Capítulo 27

—¡Largo! —espeté.

Escuché sus pasos y la puerta, me dejé caer sobre un sofá.

¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué?

Limpié las lágrimas que no se detenía. Me dolía.

Pero no iba a rendirme. Tomas Galger era un “sí”.

Por él iba a arriesgarme.

*****

Observé el vestido floreado, era negro y tenía pequeñas margaritas esparcidas por todos lados. Era el festival de las flores, lo creía bastante apropiado.

Mi puerta fue tocada.

—Adelante —dije, la voz me salió ronca, no había hablado desde la discusión con Marco.  

Tomas entró con cautela, manteniendo sus movimientos formales. Vestía ropa casual, un jean y una camiseta que lo hacía lucir joven, sensual. Me miró algo decaído.

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