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Capítulo 2: Un te amo verdadero, un te amo falso

—¿Qué haces aquí, querida esposa? ¿Te golpeó la puerta al salir?

Mariza hundió la mirada.

—Yo no sabía que mi padre recibió dinero…

Jorge se echó a reír a carcajadas.

—¿Así que esta es tu mejor treta? ¿Mentir?

—No estoy mintiendo, en comparación con tu querida zorra, yo no miento.

Jorge la tomó del brazo con rabia.

—¡¿Qué has dicho?!

Mariza se asustó, él ya estaba ebrio, lo sintió tan cerca de su cuerpo.

—Al menos a ella la dejé, ¿por qué debería estar casado con una cazafortunas como tú?

Ella intentó manotear, Jorge estrechó más su cintura contra él, miró sus ojos verdes, se acercó a ella.

—¡Aléjate! Divórciate de mí, haz lo que quieras si no me crees, yo sé la verdad, tu fortuna no me interesa.

—¿No? Entonces, dime, ¿por qué te casaste conmigo?

Ella titubeó.

—¡¿Por qué?!

—¡Porque te amo! —exclamó por impulso, al instante se sintió tonta por lo que dijo.

Los ojos de Jorge se abrieron enormes.

—¿Me amas? —preguntó, miró su rostro, sus ojos estaban cubiertos de lágrimas que se aferraban a no rodar por sus mejillas, sus pestañas temblaban como alas de mariposas.

Jorge sonrió al ver lo hermosa que era, parecía tan dulce, tierna, sin malicia.

Sintió como su cuerpo reaccionaba a ella, besó sus labios sin pensar, la llevó hasta la cama.

Cuando ella quiso detenerlo, no pudo, había una pasión desatada en sus ojos lujuriosos, y ella no pudo escapar, lo amaba, sí, era su primer y único amor.

Sintió su dulce beso, se las ingenió para que su boca se abriera, y entonces su lengua pudo acariciarla, el beso apremió hasta dejarla sin aliento, solo se detuvo cuando un claro gemido se liberó.

Ella estaba recostada en la cama, él, encima de ella, observó su dulce rostro.

«Es la mujer más hermosa que he conocido, sí, es hermosa, podría simplemente poseer su cuerpo, perderme en sus labios, ¿y de qué serviría? No estoy limpio, ni mi mente, ni mi corazón están limpios para ella, dijo que me amaba, ¿qué clase de amor le voy a dar? No debo…», pensó

Se alejó de ella, arregló su traje, había una decepción inmensa en los ojos de Mariza.

—¿Es por ella? ¿Los rumores son verdad? Mi marido ama a otra mujer, ¿es cierto?

Él la miró con ojos severos, hundió la mirada.

—Ya basta, estas son las reglas del juego; ante el mundo entero, incluyendo a nuestros padres y familiares, somos la pareja perfecta, al cerrar la puerta, cada uno puede vivir como quiera, ¿estás de acuerdo?

—¿Qué gano yo con eso?

—Supongo que, si volviste, fue porque tu padre te aclaró que esto es un gran acuerdo financiero, si no lo quieres, solo firma el divorcio, pero también me encargaré de que el contrato comercial con tu familia se anule para siempre.

Ella hundió la mirada, pudo ver él titubeó en su rostro, la frustración en sus manos en un puño.

—Decídete, niña.

El teléfono de Jorge sonó, él respondió.

—¿Qué quieres ahora? Dije que me dejaras… ¡¿Qué?! ¿Qué le pasó? ¡Dios mío! Voy para allá.

Colgó la llamada, sus ojos se encontraron con los de Mariza

—¿Así que te irás en la luna de miel con ella?

—¡Mónica intentó… está mal! Y ella me importa, entiéndelo, y si no lo entiendes, entonces divórciate, si no, acepta el maldito trato, déjame en paz.

El hombre salió de la habitación.

Mariza no pudo detenerlo, sintió como si le hubiesen arrancado el corazón, se sentó al borde de la cama, sus ojos se volvieron llorosos, rompió en llanto.

—Jorge, pensé que me amarías, que por fin algo bueno me pasaba en la vida, pero no es así, solo fuiste un espejismo…

En el hospital.

Jorge llegó, encontró a la amiga de Mónica en el pasillo.

—¡Jorge! Qué bueno que viniste, ella está tan mal.

—¿Qué le pasó?

—¡Quiso cortarse las venas! Llegué justo a tiempo.

Él hundió la mirada.

Fue hasta la habitación, sintió su corazón, estremecer, verla así, tan pálida y frágil en la camilla, arrugó su corazón.

Mónica abrió los ojos.

—¡Jorge, viniste! —exclamó sollozando

Él bajó la mirada, quiso sentirse de nuevo cómodo.

«Sí, quiero protegerla, abrazarla, que nada le haga daño, pero sigo sintiendo esto en mi corazón, como un muro que se ha formado entre los dos, como si no pudiese atravesarlo y no soy capaz de amarla como antes», pensó.

—¿Por qué lo hiciste?

—¡Porque te amo!

Jorge recordó las palabras de Mariza, ella dijo las mismas palabras, pero en aquellos ojos verdes vio algo que no veía en Mónica, era una dulzura, algo limpio, real, recordó ese beso, incluso tocó sus labios por instinto.

—¿No me crees?

Mónica lo devolvió a la realidad, él asintió.

—No vuelvas a herirte, duerme.

—¿Te quedarás conmigo?

Jorge respiró.

—No dejaré a mi esposa por ti. —La mujer chilló

—¿Por qué me haces esto?

—He hecho mucho por ti, incluso iba a casarme contigo, pero no más, lo arruinaste, Mónica, estoy aquí porque me das lástima, debes ganarte mi perdón.

La mujer lloró en silencio.

Jorge salió de la habitación, lo recordó todo.

«Flashback:

—¡No voy a casarme con Mariza Faucher, ya te lo dije Sylvia, amo a Mónica Flores, y es mi única respuesta!

—¡Eres un tonto! Ella es una mujerzuela, es una prostituta, pregúntalo a tus amigos, ¿por qué crees que se alejaron todos de ti? Ella cobra por favores íntimos, ¡pagarás caro haber caído en sus redes! ¡Jorge! Si la gente lo sabe, seremos el hazmerreír.

—¡Mientes porque me odias!

Sylvia, su madrastra rio.

—No necesito destruir tu vida, tú lo has hecho por tu propia mano.

Jorge salió de la mansión Santalla subió al auto, y fue al departamento de Mónica.

Iba a tocar la puerta, pero conocía la clave para entrar, abrió la puerta, apenas lo hizo, unos sonidos eróticos emergieron del lugar, lo que le provocó un escalofrío.

Sintió rabia.

Corrió rápido como pudo, abrió la puerta, vio a Mónica desnuda, sentada a horcajadas sobre ese hombre.

—¡Mónica! —gritó con rabia, vio todo rojo, golpeó a ese hombre y a ella la empujó lejos de él.

—¡No hice nada! ¿Qué es lo que pasa? ¡Pague por este servicio, ella es solo una prostituta! —dijo el hombre.

Esas palabras lo enloquecieron, miró a Mónica con gran decepción, ella cayó a sus pies.

—¡Perdóname, Jorge!»

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