38.

— ¿Sabrás llegar hasta el lugar? — Anastasia asintió, pensando detenidamente en la dirección. — Te recogeré justo allí, así que no llegues tarde... Y una última cosa, no puedes decirle a nadie sobre nuestro pequeño encuentro.

La mirada de Lucien se tornó completamente seria, haciendo que Anastasia pusiera una mueca en el rostro. — ¿Y qué pasaría si decido no mantenerlo en secreto?

— La respuesta a eso es muy fácil... — Contestó, señalando hacia el interior de su boca. — Me aseguraré de que no seas capaz de volver a contarlo.

Anastasia sintió escalofríos cuando vio que apuntaba a su lengua.

— Está bien, mantendré mi boca cerrada al respecto.

— No lo veas como una amenaza, querida. Es solo que las personas que saben demasiado sobre ciertas cosas y deciden asumir el riesgo de soltar la lengua ni siquiera merecen tener una dentro de la boca ¿No te parece? E incluso estaría siendo bastante indulgente.

Él sonrió con la misma simpatía que había estado mostrando desde el momento en que se con
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