Inicio / Romántica / Esposa Forzada Del Rey Villano / Capítulo 02: Huyendo con mi bebé.
Capítulo 02: Huyendo con mi bebé.

⁠✧⁠✧⁠✧⁠ Un día más tarde. ✧⁠✧⁠✧

La noche caía sobre el bosque, una oscuridad interrumpida únicamente por la tenue luz de la luna llena que se filtraba a través de las ramas de los árboles.

El suelo desnivelado cubierto de hojas secas y húmedas, mismas que provocaban un sonido con los pasos apresurados de la princesa Serenia que corría entre ese oscuro bosque.

El aire frío acariciando su cuerpo, un susurro helado avisaba el final del verano.

El aliento de la princesa que se convertía en vapor con cada exhalación.

Sus grandes ojos dorados que se paseaban con desesperación por el bosque sin saber dónde más huir y ocultarse.

—Waaaahh~ —en sus brazos, el llanto desgarrador de su bebé, como un eco de desesperación que la impulsaba a seguir adelante, a huir.

Detrás de ella, las voces de los caballeros Reales se alzaban en su llamado:

—¡DETÉNGASE PRINCESA! ¡ES PELIGROSO!

—¡Vuelva aquí, princesa Serenia!

Cada grito era un recordatorio de que estaba a punto de perder su libertad, una vez más.

Con su vestido rasgado y su cabello oscuro largo y ondulado, revuelto, la princesa llevaba un día entero huyendo y escondiéndose en el bosque.

Agotada, hambrienta, desesperada. Ella estaba al borde del colapso.

De repente… TROPEZÓ.

—¡¡¡AAAAAAAHHHHH!!!

Un gritó hecho con todas sus fuerzas, lleno de pánico que indicó de inmediato su ubicación a sus perseguidores.

Serenia cayó por un desnivel de tierra que la llevó rodando entre raíces, unos metros colina abajo hasta que un árbol la detuvo.

—WAAAAH~ —el llanto desesperado de su hijo, ella pálida, con su corazón latiendo aceleradamente, ni siquiera prestó atención a sus heridas, revisando que su bebé estuviera bien.

—Perdóname… Perdóname amor mío… Mamá ha sido una tonta por caerse así… —lloraba ella con su voz temblorosa aferrando a su pecho al bebé.

El tiempo se le acababa.

Cuando ella se levantó, un grupo de soldados a caballo emergió de la oscuridad, sus farolas iluminando el camino.

La luz la cegó momentáneamente, y en ese instante, supo que estaba rodeada.

—¡¡SUÉLTAME!! —gritó ella con todas sus fuerzas, sintiendo el abrumador dolor en todo su frágil cuerpo golpeado y herido.

Sin embargo, era inútil que forcejeara.

Con un movimiento brusco, le arrebataron al bebé de los brazos, el llanto del niño resonando en sus oídos.

—¡DEJA A MI HIJO!

Finalmente, fue arrastrada hacia un camino de tierra aplanada fuera del bosque, donde un carruaje elegante brillaba a la luz de la luna, el emblema de la familia Real resplandecía en el.

A medida que el carruaje se abría, por uno de los caballeros Reales, un hombre vestido de tonalidades negras emergió, comenzando a bajar los escalones.

Era el nuevo Rey Bushlako, Bertrand Burgot, su esposo.

Sin embargo, no había amor en la mirada de ese alto hombre, solo un hielo cortante que la atravesó.

—¡AAAY! —gritó ella ante el dolor, cuando la obligaron a arrodillarse frente a él.

Bertrand se acercó, su sombra proyectándose sobre ella.

—¿Eres estúpida?, mira lo que has hecho —habló ese Rey pelirrojo, su voz impregnada de furia. Su gélida mirada se posó en el bebé que uno de los caballeros sostenía con firmeza, y luego, volvió su mirada hacia Serenia—. ¿Quieres matarlo acaso? Si tu intención era asesinarlo, yo podría haberlo ordenado con un simple gesto. ¿Qué es la vida de un miserable niño para mí, si puedo engendrar muchos más?

—¡¡¡MALDITO TIRANO!!! ¡NO TOQUES A MI BEBÉ! —gritó Serenia, levantándose con una determinación feroz, solo para ser inmovilizada por la fuerza de los soldados que la sujetaban con brutalidad—. ¡AY! ¡DÉJENME! —exclamó, lanzándole una mirada llena de furia al Rey.

Las lágrimas caían por sus mejillas pálidas, mientras su largo cabello se mecía con el frío viento nocturno.

PLAF~

El silencio se rompió por el eco de una bofetada contundente que el Rey le propinó a su esposa, Serenia.

—AAY~ —gritó Serenia, sintiendo el ardor en su mejilla, el dolor físico sumándose a su agonía emocional.

—¿Creíste que podías escapar de mí, "querida"? —él se inclinó hacia ella, una sonrisa cruel dibujándose en sus labios—. No lo olvides. Tú y ese niño son míos. ¿Lo quieres de vuelta? Súplica misericordia —susurró Bertrand, su voz rebosante de una satisfacción retorcida.

El dolor y la desesperación inundaron el corazón de Serenia, la sensación de estar atrapada en un laberinto del que no podía salir.

¿Qué podía hacer…?

¿Cómo podría escapar de ese infierno que la consumía una y otra vez?

Mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar, sus manos se convirtieron en puños temblorosos, desafiando la humillación que la abrumaba ante aquel tirano.

Bertrand hizo un gesto sutil, viendo a su caballero Real, quien entendiendo, llevó al bebé hacia el interior del carruaje.

El llanto del niño resonando en la oscura noche, causó un escalofríos en Serenia, que entre lágrimas, veía cómo alejaban a su bebé de ella.

Ese Rey podía quitarle la vida en segundos a su amado bebé…

¡NO PODÍA PERMITIRLO!

—¡Lleven de regreso al palacio a esta traidora! Mañana a primera hora, maten al niño frente a ella, después de la tortura, ella encontrará su fin en la guillotina pública —decretó el Rey, dándole la espalda a la princesa, con crueldad y desprecio.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo