Desperté sumida en la confusión, mi mente aún adormilada luchaba por comprender mi situación. Intenté moverme, pero la sensación de estar atada a un árbol me paralizó. Una oleada de pánico me invadió al darme cuenta de que Miguel me observaba con su mirada penetrante. El destello frío de un arma apuntándome me heló el corazón, y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, reflejando mi desesperación.Mis ojos recorrieron el paisaje, y la visión del inmenso océano extendiéndose frente a mí me dejó aún más perpleja. Me preguntaba qué podía estar planeando Miguel. No lograba comprender por qué me había llevado a este acantilado. El vértigo se apoderó de mí al darme cuenta de la altura a la que nos encontrábamos, y mis manos temblaban de terror mientras intentaba mantener el equilibrio en aquel lugar tan imponente.Cuando Miguel me agarró del cabello, sentí un tirón brusco que me hizo perder el equilibrio por un instante. Sus dedos se enredaron en mis mechones mientras su mirada se
Finalmente, el imperio criminal que había teñido de sombras nuestras vidas se desmoronó. Las autoridades lograron desmantelar la red de Patricia, del Zar y de Emir, aunque ellos nunca enfrentarán la justicia en un tribunal. Ellos eligieron terminar sus días en un enfrentamiento brutal, cayendo unos por otros como lobos en una pelea final. Aunque es un desenlace violento, no puedo evitar sentir que así era como debía terminar.Miguel, quien era conocido como el Zar, sobrevivió milagrosamente después de ser rescatado del mar. No obstante, la caída destruyó su columna vertebral, dejándolo cuadripléjico. Su abogado ha intentado convencerme de llevar a mi hijo Gabriel a visitarlo en la prisión, pero me he negado rotundamente. Miguel solo puede mover la cabeza y sé que su vida en prisión ha sido un verdadero infierno, especialmente después de que se revelara públicamente su implicación en crímenes contra niñas pequeñas. Los presos han tomado venganza contra él.No puedo permitir que Gabriel
El sonido suave de las olas me envuelve mientras Marko me toma de la mano y me guía hacia la mesa preparada con esmero en la cubierta del barco. Las luces titilantes reflejadas en el agua crean una atmósfera mágica, y la brisa salada acaricia mi rostro con su frescura. Cada detalle parece cuidadosamente planeado: desde la suave música de fondo hasta las velas parpadeantes que iluminan nuestra cena. Marko me sonríe con complicidad, sus ojos brillan con la emoción de este momento especial que compartimos juntos.En lugar de llevarme a un simple restaurante él organizo una cena en un barco bajo la luz de la luna aprovechando que nuestros tres bebés se encuentran con sus tíos.Nos sentamos frente a frente, y mientras saboreamos cada bocado de la exquisita comida, nuestras conversaciones fluyen con la misma naturalidad que las olas que nos rodean. Rememoramos aquel primer beso, cómo nuestras vidas se entrelazaron desde entonces, y cómo hemos crecido juntos en amor y complicidad.El tiempo
Alma Méndez.Mi nombre era Alma, era lo único que conocía de mi pasado. Mis padres y cualquier conexión con mi pasado permanecían ocultos en las sombras del desconocido.Desde mi más tierna infancia, fui acogida por la señora Mariel en la opulenta mansión Ferrer. Su amor maternal me envolvía, a pesar de que su luz parecía eclipsada por una profunda depresión. El señor Emir, en cambio, era un hombre de hielo y autoridad. Un empresario prestigioso con aspiraciones políticas, me recordaba constantemente que le debía la vida. Su trato era hostil, como si mi existencia le resultara un estorbo.En esa familia acomodada, dos hermanos compartían mi día a día. Ana, de mi edad, me veía como una rival, mientras que Marko, el orgulloso hijo mayor, se convertía en mi protector silencioso. Lo había amado desde mi infancia.Entre quehaceres impuestos, golpes y soledad, la mansión se transformaba en un lugar sombrío. La señora Mariel, frágil en su carácter, no podía protegerme, y Marko, ajeno a mi
— ¡Eres una estúpida! ¿De verdad creías que el joven Marko se fijaría en ti? — Gloria me gritaba burlona mientras yo fregaba el piso.Una de las empleadas le había contado sobre mi beso con Marko, y ella no perdería la oportunidad de burlarse. La odiaba con todo mi ser.— Solamente una mosquita muerta como Alma tiene el sueño de Cenicienta — Se burlaba Ana mientras se acercaba. Su risa resonaba en el aire, aumentando mi sensación de humillación.Su cabello fluía en tonos dorados, brillando como un halo de luz, y sus ojos adoptaban el verde más cautivador. A pesar de su belleza era uno de los seres humanos más despiadados que había tenido la desgracia de conocer. — Mi hermano nunca se fijaría en ti. Él se casará con Elsa, una mujer de su clase y mi mejor amiga. — Ana espetó con desdén, arrojando sus palabras como dagas afiladas.Respiré profundamente, luchando contra el impulso de dejar que sus insultos penetraran en mi ser. No permitiría que obtuvieran la satisfacción de verme llora
El miedo me envolvía mientras mis manos dolían y mi rostro se asemejaba a un mar de marcas y moretones. Había pasado toda una noche encerrada y esposada a una cama, sin tener la menor idea de los deseos de esos individuos. La incertidumbre me atormentaba: ¿querían venderme, prostituirme, extraer mis órganos? No sabía qué tramaban.Mis ojos se posaban en la habitación, y debía admitir que, a pesar de la situación, tenía un aspecto lujoso. Era un contraste abrumador en comparación con el rincón donde solía dormir cada noche, más parecido a una especie de bodega apartada en la mansión.De repente, el sonido de la puerta resonó y una figura entró en la habitación. No podía discernir si era uno de los hombres que me había secuestrado o alguien completamente distinto.Era un hombre alto, con cabello oscuro como la noche y unos ojos verdes que me atemorizaban por la frialdad con la que me observaban. Algo en su presencia me resultaba extrañamente familiar, aunque no podía identificar qué era
Dos años después. En los últimos años, mi existencia se ha convertido en un torbellino de sufrimiento. Las paredes de mi prisión se ciernen sobre mí, aislándome del mundo exterior. El Alacrán, una figura sombría, visita mi reclusión mensualmente, dejando tras de sí un rastro de incertidumbre.Madeline, una joven que labora en este oscuro lugar, se ha convertido en mi única conexión con la realidad. Aunque no he sufrido golpes ni privaciones alimenticias, la sensación de estar aprisionada persiste, enredándose en cada pensamiento.Este purgatorio incesante me ha llevado a cuestionar por qué aún no han decidido poner fin a mi vida. A medida que los años transcurrían, mi cuerpo se transformaba, adoptando la figura de una mujer. Aunque mis curvas y senos afloraban, mi interior permanecía marcado por la fragilidad de una niña rota. La nostalgia por Marko se apoderaba de mí. Me preguntaba sobre su destino, imaginando si ya habría formado una familia con Elsa. De vez en cuando, su figura
Marko Ferrer. La indignación se apoderó de mí, un torbellino de emociones que ni siquiera una infidelidad podría igualar. Dos años de matrimonio con Elsa y descubrí que me había mentido, engañado de la manera más dolorosa. Lo más sorprendente era que no lo supe de ella; fue el médico de la familia quien me reveló la verdad. La traición pesaba en mi corazón, marcando esos años compartidos con una sombra de decepción y amargura. —¡Cómo pudiste hacerlo, Elsa! — Espeté molesto. —Marko, mi amor, yo te juro que no quise lastimarte. Estaba muy mal y fue la única solución que encontré — Ella llevó sus manos a sus mejillas, cubriendo su rostro y sollozando. —¡Matar a mi hijo no era una solución! ¡Tú sabes que yo anhelaba ser padre y no te importó! — Le grité molesto. —¡No iba a arruinar mi cuerpo ni mi vida por un mocoso llorón! ¡Yo nunca he querido ser madre y tú lo sabías cuando te casaste conmigo, pero aún así insistes!... Mi cuerpo es mi decisión.— Exclama. Al principio, cuando nos c