Dalila dijo cuidadosamente: — Leandro, tú trancaste la puerta desde fuera.Al oír esto, Leandro miró fríamente de reojo a Dalila. — ¿No le llevaste comida? ¿Luego la trancaste de nuevo?Dalila se sobresaltó por su mirada y bajó la cabeza quejándose: — Yo... Temía que me culparas por dejarla salir, no me atreví... — Olvídalo.Leandro no tenía ganas de escuchar su explicación. Siguió golpeando fuertemente la puerta, cada vez más fuerte.— Julieta, ¿quieres que patee la puerta para abrir?No hubo sonido, ni respuesta alguna desde el interior. Justo cuando Leandro estaba por patear la puerta, Dalila cayó de repente en sus brazos, sosteniendo su cabeza con las manos. — ¿Qué te pasa?— Cabeza... me duele mi cabeza... super fuerte ...Leandro miró la puerta y de vuelta a Dalila, y dijo: — Te llevaré hasta tu cuarto.— Um... Lo siento, Leandro.Leandro vio el sufrimiento de Dalila, y le surgió algo de angustia en su corazón. Su tono se suavizó de repente. — Yo soy el que debe pedir di
Cuando Leandro pasó por enfrente del cuarto de Julieta, se paró. Quiso golpear la puerta, pero al final retiró la mano.Salió de la casa, se dirigió al coche y se marchó de la Península.El corazón de Leandro estaba muy agitado. La antigua apariencia de Julieta constantemente aparecía en su mente. A Julieta no le gustaba llorar. Aunque su mano sangrara, ella simplemente fruncía su ceño. En cambio, Dalila... A ella le encantaba llorar. Siempre parecía que fuera maltratada y miserable y al principio eso le hizo sentir lástima por ella. Sin embargo, luego de un tiempo, ya empezaba a ser molesto.Sin embargo, cada vez que Leandro pensaba en los días más dolorosos, era Dalila quien estaba a su lado. Incluso donó un riñón para salvarlo. Ese tipo de favor no podía ser olvidado así como así. En cuanto a Julieta... Tan pronto como pensó en ella, se sintió enfadado e inconscientemente pisó más fuerte el acelerador.Condujo todo el camino hasta el bar e hizo una llamada a Ismael.—Ven a tomar c
El raciocinio de Julieta le decía que esto era un mero momento pasajero, que ella no debería hacerse ninguna ilusión. Pero al instante, escuchó que Leandro murmurando:— Julieta, aquel día en la Villa del Oeste, cuando te vi en el incendio, casi me da un infarto. Me precipité sin siquiera pensarlo, y en aquel momento, pensé que sería bueno que ambos muriéramos allí juntos.El cuerpo de Julieta tembló aún más.“¿Leandro diría algo así? En la Villa del Oeste... ¿Fue realmente Leandro el que me salvó en la Villa del Oeste y no Ismael?”, pensó Julieta.Cuando Ismael se lo dijo, ella realmente no lo creyó, porque no se lo podía imaginar. Hubo un tiempo en que Leandro la amaba y hacía todo por ella, pero ahora Leandro... es el Leandro de Dalila. ¿Cómo podría salvarla?Por eso, al escuchar a Leandro diciendo eso, el corazón de Julieta se aceleró, como si palpitara. No se dio la vuelta y mantuvo la postura que tenía antes. Reunió el coraje suficiente para hablar y le preguntó:—Leandro, ¿me
—Jeje, Julieta, no intentes ensuciarme a mí. De todas formas, Leandro no se lo creerá. Siéntete libre de decirle lo que quieras.Después de decir eso, Dalila bajó las escaleras.En su mente estaba calculando cómo podría lidiar con Julieta y acelerar el proceso de su divorcio.En estos dos años previos, Leandro rara vez volvía a la Península, pero como ahora ella vivía acá, Dalila pensó que sería más fácil conquistarle. Sin embargo, la actitud de Leandro hacia Julieta había mejorado un poco.¡Este realmente era un caso de dar el tiro por la culata!Mientras Dalila no estuviera casada con Leandro, no podía sentirse tranquila. Mientras iba a la cocina, tuvo una idea. Mostró una sonrisa irónica....Julieta no había comido en dos días, y su cuerpo estaba muy débil. Aquella conversación con Dalila ya había agotado toda su energía y la había obligado a acostarse de nuevo en la cama.Era muy gracioso que Leandro realmente creyera que Dalila le daría comida. No importaba lo que dijera Dalila
—¿Qué pasó? —preguntó Leandro al otro lado del teléfono.Dalila miró a Julieta y llorando dijo: —Julieta se enfadó y derramó el caldo en mí. Temo que pueda suicidarse... Leandro frunció el ceño y dijo con un tono frío: — Ok, ya voy.Colgando el teléfono, Dalila río provocativamente, — Julieta, ¿adivina quién de nosotras dos tendrá lo que se merece muy pronto?Dalila decidió que no permitiría en absoluto que Leandro y Julieta reavivaran sus viejos sentimientos, No importa si fuese el secreto de hace trece años, o el secreto de hace dos años, ¡ella tenía que llevárselos a la tumba!Julieta observó todo el acto de Dalila con marcada incredulidad. Luego soltó una carcajada. Aunque era un truco viejo, Julieta sabía que Leandro caería en la trampa. Dalila estaba desconcertada por su risa y la amenazó: — Julieta, ríete todo lo que quieras, ¿sabes que estás en un gran problema? Cuando Leandro llegue, definitivamente te hará sufrir. —Bueno, ¿y qué? Dalila, después de todos los dramas q
Leandro caminó rápidamente hacia la cabecera de la cama y arrastró a aquella mujer pálida y frágil de la cama.—Julieta ¿sigues fingiendo estar dormida? ¿Para qué fingir ser débil cuando tienes fuerza para pegarle a alguien?Julieta abrió lentamente los ojos. Miró a ese hombre familiar, pero también desconocido, parado frente a ella. Sentía mareos.—¿Qué, no tienes nada que explicar?—¿Qué tengo que decir? ¿Me creerías?Las preguntas hicieron que Leandro se quedara de piedra. Inexplicablemente sintió un poco de congoja. Aunque anoche Leandro estaba borracho, recordaba que esa mujer le había hecho la misma pregunta. Pero él había visto todos los acontecimientos con sus propios ojos. ¿Cómo podía ignorar los hechos? ¡No estaba ciego!Con un gesto brusco, Leandro echó a Julieta al piso.Julieta no tenía fuerzas ya. Con ganas de vomitar y dolor en sus pulmones, se cayó como si fuese una muñeca de porcelana rota, rota en pedazo.Cuando aterrizó en el suelo, para que su cabeza no golpeara dir
Dalila subió y se paró frente a la puerta de vidrio para mirar a Julieta, quien estaba en el piso de abajo. Desde lo alto la maldijo en voz alta: —Julieta, ¿viste que a Leandro no le importa la supuesta verdad de la que estás hablando?Una vez dicho esto, intentó abrir la puerta de vidrio, pero se percató de que Leandro la había cerrado y se había llevado la llave.El rostro de Dalila se puso rígido y pateó la puerta tan fuerte como pudo. —¡Maldita mierda!Apoyada débilmente en el parapeto, los ojos de Julieta se abrieron ligeramente. —Dalila, si ya has ganado, ¿por qué estás tan enfadada?—Je, tenía un plan. ¡Un plan completo! Pero al final, el único resultado fue dejarte afuera bajo el sol. ¡Me enfada solo pensarlo!¿Cómo no iba a enfadarse? Lo había planeado todo, hasta el hecho de encontrarse con ese hombre de hace dos años. ¿Y qué pasó? Al final lo que hizo Leandro fue simplemente encerrar a Julieta y golpearla un par de veces. No mencionó el divorcio ni planear matarla.¡Simpl
El balcón no tenía las ventanas selladas, así que si llovía se empaparía por completo.Y Leandro… Supuso que no volvería esta noche. Después de todo iba a quedarse con una mujer bella.Su corazón se hundió al pensarlo, pero apretó los dientes con fuerza e intentó soportarlo.La puerta de cristal también estaba cerrada. No había ningún lugar al que pudiera retirarse, así que asomó la cabeza, miró al césped y tragó saliva. La última vez bajó desde aquí, así que esta vez… debería poder hacer lo mismo.Julieta respiró hondo y volteó con cuidado el barandal, pero como tenía las piernas lastimadas resbaló y estuvo a punto de caerse. Apretó los dientes, se arrancó todos los azulejos de porcelana de la mano y trató una vez más de darse la vuelta y bajar las escaleras poco a poco.Sin embargo, justo cuando estaba a punto de llegar al suelo, su mano resbaló debido a la sangre que tenía en ella, cayó sobre el césped y el azulejo de porcelana de su pierna se le clavó aún más.No tenía tiempo para