Pasé todo el día sumida en mis pensamientos, buscando evitar al alfa Bastian. No me resultó difícil, ya que él parecía hacer lo mismo conmigo.Y por alguna razón me sentí ofendida.—Toma, es todo lo que pude conseguir —me dijo con indiferencia mientras me daba un vestido casual de color azul marino, y unas sandalias blancas.En todo el día, eran las primeras palabras que me dirigía después de lo que pasó entre nosotros.Me sentí tan tonta. ¿Qué esperaba de él? Ni siquiera nos conocíamos.«Él es nuestro compañero. Por eso te sientes así», me contestó mi loba.Ay, yo más loca no podía estar. ¿Cómo se me ocurría que ese hombre híbrido sería mi destinado? Eso era imposible.Negué eufórica mientras apretaba la ropa contra mi pecho, acción que captó la atención del alfa.—¿Qué? —cuestionó confundido.Me imaginaba lo roja que se puso mi cara al caer en cuenta de que estaba actuando como una demente delante del alfa.—Nada... —Bajé el rostro, avergonzada, y volví a negar—. Solo... —Me mordí el
Bastian¡Con un demonio!Golpeé la barandilla una y otra vez ante la frustración que sentía. Sin embargo, traté de controlarme porque no quería arruinar el barco de mi socio.Suspiré profundo. Dejé que la brisa mañanera de la playa llenara mis pulmones y drenara todas las preocupaciones que me tenían inquieto.Vi el logo de mi manada en el puerto y suspiré más tranquilo. Por lo menos allí podría regresar a mi vida regular y olvidarme de esa mujer de cabello rosa que estaba acabando con mi cordura.¡Era tan insolente!Ella había pasado los límites que ni el más valiente jamás se atrevió. Esa mujer me frustraba porque no entendía en qué estaba pensando cuando cometía tales barrabasadas.Pero ya no sería mi problema. Ya no tendría este debate mental ni esos deseos extraños. La dejaría a su suerte y ella sería la responsable de su vida. Yo me mantendría al margen y no la volvería a ver.—Alfa Bastian, ya vamos a desembarcar. —El alfa Lenor interrumpió mis maquinaciones.Asentí en acuerdo
RoanLa brisa fresca de la mañana contrastó con el ardor de la furia que me consumía. En mi cabeza se mantenía el mismo pensamiento que me motivó a ir tras ese alfa, a quien ya consideraba mi peor enemigo. Lo mataría, ya lo había decidido.No importaba si tenía que esperar mil años, yo me daría el gusto de acabar con su existencia. Ver el logo de mi manada, que consistía en la forma de una piedra roja con un círculo a su alrededor, me hizo sentir emociones desagradables.Yo estaba llegando a casa con malas noticias y el peso de la derrota sobre mis hombros. Llegaría a mi hogar como un fracasado en ruinas. Sería el hazmerreír de todos y eso afectaría mi reputación.Pero había algo aún peor a lo que tenía que enfrentarme: la muerte de mi cachorro.No estaba listo para dejarlo ir, para aceptar que no había solución para él. Mentiría si dijera que no me sentía culpable, pues lo que más me tenía airado y en estado de negación, era el hecho de que yo mismo había provocado que dejara de res
BastianCabalgaba con prisa y ansias por llegar a mi destino, pues no estaba seguro por cuánto tiempo podría contenerme. Todo mi interior ardía y eso se evidenciaba en el sudor que me cubría la piel.A medida en que me movilizaba por en medio del bosque, los latidos de mi corazón iban en aumento, como si llevaran una competencia con mi sistema nervioso, a ver cuál de los dos podía alterar mi estabilidad con más ferocidad.De forma repentina, era sacudido por escalofríos que me hacían respingar, sumándole a eso lo dificultoso que se me estaba haciendo respirar a un ritmo regular.Me estaba asfixiando.Una incomodidad me recorrió desde la coronilla de la cabeza hasta las puntas de los pies, y ahora sí sentía que me consumiría en mi propio fuego.Necesitaba llegar cuanto antes.Un alivio mental me hizo exhalar un suspiro cuando reparé en la cueva donde podría desahogar todo el poder acumulado, y jalé más de las riendas, ansioso por llegar al fin.Antes de entrar a la cueva, liberé al cab
ZebelaMientras avanzaba por la casa, mi boca y mis ojos se abrían de forma exagerada, debido al asombro y la fascinación. Caminaba junto a Zael, sin perderme ni un detalle de la belleza que se mostraba en diferentes formas y colores en tonos anaranjado, crema y marrón.Cada ajuar estaba colocado de forma estratégica; cada elemento decorativo, desde las cortinas y los cuadros hasta los jarrones, aportaba un aire sofisticado, ligeramente anticuado y elegante a cada sala y pasillo por los que pasábamos.Todo era hermoso y fino.Miré a Zael, aún sorprendida, y las palabras dejaron mi boca sin antes analizarlas.—¿Esta casa es del alfa Bastian? —La sorpresa denotaba en mi voz y expresión facial.—Sí, aunque él no vive aquí. Viene cada cierto tiempo y puede pasarse algunos días, pero su casa habitual se encuentra en medio del bosque que está en el sur de este territorio —respondió.No disimuló lo divertido que mis gestos le parecían, así que Zael soltó una risita porque mi expresión de sor
BastianSentado frente a mi escritorio, tamborileaba mis dedos contra la mesa, absorto en mis más profundas meditaciones.—Reporte —dije con la misma mirada perdida en un punto fijo.De inmediato, un mensajero se me acercó con varias carpetas en manos y un nerviosismo ridículo que hizo sonreír a uno de mis líderes.—Recibí información del puerto y de los guerreros que abordaron horas después de usted —informó con voz trémula—. Según nos informaron, ellos no tuvieron ningún contratiempo y llegarán a nuestras tierras mañana.—Bien... —musité sin cambiar de expresión—. ¿Tienes noticias acerca del grupo que se quedó atrás?Fingí no mirarlo para que se relajara; sin embargo, el pendejo mostraba un nerviosismo que me estaba enfermando. Noté que tragó pesado y puso una cara de tragedia que casi hace que Juanes se carcajee.—Según el informe del puerto, había unos cincuenta hombres, listos para abordar, cuando fueron atacados por el alfa Roan y toda una multitud. Ninguno sobrevivió, Alfa.Vol
ZebelaCaminé con parsimonia por todo el pasillo y mis pasos eran vacilantes mientras descendía las largas escaleras. Una leve náusea me recorrió el estómago y mi pulso se aceleró al conjunto de mi respiración.Los nervios me consumían de una manera que me hacía sentir enferma y alterada.Con la garganta seca y las manos temblorosas, me dirigí al comedor, donde el alfa Bastian ya se encontraba en el lugar de anfitrión, solo, erguido y con ese porte autoritario de gran señor.Sentí que me mareaba.¿Cuál sería mi destino? Me daba pavor que mi futuro se encontrara en manos de otra persona, que no fuera yo quien dictara cómo viviría mi vida desde ese momento.Me sentía desdichada. Solo era un objeto que pasaba de mano en mano, sin voluntad propia ni autonomía.—¿Cómo te sientes? —El alfa rompió el silencio que se había instalado debido a mi presencia.Suspiré y miré a mi alrededor, fue cuando noté que no estábamos solos aquí. Había ignorado la presencia de Zael, la amante del alfa y la ch
ZebelaLa cara del alfa Bastian reflejaba una mezcla de tensión y malestar, como si un peso invisible lo oprimiera. Sus cejas estaban fruncidas de forma casi imperceptible, y su mandíbula apretada evidenciaba el esfuerzo por contener alguna emoción o pensamiento incómodo. Sus labios, normalmente firmes y decididos, estaban un poco curvados hacia abajo, y sus ojos verdes tenían un brillo peculiar que denotaban molestia.Él estaba enojado y ni siquiera sabía por qué. ¿Hice algo que lo molestó? En cuestión de segundos, traté de rememorar cada detalle desde que me presenté a él hasta que decidí levantarme de la mesa. ¿Acaso se trataba de eso? ¿Se había enojado porque no esperé a que todos terminaran de comer?Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz potente del alfa, y todos nosotros, afectados por esa autoridad natural que él desprendía, lo miramos de forma instintiva y con cierto temor.—Sé que eres nueva en este... asunto —arrastró la última palabra, como si hablar de lo que s