Al día siguiente, los rayos de sol entraron por su ventana y la claridad la despertó, minutos después estaba saliendo para el instituto.
En el camino iba escuchando un programa de radio de la estación local. Los locutores hablaban sobre el hecho de que grabaran parte del último episodio de la temporada de Otherside en la ciudad, específicamente en el Instituto King, al que Francis asistía. Mencionaron que muchas personas estaban interesadas en ello, especialmente la juventud que seguía las peripecias del aprendiz del crimen, Dante Parker, quien, según los locutores, se había visto envuelto con los carteles de la droga de su ciudad de la manera más irónica posible.
—¿Cómo crees que vaya a terminar la serie, Fernando? —preguntó un locutor al otro.
—No lo sé, según lo visto en el último episodio, Dante estaba decidido a ir a armar su propia guerra civil con el cartel de Adrián, y todo por la chica.
—¿Harías algo así, Fernando?
—No lo sé, Ulises, para empezar, hay que tomar en cuenta las cosas que ha pasado el chico para saber qué tanto valor tiene de hacer eso.
—Padres asesinados por un enfrentamiento entre la policía y el cartel de la ciudad, nacer y crecer en un barrio pobre y comandado por el mismo cartel, no tener a nadie que vele por él, no lo sé, si hubiese sido millonario y tuviese un Alfred, este chico se habría convertido en Batman —contestó Ulises y Francis sonrió ante eso.
—Ja, ja, ja, ja, pero no, le tocó ser pobre y trabajar para los que mataron a su familia —respondió Fernando.
—Y toma en cuenta que, aunque malo, así conoció a Isabel.
—Uh, es cierto, la joven Isabel, interpretada por Selena Ramos, quién estará con nosotros en el programa este viernes, ¡No se lo pierdan! —dijo Fernando con entusiasmo, mientras sonaba el aplauso de los presentes en el estudio.
—O sea, ¿Acabarías con aquellos que te lo han quitado todo? Suena como una alegoría del pueblo contra el gobierno.
Fernando divagó un poco.
—Sí, lo haría.
—¿Aunque murieras? —preguntó Ulises.
—Aunque muriera, total, en palabras del personaje: La muerte es solo un sueño que dura la eternidad.
—¡Épico! —soltó Ulises en un aplauso.
—Creo que estamos listos para el final de temporada, el cual durará dos horas el próximo miércoles.
—¿No lo pasarán el lunes?
—No, Ulises, según el estudio de la serie, han dicho que debido al trabajo que deben hacer, el episodio estará listo el miércoles de la otra semana, recordemos que han sido días bastante cansados, según comentó Henry Benet en una entrevista la semana pasada, han estado grabando sobre tiempo debido a algunos horarios con otros proyectos de algunos actores, pero que, a pesar de eso, están dando lo mejor de sí mismos para que el público obtenga lo mejor.
—Eso es lo mejor de todo, Fer, porque te das cuenta de que son personas comprometidas con su trabajo, ¿Y cómo no? Los hemos venido siguiendo los últimos tres años, tres temporadas que han cosechado grandes frutos. Según el director de la serie, tal vez solo nos quede un capítulo más que contar en esta historia, aunque eso sería saltarse los hechos, ¿Será este, acaso, un adelanto de lo que veremos en este final de temporada? ¿Será este el fin del hombre araña?
—Ja, ja, ja, nos pueden demandar por eso.
—No mientras la prensa no lo sepa —contestó Ulises a su compañero.
—Bueno, eso esperamos. Y para nuestra audiencia, seguiremos por aquí comentando lo que veremos este viernes en la ciudad, esperemos que sea del agrado de todos, y como siempre, qué la música sea la banda sonora de sus vidas, nos quedamos con algo de Queen —cerró Fernando, sonando Radio Ga-Ga.
Francis entró por el portón principal y fue a su primera clase, y a partir de ahí, se la pasó dando lo mejor de sí en los estudios. Presentó los trabajos que había hecho por la noche, realizó una defensa hablando sobre el socialismo y el capitalismo, luego estuvo en pruebas de física y química, tuvo algo de educación física también y, por último, luego de pasar por el receso y compartir con sus amigos, le tocó hablar sobre un hecho histórico importante, y cómo tema tocó los inicios de la Segunda Guerra Mundial.
Un poco aturdida por haber hecho tanto, salió del instituto y decidió hacer un cambio en su rutina, se desvió hacia el parque central.
Vagó por ahí unos momentos, compró un helado y vio a la gente, a los edificios, vio los automóviles, los animales, las aves, algunos perros callejeros, ella se quedó de espectadora del mundo. Se sentó en una banca, se puso los audífonos y se quedó escuchando Stan, de Eminem.
El tiempo avanzó.
En comparación con otras veces, las clases duraron poco ese día, había salido a las cuatro de la tarde. Pero su reloj estaba por marcar casi las cinco y media, por lo que pensó que era mejor volver.
El viaje a casa fue, en cierta forma, tranquilo. Las luces de la ciudad comenzaron a encenderse y la gente iba más tranquila que un par de horas antes. Supuso que era por el hecho de volver a casa. Iba escuchando música, algo de hip hop y rap de los noventas.
Llegó a casa a las seis y media y saludó a su madre, subió a su habitación y encendió la computadora, sacó sus libretas y vio sus tareas pendientes y comenzó a trabajar en ellas mientras la música seguía sonando en sus oídos.
Cenó y luego volvió a sus quehaceres. A las nueve tomó un descanso y bajó para hablar con su mamá, quien le preguntó si su papá había hablado con ella.
—Sí, me comentó que estaba teniendo una semana complicada, porque sus clientes no estaban queriendo cerrar los tratos —comentó Francis.
—¿Y qué tal el instituto? —preguntó su mamá.
—Ahí vamos, lo normal, tareas y más tareas, ahorita estaba en unas de historia y otras de sociales, pero nada fuera de lo normal.
—¿Y tus amigos? ¿Cuándo vendrán a casa?
—No lo sé, todos estamos un poco atareados también. Raúl nos dice que el entrenador les está sacando el jugo, Marcos está hasta las sienes de trabajo en informática y Melisa está teniendo problemas con unas clases, por lo que está recibiendo tutorías de las mismas.
—Vaya, la entrada a la adultez no ha resultado bonita, ¿Cierto?
—Nunca lo fue, y todavía no nos independizamos, imagínate cuando lo hagamos.
—Se mueren.
—Ush, ni quiera Dios —respondió Francis, mirando la televisión.
En ese momento vio un anuncio sobre Otherside, hablando sobre el final de temporada y de dónde serían las grabaciones. Su madre lo vio con ella.
—¿Y vas a ir? —preguntó en referencia a la firma de autógrafos por parte del elenco.
—Sí, quiero ir.
—¿En serio?
—Sí.
—¿Y por qué no te noto emocionada? —preguntó su mamá frunciendo el ceño.
Francis suspiró.
—No lo sé, creo que, solo estoy aturdida de tanto, de las clases, de las tareas, de eso, quizás —dijo señalando el anuncio.
—¿Aturdida? ¿Tú? ¿De la serie? Pero sí amas esa serie, ¿Cómo puede aturdirte? —preguntó su mamá.
Francis alzó un hombro, una ceja y meneó la cabeza ligeramente.
—No lo sé, tal vez solo… —y pensó en las preguntas de Melisa y en las vueltas que le había dado en su cabeza al asunto, el haber buscado la información y el hablarle al póster de Dante en su cuarto—. Tal vez solo pasó —alzó los hombros.
—¿Solo pasó? ¿Segura que estás bien? —preguntó tocándole la frente, para saber si tenía fiebre.
—Sí, estoy bien —respondió mirándola con rareza.
—Solo me quiero asegurar, es que es extraño que digas algo así, ¿Te cambiaron en el instituto o qué? —preguntó su madre mirándola de arriba abajo.
—Mamá, soy yo, solo… —suspiró y se puso de pie—. Solo quiero alejarme de eso un poco, ¿Sí? —dijo dándole un abrazo—. Te veo mañana, ¿De acuerdo? Iré a terminar las tareas y a dormirme, de paso.
Su madre le sonrió con extrañeza, pensando en esas palabras, pero en vista de cómo era ella, la dejó irse a su habitación, dejándola sola.
Se encontró con las tareas en su computadora, esperándola.
—¡Al diablo! —dijo acostándose en su cama, mirando al techo.
Se quedó un largo rato así, mirándolo a los ojos, preocupada, esta vez de lo que le estaba pasando. No había nada raro, pero desde que Melisa había mencionado el tema, aquello se estaba volviendo hasta enfermizo.
Cerró sus ojos y suspiró.
—Tal vez solo debería dormir.
—Tal vez —escuchó la voz de un joven decirle.
Abrió los ojos y miró el póster enseguida, preguntándose lo increíble, lo imposible, pero al ver que el póster mostraba la misma pose de siempre de Dante Parker, suspiró aliviada, mirando a su habitación y encontrándose sola.
—A lo mejor solo estoy quedando loca —soltó sentándose en la orilla de su cama, llevándose las manos a la frente—. Trataré de dejar la información completa y dormiré unas horas, tal vez solo necesito descansar —agregó restregándose la cara, caminando a la computadora.
Una ráfaga de viento entró por la ventana y movió algunas cosas de su habitación, entre ellas, el póster, y esta vez, a espaldas de la chica, este movió las cejas ante el movimiento.
Se hallaba en una de las cafeterías del instituto, mirando desde ahí a unos chicos jugar algo de fútbol en la cancha más cercana. Su mente estaba en calma, se sentía tranquila, nada parecía perturbarla, ni siquiera el bullicio de la gente o la música que sonaba alto en los parlantes de la cafetería, quizás se debía al hecho de que se hallaba vagando en el vacío cósmico de su imaginación.Hasta que, de pronto, alguien golpeó la mesa detrás de ella. Lo pudo sentir, porque su espalda recibió la onda de choque, se quitó uno de los audífonos y se giró, dándose cuenta de que era Raúl.—Hola —dijo el chico sentándose del otro lado de la mesa, mientras ella siguió mirando a los chicos jugar fútbol.—¿Qué tal? —respondió ella.—Pues, aquí des
Luego de que su hija se fuera a su habitación esa noche, se quedó mirando la televisión, tratando de aparentar estar tranquila para no llamar su atención. La vio partir, la escuchó subir y cerrar la puerta y luego sonar su música. Esperó algunos minutos y se fue.Caminó por el pasillo hasta su recámara y se encerró, fue a sus ventanas y corrió las cortinas, trató de que todo se quedara en esa habitación, como si ocultara algo importante.Fue hasta su cómoda, abrió la última gaveta y miró un montón de carpetas, removió algunas y encontró una roja con las palabras “Mente Abierta”. La sacó, sopló en ella para quitar el polvo de encima y fue a sentarse en la orilla de su cama.Suspiró mientras escuchaba desde la habitación de su hija Message In The Bottle, de The Police. Sonri&oac
—¿Y ahora qué haremos? —les preguntó Marcos mientras caminaban para salir del instituto, eran casi las cuatro de la tarde.—No lo sé, tengo tareas.—Yo también —respondió Raúl, siguiendo a Melisa.—¿Y tú, Francis? —preguntó Marcos a la chica.—También, pero no sé si quieren hacer algo antes de irnos a casa —les preguntó mirándolos a todos. Los chicos se miraron entre sí y luego miraron a Francis.—Por mí, no hay problema —dijo Raúl—. De todos modos, más no creo que suceda.—Pues, opino lo mismo —dijo Marcos—. Solo quedas tú, Melisa.—¿Y a dónde iremos? —preguntó Melisa mientras seguían caminando.—Pues… ¿Podemos ir al muelle? Hace un tiempo que no vo
Hacía un atardecer hermoso desde donde se hallaba, en lo alto de un acantilado. En la radio sonaba una canción extraña que parecía encajar con lo que estaba sintiendo.Echo de menos el sabor de una vida más dulce, echo de menos las conversaciones. Esta noche estoy buscando una canción, voy cambiando todas las emisoras, soltaba el cantante.Meneó la cabeza luego de sentir una pequeña brisa tranquilizadora, subió al auto y cerró la puerta, arrancó e hizo derrapar las llantas, montando de nuevo la marcha en la carretera.Me gustaba pensar que lo teníamos todo, dibujamos un mapa a un lugar mejor, pero en aquella carretera, pagué los platos rotos…El motor rugía al acelerar y cambiar de velocidad, al girar en una curva, al dejarse caer por la gravedad en aquella carretera cuesta abajo. Su mente era un hervidero de pensamientos, to
Despertó.Estaba sudando muchísimo, el corazón le palpitaba como una locomotora y su respiración era desenfrenada.Al encontrarse en su cama, en la calidez de su habitación, soltó un suspiro de alivio, llevándose las manos a la cabeza, soltando exhalaciones que denotaban el agradecimiento de que todo fuera una pesadilla.—¡Joder! —pasó la mano por su frente y luego por el cabello. Miró su computadora encendida, el televisor apagado y se preguntó qué había hecho antes de irse a dormir—. Creo que… ¿Estuve escribiendo?Salió de su cama y caminó hasta la computadora. Se sentó frente a la máquina y vio que había un archivo de Word abierto en la barra de tareas.Frunció el ceño, alzó una ceja y abrió el programa. Pronto, la ventana se desplegó y vio que había
—…como ya hemos mencionado, muchachos… —prosiguió la profesora frente a la clase. En la pizarra estaba la fotografía de un hombre británico con un turbante, la fotografía era vieja, y sobre esta se encontraba el nombre T. E. Lawrence—. En literatura, el cambio o la modificación que sufrió la figura del héroe, se la debemos a la historia de este hombre, “Lawrence de Arabia”, un hombre real, con emociones complejas que se enfrenta a la que, en su momento, fuera la guerra que acabaría con todas las guerras.—Pero, ¿Por qué un hombre real y no un personaje de ficción? —preguntó Melisa, quien se hallaba junto a Francis.—A lo largo de la historia, la figura del héroe siempre ha sido idealizada, muy pocas veces ha tomado referencias de la historia para conformar a un personaje que represente todas las facciones caracter&iacu
El centro comercial estaba lleno de personas, unas vestidas de forma casual y otros haciendo cosplayer. Había música sonando en algunos parlantes y gente regalando afiches de restaurantes.Vio a unos cuantos chicos vestidos de Dante, algunas chicas vestidas de Isabel y a alguien vestido como Adrián, el enemigo de Dante. Adrián se vestía con elegancia, como al estilo de los años cincuenta.—Así que la gente mostró todo —dijo Francis al caminar por ahí y ver el alboroto general—. Supongo que ya habrá llegado, ¿Dónde será la firma de autógrafos? —miró a su alrededor—. ¿Será en el estrado? Casi nunca es así.Había mucha gente, se parecía a esas convenciones de anime y comics que solían hacerse en Japón o en San Diego. Tropezó con algunas personas, chocó con otras
La gente corrió hacia las salidas, mientras Francis se agachaba para mantenerse a cubierto, viendo como aquel chico que decía ser Dante Parker, se quedaba de pie mirando al hombre del sombrero. Ambos estaban quietos a pesar del caos, como esperando una reacción el uno del otro.Francis vio el rostro del hombre. Era de ojos grises, llevaba gafas estilo aviador, claras. Y mientras el mundo corría despavorido, ella los observaba y se preguntaba por qué no reaccionaban, hasta que se fijó que el disparo lo había efectuado un chico vestido como Dante Parker.—¡Quiero ver a Henry Benet! —gritó mientras apuntaba a la gente y hacía más disparos al aire.Francis se mantuvo agachada, avanzando despacio hacia la salida, el chico seguía gritando. Se alejaba poco a poco del “falso” Dante Parker, tratando de cubrirse de todo.—¡Traigan a Henry Benet! &m