Mi nuevo hogar

El miedo me envolvía mientras mis manos dolían y mi rostro se asemejaba a un mar de marcas y moretones. Había pasado toda una noche encerrada y esposada a una cama, sin tener la menor idea de los deseos de esos individuos. La incertidumbre me atormentaba: ¿querían venderme, prostituirme, extraer mis órganos? No sabía qué tramaban.

Mis ojos se posaban en la habitación, y debía admitir que, a pesar de la situación, tenía un aspecto lujoso. Era un contraste abrumador en comparación con el rincón donde solía dormir cada noche, más parecido a una especie de bodega apartada en la mansión.

De repente, el sonido de la puerta resonó y una figura entró en la habitación. No podía discernir si era uno de los hombres que me había secuestrado o alguien completamente distinto.

Era un hombre alto, con cabello oscuro como la noche y unos ojos verdes que me atemorizaban por la frialdad con la que me observaban. Algo en su presencia me resultaba extrañamente familiar, aunque no podía identificar qué era. Se acercaba lentamente hacia mí, y me percaté del desagrado palpable en su mirada.

—¿Tú no eres Ana? — inquiere en un tono serio, y únicamente me atrevo a negar con la cabeza.

En ese momento, él grita con fuerza y uno de sus hombres entra en la habitación. Debido a su tatuaje, lo reconozco como uno de sus captores.

—¡Eres un idiota, esta mocosa no es Ana Ferrer! — exclamo molesto, y puedo percibir cómo el hombre tiembla.

—Yo lo siento, ella estaba en el carro y... — Intenta disculparse

Antes de que pueda terminar la oración, el hombre le dispara en la cabeza, dejándolo sin vida. Lancé un sollozo desgarrador y grite con todas mis fuerzas; nunca había presenciado una muerte en mi vida, y posiblemente la próxima sería yo.

—¡Por favor, no me mate! — le suplico, sollozando.

—No vales siquiera el desperdicio de una bala, escuincla — pronuncia él y se centra en otro de sus hombres cuando este entra —Desháganse del cuerpo y no quiero más errores.

—Sí, Alacrán — asiente uno de ellos.

"Alacrán". Esa fue la primera vez que escuché su nombre. Después de asesinar a su empleado, simplemente se marchó, y me trasladaron a una habitación mucho más pequeña. Afortunadamente, habían quitado las esposas, permitiéndome descansar las manos.

Transcurrieron varias horas mientras reflexionaba sobre lo ocurrido. Salía de la mansión en el carro de la familia Ferrer, y según las palabras de aquellos hombres, me habían confundido con Ana.

Solo tenía dos opciones: morir o ser liberada. Después de lo sucedido, lo único que deseaba era continuar con vida. Eran increíbles las vueltas que daba el destino.

Antes, la idea del suicidio rondaba mis pensamientos, pero ahora el instinto de supervivencia se había activado. Solo tenía mi vida, y lucharía hasta las últimas consecuencias por ella. Esos infelices no me arrebatarían la vida; al menos, lucharía hasta mi último suspiro por respirar. Si moría, sería bajo mis propios términos.

Sin probar bocado ni beber nada durante horas, me dedicaba a gritar y suplicar ayuda. La empleada que llevaba la comida se negó a ayudarme, aterrorizada, y los hombres que custodiaban la puerta ofrecieron liberarme a cambio de favores indecentes. Eran repugnantes.

No era ingenua; sabía que mentían y que después de usarme, me dispararían. Nadie podría salvarme de esa situación; estaba completamente perdida.

Habían intentado entrar a la habitación, pero aparentemente, Alacrán era el único con la llave.

Cuando la puerta se abrió nuevamente, supe que era él. Retrocedí instintivamente cuando entró en la habitación. Su risa resonaba fuerte, igual que cuando minutos atrás había asesinado a aquel hombre. Me inspiraba terror y asco.

—Alma Méndez — pronuncia mi nombre, dibujando una sonrisa en su rostro.

Sentí temor al escuchar su nombre de sus labios.

—Eres la protegida de Emir Ferrer. Estoy seguro de que aquel infeliz pagaría mucho dinero por ti.— Comenta él.

Reí fuerte, desconcertando al hombre.

Él me mira de manera extraña, y supongo que en ese momento piensa que estoy sufriendo un ataque de ansiedad. Pero la realidad es que ese hombre no pagaría ni un peso por mí. Estoy completamente muerta.

—Ese hombre me odia, señor — le informo — Nunca pagará por mí, pero si me deja ir, yo podría ayudarlo a atrapar a Ana.

La sorpresa se refleja en la expresión del hombre.Por supuesto que no pensaba sacrificar mi vida por Ana. Era buena persona, pero no estúpida ni sacrificada. Nunca arriesgaría mi vida por alguien que me humillaba constantemente.

—¡Vaya, el pequeño ratoncito mostró sus afilados dientes! — ríe burlón.

—Sinceramente, no me interesa por qué deseaba secuestrar a esa mocosa chillona ni qué es lo que desea hacer con ella... Lo único que me interesa es mi vida. Durante años, esa familia me ha humillado y maltratado. No me interesa lo que les ocurra.

— Si Emir no paga tu rescate, me deberé cobrar de otra forma..—Alacrán se acerca como un depredador acorralando a su presa. Retrocedí y caí en la cama.

—¿Eres virgen? — me pregunta, ejerciendo presión en mis mejillas.

—No le interesa, maldito cerdo — le grito mientras intento empujarlo, pero él es demasiado fuerte.

Me lanza a la cama y sostiene sus muñecas con fuerza.

Podría romperme en mil pedazos si lo deseara. Las lágrimas ruedan por mis mejillas, nunca imaginé que algo así podría ocurrirme. Ser secuestrada y violada por un asesino, soñaba con casarme con Marko y tener mi primera vez con él.

Desesperada, escupí su mejilla, provocando la furia en Alacrán, quien me abofetea y me tumba nuevamente.

—Debes aprender modales, mocosa — Sube su mano a mi cuello, ejerciendo fuerza — La última persona que tocó al Alacrán está tres metros bajo tierra. Nunca más lo vuelvas a intentar o te destrozaré. Tienes suerte de que estoy de buen humor y deseo recuperar mi dinero. A partir de hoy, te quedarás aquí.

No respondí debido a estaba eclipsada por el temor.

—¡Si intentas huir o desobedeces, te acabaré!— Espeta

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