Capítulo 30

Zebela

Caminé con parsimonia por todo el pasillo y mis pasos eran vacilantes mientras descendía las largas escaleras. Una leve náusea me recorrió el estómago y mi pulso se aceleró al conjunto de mi respiración.

Los nervios me consumían de una manera que me hacía sentir enferma y alterada.

Con la garganta seca y las manos temblorosas, me dirigí al comedor, donde el alfa Bastian ya se encontraba en el lugar de anfitrión, solo, erguido y con ese porte autoritario de gran señor.

Sentí que me mareaba.

¿Cuál sería mi destino? Me daba pavor que mi futuro se encontrara en manos de otra persona, que no fuera yo quien dictara cómo viviría mi vida desde ese momento.

Me sentía desdichada. Solo era un objeto que pasaba de mano en mano, sin voluntad propia ni autonomía.

—¿Cómo te sientes? —El alfa rompió el silencio que se había instalado debido a mi presencia.

Suspiré y miré a mi alrededor, fue cuando noté que no estábamos solos aquí. Había ignorado la presencia de Zael, la amante del alfa y la ch
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