Julieta no sabía cuándo pararía la lluvia así que pensó en pedir un café. Quería esperar un poco más. Pero mientras terminaba su taza de café, la lluvia se hacía cada vez más fuerte, y no parecía que tuviera intenciones de parar.El lugar en el que se encontraba era un poco complicado, ni demasiado lejos ni demasiado cerca. Si iba al hospital, seguro que se mojaba. Si no iba esta vez, probablemente no volvería a ir.A veces el valor llegaba en un instante y el desánimo también.Justo cuando estaba dudando, sonó el teléfono.—Fénix, ¿no vas a volver?Julieta oyó la voz y respondió ligeramente: —Tenía algunas cosas más que hacer, por eso me retrasé.—Pregunté a la policía y he oído que han encontrado el paradero de José, así que supongo que no tardarán en atraparlo y cerrar el caso. Podrás volver sana y salva.—¿En serio?¿Cómo era que Jared no le había contado nada de esto?—Sí, te he echado de menos.Eh… A Julieta se le puso la piel de gallina. Este hombre realmente era demasiado… me
Julieta sintió un escalofrío recorrer todo el cuerpo. ¿No estaba teniendo demasiada mala suerte? ¿Sería que Dios no le dejaba ver a Leandro? Pero se prometió a sí misma que no huiría más. Esta vez tenía que ir.Detrás de ella, había un coche aparcado en una esquina de la carretera.—Señor, ¿por qué no enviamos un coche a recogerla?El hombre del asiento trasero observó la escena fríamente.—Eh, no tienes que preocuparte.—Pero… Si la señorita Ruiz se resfría, esto no será bueno.—La gente no es tan frágil.El conductor no se atrevió a decir nada más. Después de todo, el temperamento de su joven amo era simplemente raro. No se atrevía a meterse con él.… Aquí hacía más calor, pero al fin y al cabo Julieta tenía cáncer de pulmón. Después de mojarse, sus pulmones empezaron a sentirse incómodos. Se tapó la boca y contuvo la tos. Quería encontrar un lugar para refugiarse de la lluvia, pero en esta parte del camino no había ni una sola tienda.La pierna derecha también empezaba a dolerle de
—Señorita Rosales, usted tiene cáncer de pulmón en etapa tres. Estimamos le quedan menos de seis meses de vida.¿Cáncer de pulmón?Las pupilas de Julieta Rosales se contrajeron. Tenía tan solo 27 años. ¿Cómo podía tener cáncer de pulmón terminal?Sus manos temblaban de incredulidad y sorpresa. —Doctor, ¿está seguro?—Si no me equivoco ¿Usted es Julieta?Afirmó teniendo su mente en blanco.—Entonces, sí, estoy seguro. Sé que aún es joven, por lo que esto es difícil de aceptar, pero no hay ningún error en el diagnostico, Señorita Rosales.Tiene una pequeña posibilidad de sobrevivir si es hospitalizada, así que le recomiendo que sea ingresada de inmediato, para empezar el respectivo tratamiento.¿Ingresada? Julieta bajó la cabeza y leyó los resultados de laboratorio varias veces. Las palabras "cáncer de pulmón en etapa tres" atravesaron como flechas fulminantes su corazón.Todavía era tan joven. ¿Cómo podía tener cáncer de pulmón terminal?!Hace tres años, era la joven señorita de la fam
Sin embargo, Ella no quería ver la expresión triunfante de Dalila.Julieta se puso delante de Dalila y la miró fríamente. —Pero soy yo la señora Cisneros, y tú solamente has sido un escándalo, un vuelo de hilacha momentáneo. —¡Cómo te atreves!Dalila alzó la mano para abofetear a Julieta, quien casi retrocedió debido al impulso.—¡Perra! ¿Crees que soy una idiota? Si deseas morirte, con gusto te ayudaré a hacerlo.Luego, Dalila arrastró a Julieta hacia el mar y se colocó frente a ella.Julieta sentía dolor mientras Dalila la agarraba con gran fuerza. Luchaba con todas sus fuerzas para lograrse liberarse.Vio a Dalila sonreír de manera extraña y maquiavélica, su rostro era sombrío, y despiadado. —Julieta, ¿a quién crees que Leandro salvará si ambas caemos al mar?Julieta vio a Dalila inclinarse hacia atrás abruptamente mientras luchaba. Gritó hacia la orilla: —¡Juli, no!Julieta quedó atónita. Antes de retirar sus manos, sintió que alguien la agarraba desde debajo de la superficie d
El rostro de Julieta se enrojeció. Justo cuando estaba a punto de desmayarse de nuevo, Leandro soltó su agarre en su cuello y le agarró su barbilla.—Julieta, prometí que vengaría al hijo de Dali. ¡Haré que tu vida sea un infierno!Julieta tosió. Las lágrimas corrían en forma desbordada por su rostro.—Leandro, no sabía que estaba embarazada. En ningún momento intentaba matarla...Leandro escupió. —Je, has hecho tantas cosas locas en los últimos dos años por celos. Dali dijo que tienes celos de ella y por eso intentaste matarla también.Habían pasado dos años desde que se distanciaron. Durante esos dos años, Leandro se negó a divorciarse y la humillaba constantemente.De repente, Julieta sintió un nudo en el estómago. Frunció el ceño y tragó con fuerza.—¿Qué pasó hace dos años?El rostro de Leandro estaba tan sombrío que era aterrador. Parecía que estaba a punto de matarla. —¿No sabes lo que has hecho? ¡Si Dali no me hubiera dado su riñón, yo habría muerto!—¿Riñón?Después de que Ju
¡Vaya! Ni siquiera podía deshacerse de él. La voz que Julieta solía admirar durante mucho tiempo ahora sonaba como la de un cruel demonio. La aterraba. No quería volver con él. No quería verlo susurrándole dulces palabras a Dalila. Estaba harta de tanto engaño.Julieta se levantó y dio un paso atrás, luego negó con la cabeza. Tenía el rostro pálido, pero aun así dijo firmemente: —No. No voy a volver contigo, Leandro. Quiero el divorcio. Déjame seguir sola en la vida sin tí. —¿Un divorcio? ¿Todavía está pensando en el divorcio? —Leandro dio un gran paso adelante y agarró la mano de Julieta para jalarla hacia él. Luego, su otra mano agarró su cuello.—¡Julieta, te dije que no pensaras en el divorcio! ¡Todavía no has saldado tu deuda conmigo!Julieta no podía respirar con su mano apretada tan fuertemente alrededor de su garganta. Ya tenía problemas respiratorios debido a su cáncer de pulmón, pero ahora sentía como si sus pulmones fueran a estallar. Frunció el ceño y tragó la sangre en s
Julieta levantó la mano, para limpiar la sangre de sus labios con la manga de su ropa. Luego, tambaleándose, se dirigió a la bañera y abrió el grifo. No le importaba si el agua estaba caliente o no. Simplemente entró y se sentó.El hombre que había jurado amarla para siempre frente a un sacerdote había cambiado radicalmente con ella. Cambió hace dos años, pero ella solo se dio cuenta hasta ahora. Él la había encarcelado. Parecía que estaba escondiendo a su amante en su casa, pero en realidad, lo estaba haciendo para torturarla. ¿Qué significaba Julieta para Leandro? ¿Era su esposa legítima, o solo era acaso un juguete sexual en el cual descargaba sus frustraciones?Finalmente, el agua se calentó y su cuerpo helado también comenzó a calentarse. Sumergió la cabeza bajo el agua y cerró los ojos. Imaginó a Leandro estrangulándola y de inmediato se sintió sofocada. Emergió del agua en pánico. Solo se calmó después de tomar algunas respiraciones profundas.No podía morir aún. Aún no había e
Renzo también notó el cambio en la mirada de Leandro y preguntó de forma apresurada: —Señor, nosotros...Inesperadamente, Leandro lo miró con desdén e interrumpió con un toque de sarcasmo en su voz. —Renzo, ¿tanto le importa lo que le suceda a ella?Con eso, Renzo se quedó callado y no se atrevió a mencionar a Julieta de nuevo.Leandro no regresó al hospital, sino que se quedó en la oficina para terminar su trabajo. Se sentía extrañamente irritado mientras seguía pensando en Julieta. Sin embargo, si realmente le hubiera pasado algo malo, ¿tal vez esa mujer ya lo habría llamado? Por lo tanto, ¡tenía que estar bien!...La lluvia solo se detuvo a la mañana siguiente. Julieta se estremeció al asomar la cabeza por las mantas. Después de haber pasado toda la noche despierta, su ya débil cuerpo se había debilitado aún más.Debido, a la tormenta de la noche anterior, tenía tanto miedo que se olvidó de tomar su medicina. Ahora, no podía dejar de toser.De repente, un torrente de sangre subió