Bianca estaba demasiado nerviosa por haber involucrado a otra persona en su nefasto plan. Gian planeó todo para que su cuñada lograra su objetivo, pero él no sabía todo lo que ella quería lograr con aquellas ideas. Sin embargo, Gian creía firmemente que a su hermano le vendría bien algo de justicia divina por ser tan "Capullo". —Bianca... -Estaban juntos dentro del auto y ella parecía estar meditando sus posibilidades. —Tienes que relajarte, Bianca.
—Aquí soy Rose Lyndon-Holt. -Bianca corrigió a Gianpiero mientras estaba con él en el auto camino a otro evento que, según su cuñado, estaría su esposo. Se había arreglado expresamente para lucir espectacular. El vestido blanco, corto, el maquillaje y aquellos labios rojos. Jugaba con sus uñas mientras sentía el estomago revuelto. —Repasemos el plan.
—A Nathaniel te presentaré como mi acompañante. Tú vas a coquetearle. A mi hermano suelen gustarle las mujeres prohibidas. Si cree que estás conmigo se sentirá más atraído por ti. Es sencillo.
Aquello dejó a Bianca muy mal, ¿Qué clase de hombre era Nathaniel? No sabía nada acerca de él y se empezaba a preguntar si era buena idea que siguiera llevando aquel plan tan loco. Podía iniciar de cero. —¿Sería capaz de bajarle la novia a su hermano menor? -Bianca hizo aquella pregunta solo para saber un poco más sobre su esposo.
Gian comenzó a reír y negó. Parecía que Bianca tenía una idea muy marcada sobre su marido, por lo que veía en sus expresiones, lo consideraba mujeriego y sin moral. Aquello le causó gracia. —No, no si fueras mi novia. Si le interesas me preguntará, y yo diré que solo eres una amiga que me acompañó al evento. Y eso será todo, al ver que eres accesible irá por ti, pero lo principal es hacerle creer que eres prohibida. Eso es todo.
—¿Y no perderá el interés al saber que soy accesible? -Gian negó y sonrió. Bianca seguía dando repasos mentales al plan de Gianpiero y como ese se fusionaba al suyo propio para hacerlo más sólido. —Ya me he encontrado antes con él y parecía interesarle aunque no supiera mucho de mi.
—Perfecto, tienes ventaja. Pero una presentación más formal hará que se interese mas. Y si no funciona en este evento, hay varios más en los que debo verle, te llevaré a todos y poco a poco lo irás seduciendo. ¿En serio crees poder quedarte embarazada de él?
—No lo sé. Nunca he estado con un hombre, Gianpiero. Nathaniel sería el primero si lo logro. ¿A dónde vamos? Háblame de este evento ¿Qué es?
—Ya verás. -Bianca notó el atuendo casual que llevaba puesto su cuñado, normalmente él vestía de trajes, igual que su esposo. Se sentía inmensamente extraña usando aquel vestido cóctel y los tacones. Vió por la ventana y notó que el lugar dónde iban era un estadio. —Dijiste que querías conocer a tu esposo, conocerás entonces parte de Nathaniel. -Gian bajó del auto y salió con Bianca tomada de su brazo. Era un partido de fútbol. Bianca se dejó guiar hasta el palco y ahí vió a su esposo, además de otra mujer. —Hola hermano. -Nathaniel volteó viendo a Gian y a su lado a la rubia que lo había estado torturando los últimos días. —Te presento a...
—Rose. -Nathaniel se levantó y fue directo a su mujer. —Que bueno verte de nuevo, wow. ¿De dónde conoces a esta preciosa mujer, hermano? Estás muy hermosa.
—Tengo más vida social que tú ¿Recuerdas que estudié en Stanford? Ella fue mi compañera. Es una grandiosa chica. -Bianca seguía del brazo de Gian y le sonrió a Nathaniel con dulzura. —Rose estudió Contaduría.
Bianca pensó que aquello era una mentira, y esperaba que no la metiera en problemas. Ella no sabía nada acerca de auditorias o trabajos generales de un contador. Ella ni siquiera había terminado su carrera de Administración de Empresas. Era una suerte que bajo su mandato el viñedo y la fábrica no hubieran quebrado. Tosió un poco y le apretó el brazo a Gian. —¿No me presentas, Nathaniel? -Pelirroja, voluptuosa y muy diferente a Bianca, la otra mujer se acercó y se colocó al lado de Nathaniel y sonrió. —Yo puedo presentarme ya que tú no quieres. Olivia Murphy. Un placer.
—Rose Lyndon-Holt. Es un placer conocerte.
—Nunca supe de los Lyndon-Holt ¿Son una familia de dinero como los Giordano?
—Sí. Pero no tanto. -La familia de Bianca jamás había sido pudiente o famosa, solo habían tenido suerte en un par de negocios y en ser amigo de los Giordano. Era normal que no supieran de ella. Además, con los recientes embargos no le quedaba casi nada. —Tú eres Murphy. ¿Acaso eres de familia millonaria? -La mujer rodó los ojos y murmuró algo que Bianca no entendió. Se sintió como una tonta. Miró a Gian y él le ofrecía una copa de champagne. —Gracias Piero.
—De nada. Siéntate. -Bianca hizo lo que su cuñado le indicó y dejó que él se sentara a su lado. —¿No sabías que mi hermanito es fanático de los deportes? Hace buenas donaciones a equipos y jugadores de fútbol que no tienen dinero, es patrocinador e incluso apoya un programa deportivo para niños de bajos recursos.
—No tenía ni idea. -Bianca miró a Gian y sonrió. —Gracias por mostrarme esta faceta que no conocía. Aunque, no conozco nada. -Pudo notar que Nathaniel la miraba, volteó a mirarle y tomó una copa de champagne llevándola a sus labios y bebiendo un poco, pasó la lengua por su boca maquillada mientras miraba a Nathaniel y sonrió. En aquel coqueteo descarado quedó implícita su intención. Nathaniel notó su gesto y sonrió. Rose, ella pudo haber ido con su hermano, y que se notara cierta cercanía y que se conocían, pero aquello le indicó que no eran pareja. En el medio tiempo salió del palco con su hermano y sonrió.
—Tengo que hablar contigo.
—Rose ¿Cierto? ¿Te interesa? Sé que sí, lo noté en como la miras. No sabía que la conocías.
—La vi en el baile de caridad a la Asociación Oncológica. Y sí, es muy guapa ¿Tienes algo con ella? -Gian supo que su idea había funcionado. Su plan iba caminando y Bianca tenía posibilidades. Rió... —¿De qué te ríes?
—Es que... Tú siempre me haces lo mismo cada vez que tengo a una mujer guapa conmigo. ¿Qué hay de Bianca? ¿No crees que podrías estarle lastimando con esta actitud?
—¿Por qué mencionas a mi mujer? Si tanto quieres protegerle, me divorcio, y listo. Hago separación de bienes y ella quedaría cubierta el resto de su vida.
—Eso sería justo, pero no tanto, ni siquiera le has dado la oportunidad de conocerte. ¿Qué tal que tengan cosas en común? Siempre estás con chicas pero nunca con tu esposa.
—Rose. ¿Estás con ella o no?
Gian miró a su hermano y negó. —Es solo una amiga. No podría estar con ella aunque quisiera. Y no quiero. Es guapa, inteligente y sagaz en los negocios. Maneja...ba... una fábrica como gerente general. De sus tíos, creo.
—¿No es millonaria? Aunque eso no es importante. Es guapa, ¿Novio?
"Marido", pensó Gian. —No tiene. Pero sé honesto con ella. Dile que estás casado, y si ella quiere algo, que ya sepa dónde se está metiendo.—Bien. –Juntos volvieron a entrar en el palco, Bianca miró a su esposo y sonrió. Él lo hizo de vuelta. Vieron todo el partido, aunque ella entendía muy poco del deporte que se ejecutaba en la cancha. La acompañante de Nathaniel se mostraba celosa de vez en vez, sobre todo cuando él miraba a la rubia. Al terminar el partido, Nathaniel envió a Olivia en un auto, Gian dejó a Bianca y se fue también. —Por fin, solos.
—Estamos destinados a encontrarnos, me parece, señor Giordano. —No me digas señor, me hace sentir anciano. Mi hermano quiere que te diga... Estoy casado. –Bianca no se esperaba ese momento de honestidad, sonrió y se acercó coqueta a él. —Ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Dónde está tu esposa? –"En frente de ti". Pensó.—En Roma. En su casa. Ya decidí dejársela, nunca quise consumar el matrimonio para dejarla en libertad. —Está muy lejos. No sabría nunca lo que pase entre tú y yo. –Dijo sonriendo. —Somos amigos. ¿No?—Me gustaría ser más que amigos. –La acercó por la cintura y la miró con sus ojos profundos. Bianca de sintió atraída por su magnetismo masculino, terminó por tomar las riendas de la situación y besarle, aquel gesto le sorprendió a Nathaniel, la mujer era salvaje, coqueta y hechicera, ella estaba marcando la pauta y él solo se dejaba llevar.Luego del partido, Bianca se fue con su cuñado. Nathaniel por su cuenta, quedó deseando más de los labios de Rose Lyndon-Holt, llamó a su hermano por teléfono para que le diera el número de Rose y su dirección. Gian se lo dió, pues así esperaba que actuara su hermano, así que lo siguiente que hizo Nathaniel fue comenzar a llenarla de atenciones. —Sabes que te debo mucho, hermano. Esto lo hago porque quiero ser feliz. Te prometo que haré las cosas bien. Voy a divorciarme de Bianca y seguiré adelante, le daré todo lo que pueda necesitar. —O tal vez no lo harás. Siempre dices que harás lo correcto, pero a la hora de la verdad, hermano, no lo haces porque siempre algo suele ser “más grande que tú”. -Las palabras de su hermano sonaba a reproche, pero sabía que era la realidad. Así era como funcionaba su vida. *** Bianca tuvo que dejar el hotel y rentar un apartamento, supuso que su plan no le tomaría más de un mes, así que fue lo único que pagó de renta en aquel piso. No llevaba ni dos
Nathaniel sabía que para tener a una mujer como Rose necesitaba más que palabras dulces y seductoras. Tenía que ser ingenioso, y eso iba a hacer. Ella había lanzado el anzuelo, quería algo físico. Él podía dárselo, pero no quería una noche.Quería varias. —Ya que prefieres las cosas más placenteras, te propongo algo. Ven a mi casa. –Bianca sonrió pues aquella era la propuesta que quería, asintió segura de sí misma y Nathaniel sonrió. —Vámonos. –No esperaron más, la tensión entre los dos era evidentemente palpable. Bianca sentía nervios, puede que aquella noche se concretara por fin su matrimonio, consumado como tal, y podría decir que ya no era una esposa virgen. Podría ser que esa noche pasara su milagro y pudiera quedar embarazada. Tenía miedo pues, ¿Y si él notaba
Fue inesperado y a la vez muy reconfortante despertar y encontrarse en los brazos de su marido. Había sido extraño que aquello pasara, pero había ido hasta Canadá para que sucediera.Pero debía ser más lista. Su marido había usado preservativo la noche anterior, debía lograr quedarse embarazada de él antes de volver a Roma. Nathaniel despertó encontrándose con los ojos de Bianca y sonrió. -¿Acaso no puedes dormir?-No, no mucho. Solo desperté y admiraba lo guapo que eres. -Se acercó besando a Nathaniel y lo abrazó. Las sábanas estaban enredadas en sus piernas y la luz entraba por la amplia ventana de su dormitorio. -¿No crees que es extraño? Apenas nos conocemos.-Pero siento que te conozco desde hace muchos años, Rose. Hay algo familiar en ti. -Bianca no quiso romper con la burbuja, pero aquellas palabras la hicieron
-El matrimonio está consumado si es lo que quieres saber. -Gianpiero fue a visitar a su cuñada en el departamento que ella se había molestado en alquilar mientras estaba de paso por el país seduciendo a su marido. Bianca servía dos vasos de coñac y le ofrecía uno al hermano de su esposo. -Anoche tuvimo -El matrimonio está consumado si es lo que quieres saber. -Gianpiero fue a visitar a su cuñada en el departamento que ella se había molestado en alquilar mientras estaba de paso por el país seduciendo a su marido. Bianca servía dos vasos de coñac y le ofrecía uno al hermano de su esposo. -Anoche tuvimos sexo por primera vez, pero necesito ayuda, él fue muy precavido y usó protección. -Tienes más problemas que el control de natalidad de Nathaniel. Te buscan en la fábrica de vinos. Hay un problema legal que no te gustará. Dic
Estaban acostados juntos y desnudos al lado de la chimenea. Bianca acariciaba el pecho de su marido y lo miraba. Había sido fuerte pero tierno. Se veía más relajado y eso le encantaba. —Gracias por venir, me hiciste mucha falta. —¿Por qué discutiste con tu esposa? Creí que apenas hablaban. —Eso hacíamos. Pero desapareció. Normalmente estoy informado de todos los movimientos que hace Bianca. Eso creí. Pero dejó el país dejando la fábrica en manos de mi hermano. No quiero culparla, tardó demasiado en hacerse de un carácter y temple más fuerte para enfrentarme. —Lo dices como si fuera algo malo. ¿Es malo? Nathaniel acariciaba el cuerpo de quién creía era Rose y la atrajo en un beso. Ella le correspondió gustosa y dejó que se acomodara sobre ella para volver a hacerle el amor. —Debo ir por un preservativo, no tardó. —No. Está bien. Tengo que confesar, me puse la inyección anticonceptiva. Por si acaso, ya que ahora soy sexualmente
La semana con Nathaniel, Bianca-Rose se la pasó entre sus brazos. Salían juntos en citas y en las noches se deshacían entre besos y caricias. Bianca estaba nerviosa, se le agotaba el tiempo y tenía un nuevo problema.Ella misma. Se sentía celosa de sí misma porque cuando su marido estaba con Rose ella no podía gritarle que era Bianca.Tenía que admitir que no esperaba sentirse tan a gusto con Nathaniel y eso era algo que la asustaba. Todavía se sentía dolida por su abandono, por usarla, pero quería creer en el fondo que todo aquello tendría una respuesta lógica. Se arregló mirándose al espejo, su cabello estaba en una coleta alta, sus orejas adornadas con aretes de diamantes y luego de maquillarse se miró por completo. Se sentía preciosa. El vestido le quedaba perfecto y combinaba con su bolso y sus zapatos. Salió y llamó a Na
Su amor tenía fecha de caducidad, Bianca lo sabía que Nathaniel no. Su última semana antes de irse y tenía que saberlo, necesitaba saber si el tiempo qu invirtió para quedar embarazada había dado resultado. Aquella mañana consultó con su médico haciéndose una prueba de embarazo. Menos de un mes de amor con Nathaniel y esperaba que la respuesta fuera un "SÍ" Esperaba con su cuñado en el consultorio cuando le hicieron la prueba de sangre y lo miró. -Sea cual sea el resultado regresaré a Italia, así que por favor no le digas a Nathaniel. ¿Okay?-Claro. Yo no diré nada, Bi. -Ambos se quedaron en silencio cuando el médico entró y Bianca sintió como el corazón se le paralizaba por saber la respuesta.-Felicidades, señorita Lyndon-Holt. Es positivo. -Bianca soltó un largo suspiro de alivio y sin darse cuenta com
Nathaniel se quedó un largo rato fuera de la casa en Italia. Apenas podía creer que había vuelto. Entró. Ahí estaba su mayordomo dándole órdenes a la servidumbre y todos parecían asombrados de que él estuviera ahí. -Maximiliano. -Señor. Ya le llamaré a la señora Bianca para que lo atienda. -¿En mi propia casa esperas que me siente en esta sala y espere por mi mujer? -El hombre no respondió y asintió. -Eso creí. Yo mismo puedo subir. -Dejó su maleta a un lado para que los sirvientes la llevaran. Subió las escaleras hasta el cuarto principal y abrió la puerta. Sentada en la cama, pareciendo sufrir un ataque de pánico estaba su esposa. -Bianca. -Al ver que alzó el rostro no podía creer que fuera Rose. O bueno, si que lo creía. La rabia y la ira se apoderaron de él, pero recordando lo que le dijo su hermano, trató de controlarse. -Eras una mujer libre, con los beneficios de un matrimonio sin las cargas de tener que soportarlo. Ay que ver que eres bastante háb