Igual que su padre.
Sebastián observó a la mujer frente a él desesperada, mientras en su interior crecía la incertidumbre e ira.

Incertidumbre por lo que estaba diciendo sobre una perdida, e ira por cómo estaba reaccionando.

En el poco tiempo que había compartido con ella, nunca la había notado de esa forma

Siempre pensó que era una mujer pasiva, sin ningún nivel de toxicidad como la estaba viendo en ese instante.

—¿De qué estás hablando? —su mirada fría con un glaciar, atravesó a Mariana, quien con lágrimas en sus ojos y labios temblorosos detuvo el llanto, mientras pensaba en las siguientes palabras que diría.

Si bien hace dos años estuvo embarazada y tuvo un aborto espontáneo, el hijo no era de él, porque ella nunca había estado con Sebastián, pero lo haría sentir culpable de esa desgracia.

—Sebastián, hace dos años íbamos a ser padres, pero perdí a nuestro hijo luego de que te casaste con esa mujer —señaló a Marina como la principal responsable de su desdicha.

—Me fui de tu lado,
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