Lo primero que vio fue el cielo. Estaba a punto de atardecer. Lo segundo que pasó, fue el sonido de algo quemándose, lo tercero fue el olor de algo en llamas y lo cuarto fue el dolor agudo en su estómago y parte de su cuerpo. Soltó un quejido y se sentó poco a poco, sorprendiéndose al ver el auto y el camión en llamas.
Miró a su alrededor para saber qué más había pasado y no vio nada, no vio a nadie, o así creyó hasta que vio a un hombre tirado a orillas de la carretera y a la chica asiática, parada junto a él.
—¡Oh, despertaste! —dijo la chica con alegría.
—¿Q-qué…?
—Qué despertaste —la asiática caminó tranquilamente hacia ella—. Veo que te golpeaste, pero no es mucho, no para ti —agregó, tendiéndole la mano para ayudarla a ponerse de pie.
Le dio la mano y pronto estaba arriba.
—¿Qué pasó? —preguntó a la chica.
—Ah, un accidente, el conductor casi queda atrapado entre las llamas y le ayudé a salir y lo puse a salvo, está incon
El plan de su madre era llevarla al psicólogo, después ella podía ir al centro de convenciones y si se portaba bien, iría al juego de su amigo Raúl.—Sería un demás que no fuéramos —contestó Francis.—Bueno, no tardes mucho, a las nueve y media nos vamos —dijo su madre antes de salir de su habitación.Francis miró su reloj y luego fue a la ventana. Dante estaba vestido con la ropa del póster y la miraba desde abajo, como un transeúnte más.—¿Ya se fue? —preguntó cubriendo sus ojos por el resplandor del sol.—Sí —respondió ella sin alzar mucho la voz.—Bien, ya llego ahí —contestó el joven y la chica vio cómo, sin que nadie lo viese, subió al techo del primer piso, luego se agarró del balcón y, en cuestión de se
Era un consultorio común, había un sillón en donde los pacientes se recostaban para hablar de sus problemas, dos sofás unipersonales junto a una de las ventanas y un escritorio en una esquina, con una silla al frente, y varios libreros detrás.En ese escritorio, Francis vio una placa que rezaba Dr. John Fulton. La chica suspiró; lo miró a él, era un señor de cabellos canos, bien arreglado, unos anteojos colgaban de su cuello y un bolígrafo se asomaba por el bolsillo de la camisa. Sus facciones eran las de un señor tranquilo, no parecía tan viejo, pero si podía verse la inteligencia y astucia en sus ojos.—Tiempo sin verte —dijo el doctor.—Digo lo mismo, aunque… me parece extraño —dijo Francis sin dejar de pensar en la puerta y lo familiar que le resultaba, aunque no sabía por qué.—¿Qué
Entró al recinto cargando una cámara en el hombro. De su cuello colgaba una identificación con el nombre de Arthur Peck, camarógrafo para el canal Telesat. Los guardias y los policías lo dejaron pasar sin más, vestía una playera del canal, vaqueros y una gorra que ocultaba parte de su rostro. Llevaba un maletín donde guardaba su arma.Escuchó por el radio que debía tomar su posición enseguida y que, en una hora más o menos, estaría comenzando el evento y que después le sería difícil avanzar entre el gentío.Llegó hasta la tercera planta, donde instaló la cámara y desde ahí poder mirar el panorama de todo el centro de convenciones.—En posición —dijo por radio.—Listo, ve a tomarte un descanso, después vuelves con eso —dijo la otra persona.—En
Sonaba Dream On, de Aerosmith. El chico se hallaba sentado en el balcón, sin camisa, mirando el perfil nocturno de la ciudad. Hubo un acercamiento a sus ojos y pudo verse el reflejo de la silueta de los edificios. Luego se vio una mochila, algunas armas y una libreta con algunos nombres, en su cama.Un celular vibró en su escritorio. Era una llamada. Adrián Barbero, ese era el nombre que aparecía en la pantalla.El aparato no se hizo escuchar por encima de la música, dejó de vibrar y luego se apagó, al instante se encendió y apareció un mensaje.Adrián BarberoCómo no aparezcas, la mataré a ella.La música acabó y el tipo entró a su habitación. Enseguida sonó Knockin’ on Heaven’s Door, de Gun´s N Roses. Fue a su escritorio y tomó su celular, mirando la llamada p
—¿Escuchaste las noticias de esta semana? —preguntó una chica que se le acercaba por la espalda. Caminaban por un pasillo en el instituto. Había estudiantes recibiendo clases en algunos salones, había otros en las bancas junto a la cancha a un lado del pasillo y en las distintas cafeterías.—¿Cuáles? ¿Las del gobernador y de que lo encontraron con una tipa haciéndole…?—¿Entonces eso sí era cierto? —preguntó la chica parándose a su lado, sorprendida por la noticia.—Pues, según las fuentes, es cierto, dicen que todo parecía de película pornográfica.—¡Rayos! Eso es estar a otro nivel —agregó un chico mulato que se sumó a la charla. La chica que había venido siguiéndola, usaba anteojos.—Bueno, supongo que sí, no lo sé, la cu
Luego de pasar la tarde con sus amigos y escuchar como Raúl se quejaba de que el entrenador los estaba explotando para el juego del fin de semana, se despidió de ellos diciéndoles que se cuidaran y que no hicieran cosas malas que parecieran buenas, ni cosas buenas que parecieran malas.Volvió a casa con un pensamiento en mente, ese que tenía que ver con lo que Melisa le había comentado durante el receso. Le había parecido extraño, mientras caminaba, no dejaba de preguntarse por qué ella había llegado a pensar esas cosas. Había dicho que lo había pensado luego de leer El Retrato de Dorian Gray. Le pareció normal, aunque curioso, a ella también le pasaba que tenía curiosidades asociadas.Pero no creyó del todo común que la conversación terminara de esa manera, con una pregunta casi como si estuvieran pactando algo. Parecía sacado d
Al día siguiente, los rayos de sol entraron por su ventana y la claridad la despertó, minutos después estaba saliendo para el instituto.En el camino iba escuchando un programa de radio de la estación local. Los locutores hablaban sobre el hecho de que grabaran parte del último episodio de la temporada de Otherside en la ciudad, específicamente en el Instituto King, al que Francis asistía. Mencionaron que muchas personas estaban interesadas en ello, especialmente la juventud que seguía las peripecias del aprendiz del crimen, Dante Parker, quien, según los locutores, se había visto envuelto con los carteles de la droga de su ciudad de la manera más irónica posible.—¿Cómo crees que vaya a terminar la serie, Fernando? —preguntó un locutor al otro.—No lo sé, según lo visto en el último episodio, Dante estaba decidido a ir
Se hallaba en una de las cafeterías del instituto, mirando desde ahí a unos chicos jugar algo de fútbol en la cancha más cercana. Su mente estaba en calma, se sentía tranquila, nada parecía perturbarla, ni siquiera el bullicio de la gente o la música que sonaba alto en los parlantes de la cafetería, quizás se debía al hecho de que se hallaba vagando en el vacío cósmico de su imaginación.Hasta que, de pronto, alguien golpeó la mesa detrás de ella. Lo pudo sentir, porque su espalda recibió la onda de choque, se quitó uno de los audífonos y se giró, dándose cuenta de que era Raúl.—Hola —dijo el chico sentándose del otro lado de la mesa, mientras ella siguió mirando a los chicos jugar fútbol.—¿Qué tal? —respondió ella.—Pues, aquí des