Capítulo 4.

El clima se siente perfecto, los rayos del sol son de la temperatura idónea para sentirlos sobre la piel.

— Patrick te he extrañado demasiado— Le dice Oleika con una sonrisa en el rostro al verlo llegar desde la densidad de los pinos— mira nuestro pequeño cachorro ya puede hablar.

Un niño pequeño de poco más de un año, idéntico a Patrick está jugando con unos juguetes que Oleika le había hecho con sus propias manos.

Oleika se siente feliz, en su cabaña llena de flores y con mucho amor.

Su mate la abraza y la besa con mucha pasión y ella no puede evitar suspirar al no poder contener tanta felicidad en ella.

Entre sus brazos se sentía plena y segura.

De pronto escucha una palabra que la desconcierta.

— ¡A todos, arránquenles el corazón! — ese grito hace que Oleika cierre los ojos impactada por lo que escucha y el tono tan grueso de la voz, pero gira la mirada y no nota nada distinto.

La mirada de Patrick es alegre y su sonrisa es grande. ¿Se lo estaría imaginando?

— ¡AH! ¡Maldito!— De nuevo otro grito lleno de dolor, Oleika siente un escalofrío recorrer su columna.

Es miedo pero ¿a qué?

En ese momento llega Fraly con una cesta llena de fruta.

— Oleika traje…— Las palabras de su amiga comienzan a cambiar— No puedo creer que pensaras que merecías ser la pareja de Patrick. — Ella sigue sonriendo ofreciéndole la canasta, sus palabras hirientes no concordaban con la sonrisa amigable que tenía.

Sus piernas comienzan a verse borrosas al mismo tiempo que la calidez del sol va disminuyendo rápidamente.

Y lo nota, recuerda todo lo que ha sufrido todo este tiempo y comienza a alejarse.

 — Oleika no te vayas— Pide Patrick al mismo tiempo que abraza a Fraly— Quédate conmigo, no me dejes— Se gira con su amiga y la besa.

Su pequeño cachorro se va en dirección de Fraly y le pide los brazos…

— Mamá— balbucea el pequeño con un rostro lleno de inocencia.

— ¡Nooo! ¡Nooo! — Grito Oleika llena de dolor no podía creer que se estuviera engañando, ¿acaso ese era su propio infierno eterno?, ver lo que pudo tener y que le fue arrebatado.

En ese momento todo a su alrededor comenzó a cambiar, los sonidos de pajaritos fueron sustituidos por gritos agónicos de multitudes, la cabaña que había visto rodeada de flores, ahora estaba rodeada de cuerpos sin vida.

La realidad la embargaba y a pesar de querer moverse y salir de ahí, su cuerpo no respondía, no obedecía a sus órdenes.

Pero quedó impactada al ver a  un hombre gigante con un cuerpo fibroso en cuero, con el cabello largo y barba larga igual, se veía salvaje.

Y lo era, destruía a cuanto ser se le pusiera enfrente, le arrancaba los brazos y después el corazón, para aventarlo como si de una pelota se tratase.

Estaba lleno de sangre, y por un instante el dirigió la mirada hacia donde ella se encontraba, el pavor hizo de ella su casa y cerró los ojos para no tener que enfrentarlo.

Ahora Oleika era solo un remedo de un bulto con vida.

No podía ponerse en su mira, no podía pedir nada más que no fuera morir de manera misericordiosa, sin desmembramientos  previos, sin más sufrimiento.

“Diosa por favor, ten misericordia de mi” Pensaba ella desesperada por hacerse escuchar “Como si fueras tan importante” su propia voz la torturaba aunque en esta ocasión fue el timbre de voz de Fraly el que se escuchó de fondo.

Comenzó a escuchar pasos, los cuales eran fuertes y precisos, se estaban acercando a ella.

Oleika decidió mantenerse inmóvil, incluso respirar lo más sutilmente posible, para ser parte de todos los cuerpos que la estaban rodeando, pasar por una más,  y después… después vería como sobrevivir a lo demás.

“Una cosa a la vez” Pensaba Oleika temblorosa.

Pero en ese momento una mano fuerte y caliente se colocó directamente en su pecho.

 Con solo ese contacto, los latidos de su corazón se aceleraron, solo un poco, pero ella lo notó, ella permaneció inmóvil aun cuando su deseo de saber quién era a quien tenía frente a ella  la consumía.

Una voz fuerte, sensual y autoritaria se escuchó gruñir muy cerca de ella.

— Ésta está viva.

Sin poder preverlo, Oleika sintió que dos grandes y fuertes brazos la tomaban con completa tranquilidad y la acercaban a su pecho.

La estaba cargando, ese hombre, que olía de manera deliciosa la estaba cargando, permaneció en silencio disfrutando de la calidez que tanto tiempo había estado deseando.

Al quedar pegada al cuerpo del gran lobo se encontró sintiendo que su calor excesivo la traspasaba arrasando de manera inminente con el frio que la había estado azotando durante todo su cautiverio.

En el momento en el que sintió que la dejaban en una especie de colchón, Oleika no pudo resistir más tiempo y abrió los ojos, su curiosidad no la dejaba estar tranquila, debía saber quién era el héroe que la estaba rescatando, ponerle un rostro a la voz.

Pero nada la preparó para encontrarse con la imagen de un demonio de carne y hueso.

Frente a ella se encontraba el mismo lobo que había notado con anterioridad, solo que de cerca podía notar que estaba completamente lleno de sangre de todas las victimas que había tenido esta noche.

Él se miró impactado al encontrar su mirada con la de ella, y una especie de corriente atravesó a Oleika  provocando que comenzara a temblar.

— Terminados Alfa. — Le dijo otro lobo que se encontraba al margen de la vista de Oleika.

—Perfecto vamos, nos las llevaremos a todas— Dijo para todos en un grito pero sin dejar la mirada del rostro de Oleika, para después susurrar—Finalmente te encontré.

— ¿Cómo? — Fue todo lo que alcanzó a preguntar ella antes de verse inmiscuida en un rugido tan fuerte que la llevó a la inconciencia.

No sin antes sentir horror absoluto por la mirada y palabras de ese alfa aterrador.

Él era un depredador y ella la presa.

“Definitivamente no podría escapar de todo esto” pensó ella.

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