ZebelaCaminé junto a Zael hasta el comedor, arrastrando una ansiedad que se había instalado en cada rincón de mi cuerpo. La anticipación de volver a verlo me tenía temblando, con las manos húmedas de sudor y la mente invadida por imágenes caóticas de las que luchaba por liberarme.Desde el momento en que cruzamos el umbral, todas las miradas se volvieron hacia nosotros. Los comensales detuvieron sus conversaciones, sus ojos fijos en cada uno de nuestros movimientos. La incomodidad se intensificó, como si el aire en la sala se hubiera vuelto más denso.Me sentí desnuda bajo el peso de sus juicios. La desaprobación se reflejaba en sus gestos, y en sus miradas se percibía una mezcla de rechazo y repulsión que me dejó helada.De repente, un impulso me invadió: quería salir corriendo. Pero mis piernas permanecieron inmóviles, ancladas al suelo, mientras mi mente se debatía entre el pánico y la indecisión. No sabía qué decir ni qué hacer.Mis ojos buscaron al alfa en la cabecera de la mesa
ZebelaA medida que mis pasos se alejaban del patio, mi ira sin sentido fue menguando hasta que solo quedó un sentimiento de culpa por haber tratado mal a la única persona, aparte del alfa Bastian, que me había tratado con amabilidad en esta manada.Zael, pese a que era un bocón imprudente, no merecía que le hablara de esa forma.Exhalé un suspiro triste mientras me convencía de que debía disculparme con él.—Este lugar es tan hermoso y lleno de vida —musité encantada con tanta belleza. De repente, todo el malestar anterior fue reemplazado por una fascinación tan fuerte que me sentía presa de un encantamiento.—Hola, amiguitos —saludé a los animalitos que me rodearon. Una mariposa se posó en mi dedo meñique, algunas aves volaron a mi alrededor y las ardillas, lagartos y conejos corrían detrás de mí.Ya extrañaba este contacto con la naturaleza que muy pocas veces me fue permitido por Roan. Sentí un cosquilleo cálido en los ojos, lo que me dio a entender que estaban brillando con luz r
ZebelaEl calor de su cuerpo era un refugio acogedor, y sus músculos, un soporte seguro. Como si fueran murallas impenetrables que me protegían del exterior.Y su aroma…Nunca antes el olor natural de un hombre me había gustado tanto, hasta el punto de sentir que se volvía tremendamente adictivo.Me encantaba…Aunque era muy consciente de lo que sucedía a mi alrededor, mi capacidad para razonar se veía nublada por el estrés y el trauma de lo que acababa de vivir.Sentí el mismo miedo que el día en que fui raptada de mi verdadera manada, cuando fui testigo del asesinato de mis padres.El día en que lo perdí todo.¿Cuántas veces iba a perder? Estaba agotada de que mi vida pareciera ser solo un constante sufrimiento, una sucesión de fracasos, de sentirme como si no perteneciera a ningún lugar, de pensar que no le importaba a nadie.Entonces, podía permitirme sentir por Bastian lo que no llegué a sentir por nadie más.¿Era una estúpida si creía que había una conexión entre nosotros más al
Mi corazón danzaba con palpitaciones frenéticas, tan fuertes, que podía sentir cada latido como una pequeña vibración en mi pecho.Estaba temblando, y creo que había dejado de respirar también.Un cosquilleo se extendió por mis labios cuando los de Bastian dejaron de ser solo un roce y los atraparon de una manera dulce y suave.El gesto era tan glorioso que sentí que comenzaba a flotar y que todo a nuestro alrededor se transformaba en un espacio infinito, donde solo estábamos él y yo.Bastian...Esto parecía un sueño. Tan irreal...¿Desde cuándo dejé de sentir por Roan? ¿Era posible que una persona se desenamorara tan rápido? ¿Qué tenía Bastian de especial para que mi corazón quedara cautivo de él?Tenía miedo.La humedad ajena humectó mis labios con un dulce néctar que me hizo ceder a su provocación. Mis movimientos eran tímidos y torpes, pues nunca antes había besado de esa manera, así que era una inexperta en el área.Sentí que me derretía en los brazos de Bastian cuando su boca se
BastianMe quedé observando a Zebela, incapaz de apartar la mirada. El miedo me recorría como un escalofrío frío e implacable, pero algo más pesado se asentaba en mi pecho: vergüenza. ¿Cómo había sido capaz de hacerle ese ofrecimiento? Mi garganta se sentía seca, las palabras atascadas en algún lugar entre la confusión y el arrepentimiento.¡Demonios!¿En qué estaba pensando cuando le hice esa propuesta a Zebela?Lo reconocía, quería tener una excusa para seguir besándola y...¡Rayos!Quería retractarme, pero ya lo había dicho; no había vuelta atrás. Sin embargo, que ella permaneciera en silencio, con esa expresión indescifrable que no auguraba nada bueno, estaba acabando con mi compostura.—Oye, disculpa si me he pasado de atrevido, yo... —No terminé porque ella me interrumpió con un beso, que, por supuesto correspondí, pese a lo confundido que estaba. ¿Eso era un sí?—No sé si sentirme ofendida o halagada por tu propuesta —dijo ella, tras romper el contacto de nuestras bocas—. ¿Tan
ZebelaFrente al espejo, observaba mis ojeras y el mal aspecto que reflejaba. Mi rostro, cansado y marcado por la noche de insomnio, parecía no reconocerme. Aunque el alfa me había dado una tarjeta con dinero, el lugar me era desconocido, por lo que no había comprado nada aún.Por lo tanto, no tenía maquillaje para disimular el trasnoche ni las secuelas que quedaron en mi rostro por haber llorado.Me había ilusionado con Bastián... digo, el alfa Bastián. Era la primera vez que vivía una experiencia romántica con un hombre, y de verdad creí que era dichosa. Ahora no estaba segura de nada.«Tonta. No le creas a esa arpía. Es tiempo de que nos apareemos con nuestro mate para que se complemente nuestra esencia y nos convirtamos en la pareja más poderosa de estas regiones», me reclamó mi loba.Me gustaría entenderla, pero ella solo lanzaba esas frases y se perdía en mi interior. Eso me recordó que debía ejercitar mi parte lobuna.Vestida con ropa deportiva, mi cabello recogido en una trenz
BastianMe alejé de la sala de entrenamiento con pasos urgentes mientras mi corazón latía desenfrenado debido a los nervios.Maricella no era un asunto que quería discutir justamente con Zebela. Me avergonzaba el simple hecho de tener ese tipo de contratos, situación que me ponía peor porque antes de conocer a Zebela no me importaba.—Alfa, le trajimos la información hasta acá, dado que no ha vuelto a la oficina —me informó Nura mientras me pasaba una carpeta. Apenas había llegado a la puerta de mi estudio cuando ella me interceptó.En ese momento, Janor se apareció y la recorrió con la mirada, una tan poco disimulada y fuera de lo prudente que provocó un ambiente tenso entre los tres.Nura solía ser muy profesional y reservada, por lo que mantuvo su postura estoica y controlada. Sin embargo, por la manera en que su ceño se frunció y la rigidez de su rostro, sabía que estaba molesta.—Alfa, ¿sucede algo que deba saber? —inquirió Janor, tras haberle dado una leve escaneada a la carpeta
RoanFuera de mis cabales, lancé con furia todos los papeles y objetos que cubrían mi escritorio, esparciéndolos por el aire. Las hojas volaron descontroladas, mientras los pequeños objetos metálicos chocaban contra las paredes y caían al suelo con un estruendo sordo. La habitación, antes ordenada, se convirtió en un caos, reflejo de la tormenta que se desataba en mi mente.Sentía mi sangre arder, como si cada vena estuviera llena de fuego. Mi corazón latía con fuerza, vehemente y potente, impulsado por la motivación que solo el odio podía darle. Quería ver sangre ya, así que salí de mi oficina y me dirigí al campamento, donde se estaban llevando a cabo los entrenamientos matutinos. Allí llamé a uno de los nuevos candidatos para ser guerreros y lo reté a una práctica.El muy estúpido estaba feliz y entusiasmado de que el alfa en persona lo iba a entrenar.Ay, cachorro, si supieras lo que te esperaba.Me quité el saco, la camisa y los zapatos, luego sonreí satisfecho cuando el chico, q