LaurelNo le respondí a Liadrek porque no sabía qué decirle. Estaba cansada de rechazarlo de forma evasiva y sutil, pero tampoco quería darle esperanzas.Temía hacerle daño o que nuestra relación se fuera a la borda si no funcionábamos como pareja. Quizás estaba siendo egoísta, pero Liadrek era demasiado importante para mí como para perderlo. Aun así, sabía que debía definir lo nuestro y tomar una decisión.Él me gustaba, ¿a quién no?, pero no estaba segura de que la atracción física fuera suficiente para sostenernos como pareja. Se merecía más.Como la gran cobarde que era, me quedé en silencio por un largo rato, lo que llevó a que la tensión se instalara entre nosotros mientras George nos transportaba directo a Luna Roja.Tras varios minutos así, decidí romper el incómodo mutismo para resaltar algo que me había dejado preocupada.—Vi tus ojos cambiar hoy. ¿Me puedes explicar qué fue eso? —le pregunté, siendo muy directa.Él se removió, incómodo.—Digamos que su "amigo" saca lo peor
LaurelLlegamos a la casa principal de Bastian, donde vivía con su familia. Antes, ellos solo venían a quedarse por varios días, pero dado que los cachorros necesitaban más espacio, decidieron mudarse acá permanentemente y usar la cabaña como retiro y ocio.Fuimos recibidos por los sirvientes y dirigidos hacia un jardín hermoso y privado, donde nos sirvieron té. Por lo menos la temperatura estaba fresca, y los árboles nos brindaban esa frescura que hacía que la experiencia con la bebida caliente fuera agradable.El aroma del té se mezcló con el perfume de las tantas flores que había en el jardín, que estaba segura era obra de Zebela, agudizando mis sentidos y relajándome de todo el estrés que venía cargando desde el encuentro con Draevor.Minutos más tarde, Bastian y Zebela se nos unieron junto a los cachorros, quienes correteaban detrás de ellos.Tan lindos...Observé al pequeño Zebastiel, con sus ojos azules y su cabello rojizo como su padre. Su mirada inocente e inquisitiva me busc
LaurelMi frase final hizo que Bastian frunciera el ceño y cambiara su expresión de humor a una intrigada y un poco preocupada, pues pudo leer en mis ojos que algo no andaba bien.Yo traté de recomponerme y disimular lo mucho que su broma de mal gusto me afectó para contarle lo sucedido. No sabía si debía mencionar a Draevor o simplemente omitirlo.Miré a los cachorros corretear y jugar alrededor del jardín, y me sentí mal por venir a traer malas noticias. Cómo desearía no tener que preocuparlos con este asunto, que nada de esto fuera lo que Liadrek y yo sospechábamos. Quería que ellos siguieran disfrutando de su felicidad sin nada que empañara esa paz de la que gozaban, pero era mi deber advertirles.Ayayay...Tomé una larga inspiración y me puse seria, lista para hablar con ellos acerca de los enemigos que nos acechaban.—Hay cosas que tú y Zebela desconocen. Eventos, personas y tragedias del pasado —empecé, buscando resumir lo más que podía—. Los guías somos una especie que se ha m
Liadrek—Eres doblemente bendecido, pero debemos ocultarlo o los cazadores vendrán por ti, cachorro mío —dijo mi madre y me abrazó.Asentí, confundido, pero, como el niño obediente que era, seguí sus instrucciones.Me vi en otro lugar, ya mayor, pues había tenido mi primera transformación y encontrado a mi mate. Ella era tan hermosa y dulce...—¡Nos atacan! —escuché los gritos, el chillido de espadas y el ruido de la destrucción.De inmediato corrí en dirección a casa para salvar a mi madre del peligro; sin embargo, ella yacía en el suelo, manchada con su propia sangre.—¡Mamá! —grité, fuera de mis cabales. El dolor era asfixiante y el miedo me tenía temblando. Temía perderla para siempre.Me tiré de rodillas ante ella, dispuesto a cargarla y llevarla a un lugar seguro, pero ella negó con esa calma que me puso los vellos de punta.—N-no... —balbuceó con dificultad—. No... no te seré una carga... Vete...—¡No te dejaré aquí! —negué, eufórico, mientras mi rostro se llenaba de lágrimas—.
LaurelLa noche se sentía pesada y tortuosa, callada, y con los recuerdos más vívidos que nunca. Me era imposible conciliar el sueño, aunque descansar era lo que más necesitaba tras el día tan difícil que tuve.¡Ay, estaba mortificada por toda la situación! No podía dejar de pensar en Draevor, Bastian y su familia, Liadrek, y todo el asunto de los cazadores, mientras daba vueltas en la cama.Cuando por fin me quedé dormida, me vi en el pasado, apenas unos años después de haber sido rechazada por mi mate y traicionada por mi familia.Allí estaba yo, a la distancia, observando su felicidad sin mí, como si yo no existiera, como si no hubiera significado nada en sus vidas.Ellos me habían olvidado y llevaban una vida llena de felicidad en la que yo no tenía cabida, mientras que yo solo era una vagabunda, una loba solitaria que buscaba su significado en el mundo.Era tan doloroso.—¿Todo bien? —La voz de Draevor me sorprendió. Entonces dejé de observar a mi hermana, quien lavaba en el río
Laurel Ay...¿Qué era esto? Me sentía embriagada, en un trance excitante que me controlaba. Mi cuerpo perdió las fuerzas y mi mente el raciocinio; solo era yo, en un estado vulnerable, deseando que Liadrek me tomara.Los sonidos de nuestras bocas daban a entender nuestra hambre e inhibición, porque nos estábamos comiendo a puros besos, como si hubiéramos esperado demasiado para esto y nuestra hambre hubiera estallado cual volcán en erupción.Ayayay...Este niño era puro fuego... ¡Quién lo viera tan serio, y era todo un pillo apasionado!—Liadrek... —traté de decir algo para detener esta locura, pero sus labios me callaron. Se sintió tan rico y placentero que le seguí el juego y se me olvidó lo que iba a decir.Pero qué delicioso era esto. ¿Me había perdido de algo tan bueno todo este tiempo? ¿Por qué, con Liadrek, un beso era más intenso que el coito con esos hombres? Era una locura.Pude sentir su respiración entrecortada, su hambre y su desesperación por avanzar a algo más. Su cuer
LaurelEl momento era perfecto. Bajo la luna y el sereno de la noche, con el viento frío contrastando con nuestros cuerpos calientes.No sabía qué había ocurrido con la manta, pero no podría importarme menos. El calor que irradiábamos Liadrek y yo era suficiente para no sentir frío.Ay...Su boca besaba mi clavícula de forma fiera, con ese salvajismo que nos caracterizaba a los licántropos y que a mí me encantaba.Mi cuerpo se sacudía porque no soportaba ese placer cosquilleante en mi piel sensible, así que solo me quedaba jadear y apretar sus músculos.¿Él no tenía la camiseta? ¿En qué momento se la quitó? ¿O lo hice yo?Ah, ya no recordaba.¿Importaba acaso?—Liadrek...—Laurel...Me senté en su regazo y me moví desesperada sobre su excitación. Ay, pero qué delicia.Él soltó una risita divertida y satisfecha; yo también reí. Esa complicidad hizo que este momento fuera muy íntimo, como si no fuera la primera vez que jugábamos con nuestros cuerpos.Ay, este cachorro me gustaba demasia
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e