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Pronto fue la boda de Helena y Xavier.Fue una boda hermosa y emotiva.Cuando finalizó, los novios partieron hacia un destino a una isla en Grecia.Al día siguiente.Mia y su madre dieron un paseo por el lago cercano a casa.—Amo el lago, me encanta que vengamos a desayunar aquí un dìa por la semana —dijo Darina.—Mamá, te tengo un regalo —dijo Mia con emoción.Mia le dio una caja de regalo en las manos.Darina se quedó perpleja.—¿Y esto? No es mi cumpleaños —exclamó Darina confundida.Mia sonrió.—Quiero consentirte.Darina abrió el regalo, estaba ansiosa por conocerlo, vio lo que parecìa un trozo de tela.Lo desenvolvió y su sorpresa fue enorme. Era un mameluco de bebé con una leyenda: “eres la mejor abuelita del mundo”.Hizo un gesto de sorpresa, levantó las cejas, y cubrió su boca, a punto de lanzar un grito.—¡¿Es verdad?!Mia asintió con ojos llorosos.—Tendrá un hijo, mamá, tendrás un nieto.Darina y Mia se levantaron, se abrazaron con fuerzas, se abrazaron.—¡Oh, mi amor! ¡Qué
Los niños corren por el jardín, han pasado cinco años.Mia y Arturo tuvieron a Miranda, su pequeña.Catalina y Luca tuvieron a su hijo David.Dos años después, Helena y Xavier tuvieron a sus mellizas Daniela y Sarah.La familia crece, día a día, y nunca hemos dejado de estar juntos.Sonrió, escuchó las charlas, los juegos, la alegría.Hace tres meses, mi padre Jerónimo nos dejó, partió en paz, pero recuerdo que un día antes me preguntó.—¿Crees que tenga haya sido un mal padre?Tomé su mano, y le dije que no, era un gran padre. Hizo lo que pudo, se equivocó como todos, pero era mi padre, lo amaba, y si podía volver a nacer, lo elegiría de nuevo.Un dìa después se puso mal y falleció.Lloré, me quedé con esa pregunta, pero luego, entendí que es el final de un ciclo, no hay forma en que esta historia se acabe, que no sea el final de la vida.Vivió en paz, olvidó lo malo, recuerdo lo bueno.Cada dìa que pasa solo quiero ser un mejor padre. Y un mejor esposo.La cena está servida, nos reu
Vestida de novia, observaba por la ventana, era de noche, abrió ligeramente el cristal, el sonido del viento como de aquellas voces se grabaron en sus oídos. Mariza se había casado con Jorge Santalla hace unas horas, y estaban en su nueva residencia cuando esa mujer llegó a tocar su puerta, la conocía, solo de nombre, era Mónica Flores, los rumores apuntaban a que era la exnovia de su ahora marido. —¡¿Y qué debía hacer?! ¡Me engañaste Mónica! —¡Yo no quería engañarte! —exclamó la mujer en el jardín frente a ese hombre que vestía un esmoquin con aquel botonier—; tenía vergüenza de mi pasado, amor —ella quiso tocar su rostro. Él se deshizo de su agarre. —¿Cuándo ibas a sentirte avergonzada? ¡Nunca dejaste de trabajar como una… ni siquiera porque ya eres mía! ¿Te faltaba dinero? ¿Por qué no me lo pediste? La mujer hundió la mirada. —¡Nunca serás feliz con ella! No la amas, solo me amas a mí, ¡díselo! Grítale que cuando la besas, piensas en mí. —¡Cállate! No voy a perdonarte, ahor
—¿Qué haces aquí, querida esposa? ¿Te golpeó la puerta al salir? Mariza hundió la mirada. —Yo no sabía que mi padre recibió dinero… Jorge se echó a reír a carcajadas. —¿Así que esta es tu mejor treta? ¿Mentir? —No estoy mintiendo, en comparación con tu querida zorra, yo no miento. Jorge la tomó del brazo con rabia. —¡¿Qué has dicho?! Mariza se asustó, él ya estaba ebrio, lo sintió tan cerca de su cuerpo. —Al menos a ella la dejé, ¿por qué debería estar casado con una cazafortunas como tú? Ella intentó manotear, Jorge estrechó más su cintura contra él, miró sus ojos verdes, se acercó a ella. —¡Aléjate! Divórciate de mí, haz lo que quieras si no me crees, yo sé la verdad, tu fortuna no me interesa. —¿No? Entonces, dime, ¿por qué te casaste conmigo? Ella titubeó. —¡¿Por qué?! —¡Porque te amo! —exclamó por impulso, al instante se sintió tonta por lo que dijo. Los ojos de Jorge se abrieron enormes. —¿Me amas? —preguntó, miró su rostro, sus ojos estaban cubiertos de lágrima
Al día siguiente. Mariza despertó, se levantó de la cama, se miró al espejo, sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más. Luego rio como si estuviese loca. —¡Vaya novia absurda! Se quitó el vestido, sintió tanta rabia, que tomó unas tijeras del cajón, lo cortó, se sentía decepcionada, fue a darse un largo baño, se vistió. Salió de ahí, y buscó en la maleta de Jorge Santalla, entonces sonrió al verla, era una tarjeta de crédito, la llevó consigo. En el hospital. Jorge pagó la cuenta del hospital, el doctor dio la orden para que Mónica saliera, siempre que estuviese guardando reposo en casa. De pronto, Jorge recibió muchas notificaciones de transacciones bancarias. «Compra por diez mil pesos» «Compra por veintidós mil pesos» «Compra por cincuenta mil pesos» Se quedó perplejo, pensó si le habían robado la tarjeta, notó que solo llevaba consigo una tarjeta de crédito, la cartera estaba íntegra en casa. —¿Será posible…? —murmuró Vio a Mónica junto a su amiga Chantal. —¿Me ll
Días después, era el aniversario de la empresa, Mariza quiso negarse a ir, pero no tuvo mayor excusa, menos cuando su madre la llamó para exigirle que fuera. Se miró al espejo, llevaba un vestido color celeste, estaba ansiosa, no sabía si se llevaría bien con Jorge, desde hace días no se hablaban, ni siquiera se miraban a la cara. Bajó la escalera. Él ya la esperaba atento. Cuando él alzó la vista, sus ojos azules se abrieron enormes, y tragó saliva. «Es tan hermosa, es la mujer más bella que he visto», pensó. Ella se reflejó en sus ojos, respiró profundo que él no se dio cuenta. —¿Estás listo? Debemos irnos o llegaremos tarde —dijo ella, él asintió. Subieron al auto. Al llegar al salón, saludaron a muchas personas, algunos estaban sorprendidos de que no hubiesen ido de luna de miel. Mariza se sintió harta de toda esa gente, fue al cuarto de baño, se sentía como un pez fuera del agua. Fue ahí que encontró Valeria, la esposa del medio hermano de Jorge. —Es una lástima que tú
—¡Suéltame! —gritó, él estrechó su cintura, ella le miró angustiada. —¡Calma, esposita! ¿Qué es lo que quieres? —preguntó afianzando su agarre a la curva de su cintura—. Ah, ya sé, te voy a dar lo que quieres —dijo con osadía, y besó sus labios con prisa. Mariza se asustó, él la besaba codicioso, con pasión, intentó alejarse, sus brazos fuertes la envolvían, sintió que sus agallas fallaban, su cuerpo cedía, ella lo amaba. Cuando fue consciente, estaba recostada sobre la cama, Jorge estaba encima de ella. —No, Jorge, aléjate… —¿Por qué? —dijo él y detuvo el beso—. ¿No dijiste que me amabas? Estoy cumpliendo tus sueños salvajes. Ella quiso alejarse, no pudo, él volvió a apresar sus labios. Sus besos exigentes la sofocaban, los abandonó para reclamar la piel de su cuello. El hombre dejó un camino húmedo en su piel, ardiente. Jorge no pensaba, se abandonó a su deseo, le quitó el vestido, su piel pálida le gustaba y ese olor a rosas le fascinaba. Estaba quemándose en ese cuerpo,
Mariza sollozó en el baño.«Soy una imbécil, no debí dejar que la pasión nublara mi mente, la verdad es que lo amo, que fui débil, estoy enamorada y cedí ante él, pero ¿dónde demonios se ha ido mi dignidad? ¡Ha sido mi peor error! Pero, es la última vez, ahora todo lo que haré será acabar con este maldito matrimonio, no me iré con las manos vacías, debo encontrar la forma de conseguir dinero para saber de mi hermana, y estudiar, para poder trabajar por mí misma», pensó.Su padre era tan machista que nunca dejó que sus hijas estudiaran la universidad, Mariza solo logró estudiar el colegio y hacer algunos pequeños cursos de marketing, y computación, su padre se negó a pagarle nada más, tampoco la dejó trabajar.Cuando Jorge llegó al departamento de Mónica, ella lloraba sin parar, Chantal estaba a su lado, ella también lloraba.—¡¿Qué fue lo que pasó?! —exclamó con angustiaMónica miró su rostro.—Fui a unos análisis médicos, Jorge, ¡tengo leucemia! Estoy muriendo.Ella se abrazó a él.Jo