Antes pensaba que Leandro no era lo bastante pegajoso, pero ahora parecía que ese hombre era como cinta adhesiva y que no podría deshacerse de él aunque quisiera.No sabía cuándo había empezado esto. Alguien que antes le gustaba tanto, ahora sólo le parecía exageradamente molesto.—No voy a ir. Si quieres esperarme, entonces que así sea.—Sé que vendrás.Julieta sólo sintió que el corazón se le oprimía y colgó enojada. Apagó el teléfono y lo tiró.Obviamente ella sabía que este hombre estaba intentando darle pena, pero aun así no podía dormir tranquila. Después de dar vueltas en la cama innumerables veces, finalmente no pudo contenerse. Se sentó de un tirón y después de mirar el cielo nocturno, maldijo con rabia: —¡Maldita sea!Tras cambiarse rápidamente de ropa, se apresuró a ir al hospital.Ese hombre no la dejaba tranquila. Si le pasaba algo mientras estaba en el hospital, ¿no tendría que lidiar con toda esa mierda en ese momento?Para no arrepentirse luego, sería mejor apaciguarlo
A Leandro le tembló el corazón. Levantó los ojos y la miró. Había una emoción indescriptible en sus ojos. Sabía que ella decía la verdad. Pero no quería darle la libertad.Los dos se quedaron en silencio durante mucho tiempo. Justo cuando Julieta estaba a punto de irse, él habló de repente.—¿Te quedarías conmigo esta noche? —Preocupado de que Julieta no aceptara, agregó—: Sólo por una noche. No haré nada.No quería que se fuera y menos que se fuera con otro. ¡Y menos aún con el que tenía el nombre de Gil! Quiso preguntarle qué pasaba con ese tal Gil, pero no se atrevió. Sólo podía rogarle que se quedara.Al escucharlo, Julieta se dio vuelta. Lo miró de arriba abajo.—¿Estás fingiendo estar borracho?Leandro se sintió un poco impotente. Sonrió mientras se dejaba caer en un sillón.—Si así lo crees, entonces sí.No estaba seguro de cómo de borracho estaba. La última vez se emborrachó hasta estar confundido, pero esta vez estaba medio sobrio.Julieta permaneció inmóvil y miró a la figur
Julieta no sabía cuándo pararía la lluvia así que pensó en pedir un café. Quería esperar un poco más. Pero mientras terminaba su taza de café, la lluvia se hacía cada vez más fuerte, y no parecía que tuviera intenciones de parar.El lugar en el que se encontraba era un poco complicado, ni demasiado lejos ni demasiado cerca. Si iba al hospital, seguro que se mojaba. Si no iba esta vez, probablemente no volvería a ir.A veces el valor llegaba en un instante y el desánimo también.Justo cuando estaba dudando, sonó el teléfono.—Fénix, ¿no vas a volver?Julieta oyó la voz y respondió ligeramente: —Tenía algunas cosas más que hacer, por eso me retrasé.—Pregunté a la policía y he oído que han encontrado el paradero de José, así que supongo que no tardarán en atraparlo y cerrar el caso. Podrás volver sana y salva.—¿En serio?¿Cómo era que Jared no le había contado nada de esto?—Sí, te he echado de menos.Eh… A Julieta se le puso la piel de gallina. Este hombre realmente era demasiado… me
Julieta sintió un escalofrío recorrer todo el cuerpo. ¿No estaba teniendo demasiada mala suerte? ¿Sería que Dios no le dejaba ver a Leandro? Pero se prometió a sí misma que no huiría más. Esta vez tenía que ir.Detrás de ella, había un coche aparcado en una esquina de la carretera.—Señor, ¿por qué no enviamos un coche a recogerla?El hombre del asiento trasero observó la escena fríamente.—Eh, no tienes que preocuparte.—Pero… Si la señorita Ruiz se resfría, esto no será bueno.—La gente no es tan frágil.El conductor no se atrevió a decir nada más. Después de todo, el temperamento de su joven amo era simplemente raro. No se atrevía a meterse con él.… Aquí hacía más calor, pero al fin y al cabo Julieta tenía cáncer de pulmón. Después de mojarse, sus pulmones empezaron a sentirse incómodos. Se tapó la boca y contuvo la tos. Quería encontrar un lugar para refugiarse de la lluvia, pero en esta parte del camino no había ni una sola tienda.La pierna derecha también empezaba a dolerle de
—Señorita Rosales, usted tiene cáncer de pulmón en etapa tres. Estimamos le quedan menos de seis meses de vida.¿Cáncer de pulmón?Las pupilas de Julieta Rosales se contrajeron. Tenía tan solo 27 años. ¿Cómo podía tener cáncer de pulmón terminal?Sus manos temblaban de incredulidad y sorpresa. —Doctor, ¿está seguro?—Si no me equivoco ¿Usted es Julieta?Afirmó teniendo su mente en blanco.—Entonces, sí, estoy seguro. Sé que aún es joven, por lo que esto es difícil de aceptar, pero no hay ningún error en el diagnostico, Señorita Rosales.Tiene una pequeña posibilidad de sobrevivir si es hospitalizada, así que le recomiendo que sea ingresada de inmediato, para empezar el respectivo tratamiento.¿Ingresada? Julieta bajó la cabeza y leyó los resultados de laboratorio varias veces. Las palabras "cáncer de pulmón en etapa tres" atravesaron como flechas fulminantes su corazón.Todavía era tan joven. ¿Cómo podía tener cáncer de pulmón terminal?!Hace tres años, era la joven señorita de la fam
Sin embargo, Ella no quería ver la expresión triunfante de Dalila.Julieta se puso delante de Dalila y la miró fríamente. —Pero soy yo la señora Cisneros, y tú solamente has sido un escándalo, un vuelo de hilacha momentáneo. —¡Cómo te atreves!Dalila alzó la mano para abofetear a Julieta, quien casi retrocedió debido al impulso.—¡Perra! ¿Crees que soy una idiota? Si deseas morirte, con gusto te ayudaré a hacerlo.Luego, Dalila arrastró a Julieta hacia el mar y se colocó frente a ella.Julieta sentía dolor mientras Dalila la agarraba con gran fuerza. Luchaba con todas sus fuerzas para lograrse liberarse.Vio a Dalila sonreír de manera extraña y maquiavélica, su rostro era sombrío, y despiadado. —Julieta, ¿a quién crees que Leandro salvará si ambas caemos al mar?Julieta vio a Dalila inclinarse hacia atrás abruptamente mientras luchaba. Gritó hacia la orilla: —¡Juli, no!Julieta quedó atónita. Antes de retirar sus manos, sintió que alguien la agarraba desde debajo de la superficie d
El rostro de Julieta se enrojeció. Justo cuando estaba a punto de desmayarse de nuevo, Leandro soltó su agarre en su cuello y le agarró su barbilla.—Julieta, prometí que vengaría al hijo de Dali. ¡Haré que tu vida sea un infierno!Julieta tosió. Las lágrimas corrían en forma desbordada por su rostro.—Leandro, no sabía que estaba embarazada. En ningún momento intentaba matarla...Leandro escupió. —Je, has hecho tantas cosas locas en los últimos dos años por celos. Dali dijo que tienes celos de ella y por eso intentaste matarla también.Habían pasado dos años desde que se distanciaron. Durante esos dos años, Leandro se negó a divorciarse y la humillaba constantemente.De repente, Julieta sintió un nudo en el estómago. Frunció el ceño y tragó con fuerza.—¿Qué pasó hace dos años?El rostro de Leandro estaba tan sombrío que era aterrador. Parecía que estaba a punto de matarla. —¿No sabes lo que has hecho? ¡Si Dali no me hubiera dado su riñón, yo habría muerto!—¿Riñón?Después de que Ju
¡Vaya! Ni siquiera podía deshacerse de él. La voz que Julieta solía admirar durante mucho tiempo ahora sonaba como la de un cruel demonio. La aterraba. No quería volver con él. No quería verlo susurrándole dulces palabras a Dalila. Estaba harta de tanto engaño.Julieta se levantó y dio un paso atrás, luego negó con la cabeza. Tenía el rostro pálido, pero aun así dijo firmemente: —No. No voy a volver contigo, Leandro. Quiero el divorcio. Déjame seguir sola en la vida sin tí. —¿Un divorcio? ¿Todavía está pensando en el divorcio? —Leandro dio un gran paso adelante y agarró la mano de Julieta para jalarla hacia él. Luego, su otra mano agarró su cuello.—¡Julieta, te dije que no pensaras en el divorcio! ¡Todavía no has saldado tu deuda conmigo!Julieta no podía respirar con su mano apretada tan fuertemente alrededor de su garganta. Ya tenía problemas respiratorios debido a su cáncer de pulmón, pero ahora sentía como si sus pulmones fueran a estallar. Frunció el ceño y tragó la sangre en s