LaurelLa noche se sentía pesada y tortuosa, callada, y con los recuerdos más vívidos que nunca. Me era imposible conciliar el sueño, aunque descansar era lo que más necesitaba tras el día tan difícil que tuve.¡Ay, estaba mortificada por toda la situación! No podía dejar de pensar en Draevor, Bastian y su familia, Liadrek, y todo el asunto de los cazadores, mientras daba vueltas en la cama.Cuando por fin me quedé dormida, me vi en el pasado, apenas unos años después de haber sido rechazada por mi mate y traicionada por mi familia.Allí estaba yo, a la distancia, observando su felicidad sin mí, como si yo no existiera, como si no hubiera significado nada en sus vidas.Ellos me habían olvidado y llevaban una vida llena de felicidad en la que yo no tenía cabida, mientras que yo solo era una vagabunda, una loba solitaria que buscaba su significado en el mundo.Era tan doloroso.—¿Todo bien? —La voz de Draevor me sorprendió. Entonces dejé de observar a mi hermana, quien lavaba en el río
Laurel Ay...¿Qué era esto? Me sentía embriagada, en un trance excitante que me controlaba. Mi cuerpo perdió las fuerzas y mi mente el raciocinio; solo era yo, en un estado vulnerable, deseando que Liadrek me tomara.Los sonidos de nuestras bocas daban a entender nuestra hambre e inhibición, porque nos estábamos comiendo a puros besos, como si hubiéramos esperado demasiado para esto y nuestra hambre hubiera estallado cual volcán en erupción.Ayayay...Este niño era puro fuego... ¡Quién lo viera tan serio, y era todo un pillo apasionado!—Liadrek... —traté de decir algo para detener esta locura, pero sus labios me callaron. Se sintió tan rico y placentero que le seguí el juego y se me olvidó lo que iba a decir.Pero qué delicioso era esto. ¿Me había perdido de algo tan bueno todo este tiempo? ¿Por qué, con Liadrek, un beso era más intenso que el coito con esos hombres? Era una locura.Pude sentir su respiración entrecortada, su hambre y su desesperación por avanzar a algo más. Su cuer
LaurelEl momento era perfecto. Bajo la luna y el sereno de la noche, con el viento frío contrastando con nuestros cuerpos calientes.No sabía qué había ocurrido con la manta, pero no podría importarme menos. El calor que irradiábamos Liadrek y yo era suficiente para no sentir frío.Ay...Su boca besaba mi clavícula de forma fiera, con ese salvajismo que nos caracterizaba a los licántropos y que a mí me encantaba.Mi cuerpo se sacudía porque no soportaba ese placer cosquilleante en mi piel sensible, así que solo me quedaba jadear y apretar sus músculos.¿Él no tenía la camiseta? ¿En qué momento se la quitó? ¿O lo hice yo?Ah, ya no recordaba.¿Importaba acaso?—Liadrek...—Laurel...Me senté en su regazo y me moví desesperada sobre su excitación. Ay, pero qué delicia.Él soltó una risita divertida y satisfecha; yo también reí. Esa complicidad hizo que este momento fuera muy íntimo, como si no fuera la primera vez que jugábamos con nuestros cuerpos.Ay, este cachorro me gustaba demasia
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra