Voy a cuidarte.

Sebastián, que ya se había despertado minutos, decidió levantarse cuando escuchó esa caída de trastes que resonó por toda la mansión. Aunque la habitación donde descansaba estaba retirada de la cocina que se encontraba en la planta baja del ala oeste.

Sin pensarlo dos veces, decidió salir a averiguar qué estaba ocurriendo en los dominios inferiores de su hogar, donde el personal debería estar trabajando en silencioso.

Descalzo, con una mano sosteniéndose del pasamanos y la otra mano presionando su abdomen vendado, salió con pasos cautelosos de la habitación para dirigirse a las gradas que quedaban en el ala este de la mansión, precisamente de donde había provenido el estruendoso desastre que había interrumpido la usual matutina.

El suelo de madera pulida se sentía frío bajo sus pies descalzos, intensificando la sensación de urgencia que le empujaba a investigar, a pesar de que el médico le había recomendado reposo absoluto durante al menos dos semanas más.

Cuando estaba por terminar d
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