ZebelaDespués de la emotiva charla que el alfa y yo compartimos, comenzamos a entrenar. O, más bien, a enfrentarnos en un combate cuerpo a cuerpo en el que él evaluaba mis habilidades con puños y patadas.Hasta ese momento me sentía victoriosa, ya que lograba esquivar sus ataques sin demasiado esfuerzo.—Bien, tienes conocimiento básico, ahora vamos a profundizar un poco, ¿de acuerdo? —me informó, y retomó su posición de lucha.Asentí en señal de entendimiento, aunque estaba confundida. ¿A qué se refería con ir más profundo? Yo ya había dado todo lo que sabía en la batalla.De imprevisto, el alfa atacó, usando habilidades que me fueron imposibles de detener o igualar. Sus movimientos eran precisos y veloces, cada uno cargado de una destreza impresionante.Sus puños buscaban alcanzarme con gran agilidad, moviéndose rápidos hacia mí. Un ataque frontal impactó directo a mi rostro y me rompió la nariz. Sentí la calidez de la sangre correr fuera de mis fosas nasales hasta llegar a mis lab
Bastian¡Maldición!—¿Qué diablos acaba de ocurrir? —pregunté a la nada, como si estas paredes tuvieran esas respuestas que buscaba desesperado.Todo esto era nuevo para mí, así que estaba desorientado, confundido y... asustado.—Yo, el alfa Bastian, estoy asustado. ¿Qué es esta mierda? —golpeé uno de los sacos de boxeo, con la intención de sacar la furia que me estaba quemando por dentro.Me sentía fuera de control.—Alfa, disculpe la interrupción —dijo uno de mis guerreros. A leguas se le notaba la preocupación por atreverse a interrumpir mis entrenamientos privados.—¿Qué quieres? —gruñí entre dientes, para evitar pagar mi frustración con él, aunque ganas no me faltaban.Ah, hasta en eso estoy cambiando. Nunca fui considerado con nadie ¿y ahora resultaba que me abstenía a despotricar mi enojo?¡Con un demonio!—Sus guerreros desembarcaron una hora atrás y están en camino. ¿Necesita que se haga algo especial para recibirlos? —preguntó con cautela, como si temiera incomodarme, pues m
BastianEl silencio de Laurel empezó a incomodarme. Su mirada inquisitiva me hacía sentir avergonzado y estúpido, de verdad me estaba cuestionando sí venir aquí fue lo correcto.Sin embargo, ¿quién más podría ayudarme a entender lo que me estaba ocurriendo? Solo Laurel conocía mi secreto. Bueno, mi progenitor también, pero por supuesto, nunca buscaría consejo de la persona que más me odiaba. Una sensación amarga me recorrió el paladar. Pese a que toda mi vida experimenté en carne propia su desprecio, reconocer que mi propio padre me aborrecía dolía aún.¡Qué patético!—¿Te quedarás mirándome como pendeja? Ni que hubiera dicho algo transcendental —me quejé, e hice una mueca de disgusto.—¿Cómo fue que pasaste de "yo no soy capaz de enamorarme" a...?—¿A qué? ¡Maldición! Sabía que estaba cometiendo una estupidez al venir aquí —proferí airado y decidido a largarme, pero ella saltó del sofá y me interceptó con los brazos abiertos.¿Era en serio? Esta mujer era muy rara.» ¿Qué diablos hac
ZebelaCaminé junto a Zael hasta el comedor, arrastrando una ansiedad que se había instalado en cada rincón de mi cuerpo. La anticipación de volver a verlo me tenía temblando, con las manos húmedas de sudor y la mente invadida por imágenes caóticas de las que luchaba por liberarme.Desde el momento en que cruzamos el umbral, todas las miradas se volvieron hacia nosotros. Los comensales detuvieron sus conversaciones, sus ojos fijos en cada uno de nuestros movimientos. La incomodidad se intensificó, como si el aire en la sala se hubiera vuelto más denso.Me sentí desnuda bajo el peso de sus juicios. La desaprobación se reflejaba en sus gestos, y en sus miradas se percibía una mezcla de rechazo y repulsión que me dejó helada.De repente, un impulso me invadió: quería salir corriendo. Pero mis piernas permanecieron inmóviles, ancladas al suelo, mientras mi mente se debatía entre el pánico y la indecisión. No sabía qué decir ni qué hacer.Mis ojos buscaron al alfa en la cabecera de la mesa
ZebelaA medida que mis pasos se alejaban del patio, mi ira sin sentido fue menguando hasta que solo quedó un sentimiento de culpa por haber tratado mal a la única persona, aparte del alfa Bastian, que me había tratado con amabilidad en esta manada.Zael, pese a que era un bocón imprudente, no merecía que le hablara de esa forma.Exhalé un suspiro triste mientras me convencía de que debía disculparme con él.—Este lugar es tan hermoso y lleno de vida —musité encantada con tanta belleza. De repente, todo el malestar anterior fue reemplazado por una fascinación tan fuerte que me sentía presa de un encantamiento.—Hola, amiguitos —saludé a los animalitos que me rodearon. Una mariposa se posó en mi dedo meñique, algunas aves volaron a mi alrededor y las ardillas, lagartos y conejos corrían detrás de mí.Ya extrañaba este contacto con la naturaleza que muy pocas veces me fue permitido por Roan. Sentí un cosquilleo cálido en los ojos, lo que me dio a entender que estaban brillando con luz r
ZebelaEl calor de su cuerpo era un refugio acogedor, y sus músculos, un soporte seguro. Como si fueran murallas impenetrables que me protegían del exterior.Y su aroma…Nunca antes el olor natural de un hombre me había gustado tanto, hasta el punto de sentir que se volvía tremendamente adictivo.Me encantaba…Aunque era muy consciente de lo que sucedía a mi alrededor, mi capacidad para razonar se veía nublada por el estrés y el trauma de lo que acababa de vivir.Sentí el mismo miedo que el día en que fui raptada de mi verdadera manada, cuando fui testigo del asesinato de mis padres.El día en que lo perdí todo.¿Cuántas veces iba a perder? Estaba agotada de que mi vida pareciera ser solo un constante sufrimiento, una sucesión de fracasos, de sentirme como si no perteneciera a ningún lugar, de pensar que no le importaba a nadie.Entonces, podía permitirme sentir por Bastian lo que no llegué a sentir por nadie más.¿Era una estúpida si creía que había una conexión entre nosotros más al
Mi corazón danzaba con palpitaciones frenéticas, tan fuertes, que podía sentir cada latido como una pequeña vibración en mi pecho.Estaba temblando, y creo que había dejado de respirar también.Un cosquilleo se extendió por mis labios cuando los de Bastian dejaron de ser solo un roce y los atraparon de una manera dulce y suave.El gesto era tan glorioso que sentí que comenzaba a flotar y que todo a nuestro alrededor se transformaba en un espacio infinito, donde solo estábamos él y yo.Bastian...Esto parecía un sueño. Tan irreal...¿Desde cuándo dejé de sentir por Roan? ¿Era posible que una persona se desenamorara tan rápido? ¿Qué tenía Bastian de especial para que mi corazón quedara cautivo de él?Tenía miedo.La humedad ajena humectó mis labios con un dulce néctar que me hizo ceder a su provocación. Mis movimientos eran tímidos y torpes, pues nunca antes había besado de esa manera, así que era una inexperta en el área.Sentí que me derretía en los brazos de Bastian cuando su boca se
BastianMe quedé observando a Zebela, incapaz de apartar la mirada. El miedo me recorría como un escalofrío frío e implacable, pero algo más pesado se asentaba en mi pecho: vergüenza. ¿Cómo había sido capaz de hacerle ese ofrecimiento? Mi garganta se sentía seca, las palabras atascadas en algún lugar entre la confusión y el arrepentimiento.¡Demonios!¿En qué estaba pensando cuando le hice esa propuesta a Zebela?Lo reconocía, quería tener una excusa para seguir besándola y...¡Rayos!Quería retractarme, pero ya lo había dicho; no había vuelta atrás. Sin embargo, que ella permaneciera en silencio, con esa expresión indescifrable que no auguraba nada bueno, estaba acabando con mi compostura.—Oye, disculpa si me he pasado de atrevido, yo... —No terminé porque ella me interrumpió con un beso, que, por supuesto correspondí, pese a lo confundido que estaba. ¿Eso era un sí?—No sé si sentirme ofendida o halagada por tu propuesta —dijo ella, tras romper el contacto de nuestras bocas—. ¿Tan