Su amor tenía fecha de caducidad, Bianca lo sabía que Nathaniel no. Su última semana antes de irse y tenía que saberlo, necesitaba saber si el tiempo qu invirtió para quedar embarazada había dado resultado. Aquella mañana consultó con su médico haciéndose una prueba de embarazo. Menos de un mes de amor con Nathaniel y esperaba que la respuesta fuera un "SÍ" Esperaba con su cuñado en el consultorio cuando le hicieron la prueba de sangre y lo miró. -Sea cual sea el resultado regresaré a Italia, así que por favor no le digas a Nathaniel. ¿Okay?
-Claro. Yo no diré nada, Bi. -Ambos se quedaron en silencio cuando el médico entró y Bianca sintió como el corazón se le paralizaba por saber la respuesta.
-Felicidades, señorita Lyndon-Holt. Es positivo. -Bianca soltó un largo suspiro de alivio y sin darse cuenta com
Nathaniel se quedó un largo rato fuera de la casa en Italia. Apenas podía creer que había vuelto. Entró. Ahí estaba su mayordomo dándole órdenes a la servidumbre y todos parecían asombrados de que él estuviera ahí. -Maximiliano. -Señor. Ya le llamaré a la señora Bianca para que lo atienda. -¿En mi propia casa esperas que me siente en esta sala y espere por mi mujer? -El hombre no respondió y asintió. -Eso creí. Yo mismo puedo subir. -Dejó su maleta a un lado para que los sirvientes la llevaran. Subió las escaleras hasta el cuarto principal y abrió la puerta. Sentada en la cama, pareciendo sufrir un ataque de pánico estaba su esposa. -Bianca. -Al ver que alzó el rostro no podía creer que fuera Rose. O bueno, si que lo creía. La rabia y la ira se apoderaron de él, pero recordando lo que le dijo su hermano, trató de controlarse. -Eras una mujer libre, con los beneficios de un matrimonio sin las cargas de tener que soportarlo. Ay que ver que eres bastante háb
Había apostado que él se iría a la semana, pero ya tenía dos meses instalado en la mansión. Sus cosas fueron llevadas la casa y Bianca, aún no se acostumbraba a verle todos los días en sus espacios.Aunque a decir verdad, eran de él.Al levantarse en las mañanas para desayunar, él estaba sentado a la mesa comiendo mientras leía el periódico. Cuando iba a nadar en la piscina, él estaba ahí tomando el sol. En la habitación, en la misma cama dormía con ella.Pero no le dirigía la palabra. Cuando llegó unos meses atrás, ella estaba lista para sentir su reclamo, los gritos, las peleas. Pero ahora tenía algo peor que su enojo, y eso era su indiferencia.Aquella mañana cuando se levantó, vió el cielo raso de la habitación, al girarse notó que él no estaba y es
Una situación que se repetía constantemente en la casa de los Giordano es que cuando llegaban de trabajar, Bianca y Nathaniel se encontraban en la habitación y hacían el amor. No hubo una disculpa de ningún lado, ni de parte de Nathaniel y menos de parte de Bianca.Tres meses luego, Bianca ya tenía cinco meses. Desde que empezó a notarse su vientre y a tener algunas complicaciones decidió quedarse en casa. -Nos vemos más tarde, cariño. -Se despidió de Nathaniel y se fue a la habitación a cambiarse de ropa. Era un bonito día para caminar. Zapatos bajos, jeans y una camisa suelta. -Teresa, acompáñame. -La sirvienta la siguió afuera de la casa. Todos los jardines estaban rebosantes de verde y amarillo, el césped estaba mojado pues había muchas lluvias para la temporada. -El otoño llegará pronto.-Sí, ¿Y c&oac
Bianca estaba estable. Nathaniel entró a verla. Tenía un raspón en la frente y algunos moretones. Ella sonrió al verle y él le tomó la mano. —Lamento haberte dejado sola hoy. —Ay, no seas melodramático, Nath. ¿Qué te dijeron del bebé? –Su voz sonaba preocupada con aquella pregunta. —¿Está bien? –Nathaniel asintió y su esposa sonrió. –Luces desaliñado. —No he dormido en dos días. Esperando respuestas de ti y nuestro bebé. Estuviste en observación todo este tiempo. Están a salvo, pero debes guardar absoluto reposo. –Bianca suspiró y le acarició la mano a su esposo. —Te llevaré a casa cuando puedas salir de aquí. Me quedaré contigo. Gian puede hacerse cargo de la fábrica. —Teresa me ayudó. Quiero agradecerle. —Mi mamá la despidió. –Bianca rodó lo
En la familia de Bianca habían cinco integrantes. Su padre Jabino, su madre Rose, y sus dos hermanas, Julia y Estela. Los Rizzo eran viejos amigos de los Giordano, por lo que Bianca conocía a Nathaniel desde su niñez. Recordaba a sus hermanas siempre buscando agradarle al mayor de los Giordano...Llegó un punto de su vida en dónde su padre dejó de tratarla con cariño. Recordaba que todo sucedió un día en el que los Giordano visitaron la casa de los Rizzo.Despertó un poco adolorida y miró a Nathaniel a su lado. Apenas lograba comprender el giro de los acontecimientos que la llevaron a ser su esposa. Lo removió un poco y vió como despertó. —¿Me traes agua, por favor?—Sí. Tranquila. Quieta. –Nathaniel se levantó y fue por lo que pidió su esposa. Bianca recordaba el sueño que había tenido. Hubo un
Fue un mes muy tenso para Nathaniel. Sentía que en cualquier momento algo podia pasarle a su esposa quien ya alcanzaba los seis meses de embarazo. Su madre no había vuelto a hablar con él y evitaba verlos incluso en el desayuno, por lo cuál era extraño que aquella mañana estuviera a la mesa con él y con Bianca. -Luces radiante, niña. ¿Y ya sabes si tendré un nieto o una nieta? -Es una niña. -Dijo Nathaniel. Había estado presente en cada ecografía de su mujer y fue él quien preguntó el sexo de su bebé en la última. -Estamos pensando en nombres. -Podría llamarse Mercedes. -Dijo la mujer mientras bebía de su taza de café. Bianca había pensando en Olivia. -Gracias por la sugerencia, señora Mercedes. La vamos a pensar, aún no decidimos nombres. -Al terminar de comer, Bianca decidió salir a tomar algo de sol en el jardín de la mansión. Le sorprendió ver a su suegra tomar asiento al lado de ella mientras le ofrecía un vaso de cristal. -¿Todo bien? Usted
Entró a ver a Bianca con cierto pesar. Las horas en el hospital habían sido largas y pesadas. Aún no sabía como aquella baja de la presión había afectado a su bebé, pero ahí estaba su esposa, dormida en la camilla. -Voy a saber la verdad de lo que pasó, te lo juro, preciosa. -Dejó el cuarto de su esposa y salió para ir a su casa. Tenía que enterarse porque su madre quería hacerle daño a su mujer, porque, joder, estaba seguro de que fue su madre quien había hecho todo aquello. Nunca le había caído bien su esposa, así que para él, era lógico. Al llegar a su casa fue al estudio donde solía trabajar y comenzó a buscar algún indicio. Revisó desde los contratos viejos de su padre, hasta las claúsulas del acuerdo prenupcial que Bianca tuvo que firmar. Para él, el problema estaba en ese punto que obligó a
Los últimos meses de su embarazo, Bianca los tuvo que pasar en absoluto reposo. No podía siquiera hacer el más mínimo esfuerzo por el riesgo de aborto que tenía como una sombra sobre ella. Nathaniel contrató una enfermera que la ayudara en todo y estuviera pendiente de sus medicinas, y, cumplidos los nueve meses, llegó el momento que estaba esperando.Sucedió en la noche. La lluvia caía al igual que los rayos y los gritos de Bianca retumbaban en el pasillo. El trabajo de parto había comenzado hacía cuatro horas antes pero su cuerpo no estaba listo para dar a luz todavía. -Tranquila, mi amor. Todo irá bien. Todo irá bien... Lo prometo. Lo prometo. -Le tomaba la mano mientras ella sudaba y estaba adolorida. Lucía muy mal. Las ojeras en su rostro, su cabello despeinado, su cuerpo temblando mientras la matrona estaba guiándola en el parto.-Respire pr