Las Secuelas

Narra Adriana:

Miro hacia atrás en el bosque, mientras corro desesperadamente en un intento de escapar. El sudor baña mi frente y mi respiración es agitada. Trato de escapar, pero los árboles, ramas y piedras me la ponen difícil y detrás de mí, se escucha la risa de mi captor. Tengo miedo, mucho miedo de que me atrape, así que no dejo de mirar atrás, para verle casi junto a mí. En una de esas, tropiezo con una piedra y me golpeo la cabeza, haciendo que sangre comienza a fluir como un río. Ahora herida, y sola, intento ponerme de pie, pero antes de darme cuenta, mi perseguidor me echa mano por el tobillo desde las sombras y me arrastra a lo profundo del bosque.

Me despierto con la mano en el pecho y una respiración profunda. El corazón me late a mil por hora y en efecto, sí estoy sudando, tanto así que el pijama que traigo puesto, al igual que la manta, está húmeda. ¿Dónde estoy? La habitación está a oscuras, por lo que, por un momento, la terrible idea de haber sido secuestrada otra
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