—Perdón, no quería soltarte…—se interrumpió a sí mismo mascullando cosas en su idioma—…desapareciste, en un momento te tenía y al siguiente…—me abrazó con fuerza—. ¿Estás bien? Dime que estás bien, por favor, Verona.
Jadeé aturdida por las emociones.
—Estoy bien, ¿Y Tú? ¿Hallaste a tus padres? ¿Dónde está Jesús? —farfullé.
—Mis padres están en el auto, Jesús está buscándote, yo no pude quedarme quieto sabiendo que estabas…Vine a buscarte.
Le dije que estábamos bien, que yo estaba bien. Solo paré cuando estuve segura de que él no se desplomaría primero que yo.
Buscamos a Jesús y lo encontramos con un grupo de oficiales. Juntos somos escoltados hasta el auto donde nos esperaban sus padres.
El aire frio golpeaba mi rostro tenso. No estaba contenta. Me sentía mal. Tener que dejar este lugar tan maravilloso, a Tomas, eso me hacía sentir totalmente mal.Observé la forma incomoda en la que mi hermano y Tomas estrechaban sus manos.—Nos veremos pronto, Tomas —dijo Marco con tranquilidad.Tomas solo asintió, su rostro estaba tan serio como el mío.Las despedidas eran difíciles. Las odiaba. Era como que no sabías qué decir o qué hacer para que no fuera tan doloroso. Las despedidas significaban distancia, separación. Yo no quería sentir eso entre Tomas y yo, no ahora que apenas estábamos comenzando.Esta mañana al despertar nos habíamos quedado un rato en la cama, en silencio, solo acariciándonos. Intenté llenarme de él todo lo que pude, sabía que sería la última vez...Por un tiempo. La dulce
En la mañana, cuando entré al gimnasio de mi casa me sentí extraña. Ajena.A solas hice mi rutina de ejercicios, anotando mentalmente cada una de las diferencias que había con el salón de ejercicios de la casa de los Galger.El hecho de sentirme extraña no significaba que no hubiera extrañado mi casa. Me encantaba Voutere, su gente y mi vida aquí.Bajé al comedor y mi familia ya estaba allí, comenzando a servirse.—Buenos días, mi amor —saludó papá.—Buenos días, papá —miré a mis amigas y a Ginger—. Buenos días.El desayuno iba fenomenal hasta que papá comenzó a preguntarme sobre Tomas Galger.—¿Cómo te ha parecido el hombre?Lucinda se ahogó con su jugo y el resto quedó en silencio.Decidí que no tenía tie
Era trágico, pensé que llegaría a disfrutarlo, pero no era así. Mi habitación me recordaba a la habitación que había tenido en la mansión Galger. Era hermosa. Increíble. Y trágica. Tenía recuerdo de nuestros besos, tenía recuerdo de nuestras caricias, también…de la vez que despertamos juntos.Estaba cansada, era tarde y lo menos que deseaba era estar sola.Había pasado toda la tarde en una fiesta de beneficencia, en ella me había sorprendido mi primo Dexter Cassini. Mi gemelo perdido. Con grandes ojos azules idénticos a los míos, cabello castaño natural y una sonrisa arrebatadora.Él y yo éramos dos gotas de agua, me había dolido muchísimo cuando había regresado a Italia, pero ahora estaba de vuelta y lo adoraba. El resto de la fiesta no volvimos a separarnos, necesitábamos eso y m&aa
Tomas. Me enloquecía. En todos los sentidos. Ella era tan desgarradoramente única. Sus juegos me volvían loco, sabía que nunca podría decirle que “no” a nada de lo que ella me pidiera. A nada. Me tenía envuelto y sin siquiera intentarlo. No me molestaba, lo disfrutaba, tanto como esa indecente y lujuriosa llamada telefónica. No podía creer que me hubiera hecho eso, ahora mi mente se la pasaba reviviendo su voz, el sonido de su respiración, sus gemidos…lo que seguramente se había estado haciendo a sí misma. Esa escena no me dejaba dormir y cuando lograba hacerlo, soñaba con ello y despertaba frustrado. Todo en lo que pensaba era en su ausencia. Ella me había hecho caer redondito a sus pies y la extrañaba. Cada día. Desde que se había ido la casa se sentía vacía, solitaria, silenciosa. Verona es un verano cálido, sin ella esta casa parecía sumergida en un eterno invierno. Mi hermoso verano. Creía que me había vuelto adicto a mi
Era el día de la fiesta, estaba nerviosa, eufórica, emocionada.Algunos invitados ya habían llegado, me saludaban con efusividad y me felicitaban por el gran trabajo que había logrado. Estaba en la entrada de la casa, recibiéndolos a cada uno de ellos, para mí no había nada mejor que ser recibido por el anfitrión de la fiesta.—Todo va de maravilla —alabó papá, besando mi mejilla—. Relájate un poco.Un par de horas después todos había llegado ya, mis amigas se ofrecieron a ayudarme mientras me empujaban para que bailara con mi primo. Estaba tan enfocada en que todo saliera perfecto que estaba olvidando pasarla bien.—Estás bellísima, niña —halagó Dex—, pero te noto estresada.Asentí.—Quiero que todo sea perfecto —confesé, viendo sus ojos tan parecidos a los m&iac
Fui hacia él, dudando, pero era él. Era Tomas. A quien había estado extrañando tanto que hasta este momento no había sido consciente de lo mucho que era.Cuando me sonrió salté sobre él, mi cuerpo lo reconoció y lo acogió con cariño. Los brazos de Tomas me recogieron, apretándome contra su cuerpo con la misma efusividad que yo. Las personas solían decir que cuando estaban con la persona que les gustaba sentían electricidad, pero yo lo veía de otra forma, yo sentía luz.Su perfume entró por mis fosas nasales, me atravesó el cuerpo debilitando mis rodillas. No lo resistí más, busqué sus labios, anhelando besarlo, probarlo. Gimoteé cuando su lengua entró en mi boca.Él era como ese suspiro de comodidad después de un duro día de trabajo. —Tomas —dije.Suj
El desayuno estaba exquisito como siempre, pero hoy tenía un sabor más afrodisiaco.Y sí, hablaba de Tomas Galger y sus miradas llenas de fuego.Si continuaba así iba a mandar todo al diablo y a lanzarme sobre él.—Hace algo de calor, ¿cierto?Amaba a Dexter, pero a veces podía ser un bastardo.—Para nada —respondió mi padre, despreocupado—. Solo tú lo notas porque el clima de Italia es distinto al nuestro.Mi primo hizo un sonido con su garganta.—Sí, tiene que ser eso —murmuró, pateándome por debajo de la mesa.Estaba a mi lado, así que se me hizo fácil extender mi mano y pellizcarle el muslo.Tomé un sorbo largo de jugo.—¿A qué hora te iras, princesa? —preguntó papá.—Después del desayuno —sonre&iacut
La hacienda de la familia era uno de mis lugares favoritos, nunca había mal tiempo aquí, todo era verde, había aire fresco y el sonido de las cigarras era una canción que parecían no tener final.Dentro de la enorme casa todo era rustico y del estilo antiguo, pero tenía sus toques modernos, como el aire acondicionado, ¡bendito sea!Llevé mis cosas a la habitación principal, todo estaba muy limpio y cuidado gracias a los trabajadores que cuidaban la casa mientras no estábamos ocupándola. Me acomodé rápidamente para poder ir a ver a mis caballos, estaba emocionada.Suspiré ansiosa por el silencio, todo era tan pacifico aquí. Salí por la puerta trasera, siguiendo un largo pasillo y de allí me dirigí a los establos.Había extrañado este lugar, lo sentía tan mío que me provocaba escalofrío