sido muy condescendiente contigo y te ha tratado bien desde que murió tu madre aunque no tienes nada que ver con nosotros, así que conoce tu lugar.
Si tan solo tuviera agallas para reprocharle algo.
Pero tenía razón, ella no tenía nada en esa casa. Hasta su propia ropa había sido comprada por su ''padre'', por eso necesitaba tanto del empleo. Para poder ser libre por fin.
Solo por eso trabajó más que nadie para que sus notas fueran las mejores y poder ser admitida en una universidad de prestigio, durante meses y años puso todo su esfuerzo en graduarse rápido y poder huir, solo debía esperar un poco más y trabajar duro.
— ¿Entonces? Recuerdo claramente haberte preguntado en dónde estuviste, porque sé que no viniste a dormir. ¿Por qué pretendes no saber nada y evades la pregunta, rarita? — El tono de voz de Alexis fue completamente escalofriante, Anastasia se gira hacia él y lo ve sonreír como un auténtico lunático. — Parece que te descubrí, deberías ver tu rostro en este momento. Es como el rostro de un niño que ha sido encontrado haciendo algo malo.
Anastasia primero intenta calmarse, algo muy dentro de ella sabe perfectamente que Alexis solo estaba tratando de ocasionarle miedo con amenazas, desde que lo conocía ese era su único pasatiempo aparente.
— Ya te dije, estaba en una reunión de trabajo. — Anastasia suelta el brazo que él estaba agarrando con fuerza. — Y no tienes ningún derecho a reclamar mi hora de llegada, yo me quedé en casa de una amiga porque era demasiado tarde, le envié un mensaje a papá para avisarle, en cambio tú todos los fines de semana desaparareces sin dejar rastro.
En ese momento tal vez ella no lo aparentaba, pero por dentro estaba completamente temblando luego de haber mentido tan descaradamente con una expresión facial bastante neutral.
Alexis no era tan inteligente, ella cree que él aceptaría su mentira sin más y la dejaría ir, pero ese no fue el caso.
— Tú ni siquiera has de tener amigos. — Contesta él. — ¿Pretendes que te crea cuando ni siquiera usas tu teléfono celular que parece sacado de la prehistoria? Sé un poco más inteligente si vas a mentir.
Por primera vez en su vida ella realmente maldijo el momento en que Alexis decidió emplear la razón.
— No puedes saberlo, pero si quieres ve y revisa el teléfono de papá y déjame a mí en paz porque tengo que irme a trabajar. — Responde Anastasia.
Ella suspira cuando finalmente pudo liberarse de las preguntas invasivas de Alexis, siente el corazón latir aceleradamente y por un momento se lleva ambas manos al rostro.
''Dormir en casa de una amiga, por supuesto. Es bastante obvio que no tengo amigos'' Anastasia se da cuenta de esa verdad y piensa en mentir con cosas más creíbles. ''Tenía que haber dicho que me quedé haciendo un trabajo importante, ellos no van a joderme si hay dinero de por medio.''
Todos los habitantes de esa casa estaban interesados en cuánto dinero podía aportar con su trabajo, no importaba nada más, ni siquiera ella.
''Cuando por fin pueda irme de esta casa me aseguraré de hacerles saber a todos lo asquerosos que son'' Se garantiza a sí misma, cobrando al final un poco de valor para salir a trabajar, iba sin desayunar, otra vez.
Todo porque la esposa de su padre no biologico escondía los ingredientes cuando ella no aportaba la cantidad de dinero establecida y que aumentaba cada semana.
— Al diablo con todos. — Anastasia gruñe, se coloca una bufanda para poder aguantar el frío y sale de la casa con un mal humor completamente fuerte.
Aquella mañana era fría, el cielo nublado daba indicios de que llovería en cualquier momento. Debía apresurarse.
En cuanto Ana llegó al trabajo todo estaba hecho un caos, el personal corría de un lado a otro con pilas de documentos.
— Tú, niña ¿Qué haces ahí parada? — Dejó de beber café cuando escuchó que la llamaron, tez bronceada y cabello rizado, definitivamente era Wendy. — ¿Acaso no tienes nada que hacer? Hoy viene el nuevo presidente de la compañía, ve y lleva estas copias a la sala de juntas. — Asintió un par de veces, por el momento tendría que despedirse de su ansiado desayuno.
No podía evitar preguntarse qué clase de hombre era capaz de poner a todos en cintura aun sin conocerlo todavía. — Debe ser aterrador. — Dejó la última copia organizada sobre la enorme mesa de vidrio.
Para que alguien con solo su visita sea capa de hacer que todos allí que normalmente siempre estaban en tiempo de ocio se pusieran a trabajar quería decir que se trataba de una visita realmente importante, y probablemente realmente estricta también, solo por eso tuvo miedo de ser despedida únicamente por estar en un mal sitio durante un mal momento.
«Concéntrate, no es momento de pensar en tonterías, todo tiene que quedar perfecto.»
Cerrando la puerta de la sala al salir escuchó la conversación de dos mujeres de mantenimiento.
— Erick Russo es un hombre tan atractivo ¿No te parece? Pero lo que no sabes es que ha estado casado cinco veces. Sus esposas terminan difamándolo cuando se divorcian. — Escuchó decir a la otra mujer. — Parece que es un mujeriego sin remedio, incluso tiene una amante que solo lo quiere por su dinero y ha rechazado múltiples veces casarse con él ¡Pobrecito!
Merecido lo tiene, un hombre que solo usa a las mujeres como a juguetes sexuales merece ser usado del mismo modo.
«¡Debo dejar de ser tan cotilla!» se regañó mentalmente, palmeándose la mejilla un par de veces para continuar con su trabajo.
Todos actuaban como si nunca dejaron de trabajar cuando las puertas del ascensor se abrieron en el departamento de mercadotecnia, Anastasia estaba frente a su computadora, la tensión se sentía en el ambiente silencioso, podía escuchar la conversación de su jefe con la del señor Erick, sin embargo no se percató de su rostro hasta que se le cruzó por el lado.
Y quiso morirse en cuanto lo hizo.
Esos ojos verdes opacos que parecían a punto de atacar en cualquier momento, aquel ceño levemente fruncido en representación de su carácter cruel y hostil, el cabello castaño que ya no estaba húmedo debido a la ducha y aquellas grandes manos que la sujetaron del cuello el día en que creyó vería su final gracias a la falta de oxígeno.
Casi se desmayó cuando se percató de que aquel hombre era su misterioso amante de una noche.
Su labio inferior tembló, a ello se le unieron las manos y el resto del cuerpo poco después, el miedo que paralizó su cuerpo era algo difícil de explicar, sobre todo tras haber recibido claras órdenes de desaparecer de su vista. Las miradas de ambos se encontraron por cuestión de una milésima de segundo antes de que Anastasia bajara de nuevo la cabeza y postrara la mirada al piso, rogando pasar desapercibida y respirando de alivio cuando él la pasó de largo.
Ta vez no la reconocía.
Era mejor de esa manera, evitaría su final si se mantenía lejos de aquel terrible hombre.
Pero aparentemente él no tenía las mismas intenciones en la cabeza.
— ¿Quién es? La chica de que temblaba como chihuahua y no levantó la mirada de sus pies. — Erick Meneó el alcohol en su vasito de vidrio, bebiéndolo de un trago sin vacilar o demostrar el amargo sabor en su rostro.
Frank lo miró, no era común por parte de él interesarse en un trabajador. — Según lo que me describes solo puede tratarse de la señorita Wilde, es solo una becaria que cree va a postular para el puesto una vez termine su periodo de prueba, no es más que una simple niña incapaz de defenderse a sí misma. Prepara buen café y tiene unas lindas piernas, si la regañas pone una cara muy mona, es como ver a un cachorrito adorable. Además su familia es increíblemente...
— Te pregunté quién era, no detalles innecesarios.
— Pero ¿Por qué está interesado en ella? Es completamente inútil, tengo mujeres mucho más capaces que seguro le gustarán más.
Erick alzó la mano, haciendo un gesto para que aquel hombre se callara.
— Quiero que la traiga y la convierta en mi asistente personal.
Rígido en su silla de madera, sin hablar. Si Erick era un hombre terrible su padre multiplicaba por cinco su mal carácter. — Entonces ¿Para qué has venido a perturbar mi tranquilidad? — Dejó de lado su trabajo, carraspeando la garganta antes de pedirle a su asistente que le hiciera llegar un vaso de agua, una excusa para sacarla de ahí y poder conversar a solas con su primogénito. Y cuando estuvieron a solas, Erick se permitió reír en sus narices. —Créeme, no es para preguntar por tu salud. — Podré esperar muchas cosas de ti, pero eso jamás. Sé que todos los días te levantas rogando que se acorte el tiempo para que me veas dentro de una urna, pero tu odio solo me hace más fuerte. Erick se encogió de hombros, no le dio la razón, pero tampoco negó lo que dijo. — Lo que he venido a pedirte es que dejes de enviarme mujeres a donde sea que estoy, es molesto. — Si eligieras a una señorita para establecer tu familia no sería tan molesto como piensas. — Dio un trago a su taza de té, ne
''Erick... Sé un poco más gentil. ''Definitivamente Anastasia había visto algo que no debía.En medio de sus piernas se podía distinguir una figura femenina, con un llamativo vestido ceñido al cuerpo y tacones altos. Gracias a Dios la censura del escritorio no le permitió ver la desfachatez que estaba haciendo en la oficina del presidente, la manera en que empuñaba las manos mostraba que sufría por la manera tan rústica en que Erick empujaba su cabeza sin cambiar ni siquiera un poco esa expresión fría y distante de siempre, como si estuviera aburrido.— Eres terrible, llevas aquí diez minutos y ni siquiera eres capaz de causarme una erección ¿A eso le llamas atender mis necesidades sexuales? Apestas, lárgate. — Dijo él con firmeza, tomando un pañuelo para limpiarse las manos que antes sujetaban el cabello de esa mujer sin piedad.Anastasia se paralizó, comprendiendo que no podía quedarse viendo o sería ella quien terminaría en una situación penosa, rápidamente tomó la agenda de su es
Si las miradas mataran Erick ya estaría metiendo su cadáver en la cajuela de aquel lujoso automóvil, podía verlo tenso, incluso había dejado de beber de su taza de café.— ¿Disculpa? — Preguntó, como si hubiese escuchado mal.— Dije que no, no voy a casarme con usted. — Respondió Anastasia, encogiéndose en su silla y con miedo de seguir hablando. — Usted es mi jefe, además yo ya tengo a alguien a quien amo y con quien espero casarme en un futuro.— Piénsalo bien, yo puedo darte todo lo que quieras. Viajes al extranjero, automóviles del año, joyas, todo lo que me pidas te lo daré, solo necesito esto de ti. — Sonaba casi como una súplica, pero su rostro mostraba descontento. — ¿Qué es lo que pides a cambio de casarte conmigo? Lo pagaré.La propuesta de Erick era sencilla: Necesitaba de una mujer a quien no amara y de quien estaba seguro que no lo amaría para realizar un matrimonio contractual y heredar la compañía de su anciano padre, quien se rehusaba a entregársela mientras estuviera
¿Por qué de nuevo?Todo su mundo parecía dar vueltas, de nuevo unas sábanas que no conocía de nada se deslizaron por su cuerpo en el momento en que se sentó, cuando miró a los alrededores pudo percatarse de que no estaba en su casa, tampoco en la casa de un conocido cercano, probablemente ni siquiera estaba cerca de su vecindario siquiera.Al arrastrar su paso hasta la sala se percató de que estaba haciendo un muy mal tercio entre Erick y una mujer que no conocía para nada, ellos dos se lanzaban miradas de perros rabiosos luego de que osadamente ella alzara su mano y la estampara contra la mejilla de él quien ni se inmutó, tampoco reflejó dolor. Anastasia pudo imaginar el ardor que debió sentir con el simple hecho de escuchar el sonido que hizo el golpe.Pero, antes de continuar con la dramática escena será mejor contar lo que ocurrió desde el principio.* * *La mañana siguiente su trabajo comenzó como siempre, ella llegando temprano, revisando la agenda y cuidándose de no convertirs
Mirar a Félix marchándose con aquella mujer fue una de las escenas más impactantes y difíciles de soportar para Anastasia, no podía describir el tipo de impotencia que estaba sintiendo para cuando salió del supermercado y simplemente los vio alejándose, fue un golpe directo al corazón.— ¡Maldito desgraciado!Justo cuando él se le había confesado en un acto de amor eterno, se sintió completamente estúpida por haber creído ciegamente en aquellas palabras.— Puedes llorar si quieres, aquí no juzgamos a las personas lloronas.Se sobresaltó al escuchar al dueño de aquellas palabras. — ¿Qué hace usted aquí, señor Erick? Parece un acosador. — Anastasia trató de seguir su camino y pretender que no lo vio.Pero él se movió primero, deteniendo su paso justo frente a ella y rodeándola con los brazos para ocultarla.— Dije que podías llorar, deja de hacerte la fuerte. — Lo había visto todo, entendiendo el sentimiento dio consuelo a Anastasia, quien en seguida rompió en llanto contra su pecho.*
Anastasia simplemente no podía creer lo que sus ojos estaban viendo en ese momento.Justo en frente de su casa había una hilera de vehículos mucho más costosos y lujosos que el vecindario en sí, estaban estacionados en ambos lados de la calle, sintió pánico cuando la sonrisa de Erick, cargada de un brillo particularmente malicioso, se dirigió hacia ella, lo que le confirmó el hecho de que estaba mucho más involucrado en la situación de lo que pensaba.Por no insinuar que era directamente culpable.— ¡¿Qué diablos es eso?!Erick la miró como si no entendiera de qué estaba hablando, incluso cuando vio al grupo de hombre sacar todas sus pertenencias de lo que consideraba su hogar.— ¿A qué se refiere? — Preguntó Erick, divertido.— ¡Se están robando mis cosas, mi gato! ¡Ayuda, me están robando! — Su preocupación no hizo más que crecer al ver que todos los vecinos estaban observando tal espectáculo. — ¡Llamen a la policía!— Ana... ¿Qué está sucediendo? — Preguntó una de sus vecinas, la m
— Por favor, señorita, debe salir y comer algo. — La voz llamándola del otro lado de la puerta sonaba preocupada, pero a Anastasia ni siquiera le importó. — Ya ha pasado una semana desde que llegó aquí y no ha salido de su habitación, podría enfermarse.— ¿Una semana? — Levantó perezosamente la cabeza de la almohada, contemplando de nuevo las desconocidas paredes color melón. — El tiempo sí que va más lento cuando estás en el infierno.— No diga eso, el señor Russo se ha encargado de usted desde que llegó.— ¿Cuánto fue? — Anastasia abrió la puerta de repente.— ¿Disculpe? — Preguntó de vuelta la mucama, Emily, a quien habían asignado como cuidadora.Anastasia no retrocedió. — Quiero saber cuánto te pagó Erick para que dijeras eso.Emily era una mujer joven, con un bonito cabello castaño ondulado, debía tener serios problemas financieros si terminó aceptando trabajar como mucama de alguien casi contemporánea a ella. — No hizo tal cosa, señorita. — Suspiró, tratando de extender la band
Sostenía con fuerza su muñeca luego de lograr atraparla de milagro, debajo de ella solo estaba el vacío que la llevaría a una muerte segura.— ¡Erick, No me sueltes! — El grito ahogado salió de su garganta, viendo a su ex jefe al borde de la ventana con una inusual expresión angustiada, él estaba sujetándose de la pared para evitar que su peso lo jalara también.— ¡¿Ahora sí tienes miedo de morir?! ¡¿Qué creíste que iba a pasar si te caías?! — Exclamó, de no haber sido por su agilidad al atraparla ella ni siquiera hubiera tenido oportunidad de escuchar su regaño. Erick continuaba sujetándola con fuerza, tratando de alzarla. — ¡¿Por qué pesas tanto?!Anastasia decidió ignorar su orgullo herido por el comentario.Erick tomó aire, con las manos ocupadas y sin la oportunidad de llamar a alguien buscando auxilio trata de buscar una forma segura de subir a Anastasia; se le ocurre una idea bastante arriesgada...— Escúchame bien, a la cuenta de tres voy a soltarme para sujetarte con ambas ma