LaurelLos labios de Liadrek aprisionaban los míos con delicadeza, saboreando sin prisa mi boca, y yo la suya.Era maravilloso...Mi corazón saltaba emocionado, porque por primera vez en mi vida compartía este tipo de sentimientos y me sentía amada, la primera opción.Ayayay...Esto parecía un sueño...—Liadrek... —susurré sobre sus labios.—Ummm... —respondió, como si no quisiera dejar de besarme.Entonces lo empujé.—¡Tenemos que trabajar! —solté de repente, pues me puse muy nerviosa sin razón.Ay, más loca y no nazco.—Lo sé... —dijo en un ronroneo—. Solo un poco más... —Su lengua hizo espacio en mi boca y empezó a juguetear de una manera que me provocó picazón allí.Ayayay, este chiquillo era un pillo.Volví a empujarlo y le apunté con el dedo de forma acusatoria.—Si no me cuelo, la cosa será tu culpa.¿Ah? ¿Qué diablos dije?Sus ojos se entrecerraron en confusión, observándome como si tratara de descifrar la primera tontería que salió de mi boca.¡Era su culpa por ser tan sensua
LaurelLa tensión entre Liadrek y yo no menguó en todo el día. Ambos nos evitamos después de la discusión en el taller, y cada cual trabajó por su cuenta.Ahora, en el comedor, el silencio entre nosotros se sentía asfixiante. Cenamos callados y ni siquiera nos miramos a los ojos.Ayayay...Buen inicio de una relación.Ya sabía yo que estas cosas eran demasiado buenas para mí. ¿En qué estaba pensando al liarme con este chiquillo? Esto me pasaba por ridícula.Ay, no, yo debía saber cuál era mi lugar y no andarme con ilusiones tontas.De momento, se me quitó el apetito y los ojos me ardieron. No podía ridiculizarme más y llorar delante de mi beta; eso sería demasiado humillante e infantil.Yo no era así, ¿qué me estaba pasando? Logré exhalar un largo suspiro y me levanté de la mesa de forma repentina, captando la atención de Liadrek.—¿Ya terminaste? —me preguntó, preocupado, como si fuera capaz de sentir que algo no andaba bien en mí.Me llamó la atención que él volviera a tutearme y qu
LaurelCaminé hacia el río donde Draevor se bañaba, y me quedé paralizada al verlo desnudo.Ayayay... Era la primera vez que veía a un hombre sin ropas. Traté de apartar la mirada, pero había un magnetismo en su cuerpo que mantenía a mis ojos curiosos atrapados.Y empecé a sentir calor.Noté el enrojecimiento en su rostro, el brillo en sus ojos y algo más en su expresión que mi inocencia no supo interpretar. Luego, como si volviera en sí, buscó su pantalón con premura y se lo puso, acabando con mi incomodidad.Pero esa electricidad en mi piel seguía torturándome.Tragué pesado y caminé en su dirección; luego le di un puñetazo en el pecho.—¡¡Deja de bañarte encuero a la intemperie!! —le reclamé, pero él solo se encogió de hombros.—No sabía que vendrías ahora. ¿Tan rápido cazaste? —Puso su mirada en el par de conejos que traía en la mano.—¡No cambies el tema! —le grité, escandalizada.—Ya que tú cazaste hoy, yo prepararé la hoguera —me evadió, otra vez.Me limité a entornar los ojos.
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra