Esclava del Alfa Inmortal
Esclava del Alfa Inmortal
Por: Alana Aguilar
Prólogo 

Año 1500

En una noche oscura y llena de frio, en medio del bosque en el que cada quien debe luchar por mantenerse con vida, se llevaría cabo una lucha ensangrentada entre dos razas que solían coexistir con una superflua paz.

Hombres Lobos y brujas.

En específico un aquelarre… Leiia.

El cual es uno muy especial, ya que son del linaje más antiguo de brujas, por lo tanto pueden obtener respaldo y poder de sus antecesoras.

Un linaje que pasó de generación en generación, donde este don solo lo podían tener las mujeres, a los hombres se les trataba como seres inferiores.

 En medio del cambio de estación en época de celo los hombres lobos después de varias noches, comenzaron a desaparecer sin dejar rastro alguno, ninguna manera de localizarlos, sin cuerpos por identificar.

A pesar de  los intentos exhaustivos de los compañeros de manada, nada daba resultado.

Hasta que una noche una información clave llegó a los oídos del alfa  de la manada Garra dorada.

— Hijo necesito de tu apoyo, no podemos permitir que las brujas hagan una masacre con nuestro pueblo. — Decía el alfa orgulloso y varonil. — Desterraremos cualquier tipo de amenaza, siempre lo hemos hecho y esta vez no será la excepción.

A un lado de él se encontraba Malcolm, quien era el primogénito y futuro líder de la manada Garra Dorada.

Fuerte, seguro y orgulloso, preparado para cualquier lucha por más sangrienta que fuera siempre lograba salir victorioso.

— Padre debemos ser cuidadosos, ese aquelarre es de los más poderosos y hemos coexistido en paz durante cientos de años, si rompemos con esa paz debe ser sin tener miedo a represalias.

La observación era clara, sin dejar testigos, sin dejar pruebas, ni cabos sueltos.

— El honor de nuestra manada debe ser lo primordial. Un alfa sin honor para arropar a su pueblo es solo un juego para los enemigos. Nadie lo debe olvidar jamás.

La manada Garra Dorada se caracterizaba por ser violenta y concisa, no se puede dudar.

Sin más que decir, la estrategia se llevó a cabo, aprovechando un ritual que era conocido por centralizar el poder de las brujas en una sola dejando más débiles a las demás por sólo unos momentos.

Una a una se  iba neutralizando cada una de las brujas, quienes vivían en medio de los árboles en conexión completa con la naturaleza.

Aprovechando la luna llena, que aumentaba el poder de los lobos y haciéndolo en pequeños grupos, fueron tomando la vida de cada una de las Brujas Leiia.

Sin importar los ruegos de las pequeñas criaturas.

Malcolm y sus compañeros se encontraban haciendo guardia entre los pinos hasta que un ruido discreto e improvisado atrajo su atención.

No quedaba bruja con el corazón intacto, ese órgano era su conexión directa hacia su poder, los lobos lo sabían por lo tanto era arrancado de sus cuerpos de manera salvaje y brutal.

Los lobos se encontraban desmembrando los cuerpos de las brujas y echándolos a la hoguera.

En un momento dado Malcolm identificó el lugar del que provenía el ruido se acercó de manera sigilosa y un instante después sorprendió a una mujer que estuvo a punto de huir.

El lobo gigante se encontraba con las garras sobre el pecho de la mujer, y quedo impactado con el tono de ojos gris pero las pequeñas motas doradas de su iris brillaban como el fuego en la hoguera.

El mismo que estaba eliminando toda su historia, todo su aquelarre.

Sorpresivamente la bruja quién lógicamente debería estar temerosa por mantenerse  de frente a la muerte, sonreía de manera amenazante y segura de sí misma.

Malcolm se quedó paralizado de manera inexplicable anclado a la mirada de la bruja.

— Has sellado tu propio infierno— Dijo la bruja con una sonrisa maquiavélica en el rostro— sin importar las lunas que veas, un espectador serás, sin importar tu rabia nada la ahogará, serás la prueba viviente de esta injusticia por la eternidad, una bruja Leiia te maldice y una leiia te la deberá quitar.

En ese momento de forma paralela, la garra del alfa atravesó el corazón de la bruja, sellando así su muerte y la maldición.

El alfa se creía poderoso e imponente, pero no estaba consiente que las palabras escuchadas recién eran el inicio de su propio infierno por recorrer.

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